martes, 30 de septiembre de 2008

GoMeMe 9.0

No tenía mucho que hacer, o tal vez quería distraerme un poco de lo mucho que tenía por hacer, y a través de Globalizado, el blog de Juan, llegué al blog de Microjetas, donde encontré las instrucciones de cómo unirme a esto del GoMeMe 9.0, que copio a continuación:

Con más de 50 millones de blogs, conseguir un espacio en buscadores como Google es realmente difícil. Por ello se ha ideado el tema de los MeMes y que a pesar de ser viejos recobran actualidad gracias al interés de los bloggeros hispanos.

GoMeMe, se trata de la promoción entre los blogs que quieran adherirse a esta iniciativa. Lo único que tienes que hacer es añadir tu blog a la lista y escribir una publicación en tu blog acerca del GoMeme 9.0 copiando toda esta entrada y los blogs que van en la lista. Recuerda dejar un comentario en Microjetas para que actualice la lista general y así redifundir todos los blogs mejor.

Lista de vínculos:
Microjetas
El rincón de la tontuna
El increíble Packman
Mi espacio y mi
tiempo

Cogito ergo scribere...
enREDadox
La Quijotera
we2wore
Metablog
Kikades
Apagón
Estoy en un Rincón
Future Sex / Blog
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[El
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Argentificia
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Publimaniac
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Diario de un cero
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dias

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Malaga

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Free
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Llegó la Hora
Artà-Mallorca
The Dendron
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Las Diosas Olvidadas
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en Málaga
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de baile en Malaga

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Juegos de vestir y
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Gaulia.com - Blog de
Economía y Nuevas Tecnologías

Diarios de Tetuán
winagres
Seis de enero

(¡Tu vínculo va aquí! Pero primeramente, por favor copia esta línea y muévela un espacio hacia abajo para que sea usada por el próximo blogger.)

A ver si a mis lectores habituales (o a alguno de ellos) también les interesa la iniciativa.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Otra simple historia simple

Gonzalo quiere tener una guitarra eléctrica. Así que el otro día me pidió que lo acompañara a curiosear a una tienda de instrumentos que queda a pocas cuadras de la casa.

Llegamos y mientras Gonzalo se acercaba al lugar donde se exhibían las guitarras eléctricas, vimos que había un hombre de unos cuarenta años tocando la batería. Gonzalo buscó a un vendedor, le pidió que le mostrara una guitarra, entre los dos escogieron la que más se acomodaba a sus preferencias, se la conectaron a un amplificador y Gonzalo se puso a rasgar unas notas. Confieso que entre la batería y la guitarra, ya era demasiada bulla para mi gusto, así que le dije a Gonzalo que lo esperaba afuera, pero él me pidió que me quedara y que lo escuchara tocar.

Me convenció, me quedé.

Al poco rato, el hombre dejó la batería y por fin Gonzalo pudo tocar su guitarra con toda tranquilidad. Casi inmediatamente, sonó mi celular y salí para poder conversar. Dejé a Gonzalo tocando la guitarra.

Regresé a los pocos minutos, y vi que había otra persona sentada en la bateria. Esta vez era un señor un poco mayor, cincuentón. Un hombre al que, por lo menos yo, nunca hubiera imaginado que supiera tocar la batería. O que le gustara hacerlo. Será por mí eterna manía de huir de la bulla que nunca se me hubiera ocurrido. Además del hecho de que la batería me parece un instrumento tan difícil de tocar.

Al prestar un poco más de atención, me di cuenta de que guitarra eléctrica y batería estaban tocando la misma melodía: las primeras notas de una canción de Soda Stereo. Por un momento pensé que los dos se habían puesto de acuerdo sin que yo los viera, mientras estuve hablando por teléfono afuera de la tienda.

Estuve disfrutando de ese improvisado dueto por unos cuantos minutos, hasta que los dos dejaron de tocar a la vez. Gonzalo me miró diciendo con los ojos "¿nos vamos?", a lo que yo asentí con un movimiento de la cabeza. Caminé dos pasos, hasta que me percaté de que Gonzalo no estaba a mi lado. Me voltée y lo vi dándole la mano al señor de la batería, quien desde ahí me saludó. Yo correspondí el saludo.

