jueves, 23 de diciembre de 2010

Mejores deseos

A todos los lectores de este blog, a los lectores habituales, a los lectores ocasionales, a los que han entrado solamente una vez, a los que comentan en cada post, a los que comentan en algunos posts, a los que leen siempre y no se atreven a comentar, a los que leen a veces y tampoco se atreven a comentar (vamos, no es tan difícil), a los amigos que he hecho por este medio, a los que caen por casualidad, a los que llegan hasta acá a través de algún motor de búsqueda... a todos en general les deseo una feliz Navidad, que 2011 sea un año mejor en todos los sentidos y que sigan pasando por este rincón.

¡FELIZ NAVIDAD!

¡FELIZ 2011!

jueves, 16 de diciembre de 2010

Aun más perlitas

Aunque parezca machacona... más perlitas.

Todos en la vida, casi sin darnos cuenta, elegimos. Pero elegimos bien, es decir, elegimos con G. Un aviso como este pasa por muchas manos antes de su publicación, sobre todo en una empresa tan gigantesca como la del anuncio. Por eso no entiendo cómo nadie se dio cuenta de tremendo error. Lamentablemente, debo decir de este tremendo error tan común.

Además, el aviso tal cual lo ven en esta imagen salió publicado durante varios días.

Tal vez sea impresión mía, pero me aventuro a decir que el redactor de este aviso se ha olvidado de la importancia de la concordancia de género y número que debe haber entre adjetivo y sustantivo. Por lo menos en este caso, parece que se olvidó de la importancia de la concordancia de número. Asumiendo, claro, que sabe que debe existir esa concordancia.

Dudo mucho que la ubicación de esta oficina y local comercial sea tan excelente como el aviso nos quiere hacer creer. Otra cosa, ¿qué será un extacionamiento?

Con un poquito de esfuerzo, apenas con un mínimo de esfuerzo adicional, este aviso podría haber quedado ciertamente más confuso. O sea que si yo no ingreso a mi teléfono, debo acercarme personalmente con mi boleta de venta a los lugares indicados. Sería bueno saber cómo hago para ingresar a mi teléfono. ¿Tron?

De todos modos, no entiendo qué comprensión agradecen. No comprendí nada.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Justicia poética(*)

El otro día recordé una historia que leí no recuerdo dónde y que ahora comparto a través de Seis de enero.
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Había una vez un viajero que estaba de paso en un pueblo de España. Faltaban pocas semanas para la Navidad. El viajero entró en un restaurante a comer y tomar algo y para refrescarse. Mientras estaba comiendo, notó que el dueño del bar recibía un trato muy malo por parte de su esposa.

Como era foráneo, no se animó a decir nada ni a comentar nada con los otros comensales. Simplemente, se dedicó a observar.

La mujer se dirigía al hombre por medio de gritos, llenos de insultos y sobrenombres desagradables. Y aunque el hombre respondía a todo de manera amable, el trato no se suavizaba ni se hacía más amable. Los demás comensales parecían estar acostumbrados al espectáculo porque ninguno se inmutaba.

De repente, el dueño del local sacó muy contento todo un billete de lotería. Lo que acá en el Perú llamamos un entero. O al menos así los llamábamos pues las loterías electrónicas casi han desplazado a las loterías tradicionales. Cuando el hombre se lo mostró a su esposa, esta montó en cólera. Entre insultos de todo calibre, le incriminó que cómo había hecho un gasto tan grande. Y lo obligó a revender todo el billete en ese instante.

Llegado a ese punto, más movido por la incomodidad, el viajero se fue, entre intrigado por saber en qué terminó la historia y entristecido por lo mal que lo pasaba este hombre.

Casi un año después, el viajero repitió la travesía. Movido por la curiosidad, decidió ir al mismo restaurante del año anterior. Lo encontró totalmente renovado, pero definitivamente era el mismo lugar. Reconoció al propietario, lo saludó y le dijo que había estado ahí un año antes. El hombre lo reconoció, o al menos fingió reconocerlo, lo saludó amablemente y tomó su orden.

