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Sin recordar ese importante detalle, salí a una reunión. El punto de encuentro no queda lejos de donde yo estaba. Es una distancia que puedo hacer caminando en menos de media hora, pero preferí ir en bus y volver a pie, ya sin prisas.
Llegué al paradero y me dispuse a esperar. Apenas segundos después, llegó una muchacha y se paró a pocos metros de mí.
Ese paradero sirve a dos buses, pero solamente uno me servía en esas circunstancias. Pasaron hasta cuatro buses de la otra línea, la que no necesitaba en ese momento. De la ansiada línea verde no había noticias. Ya para entonces era evidente que tanto yo como la muchacha esperábamos el mismo bus verde, sin éxito. También se me hizo evidente que el bus verde era de los que había acatado la huelga.
Los minutos pasaban y la espera ya empezaba a ser angustiosa.
De repente, la muchacha paró un taxi y le preguntó cuánto le cobraba a un punto que estaba algunas cuadras más allá de mi destino(*). No logré oír la respuesta del taxista, pero ella lo dejó ir, así que supuse que le había querido cobrar más de lo que ella esperaba pagar.
Se me prendió el foquito.
- ¿Vas hasta Conquistadores? -le pregunté.
- Sí.
- Yo voy antes de eso. ¿Cuánto te quiso cobrar?
- Diez soles (poco más de USD4), me pareció mucho.
- ¿Y si compartimos el taxi y pagamos a medias? Total, de todas maneras va a tener pasar por el sitio a donde voy.
Ella aceptó mi propuesta, y que tres minutos después íbamos sobre ruedas rumbo a nuestros respectivos destinos.
- Gracias por no desconfiar -le dije, una vez instaladas.
- No, ni lo digas. Tú me ayudas y yo te ayudo.
Le di mi parte del pago, comentamos sobre la huelga y algunas noticias de actualidad.
En menos de diez minutos, llegamos a donde debía quedarme. Aproveché la luz roja del semáforo, le di las gracias de nuevo y le deseé suerte en su reunión, ella me deseó lo mismo. Me despedí del chofer y bajé.
Caminé el corto trecho que me faltaba con una sensación muy agradable,
(*) En Lima, antes de subir al taxi, hay que acordar la tarifa con el chofer, se admite el regateo. Eso no es necesario en los taxis que se piden por aplicativo móvil, que sí tienen tarifas fijas.