Ya afuera de la tienda, me contó que el señor se había acomodado en la batería, se había quedado escuchando lo que él tocaba y lo había seguido en el ritmo de manera espontánea. A mí me encantó el detalle. Creo que a Gonzalo también.

Regresamos caminando a la casa, con lo que terminamos de psar juntos juntos a través de otro momento mágico por el que tengo que dar gracias.
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Imagen de la guitarra y de la batería tomadas de Google Images.

PD: sugiero ver el comentario de Lina.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Yurimaguas

Hay un lugar que vive desde siempre en mi mente dentro de recuerdos propios y ajenos: Yurimaguas.

Conocí Yurimaguas a los cuatro años, y fue ahí donde vi por primera vez y en vivo y en directo vacas y terneras. Le di leche en una tremenda mamadera a una que se llamaba Yuyu, que después supe que significa algo así como bebé.

La tierra tenía un olor que yo no había percibido antes y que no olvidaré jamás. La lluvia fue otra cosa nueva para mí, tan diferente de las garúas limeñas. La gente se saludaba por las calles, y no sé cómo, todos sabían que yo era la nieta de don Pedrito, que había llegado de visita desde Lima. Iba por esas calles de la mano con mi mamá, con un sol que deslumbraba los ojos.

Las mujeres llevaban canastas en la cabeza. No importaba cuánto se inclinaran por lo irregular del camino, la canasta seguía firme en su sitio, apuntalada por pañuelos enrollados, llenas de aguajes y quién sabe qué otros contenidos que estas loretanas erguiditas llevaban quién sabe a dónde.

Ahí conocí la Catedral de Yurimaguas, orgullosamente construida por mi bisabuelo don José Riera Torra, el catalán. Hay una placa que lo acredita como el constructor, y a pocas cuadras de ahí, una calle lleva su nombre.

La campana de la catedral marca las horas, las medias horas y los cuartos de hora con diferentes series de tañidos que se oyen por todos lados. Creo que no debe haber mayor sensación de estar en casa que escuchar esas campanadas. Yo que estaba de visita las sentía tan familiares, así que imagino lo que será para los que la escuchan después de años. De tiempo, como dicen allá.

Mi abuela, conocida universalmente como la señora Margarita, tenía un pequeño huerto dentro de su casa, con gallinas incluidas. Había que tener la puerta cerrada para evitar tener gallinas andando por toda la casa. Era la única puerta que se tenía cerrada, porque la de la calle permanecía abierta todo el día. Toda una curiosidad para una pequeña limeña como yo.

En la noche nos sentábamos en mecedoras en la vereda, y todos los transeúntes paraban un ratito a saludarnos.

Un día, de camino a la chacra La Esperanza, de propiedad del abuelo, me caí al piso de tierra cuando subíamos por un tronco tendido de manera diagonal, a manera de improvisado puente. Me hice una tremenda herida en la rodilla, que son gajes del oficio de tener cuatro años.

Recuerdo la delicia que era tumbarse en la hamaca de la chacra y ver todas las variedades de verde que el ojo y el cerebro pueden registrar, y un cielo azul con nubes tan blancas como el algodón. Vi y probé en vivo y en directo las frutas más raras del mundo, para mí, por supuesto, que solamente conocía las tradicionales que había en Lima.

A pesar de estar descubriendo todo ese mundo nuevo, un día lancé un reclamo: "extraño a mi familia", sin darme cuenta de que estaba con mi familia, en mi casa.

En Yurimaguas pelé tantos aguajes que hasta se me infectó una uña por no hacerlo bien, porque se me incrustó un trocito de cáscara. Durante días la infección fue cediendo, y a pesar de que era bastante fastidioso, nunca me acostumbré a pelar aguajes con cuchillo porque se pierde demasiada pulpa. Lo que no se perdió jamás fue mi gusto por el aguaje. Casi todas las frutas de la Selvas son ácidas, a excepción de la piña, la más dulce que he probado nunca.

