miércoles, 23 de mayo de 2012

Renovación generacional

La tía Angelita nos contaba historias de su niñez en los campos de explotación del caucho. Su padre, don Francisco Martínez Camino, llegó de su natal Extremadura a "hacer la América" a finales del siglo XIX, en pleno apogeo de la explotación del caucho en la Amazonía peruana. Por eso, la tía Angelita tenía un niñez llena de historias de ese tiempo y lugar.

También nos contaba cuentos que no terminaban con el típico "colorín colorado, esta historia se ha acabado". Sus cuentos acababan con un original "Se han casado y por aquí han pasado". Esas palabras me hacían pensar en un príncipe y una cenicienta que habían pasado por la esquina de la casa sin que los hubiéramos visto. Siempre me preguntaba por qué la tía Angelita no nos había avisado para poder verlos pasar, aunque fuera de lejos.

Pero sobre todo, la tía Angelita nos cantaba canciones. Canciones de esa niñez lejana en el tiempo, lejana en el espacio, lejana en circunstancias. Seguramente, son canciones que escuchó innumerables veces en los tiempos en que vivía en "el caucho". Canciones que no hemos vuelto a oír en ninguna otra parte ni a ninguna otra persona, con una mezcla de castellano y portugués, seguramente tal como ella las recordaba.

A, B, C mendesha
que bailo con José
Mi niña tan bonita
mi niña pela rua
Para vestir a mi amada
con tinta encarnada

O esta variante del popular de tin marín: an, san, gan, pique, pique, golegán, bulle, bulle, rataplán, mis, gan.

Por más que he buscado a través de Google y similares, no he encontrado ninguna de estas dos canciones.

Nos decía frases como "cabeza de futbolista" cuando olvidábamos algo o cometíamos alguna torpeza. Teniendo en cuenta el estado de nuestro fútbol, la frase no puede ser más exacta.

Así como en tiempos pasados hubo un niño curioso, ahora hay una niña de cuatro años que se esfuerza por recordar y cantar esas canciones. Que pregunta si la Tití era amable y que pide repetidas veces que se le cuenten sus historias. Y ahí vamos al baúl de los recuerdos y le contamos de la vez que le hizo cesárea a una vaca que estaba sufriendo para parir a un becerro mal colocado. O como cuando le dio una insolación terrible por exponerse al sol playero sin tener el mayor cuidado. O como cuando, incapaz de recordar el nombre de su remedio, decía que se le había acabado la "cojinovita" (el nombre correcto es GeroMucovit).

¿Ya ves, tía? Decías que nosotros te íbamos a recordar apenas como un "ras". Y ahora dos de tus sobrinos tataranietos, que no coincidieron contigo en el tiempo, cantan tus canciones y conocen tus historias. Con suerte, las transmitirán a la siguiente generación.

Que así sea.
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martes, 15 de mayo de 2012

Crónicas de viaje: Cruzar el Charco

Llegó el momento de la nueva Cumbre de Medios Ciudadanos de Global Voices. La anterior fue en Santiago de Chile en 2012, y tuve la oportunidad de asistir a dicha cita inolvidable.

En esta oportunidad, la reunión será los primeros días de julio en Nairobi, capital de Kenia. Nuevamente, tendré la oportunidad de ver cómo esta maravillosa comunidad virtual de la que formo parte desde hace cuatro años y medio se convierte en real y sale del mundo en línea para pasar al mundo de carne y hueso.

Será momento de iniciar una lista de momentos históricos para mí:
  • Primer viaje intercontinental.
  • Primer vuelo sobre el Atlántico.
  • Primer encuentro con el Océano Índico.
  • Primer viaje cruzando meridianos, ya que todos los anteriores han sido básicamente cruzando paralelos.
  • Primera vez en suelo europeo, aunque sin cruzar fronteras oficialmente, pues el cambio de aviones será en el aeropuerto de Schiphol, en Ámsterdam.
  • Primera visita a África, y ojalá no sea la única.
Debe haber más puntos con los que llenar esta lista, pero tampoco es cosa de abrumar a los lectores.

Por lo pronto, estoy en medio de preparativos de viaje. Tratando de organizarme para poder sacarle el jugo a la visita a esta capital del este de África, cuyo nombre tiene su origen en la palabra masái enairobe, que literalmente significa corriente de agua fría. Y aprovechando la estadía para caminar por otras ciudades que por ahora me remiten al Almanaque Mundial que año a año y página por página recorría en buena compañía.

En estos momentos, entre vacunas, formularios, fotos, encargos, direcciones, teléfonos, tipos de cambio y demás, lo más urgente es mandar a arreglar mi cámara de fotos. Espero de verdad que tenga arreglo.