El viajero temía ser testigo de los mismos maltratos del año anterior, pero no dijo nada. Así que enorme fue su sorpresa cuando vio que la mujer parecía haber dado un cambio de 180 grados. La desagradable persona de un año antes había dado paso a una mujer amable y hasta cariñosa.

Movido por la enorme curiosidad, el viajero se acercó al propietario del restaurante, y luego de pedir infinitas disculpas por ser tan entrometido, preguntó cómo había conseguido ese milagroso cambio. El hombre le respondió:
- Si usted estuvo acá hace un año como me dice, se habrá enterado del problema que tuve por haber comprado todo un billete de lotería.
- Pues, la verdad si- respondió el hombre.
- Fíjese usted cómo son las cosas. Ese billete resultó ser el que se llevó el premio mayor.
- ¡¡¡¿¿¿Qué???!!!
- Así es, pero no crea que ya había vendido yo todo el billete. Me quedé con dos partes, así que recibí un buen poco de ese premio. Además, como todos aquellos a los que les vendí el billete eran del pueblo, cuando cobraron su parte, a manera de agradecimiento, me dieron una porción de lo que les correspondía. Con eso, remodelé el bar y pude guardar una buena parte. Pero esa no fue la mejor parte.
- ¿Cuál fue?
- Habrá notado cómo han cambiado otras cosas por acá.

El propietario del restaurante sonriendo le guiñó un ojo y se fue rápido a atender el pedido de otro comensal recién llegado.

(*) La justicia poética no es tanto un tópico como una técnica literaria, por la que se consigue un final feliz, en el que la virtud y el honor de los buenos recibe su recompensa y el vicio y el comportamiento deshonroso de los malos su castigo.


jueves, 2 de diciembre de 2010

La máquina del movimiento perpetuo

El móvil perpetuo (en latín, perpetuum mobile) es una máquina hipotética que sería capaz de continuar funcionando eternamente, después de un impulso inicial, sin necesidad de energía externa adicional. Su existencia violaría teóricamente la segunda ley de la termodinámica, por lo que se considera un objeto imposible.

Junto con la piedra filosofal y el elixir de la eterna juventud, la máquina del movimiento perpetuo son las tres metas de los alquimistas. Hasta donde sabía, no se había logrado encontrar, ni descubrir ni inventar ninguno de los tres.

Pues tengo una noticia para los científicos del mundo: la máquina del movimiento perpetuo existe. Desde hace casi un mes funciona sin parar en algún lado cerca de mi casa. Lo único malo es que nadie ha podido encontrar dónde está.

Todo comenzó un lunes en la noche. El ruido se asemeja al de un motor en funcionamiento, sin variaciones de ningún tipo. Sonó toda la noche. A la mañana siguiente siguió. Y así ha venido ocurriendo desde entonces.

Al principio, pensé que pararía el fin de semana. Pero no. Fiel y constante, siguió con su ruido sordo, imparable, todo el día, toda la noche. Todos los fines de semana del último mes. Y así sigue hasta el momento, todo el día y toda la noche.

A estas alturas, ya no sé si es idea mía pero me parece que ya no hace tanto ruido. Tal vez sea que me he acostumbrado tanto al ruido que ya casi no lo siento. No lo sé. Lo que sé es que en vez de la máquina del movimiento perpetuo hubiera preferido que fuera el elixir de vida o la piedra filosofal.

Ojalá que el movimiento no sea tan perpetuo y se calle en algún momento. Y si es pronto, mejor.
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Acá el post con el resumen del Festival de Blogs en el que participé.



jueves, 25 de noviembre de 2010

Sucedió un domingo

Era una mañana cualquiera de un domingo cualquiera, un poco antes del mediodía. Después de varios días nublados, Lima estaba soleada. Debo reconocer que, si bien el verano no es mi estación favorita, tener una mañana soleada es algo que alegra los ánimos.