El cine quedaba literalmente a la vuelta de la esquina. El local era propiedad de don Pedrito, lo que nos concedía ciertos privilegios. Ahí vi como cinco veces la misma película en un viaje posterior, al que fui con mis hermanos.

Entre los recuerdos ajenos están el carro de lujo, "Canción de cuna" con su único rollo, la casa Khan, el vapor Huallaga, el "cielo y la tierra, el cielo y la tierra", los amaneceres sobre el río, los hacendados que venían imponentes a caballo y acompañados de un séquito, del niño que aprendió a leer para portar los carteles del cine de su cuñado. Como no son recuerdos míos, se los dejo a sus poseedores. Que quienes se sientan transportados en el tiempo por mis palabras los disfruten.

Cuando leo sobre las correrías de los hermanos Finch en Maycomb, cuando veo a Totó recorriendo las calles de Giancaldo o a los Alcántara caminando por Sagrillas tengo esa rara sensación de haber visto y vivido personas y situaciones que nunca he visto y de las que solamente he escuchado hablar o de las que he leído... como me pasa con esos atesorados recuerdos ajenos.

Un lugar que vive en mi mente, en recuerdos propios y ajenos. Se llama Yurimaguas, la perla del Huallaga, capital de la provincia de Alto Amazonas.
PD: si tienes algún recuerdo de Yurimaguas, o si tienes tu propio "Yurimaguas", deja tu comentario al final de este post.

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Crédito de las imágenes de Google Images.

P.D.: agradezco a Eduardo Ávila por la mención a este post en Global Voices Online.

jueves, 11 de septiembre de 2008

¿Vecinos fantasmas?

Muchas veces, casi exclusivamente en la noche o la madrugada, mis vecinos hacen los ruidos más extraños. Como vivo en el primer piso de un edificio, siempre me pareció que era normal percibir los movimientos de los habitantes de los pisos superiores. Aunque no sé qué tanto de normal tenga que mi vecino empiece a mover su cómoda y sus sillones a partir de las 11 de la noche todos los días.

Hasta que una vez, en una reunión del Grupete, alguien comentó lo mismo, que sus vecinos mueven cómodas y camas a partir de la medianoche. O teníamos los mismos vecinos, o eran familia, porque de otra manera no encontraba explicación a que alguien hiciera tan extraños traslados en mitad de la noche.
Poco después, casi como por casualidad, mi mamá me mandó un artículo de Javier Marías, uno de sus escritores preferidos.
Lo transcribo a continuación, sin el permiso correspondiente. Sé de buena fuente que el escritor nunca contesta los mensajes de correo que le mandan. Espero que a don Javier no le moleste que lo cite:

LA ZONA FANTASMA. 16 de abril de 2006.
El ruido en la imaginación produce monstruos

Imagino que a estas alturas mis lectores habituales, cada vez que vean que escribo un nuevo artículo sobre los ruidos, se darán codazos, harán chistes y se dirán: “Este pobre hombre está trastornado”. Yo mismo no lo descarto, y a veces quisiera ser más duro de oído, para no padecer tanto en este país, como saben, con una “contaminación acústica” sólo superada por la del Japón en el mundo. Así que, al fin y al cabo, algo de razón me asiste en mi desvarío. Vaya también en mi descargo que desde luego no soy el único por él atacado. Pero hoy no voy a hablar de esa clase de estruendos cuyos mayores culpables no son, sin embargo, los ciudadanos particulares por escandalosos que sean, sino los ayuntamientos, con el de Madrid al frente, perfecto y tradicional ejemplo de desconsideración hacia sus contribuyentes, votantes y representados. Sino de los extraños ruidos que al parecer hacen todos nuestros vecinos, sobre todo los de los pisos de arriba, al llegar la noche.