¡Nos vemos en Nairobi!
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martes, 8 de mayo de 2012

Otras estampas callejeras

Para ver las anteriores estampas callejeras, puedes entrar acá.

Vi este aviso el otro día muy cerca de mi casa. Si tuviera un perro, ya sé quién se encargaría de pasearlo cuando yo misma no pudiera hacerlo.

Me causó gracia la frase "perros felices".
En la tienda que queda en la esquina de mi casa, la dueña ha puesto este cartel. Habría que ver si los privilegiados a los que se ha concedido el derecho de admisión se portan a la altura de las circunstancias.

Por casualidad, otra de perros.

Una mujer pasea por la calle con su bebé en un coche, carriola o carro por la avenida Larco. Al llegar al cruce con una calle estrecha, tiene que detenerse y esperar que pasen todos los autos que avanzan apurados. Ni uno solo de los choferes puede frenar y darle pase a un mujer con un bebito. Al igual que el Hombre de Negocios de El Principito, son personas muy ocupadas y no pueden darse el lujo de perder valiosísimos diez segundos para que una mujer con un coche de bebé cruce la pista. Un motociclista que lo ha visto todo decide tomar acción: pone su moto de tal manera que impide el paso de todos los carros, arriesgándose a muchas cosas, y le hace un gesto con la mano a la mujer indicándole que pase tranquila. Ella pasa, le agradece con un notorio movimiento de cabeza y sigue su camino.

En el banco, un hombre quiere cobrar un cheque. La cajera le dice que no es posible pues el documento de identidad del hombre no tiene la constancia de la última votación. Sin esa constancia, o el sello que acredite el pago de la multa respectiva, el hombre no puede cobrar el cheque. Hay desesperación en su cara, definitivamente cuenta con ese dinero que por ahora parece inaccesible. La clienta de la ventanilla vecina se ofrece, su documento si está con el imprescindible sello. Es una completa extraña para el hombre, pero aun así está dispuesta a ayudarlo. Pregunta si puede cobrar el cheque y la cajera le dice que si, que no hay problema. La clienta endosa el cheque, recibe el dinero, lo cuenta y se lo entrega íntegro al hombre, que no sabe cómo agradecerle.
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martes, 1 de mayo de 2012

Adiós, verano

Esta entrada debió haberse publicado hace algún tiempo, pero se fue quedando rezagada entre taladros, brevetes y sonatas.
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Debo comenzar diciendo que no me gusta el verano, que mis destinos soñados de viaje nunca incluyen lugares de playa y que cuando el verano está en todo su apogeo, quiero que llegue a su fin cuanto antes. Me encantan los húmedos días fríos que Lima nos regala entre junio y setiembre, signo distintivo de esta ciudad de cielo eternamente gris.

No obstante, y quizá porque es extraña la naturaleza humana, cuando el calendario y un inicialmente imperceptible cambio de temperatura anuncian que se acaba el verano, se puede percibir una especie de tristeza en el ambiente. Quizá sean rezagos de los tiempos en que el fin del verano significaba el término de las vacaciones escolares, que se acababan los días de ver televisión con Tito hasta muy entrada la noche y que habrían de pasar varios meses hasta volver a ver sandías, uvas y tunas en la mesa.

Esa sensación la tuve en días pasados, en lo que pasó a ser el último día de playa de este verano 2012. Por lo menos acá, se considera que la temporada de playa empieza el fin de semana entre la Navidad y el Año Nuevo y termina el Domingo de Resurrección.

En ese último día de playa, todos los vendedores de productos típicos de estos tiempos estaban rematando sus existencias. El heladero no tenía el helado que quería. Me explicó que le quedaban ya pocos helados, que dada la cercanía con el fin de la temporada, no había querido llenarse de mercadería con la que después no iba a saber qué hacer. Tuve que conformarme con alguno de los que le quedaban en su cajita llena de hielo. Nos despidió con una sonrisa acompañada de un "hasta el próximo año" al momento de levantarse para seguir ofreciendo su mercadería.

Las señoras que venden vestidos playeros también hacían rebajas increíbles a sus vestidos. Tal vez porque quedaban aquellos que a nadie habían gustado, sus ventas no tenían éxito. Vi a unas chicas probarse prácticamente todos, pero en verdad no sé si habrán llegado a comprar alguno.

Marcela disfrutó de esta visita a la playa. Recordó el balde morado que el caprichoso mar se llevó pocas semanas antes y que nunca devolvió. Hizo castillos con arena, recolectó plumas, comió pan con atún, todo mientras contaba novedades de su colegio. Todo lo referente al colegio es novedad pues recién ha comenzado en marzo y está feliz.

En verdad, también disfruté de ese último día de playa del verano 2012. A pesar de no ser mi estación favorita, no puedo negar que el verano tiene su encanto.
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