Regresaba caminando de comprar literalmente cuatro cosas del autoservicio que está a pocas cuadras de la casa. Tenía una bolsa pequeña en la mano, todas las compras cupieron en esa sola bolsa.

Me crucé con un hombre y una mujer que venían conversando. Cuando pasaron por mi costado, detecté que hablaban en portugués. Pensé en mi amiga Elisa, y recordé los días que estuvo en Lima hace algunos meses.

Avancé dos cuadras. Delante de mí caminaban en el mismo sentido que yo tres muchachos. Hablaban fuerte entre ellos. Coincidentemente, también hablaban portugués. En eso, uno de ellos se volteó, me miró y me preguntó si el shopping quedaba cerca. Como me lo preguntó en castellano, repregunté en castellano qué era lo que querían comprar. El segundo me dijo con una mezcla de portugués y castellano: "estamos buscando LarcoMar. É perto?" Cerquísima. Es más, como voy hacia allá, caminemos juntos, les dije.

Me contaron que son de Sao Paulo, que ese domingo era su último día en el Perú, que el viaje había durado diez días en total, que el día anterior habían regresado de Puno, que les había afectado la altura, que antes habían estado en Cusco, que habían hecho dos días del Camino Inca, que Macchu Picchu les había fascinado. Todo eso en el tiempo que toma caminar media cuadra.

En la segunda media cuadra, el tercero me preguntó si en LarcoMar había sitios para comer. Muchísimos, les dije yo. ¿Comida japonesa? Por supuesto que si.

Cuando llegamos al punto en que yo debía voltear, les indiqué hasta dónde debían seguir antes de doblar a la izquierda. De ahí debían seguir la calle hasta un semáforo, cruzar la pista y ya estarían en LarcoMar.

Se despidieron los tres haciéndome adiós con la mano. Les respondí de igual manera. Supongo que llegaron bien a LarcoMar. Espero que hayan llegado bien a LarcoMar.

Dicen que por cada turista que se siente bien tratado, vienen diez más. Ojalá que este brevísimo encuentro con los tres paulistas traiga 30 paulistas más. Y si no es así (nunca lo sabré) por lo menos ayudé a que ellos llegaran al lugar que buscaban.

Nota: fuente de la imagen.
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¡Feliz Día de Acción de Gracias!



sábado, 20 de noviembre de 2010

¿Tres años no es nada?

Dice la canción que 20 años no es nada. Contrariamente, hoy que este blog cumple tres años, puedo decir que tres años es mucho. Más que mucho.

Hace tres años, cuando empecé con Seis de enero, lo hice sin mucha convicción. Casi por obligación. Hoy, con 162 posts publicados, 39 seguidores y más de 2,000 comentarios puedo decir que no me arrepiento de haberlo iniciado. Se ha convertido en un medio para expresar ideas, y para escuchar las ideas que expresan otros. Me ha servido para conocer personas y para que esas personas me conozcan. Tres años después de compartir relatos a veces intrascendentes puedo afirmar que es cierto eso de que todos tenemos una historia que contar.

Este post será corto. Y lo termino acá, invitándolos a leer el primer post de toda esta aventura. Se llama Viaje al pasado.

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Hoy sabado 20 de noviembre Renzo celebra sus 200 posts publicados en su blog y también su cumpleaños. Desde acá le mando un saludo, y le agradezco la mención a Seis de enero en su post de celebración. Que sean muchos más indicándonos dónde se come rico (y dónde no).

viernes, 12 de noviembre de 2010

Otras perlitas más

Casi sin querer, encontré otras perlitas más. Para ampliar las fotos, hay que hacer click en la imagen.

Pobrecita la joven Reina Victoria. Parece que cuando falleció el Príncipe Alberto, se le perdió también la basta de uno de sus tantos vestidos. Por la forma en que está escrito el texto, no creo que se refieran a que se quedó devastada.

