domingo, 28 de marzo de 2010

Como si nada

Una tarde de sábado cualquiera. Después del almuerzo, estamos Gonzalo, Ana Cé y yo conversando, como si nada. Y surge una duda. Una duda bastante trivial. Trivial, pero que solamente Carla puede resolver.

Entonces Ana Cé le pide a Gonzalo que llame a Carla y le haga la pregunta trivial. Dos minutos más tarde, Gonzalo corta la comunicación, ya con la respuesta de Carla. Como si nada.

Lo que acabo de contar no sería nada raro. Pero falta agregar un pequeño detalle: Gonzalo, Ana Cé y yo estábamos sentados en la sala de mi casa en Lima. Carla vive en una pequeña ciudad de Georgia, en Estados Unidos.

Vi todo sin decir nada. Cuando Gonzalo cortó le dije:
- Para ti, eso de llamar a Carla a Estados Unidos es lo más normal del mundo, ¿no? Como si nada.
- Si -me respondió.

Ana Cé y yo nos miramos. Cuando teníamos los 16 años que Gonzalo acaba de cumplir eso era simplemente impensable. Y eso que a esas alturas, ya existía el discado directo internacional. Porque retrocediendo un poco más, las llamadas había que pedirlas a una operadora y esperar pacientemente al lado del teléfono.

Definitivamente, otros tiempos...

domingo, 21 de marzo de 2010

Caros lentes

La semana pasada se cayeron mis anteojos al piso, y uno de los vidrios se partió en dos. Un error de cálculo más la circunstancia de no tenerlos puestos se confabularon para llegar a ese desenlace.
Uso lentes de contacto la mayor parte del día, pero al llegar la noche me los quito y los reemplazo por gruesos anteojos de montura. Es decir, no puedo estar sin lentes porque mi vista no es precisamente buena. Por lo tanto, era imperativo reparar los que se habían roto.
Me dirigí a la óptica más cercana a mi casa. No era la óptica en donde me había hecho los lentes, que está un poco más lejos. Probablemente esta óptica más cercana sería un poco más cara, pero iba dispuesta a asumir la diferencia en el precio como compensación por la menor distancia.
- Buenos días, señorita. Se me acaban de caer los anteojos al piso, se rompíó uno de los vidrios. Dígame por favor cuánto me costaría.
- Mmmm... son lentes de alto índice.
- Si claro, con esta medida imagínese.
- Déjeme ver -e hizo unos cálculos mirando unas tablas-. Le sale en S/.280 (*).
- ¡¿S/.280!? Pero si estos lentes, con todo y la montura, me costaron S/.170 hace menos de un año.
- Si, pero el precio que le he dado es para vidrios de alto índice.
- Ay señorita, este de acá que se me acaba de romper también es de alto índice. Gracias.
No tuve más remedio que ir a la óptica donde siempre mando a hacer mis lentes desde hace años, que queda en un lugar bastante más modesto. La señora que ahí atiende me recibió muy acogedoramente, como siempre. Le conté lo que me había pasado, hizo los mismos cálculos y me dijo:
- Le salen en S/.75.
Para hacer corto un cuento largo, dos días después tuve mis lentes perfectamente arreglados a cambio de un precio razonable. Ni que en la otra óptica fuera el mismo Swarovski el que les fabricara los cristales.
(*) Aproximadamente, el tipo de cambio actual en el Perú es de S/2.80 por dólar.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Cumbre Global Voices 2010

Global Voices Citizen Media Summit 2010 - Santiago, Chile. May 6-7

Hace cerca de dos años y medio, me uní como traductora voluntaria a Global Voices Online. En setiembre del año pasado me ofrecieron ser también autora del mismo sitio web.

