sábado, 30 de septiembre de 2023

Cuestión de sugestión

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La mujer estaba haciendo sus compras un sábado cualquiera y en un recorrido por la sección de congelados vio algo que le llamó la atención: paquetes de pulpa de fruta congelada de varios sabores. Leyó las instrucciones: descongelar, mezclar con agua, agregar azúcar al gusto y licuar.

Compró dos paquetes de fresa para su casa. "Les va a encantar", pensó. Descongeló un paquete para el almuerzo de ese día. Siguió las instrucciones del paquete, pero agregó edulcorante en vez de azúcar.

Ya en la mesa, al ver la novedad en la mesa, todos se apresuraron a probarlo. A su esposo y sus hijos menores les encanto, pero el mayor tenía expresión escéptica. "Tiene un sabor raro", dijo. "Lo endulcé con edulcorante", le contó la mujer. Y el muchacho contestó que ese era el sabor raro, y ya no quiso tomar más.

Dejó su vaso a un lado sin decir nada más.

Al día siguiente preparó el otro paquete. Lo preparó exactamente igual, edulcorante incluido, Pero no iba a decir nada cuando le preguntaran.

De nuevo en la mesa para el almuerzo, el esposo y los hijos menores recibieron con alegría que se repitiera el jugo de fresa del día anterior. El hijo mayor miró la jarra con curiosidad,

Ya casi al terminar el almuerzo, el muchacho preguntó "¿hoy también lo hiciste con edulcorante?". Ella sabía que la curiosidad ganaría.

"Claro que no, hoy lo hice con azúcar", contestó mientras tomaba un sorbo del líquido rojo y en sus ojos hubo un brillo que nadie percibió.

El muchacho probó con cautela, hizo un gesto de agrado y se tomó el resto de un sorbo. "Ahora sí está muy rico, mamá. Compra siempre esta marca".

Ella terminó de beber su jugo, sirvió un poco más a todos mientras sonreía triunfal.

El blog regresa después de varias semanas de silencio. Gracias a quienes me preguntaron si lo iba a continuar o no. Seis de enero está de vuelta.

jueves, 13 de julio de 2023

Vuela alto, Libertad

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Te veíamos llegar desde lejos. Te delataban la bicicleta y los colores vivos de tu ropa y tu casco. "Es obligatorio para ciclistas", nos decías.
Cuando aparecerías se desataba la alegría. Ya sabíamos que esa mañana de zumba tendríamos a quién seguir los pasos. Le ponías una energía increíble a la música, parecías incansable.
Nos generaba una admiración increíble saber la distancia que recorrías las mañanas que llegabas al faro a una nueva sesión de zumba. De San Miguel a Miraflores y de vuelta, después de una hora de baile sin pausa. Diez kilómetros de ida, diez kilómetros de vuelta. De sacarse el sombrero.
Por eso entendíamos que tus visitas fueran esporádicas. Y la alegría que nos contagiabas era siempre bien recibida.
Hablo de ti en pasado, pero te tengo presente, siempre con esa sonrisa tan tuya. También te tiene presente todo ese grupo zumbero al que tan bien y tan rápido te integraste.
¡Vuela alto, Libertad!

domingo, 4 de junio de 2023

Venta de garaje

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Hace pocos días fui por primera vez a una venta de garaje. Caminaba por una calle de vuelta a casa y vi el cartel. Movida por la curiosidad y con pocas expectativas, entré.
Me recibió una señora muy amable, que me invitó a entrar y mirar todo "sin compromiso". A su lado había un perrito curioso que, inmediatamente, empezó a seguirme.
Había artículos diversos, cosas de cocina, libros. Miré sin mucha atención. Por ahí vi un jarrito de metal con tapa, ideal para mantener las bebidas calientes. El precio estaba en una etiquetita, S/2.00 (poco más de medio dólar).
La separé a un lado.
Al fondo había colgado algo de ropa. Me acerqué, siempre sin expectativas. De repente, vi una casaca/campera/chaqueta/cazadora/chamarra azul. Fue amor a primera vista. El precio, S/10 (casi tres dólares). Eso solamente ratificó el flechazo.
- ¿Me la puedo probar?
- Claro.
Una vez puesta, la noté a mi medida. Busqué un espejo, pero la decisión ya estaba tomada.
La señora sacó la cuenta, y cuando estaba pagando los S/12 del total, entró otra compradora. Se fue directo al fondo, a la ropa y casi de inmediato volteó a preguntar: "señora, ¿la casaca azul que estaba acá?".
Señalándome, la señora dijo "la acabo de vender".
Ya imaginan la cara de decepción. Literalmente, gané por puesta de mano.

martes, 2 de mayo de 2023

Claro de luna

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Me llegó este relato prestado, que publico de inmediato.
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Las campanadas del reloj de la iglesia retumbaron en el pueblo silencioso. La niña que se había despertado poco antes contó hasta cinco.
En la cama de al lado, su hermana dormía profundamente. Sobre el techo de zinc, las gotas de lluvia caían con sonido acompasado y persistente.
"El 'Claro de luna'", pensó la niña.
La lluvia se desató al comenzar la noche, cuando la familia acababa de salir con sillas y mecedoras a la puerta de la casa buscando el fresco. En el pequeño pueblo, en plena zona tropical, no eran raros los repentinos cambios climáticos. 
"Va a llover toda la noche", dijo el padre. "Hay que cerrar bien las ventanas", dijo la madre, mientras volvían rápidamente al interior. Todos se alistaron para dormir y la casa quedó en silencio.
La lluvia que comenzó con fuerza bajaba de intensidad, iba y venía durante la noche. La niña que se despertó en la madrugada seguía pensando en el Claro de luna. En la clase de Música, la profesora habló del compositor Beethoven y dijo que entre sus obras le gustaba mucho una sonata para piano llamada Claro de luna.
La niña nunca la había escuchado, pero una compañera que venía de una ciudad más grande le contó que sonaba como gotas de lluvia. Desde su cama, en la casa todavía silenciosa y oscura, la niña oía las gotas sobre el techo de zinc, cada vez más lentas y espaciadas, que parecían las teclas de un piano.
El arrullo de la lluvia iba bajando cada vez más y una débil claridad comenzaba a reemplazar las tinieblas de la habitación. La niña cerró los ojos y retomó el sueño interrumpido mientras continuaba el concierto de Beethoven.