Perdón por la ironía, pero es que de este cine ya pocas cosas me sorprenden.


¿No será que el color del jarabe puede variar ocasionalmente?

Hasta con la Iglesia hemos topado. Es una lástima que un cuadro tan bonito y tan bien hecho hable de creaturas en lugar de criaturas. ¿Alguna otra persona lo habrá notado?

¿Quién será esta Anna que provoca que un enamorado escriba este mensaje con piedras? La foto la tomé desde lo alto del acantilado que da al Océano Pacífico, en el Malecón de Miraflores.


Y finalmente, directo de la Riviera Maya, un pleonasmo bibliográfico. Esta imagen es cortesía de una frecuente lectora de este blog que pasó unos días por allá y que tuvo la delicadeza de tomar la foto especialmente para hacérmela llegar.

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El sitio web Rammenas publicó una versión en inglés de la historia que publiqué en este blog con el título Marrón.


Festival de blogs: mi granito de arena

Global Voices en Español tiene interés en incentivar el blogueo y fomentar las redes de blogueros, y se ha pensado que una buena manera de lograr esto puede ser a través de los conocidos “Festivales de Blogs”.
Como formo parte de la gran comunidad de voluntarios de Global Voices, tanto en inglés como en castellano, era simplemente cuestión de tiempo antes de que me pidieran que participara en el Festival de Blogs. Así que acá estoy, casi como Lope de Vega (con perdón de compararme con tamaño talento) ante el mandato de Violante: en mi vida me he visto en tal aprieto.

El tema del festival es 'Blogs y Ciberactivismo'. ¿Qué sé yo de este tema? Pues la verdad muy poco, por no admitir casi socráticamente que no sé nada (de nuevo pido perdón por este nuevo atrevimiento).

Creo que es la primera vez que admito públicamente tener apenas una idea muy vaga de lo que es la Web 2.0. No sé qué son los programas de fuente abierta. No sé qué es un RSS feed ni un podcast. Mi desconocimiento es tan grande que esos pocos temas son los únicos que se me ocurren.

Además de eso, no estoy en Facebook, y por más que me lo sugieran con la mejor de las buenas intenciones, no pienso estar por ahí. Estuve una vez, durante 24 horas, más por curiosidad que por convicción. Y confirmé que mi resistencia era justificada. Que no se me malentienda: respeto a los que si son usuarios de Facebook y agradezco que se respete mi voluntad de no andar por esos barrios. Por eso, dejo expresa constancia de que si me "encuentran" por ahí, tengan la certeza de que alguien ha tomado mi nombre.

Tampoco estoy en Twitter. Tal vez si mis actividades diarias fueran isiquiera medianamente nteresantes consideraría la posibilidad de abrir una cuenta, pero como que siento que mi vida normal no amerita estar resumida en 140 caracteres. Que tampoco se me malentienda: respeto a los que tuittean y que usan ese medio para mantener a los demás al tanto de las novedades.

Por eso escogí el título que escogí para este post: mi granito de arena. Literalmente, un aporte tan minúsculo que casi no aporta. He leído interesantes historias de personas que lograron importantes cambios que comenzaron cuando expusieron una situación en línea. A pesar de mi ignorancia en el tema, puedo darme cuenta de que nada de esto sería posible si no existieran esos mecanismos cuyo funcionamiento desconozco casi en su totalidad. Y aplaudo el valor que tienen ciudadanos comunes y corrientes que un día deciden que es momento de decir ¡BASTA! Muchas veces se arriesgan ellos mismos con la decisión de convertirse en ciberactivistas.

Son ellos los que tiene una historia que contar en este Festival de Blogs. Desde acá, les hago llegar mi reconocimiento.

Nota: los invito a ver mi más reciente post, con más perlitas.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Retazos

Una mujer camina al lado de una niña por la calle. Bien podrían ser madre e hija. En eso, la mujer saca un celular y le pregunta a la niña:
- ¿Llamamos a tu mamá?
- ¡Si!- responde la niña entre aplausos y risas.