Global Voices Online es una comunidad básicamente virtual, que reúne a personas de casi todo el mundo, voces que vienen de sitios tan distantes entre sí como Uzbekistán y el Perú o Tanzania y Canadá. En mi caso al menos, creo que conozco a casi todos los voluntarios por sus nombres y por las minúsculas fotos que encabezan cada uno de sus artículos.
Cada dos años, la comunidad virtual pasa a ser real. Cada dos años, Global Voices Online realiza una cumbre en alguna ciudad del mundo. La primera fue en Nueva Delhi en 2006, cuando yo ni siquiera conocía de GVO. La segunda fue en Budapest, en 2008, a los pocos meses de haberme unido como voluntaria. Y la tercera será en el recientemente golpeado Santiago de Chile.
Esta vez si asistiré. Será la ocasión perfecta para ponerle cara a los nombres y voz a las minúsculas fotos que veo siempre al lado de los nombres. Se multiplicará por no sé cuántas veces la sensación increíble de tener delante de mí a quienes solamente conozco por sus palabras. Algo similar a lo que pasó con Cati cuando vino a Lima en enero.
Será también ocasión para reencontrarme con Santiago de Chile, que conocí a mediados de los años noventa. Podré volver a ver a queridos amigos a los que no veo hace tiempo. Demasiado tiempo. Y también podré conocer a buenos amigos a los que este blog me ha permitido llegar, como Esteban y AleMamá.
Todo esto será a comienzos de mayo. Para saber más de la Cumbre de Medios Ciudadanos 2010, pueden leer acá. Aprovecho para invitarlos a leer mi más reciente post publicado en Global Voices Online, tanto en inglés como en castellano (aunque también está disponible en malgache, alemán y francés).

viernes, 12 de marzo de 2010

La quinta rueda del coche

Muchas veces siento que eso de "el cliente siempre tiene la razón" no es más que una linda frase para tener colgada en un cuadro y nada más. Como consumidora, más de una vez, más veces de las que me hubiera gustado, me he sentido la quinta rueda del coche.

Hace algunos meses, compré una chompa en una tienda por departamentos. Cuando me la probé, no me quedaba bien (¿por qué será que eso no lo notamos en el probador de la tienda?) así que decidí cambiarla. Regresé a la tienda con el comprobante de pago original, más la chompa y en la puerta me dijeron que fuera a la Central de Cambios.

Hasta ahí, podemos decir que todo iba bien.

Llegué a la Central de Cambios, expliqué la situación a la señorita que atendía, le presenté el comprobante y ella me pidió mi DNI.
- ¿Para qué mi DNI? El pago lo hice con efectivo, no con tarjeta.
- Para todo cambio, se debe presentar el DNI de la persona que hace la devolución.
- Y eso, ¿dónde dice?

Con indiferencia, me señaló un papel pegado en la pared, no más grande que un papel tamaño A-4, que con una letra minúscula enumeraba los requisitos para los cambios. Tuve que acercarme para leerlo y, efectivamente, consignaba la obligación de mostar el DNI de quien hacía el cambio. Al costado, en un papel del doble del tamaño y con unas letras enormes, saltaban a la vista las palabras "LOS CAMBIOS DEBEN SER HECHOS DENTRO DE LOS SIETE DÍAS DE LA COMPRA".

- Señorita -le dije-, ¿no le parece que este aviso tendría que estar al lado de las cajas para que los clientes los veamos al momento de comprar y sepamos qué hacer en caso de querer cambiar lo comprado?
- ...
- Además, ¿no le parece que ese cartel que me acaba de enseñar debería tener las letras más grandes? Por ejemplo, iguales a las que menciona los siete días.
- ...
- Por favor, quiero hablar con su supervisor.
- Está bien, le daré el ticket para que haga su cambio. Pero, por favor, para la próxima vez traiga también su DNI.

Lo gracioso es que yo tenía mi DNI.

Ese es un ejemplo. También están las dos situaciones de las que ya hablé con anterioridad. Por no hablar de las veces en que tengo que ver cómo dos o tres vendedores conversan en medio de risotadas mientras pregunto "¿alguien atiende?", sin que nadie me haga el más mínimo caso.

¿No se supone que las empresas tienen por consigna la calidad total? ¿Completa satisfacción o la devolución de su dinero?

Exactamente, como la quinta rueda del coche.