No conozco a nadie, de hecho, que en algún momento de su vida, en alguna casa que haya ocupado, no haya estado convencido de que los vecinos del piso superior se ponían a arrastrar los muebles de madrugada, o a cambiarlos de sitio (incluidas las camas), y no una noche suelta, sino casi todas. Seguro que ustedes mismos tienen o han tenido esta sensación incomprensible. ¿Tan insatisfechos y dubitativos están respecto a la colocación de su mobiliario, que hacen pruebas incesantes, ahora el sofá aquí y los armarios allá, los sillones en aquel rincón y las mesas junto a la ventana? Aunque no es descartable que exista bastante gente en verdad indecisa sobre la disposición de sus alcobas y salones, es del todo imposible que sea tanta como para que a todos nos haya tocado sufrir a alguna. ¿Qué es lo que sucede, entonces? ¿A qué insondables actividades se dedican las personas a altas horas, sobre todo las que madrugan porque trabajan fuera o han de llevar a sus niños al colegio, y en modo alguno parecen bohemias?

Si uno tuviera que deducir sus vidas nocturnas a partir de los ruidos, se haría composiciones de lugar disparatadas. Ha habido casas en las que he creído que mis vecinos de arriba, llegada cierta hora tardía, se ponían a jugar a las canicas o quizá a la petanca, porque el sonido que me alcanzaba, inequívoco, era el de bolas rodando por el entarimado. Con otros me figuraba que, nada más volver de sus salidas, se les caían los botones al suelo o bien se les rompían unos cuantos collares de perlas, lo cual, dada la reiteración de ese ruido, me llevó a concluir que el marido y la mujer se los arrancaban mutua y respectivamente, quizá como prolegómeno. En un piso inglés (apropiadamente), durante un mes entero tuve la impresión de vivir debajo de las ancianitas de Arsénico por compasión, aquella comedia negra de Capra, sólo que en vez de matar, como ellas, mediante el silencioso veneno, los inquilinos se dedicaban durante la noche a descuartizar el cadáver de la jornada, tan semejante al de laboriosos serruchos era el ruido que armaban. En otra ocasión sentí que un hombre de edad, solitario y apocado, organizaba al anochecer grandes fiestas muy concurridas, por los numerosos pasos –incluso como pasos de baile– que desde abajo yo escuchaba; no era así, porque una vez cedí a la tentación de mi intriga y vigilé desde mis balcones la puerta de la calle, por la que no entró ni un desconocido, es decir, ni un solo posible invitado; lo cual no me impidió oírlos una vez más sobre mi cabeza, como si bailaran sin música y corretearan unos en pos de otros. Una amiga mía tuvo una vecina, durante años, a la que siempre veía entrar y salir con zapato bajo; una vez en su casa, sin embargo, y por el tipo de ruido que hacían sus pasos, estaba convencida de que se calzaba unas zapatillas con tacones y el talón al descubierto, a las que su imaginación no podía evitar añadir pompones para completar visualmente el cuadro: acabó persuadida de que aquella mujer, discreta y sobria, se resarcía por las noches poniéndose un negligé, esas zapatillas con tacón alto y borla y quizá ropa interior diabólica, aunque no fuera a recibir a nadie. Una vez pregunté, a unos jóvenes desde cuyo piso se oía un “papapam” sordo y continuado, como si manejaran una imprenta, y la respuesta fue más extravagante que lo imaginado: “Es que tenemos una destilería de whisky clandestina”, dijeron.

A lo largo de los años algo más he averiguado: lo que tomamos por lunático arrastre de muebles se corresponde a veces con el extemporáneo paso de una aspiradora a tirones, o bien con un febril abrir y cerrar de cajones. Uno se pregunta, de todas formas, por qué nadie abrirá y cerrará los cajones de su cómoda a las tantas, no una ni dos, sino veinte veces, o por qué dará golpes sin cuento con una vieja aspiradora metálica. Por supuesto en España, donde casi nadie se acuerda de que existen los otros, no es raro oír martillazos en plena noche: es gente colgando cuadros o acometiendo reparaciones. Pero, acostumbrado a tantos ruidos inexplicables, uno tiene la sensación de que los vecinos de arriba están clavando ataúdes, y piensa: “Ojalá sean los suyos”.