Luego de una pausa:
- ¿Mamá? Te quiero mucho. Chau.

Fin de la llamada. En algún lado, una mamá tuvo el mejor instante del día.
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Un hombre y una mujer jóvenes van por la calle. Cada uno tiene un pequeño perrito con sus respectivas correas. De repente, en sentido contrario viene otra mujer con otro pequeño perrito. Este perrito que viene en solitario se queda paralizado. El hombre pregunta:
- ¿Será que nuestros perros le dan miedo?
- Así parece -responde la otra mujer, la que lleva el perrito en solitario.

El hombre y la mujer jóvenes cruzan la pista entre risas y se llevan a sus pequeños perritos. El perrito que venía en solitario sigue su camino.
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Dos muchachos esperan su turno ante la cola de un autoservicio para pagar sus escasas compras:
- Mira, tú dile nomás "te invito a comer". Si la flaca acepta al toque, perfecto.
- Ya...
- Pero si te pregunta "¿adónde iríamos?"... Mmm, no sé, ah.
- ...
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Un hombre, una mujer y un niño de unos 3 años van caminando por la calle. Al llegar a la esquina, el hombre dice:
- ¿Qué hacen los niños al llegar a la esquina?
- ¡Levantan las manos! -dice alegremente el niño, y une la acción a la palabra.

Los dos adultos toman al niño, cada uno de una mano y así agarrados los tres cruzan la pista. Al llegar al otro lado, lo sueltan y siguen caminando los tres juntos.
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En un micro, una mujer encuentra asiento al lado de un señor mayor. El señor está tratando infructuosamente de limpiar sus anteojos con el minúsculo boleto que acredita que ha pagado su pasaje. La mujer se da cuenta, saca papel higiénico de su bolsillo y se lo entrega al señor. Él se lo agradece, limpia sus lentes sin problema y se los pone. A la mujer le llega al momento de bajar. Al levantarse para salir, el señor le vuelve a agradecer. Ella responde con una sonrisa y al poco rato se baja del micro. Una vez abajo, se voltea a mirar el bus y una ventana le deja ver que el señor se despide de ella con un alegre gesto de la mano. Ella le devuelve el gesto de la misma manera.

jueves, 28 de octubre de 2010

Marrón

El gerente de la tienda había notado últimamente que las cantidades de chocolates en las estanterías no coincidían con el inventario. Faltaban muchos chocolates, sobre todo de los más caros. De los que tenían avellanas y nueces enteras dentro. Era evidente que alguien se estaba robando los chocolates.

Decidió averiguar quién.
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Sus pequeños hijos le habían pedido nueces. Nueces en cualquiera de sus formas. Lo que fuera: castañas, pecanas, avellanas. Con tal de que fueran nueces, lo demás era lo de menos.

Así pasaron varios días de desesperación para esta pobre madre. Sus pequeños le reclamaban nueces, y ella no sabía de dónde sacarlas. Lo peor es que ella misma hubiera agradecido un puñado de esos frutos. Pero se le hacía tan difícil encontrar nueces... y todo era más difícil todavía sabiendo que sus hijos querían esas nueces con tanta desesperación.

De repente, algo llegó en forma de inspiración. Si hacía un esfuerzo podría encontrar nueces. Era algo arriesgado, pero era tanta su desesperación que estaba dispuesta a correr el riesgo.

Esperó a que fuera de noche. Cuando la afluencia de gente disminuyó, asomó la cabeza por la ventana entreabierta y entró. Un aterrizaje perfecto. Miró a ambos lados y empezó a correr ágilmente entre los pasadizos. Guiada por su olfato y casi sin ver, pues las luces estaban apagadas, llegó al estante de las nueces. En verdad, eran nueces dentro de chocolates, pero no importaba. Sacó todos los que pudo, dejó botados muchos más de los que pudo sacar.

