Yo prefiero recordarte con un breve relato de hermana menor que escribí hace algunos meses, mucho antes de pensar en abrir un blog. Más allá de lo fregado que podías ser a veces, eras el que lo sabía todo. Absolutamente todo.
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Gogol
- Tito, ¿cuál es el último número que existe?
- Gogol, es un 1 seguido de montones de ceros.
La niña de cuatro años no puede creer que los números no tengan final. Total, ella puede contar hasta 100 y eso es un montón. Su mente no imagina que exista algo que no tenga final. Pero su hermano mayor lo sabe todo. Es su conocimiento de las cosas lo único que no tiene final.
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Ese pequeño diálogo estuvo dormido en la mente de la niña por muchos años. Hasta el día en que leyó que Sergey Brin y Larry Page, los creadores de Google, el buscador por Internet más usado del mundo, llamaron así a su motor de búsqueda a partir de la palabra inglesa googol… un 1 seguido de 100 ceros.
¿Cómo pudiste saber eso? ¿Cómo podías saber eso, si solamente tenías 7 años? ¿De dónde sacaste una información tan precisa, en tiempos en que el futuro era gente vestida con trajes espaciales y la navegación por Internet era inconcebible?
Se agolpan tantos recuerdos: el concurso del colegio, para el cual me instruiste durante días sobre Pompeya y el Vesubio, con lo que a los 7 años terminé siendo la participante más chiquita. O ese otro episodio, en el que lavaste mi pelo con tanto amor y cuidado, tratando de no hacerme doler las heridas de la cabeza, diez días después de la operación. Y podría enumerar tantos más, buenos y de los otros.
¿A dónde se fue todo eso? ¿A dónde se van las vivencias, las emociones, las memorias cuando de un hachazo la vida cambia tanto?
Atesoro todo eso como tu segunda mejor herencia. La primera, por supuesto, tiene ahora 13 años y absorbe como esponja todo lo que se le pueda contar de ti.
Y además siempre estás. Porque no importa dónde esté, o qué esté haciendo, cada vez que pienso en ti oigo tu himno, ese himno que eres tú, y sé que estás acá:
Saber que se puede,
querer que se pueda,
quitarse los miedos,
sacarlos afuera…
Pintarse la cara color esperanza
tentar al futuro
con el corazón
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- Tito, ¿cuál es el último número que existe?
- Gogol, es un 1 seguido de montones de ceros.
Lima, 12 de mayo de 2007.
Bienvenida al mundo d los blogs...
ResponderEliminarGabriela, I decided to do as you did and go back to read as much as I can from the beginning. I often find the first post to be quite fascinating. This, of yours, was very interesting...the translator left a bit to be desired but I think I got the gist of the post. I didn't know this about Google...never really thought about it actually. :) Thanks!
ResponderEliminarHow sweet of you to take the time for reading my biog. I really appreciate it.
ResponderEliminarThat's the thing with automatic translators, isobel, but at least they help us to understand the while idea.
Gabita, acabo de leer viaje al
ResponderEliminarpasado y no puedo remediar sen-
tirme muy triste,yo tambien he vuelto al pasado y en este mo-
mento estoy recordando a tu her-
manito, pasajes de su vida como
si estuviera leyendo un libro.
Tenia una inteligencia tan pri-
vilegiada, era capaz de dar una
respuesta acertada en pocos se-
gundos y de resolver problemas
con una habilidad inusual.Que po-
dria seguir comentando, no ten-
dria fin mi comentario, Son tan-
tos recuerdos, tantas vivencias
que, mejor lo dejo aqui.Por su -
puesto que el esta aqui, por su-
puesto que siempre esta entre no-
sotros, personas como el,siempre
dejan un legado indextructible.
Te quiero,Cotiti.
¡Qué entrada tan entrañable, Gaby! que preciocidad de recuerdos de tu hermano. ¿Qué le pasó, si no es indiscreción?
ResponderEliminarUna persona tan especial no se puede olvidar. Que Dios lo bendiga donde quiera que se encuentre, y también a ti.
Besos
Hoy estuve en tu casa, con ustedes que son mi familia querida, y viendo a lo que tu llamas "la segunda herencia", recordaba a ese ser tan especial, que conocí desde que estaba en el vientre de su madre, un super genio, leía a los tres años, y sabía todo sin que se supiera como lo lograba, tengo tantos recuerdos que si sigo no podré contener las lagrimas, me quería mucho, tanto como yo lo quería, jugaba con él sentada en el suelo con sus pompecabezas que no tenía dos años y me ganaba en armarlos, algo que lo hacía reír mucho.
ResponderEliminarBueno termino, no quiero pensar más-
Con mucho cariño, me despido como me decía él...
TÍA TITITA
Por alguna razón terminé llegando a esta entrada y sí que me ha hecho llorar. Eternas gracias a la vida por demostrar que pese a que existen acciones humanas que nos llenan de decepción (la guerra, por ejemplo), todavía hay letras de personas como tu que demuestran que el ser humano puede albergar cosas preciosas, Gabriela!!
ResponderEliminarGaby, que relato tan hermoso! Yo no lo conoci, pero gracias a ti ahora tengo una idea mucho mas clara... :)
ResponderEliminarHola, tuve el privilegio de conocer a Ernesto ya que pertenecí a su equipo de comunicaciones de una ONG donde él era el Jefe. Leer tu relato me hizo recordar gratos recuerdos en la oficina y en espacial cuando íbamos en equipo al karaoke. Saludos.
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