JAVIER MARÍAS
El País Semanal, 16 de abril de 2006
Al parecer, no solamente mis vecinos hacen los ruidos más extraños. Tal vez mis vecinos, los del grupeterito y los de don Javier (ya ven que tiene mucho humor negro) sean miembros de una cofradía ultra secreta que se manda mensajes cifrados a través de los movimientos de los muebles, movimientos que los demás, como simples mortales, no estamos en capacidad de descifrar.

martes, 2 de septiembre de 2008

BlogDay 2008

Aunque acaba de pasar (fue el domingo 31), no quería perder la oportunidad de escribir un post sobre BlogDay de acuerdo a las reglas que establece el sitio web que promueve la fecha.

A continuación, las instrucciones:
    1. Encuentra cinco blogs nuevos que consideres interesantes.

    2. Notifica a los cinco bloggers que los recomiendas como parte del BlogDay 2008.

    3. Escribe una breve descripción de los blogs y coloca un enlace a los blogs recomendados.

    4. Publica el post en BlogDay (el 31 de agosto).

    5. Agrega la etiqueta BlogDay con este enlace y un enlace al sitio web del BlogDay.
No he cumplido oportunamente con el punto 4, pero de todas maneras procedo a recomendar los siguientes blogs, en orden alfabético:
Cocineros impunes: de la peruana Katia Documet, que vive en Buenos Aires desde hace varios años. En un estilo bastate directo, sin dejar de lado el humor, Katia fustiga a los cocineros de tal manera que no quedan impunes, y 'desnuda' sus metidas de pata con muchísima ironía. Y también es un rincón a la nostalgia por nuestra comida que siente todo peruano que vive fuera del Perú. Según sus palabras es un "espacio para compartir opiniones sobre contenidos gastronómicos y fiscalizar la información y recetas que nos proponen los cocineros mediáticos".
Chistes y pensamientos varios: de la blogger Marta Salazar, uno de sus tantos blogs que resumo a partir de lo que dice en su encabezado: "porque detrás de cada chiste se esconde un pensamiento... y detrás de cada pensamiento, un chiste". Su blog principal es Alemania: economía, sociedad y derecho, pero personalmente me divierto más con los chistes y pensamientos. No quiero dejar de decir que me asombra la capacidad de Marta de actualizar sus blogs, pues publica más de un post al día por blog.
La Majuluta: la autora es Marcela, y también es un blog de cocina, pero a diferencia de los Cocineros impunes, este trae recetas de todo tipo. Lo explica todo tan claramente que me hace pensar que poner en práctica las indicaciones es muy fácil. Debo reconocer que no he hecho ninguna de las recetas que ahí aparecen, más que nada por miedo a terminar haciendo cualquier cosa... aunque Marcela diga que debo intentarlo.
Letonia en fotos: este blog está en inglés, pero casi no tiene texto. Su autor, Arnis Balcus, es un letón que vive entre Letonia y el Reino Unido. Día a día nos lleva a diversos rincones de su país natal, con claras evidencias de su reciente pasado soviético. Letonia suena lejanísimo, pero gracias a Arnis puedo darle una mirada interna... aunque sea a la distancia.
Polandian: de varios autores, también en inglés. Nos brinda una mirada de Polonia, pero desde una perspectiva extranjera. De acuerdo a sus propias palabras, "Polandian es un blog colaborativo escrito por un grupo mixto que vive y trabaja en Polonia. Amamos Polonia y solamente refunfuñamos y nos quejamos cuando es absolutamente necesario - o cuando sentimos que queremos reírnos". Personalmente, creo que este blog también podría llamarse 'Cómo adaptarse a la vida en Polonia y no morir en el intento'.
Invito a mis lectores a visitar estos cinco recomendados. Ya me dirán qué opinan de ellos. También les hago llegar los blogs que recomienda el equipo latinoamericano de Global Voices Online (en castellano acá).
Termino agradeciendo una vez más a Marta y al blog El Museo del Spam por tener a Seis de enero entre sus favoritos y recomendados.