Satisfecha con su botín, llegó hasta donde estaban sus hijos. Les mostró las nueces, les hizo ver que dentro de los chocolates había nueces. Muchas nueces. Suficientes nueces. Estaban felices.

Cuando se acabaron las nueces, repitió la operación. Y así lo hizo, varias veces.

Hasta que llegó el día en que, en medio de su operativo de aprovisionamiento, unas luces le dieron de lleno en los ojos. No sería posible saber quién estaba más sorprendido: el vigilante de la tienda, que sujetaba una enorme linterna encendida en la mano. O la pequeña ardilla que durante semanas había estado llevándole a sus crías las nueces que estaban dentro de los chocolates.

jueves, 21 de octubre de 2010

Orgullos

Una niña corre feliz de acá para allá. Recibe la atención de todo el mundo. Hay ojos que solamente están puestos en ella. Está a punto de cumplir tres años y casi empieza a ser consciente de lo que significa ser la dueña del santo.

Por un segundo, aparece un adolescente. Ya tiene sus propias prioridades y un cumpleaños infantil no está en el primer lugar de la lista. En cambio, no tiene problemas en bailar y cantar, con un micrófono, delante de un montón de personas, sin sentir un ápice de vergüenza.

Más allá, la mamá de la pequeña dueña del santo. Ha preparado todo con mucho amor durante días. Al verla, es fácil recordarla sentada durante horas en una pequeña carpeta amarilla, haciendo interminables tareas escolares.

Sentada por otro lado, una mujer admirable, que siempre conservó la serenidad hasta en los momentos más duros y difíciles. Ha estado en tres actividades diferentes durante la mañana, y aun así tiene una sonrisa de cálida bienvenida para todos los asistentes.

Finalmente, sentada entre personas amigas, otra mujer valiente. Valiente y admirable. Tanto que no hay palabras adecuadas para describirla. El resto es silencio.

Desde algún lado, dos tocayos lo miran todo.

Orgullos...
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Isobel leyó la versión de Verde que salió en Rammenas y escribió un post al respecto.



jueves, 14 de octubre de 2010

Amarillo

Había una vez un carro amarillo. Había venido directamente de Alemania, en un tiempo en que Alemania se decía en plural y había que usar otras dos palabras para ser completamente precisos. El nombre del carro amarillo sonaba como a toro, y su modelo era un número y una letra.

Eran pocos los carros parecidos a este carro amarillo. Su orgulloso dueño lo compró nuevecito.

Hay que reconocer que no siempre fue amarillo. Antes había tenido un color incierto, más oscuro que un simple amarillo. Pero tampoco llegaba a ser anaranjado. Un avisado dijo alguna vez que el color era amarillo subido.

Tenía sus peculiaridades el carro amarillo. A veces se trababa al momento de tratar que la palanca se quedara fija en el retroceso. En esas ocasiones era inútil discutir con él: era cosa de levantar el capote, bajar del carro amarillo, buscar los engranajes respectivos y darles un jalón. Asunto arreglado. Pero eso no pasaba siempre. Dependía del buen humor del carro amarillo.

Otra peculiaridad era su bocina ronca y sonora. Es que al carro amarillo le gustaba destacar, no solamente por ser diferente a casi todos los carros que circulaban a su lado por las calles. También le gustaba destacar por su bocina ronca y sonora. Inconfundible, y nunca más escuchada.

Hasta que un día el carro amarillo se fue. En un momento de dificultad, se convirtió en un fajo de billetes. Otras manos lo manejaron. Otras manos aprendieron a conocer y a apreciar sus peculiaridades. Y a renegar de ellas también, seguramente.

Ojalá no se haya molestado el carro amarillo. Ojalá haya sabido entender que no fue fácil dejarlo partir.

Se le vio pocas veces después. Seguía siendo el carro amarillo con su placa llena de ochos. Y aunque tenía nuevas marcas, parecía que reconocía a quien lo miraba asombrado.

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1. El sitio web Rammenas ha publicado una versión en inglés del post Verde.
2. Imposible no emocionarse con las imágenes del rescate de los 33 mineros chilenos. Toda una hazaña de principio a fin. Bien por ellos, por sus familias, por todos los que participaron en el más que asombroso rescate.

jueves, 7 de octubre de 2010

Domingo electoral

El domingo 3 de octubre, los peruanos elegimos a los alcaldes, regidores y presidentes municipales que asumirán sus nuevas funciones el 1 de enero de 2011.

La campaña ha sido realmente desgastante, disgustante y hartante. Al punto que existe mucho recelo sobre cómo será la campaña presidencial del próximo año.

Pero para eso falta.

Por lo pronto, ese domingo electoral me dejó un buen sabor. Tuve la idea de ir a votar relativamente temprano. A eso de las 10:30 am... por eso lo de relativamente temprano.

Experiencias pasadas me hacían temer largas colas y desorden. Por eso, me sorprendió no encontrar nada de eso. Todo lo contrario. Ubiqué mi mesa de sufragio muy rápido, gracias a un clarísimo cartel ubicado en la entrada del colegio. Llegué al salón donde estaba ubicada mi mesa. No había cola. Voté en menos de 2 minutos. De ahí fui al baño a tratar de limpiarme un poco la tinta indeleble con que nos manchan el dedo. Otra cosa sorprendente: el baño estaba limpio. Otros años... mejor no detallar cómo lo encontraba.

No sé cómo habrá sido con otras personas, pero al menos mi experiencia fue buena esta vez.

He sido miembro de mesa más de una vez. Es uno de los pocos sorteos en los que no me gusta ver mi nombre. Pero debo admitir que una vez en el sitio, la experiencia es aleccionadora. Hasta divertida por momentos. De todas maneras, considero que luego de tres veces como miembro de mesa, dos de ellas como presidenta (la primera en pleno tiempo en que los chicos malos hacían de las suyas), es momento de darles la oportunidad a otros.

El día estaba como me gusta: frío y húmedo. Decidí regresar caminando. La foto que acompaña este post es de mi camino de regreso, en la vía peatonal de la Av. José Pardo. Calles tranquilas, sin aglomeraciones.

Dos reflexiones finales y una alegría.

Los limeños nos hemos portado como si las elecciones solamente se refirieran a Lima. Casi nos hemos olvidado de que esto era un proceso a nivel nacional. No es nada justo para con los peruanos que viven fuera de la capital.

Es bueno siempre confirmar el lugar de votación. Esta vez fusionaron muchas mesas, y era muy fácil averiguarlo en la página web del ente rector de nuestras elecciones. Fue mi caso, pues mi mesa se había fusionado y terminó incluida en otra. Mucha gente no hizo la verificación. Se confió en eso de "voto en el sitio de siempre" y tremendo chasco se llevaron cuando no encontraron su mesa en el lugar de siempre. A esas alturas, ponerse a buscar es de locos.

Finalmente, el candidato de mi distrito no fue reelecto.
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1. Les invito a leer mi post sobre el tema publicado en Global Voices, en inglés y en castellano.
2. Hoy me desperté con la primicia de que Mario Vargas Llosa es el Premio Nobel de Literatura 2010. Una excelente noticia para el Perú y la literatura en castellano en general. Ver mi post en Global Voices, en inglés y en castellano.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Rojo

- ¿Y? ¿Ya encontraste a tu esquiva princesa?
- No...

Antonio estaba arrepentido de haberle contado a su hermano lo que pasó ese día, hacía casi tres semanas. Ya estaba hecho y no lo podía deshacer. Ahora estaba resignado a aguantar sus burlas. En realidad, eso no le importaba tanto como encontrar a la esquiva princesa, como la había bautizado Ricardo.

Tres semanas antes, Antonio había salido a comprar a la bodega. Un repentino antojo de un chocolate lo hizo levantarse de donde estaba sentado, hojeando el periódico sin muchas ganas. Tomó unas monedas del lugar habitual en el siempre había monedas y caminó la breve cuadra que separaba su casa de la bodega de la esquina.

Sabía exactamente qué chocolate quería, pero de todas maneras paseó la vista por la parte del mostrador donde estaban expuestos todos los chocolates. En realidad buscaba uno con nombre de una ciudad italiana, con alegre envoltura roja, pero la fábrica lo había descontinuado hacía años sin ninguna explicación. Sin justificación además, porque era el chocolate más delicioso que su memoria guardaba.

En fin, se dijo, y escogió otro de envoltura roja, de sabor igualmente muy agradable. Pagó y salió.

Y ahí ocurrió.

Ella. La esquiva princesa, sentada en el asiento del copiloto de un carro rojo. Curiosamente, vestida con una casaca también roja, aunque de tono diferente al del carro. Antonio recordaba la secuencia como en cámara lenta. Fue todo muy rápido. Ni siquiera tuvo tiempo de sentirse como un tonto con el chocolate en la mano y la boca abierta, que fue como estaba en el preciso instante en que la esquiva princesa lo vio. Eso quedó para después. En ese fugaz lapso, ella se lo quedó mirando una fracción de segundo, y le sonrió en una fracción de esa fracción de segundo.

Antonio no atinó a nada. En el último instante, justo cuando el carro volteaba la esquina, su cerebro despertó. Dio una mirada a la placa, y apenas alcanzó a ver los números: 149. Un carro rojo como miles de Lima, cuya placa terminaba en 149.

Llegó a su casa como en una ensoñación, sin ser muy consciente de lo que hacía y decía. Era la única explicación que tenía para haberle contado todo a Ricardo. Eso no importaba ya.

Lo único importante era encontrar el carro rojo. Antonio no creía que fuera muy difícil. Total... sabía la marca y el modelo del carro. No tenía las letras de la placa, pero si tenía los números. ¿Cuántos carros con esa característica podía haber por ahí? No creía que muchos. Pondría manos a la obra.
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Qué poco amigable es la edición en línea del Diccionario de la Real Academia Española. Si uno se equivoca al escribir la palabra que busca, aunque sea por una letra, lo único que aparece un mensaje que dice "la palabra no existe". Otros diccionarios brindan una muy útil lista de sugerencias con palabras que se escriben de manera parecida.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Contradicciones

En Miraflores, el distrito limeño en el que vivo, el alcalde actual ha decidido arreglar muchas veredas. Es cierto que han quedado muy bonitas y acogedoras.


Estas dos fotos de arriba corresponden a la misma esquina, vista desde dos ángulos diferentes.


A unas cuantas cuadras de mi casa, la esquina de la Av. Larco y la calle Schell tiene este aspecto. Las dos fotos son del mismo cruce, desde dos ángulos diferentes.

Pero como sucede muchas veces, hay un GRAN pero.

Estas mejoras no tendrían nada de malo. Es más, sería la primera en aplaudirlas... si no fuera porque a pocos metros de distancia de estas esquinas tan bellamente arregladas hay pistas y veredas en estado lamentable que nadie menciona y menos repara. Eso, sin contar con que los lindos ladrillos rojos no duran nada así puestos porque empiezan a despegarse y pueden ser muy peligrosos.

A continuación algunas fotos, porque una imagen vale más que mil palabras.







¿Se imaginan lo que es para quienes se movilizan en sillas de ruedas? ¿Acaso no sería mejor usar los recursos, escasos o no, en reparar lo que está roto y no en mejorar lo que está bien? Es apenas mi humilde opinión.

Dentro de poco más de una semana los peruanos elegiremos a alcaldes, regidores y presidentes regionales. En mi distrito, el alcalde postula a la reelección. Si llegara a ser reelecto, definitivamente no será con mi voto.

Este post ha sido citado en Global Voices.