jueves, 30 de septiembre de 2010

Rojo

- ¿Y? ¿Ya encontraste a tu esquiva princesa?
- No...

Antonio estaba arrepentido de haberle contado a su hermano lo que pasó ese día, hacía casi tres semanas. Ya estaba hecho y no lo podía deshacer. Ahora estaba resignado a aguantar sus burlas. En realidad, eso no le importaba tanto como encontrar a la esquiva princesa, como la había bautizado Ricardo.

Tres semanas antes, Antonio había salido a comprar a la bodega. Un repentino antojo de un chocolate lo hizo levantarse de donde estaba sentado, hojeando el periódico sin muchas ganas. Tomó unas monedas del lugar habitual en el siempre había monedas y caminó la breve cuadra que separaba su casa de la bodega de la esquina.

Sabía exactamente qué chocolate quería, pero de todas maneras paseó la vista por la parte del mostrador donde estaban expuestos todos los chocolates. En realidad buscaba uno con nombre de una ciudad italiana, con alegre envoltura roja, pero la fábrica lo había descontinuado hacía años sin ninguna explicación. Sin justificación además, porque era el chocolate más delicioso que su memoria guardaba.

En fin, se dijo, y escogió otro de envoltura roja, de sabor igualmente muy agradable. Pagó y salió.

Y ahí ocurrió.

Ella. La esquiva princesa, sentada en el asiento del copiloto de un carro rojo. Curiosamente, vestida con una casaca también roja, aunque de tono diferente al del carro. Antonio recordaba la secuencia como en cámara lenta. Fue todo muy rápido. Ni siquiera tuvo tiempo de sentirse como un tonto con el chocolate en la mano y la boca abierta, que fue como estaba en el preciso instante en que la esquiva princesa lo vio. Eso quedó para después. En ese fugaz lapso, ella se lo quedó mirando una fracción de segundo, y le sonrió en una fracción de esa fracción de segundo.

Antonio no atinó a nada. En el último instante, justo cuando el carro volteaba la esquina, su cerebro despertó. Dio una mirada a la placa, y apenas alcanzó a ver los números: 149. Un carro rojo como miles de Lima, cuya placa terminaba en 149.

Llegó a su casa como en una ensoñación, sin ser muy consciente de lo que hacía y decía. Era la única explicación que tenía para haberle contado todo a Ricardo. Eso no importaba ya.

Lo único importante era encontrar el carro rojo. Antonio no creía que fuera muy difícil. Total... sabía la marca y el modelo del carro. No tenía las letras de la placa, pero si tenía los números. ¿Cuántos carros con esa característica podía haber por ahí? No creía que muchos. Pondría manos a la obra.
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Qué poco amigable es la edición en línea del Diccionario de la Real Academia Española. Si uno se equivoca al escribir la palabra que busca, aunque sea por una letra, lo único que aparece un mensaje que dice "la palabra no existe". Otros diccionarios brindan una muy útil lista de sugerencias con palabras que se escriben de manera parecida.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Contradicciones

En Miraflores, el distrito limeño en el que vivo, el alcalde actual ha decidido arreglar muchas veredas. Es cierto que han quedado muy bonitas y acogedoras.


Estas dos fotos de arriba corresponden a la misma esquina, vista desde dos ángulos diferentes.


A unas cuantas cuadras de mi casa, la esquina de la Av. Larco y la calle Schell tiene este aspecto. Las dos fotos son del mismo cruce, desde dos ángulos diferentes.

Pero como sucede muchas veces, hay un GRAN pero.

Estas mejoras no tendrían nada de malo. Es más, sería la primera en aplaudirlas... si no fuera porque a pocos metros de distancia de estas esquinas tan bellamente arregladas hay pistas y veredas en estado lamentable que nadie menciona y menos repara. Eso, sin contar con que los lindos ladrillos rojos no duran nada así puestos porque empiezan a despegarse y pueden ser muy peligrosos.

A continuación algunas fotos, porque una imagen vale más que mil palabras.







¿Se imaginan lo que es para quienes se movilizan en sillas de ruedas? ¿Acaso no sería mejor usar los recursos, escasos o no, en reparar lo que está roto y no en mejorar lo que está bien? Es apenas mi humilde opinión.

Dentro de poco más de una semana los peruanos elegiremos a alcaldes, regidores y presidentes regionales. En mi distrito, el alcalde postula a la reelección. Si llegara a ser reelecto, definitivamente no será con mi voto.

Este post ha sido citado en Global Voices.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Verde

Te despertaste ese día con la sensación de estar ante un día especial. ¡Cómo no iba a ser especial! Era la primera vez que él te pedía que le cocinaras algo que le encantaba: tallarines verdes.

Una vez que te quedaste sola en la casa y te organizaste un poco, comenzaste a planificar el día.

Fuiste a la tienda a comprar todo lo necesario. No podía faltar ningún detalle. Todo tenía que ser perfecto. Escogiste la espinaca, un poco de albahaca. Un paquetito de ensalada con el cartel de "todo verde" para estar a tono.

Regresaste a la casa y pusiste manos a la obra. Lavaste bien todas las hojas, preparaste la salsa cuidando el mínimo detalle. Hasta le agregaste un poco de pecanas reservadas para una ocasión importante. Más importante que esta no podía haber.

Por otro lado, cocinaste la pasta y esperaste con paciencia hasta que estuviera a punto. Tapaste la olla, y miraste el reloj. "En cualquier momento llega", te dijiste. Recién en ese momento te diste cuenta de que el reloj que adorna tu cocina está lleno de ilustraciones de verduras y frutas.

Te sentaste a esperarlo. La radio prendida lanzaba las noticias de la hora, pero tú casi no las escuchabas. Hasta que por fin... el ruido de sus pasos, de la puerta. Te le adelantaste y la abriste primero. Ahí estaba, parado con cara de asombro, con su chompa verde oscuro:
- Hola mamá. ¿Te acordaste de mis tallarines verdes?

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Saludos especiales a mexicanos y chilenos, cuyos países cumplen en estos días 200 años de independencia.


jueves, 9 de septiembre de 2010

Alguien especial

Era habitual encontrárselo por las calles de Miraflores, más exactamente en la Av. Larco, caminando a paso lento. Era muy fácil distinguirlo a metros de distancia, por su abundante cabellera blanca y su copioso bigote del mismo color.

- ¡Ricardo Palma!
- Dale con lo de Ricardo Palma- respondía con fingido fastidio.

Actor innato como era, cuando contaba historias o recuerdos adoptaba las voces de los personajes que aparecían en el relato. Era increíble cómo nunca se confundía, cómo cada personaje tenía su propia característica y un sello perfectamente distinguible. Actor innato si, y también actor que durante años actuó en radioteatros, en tiempos anteriores a la televisión.

Otro sabedor de todas las cosas. Tenía esa sabiduría de médico viejo, el que está acostumbrado a diagnosticar según lo que ve y lo que oye. No era que no usara los adelantos de la ciencia médica, pero su instinto era siempre acertado.

Además, era finísimo al dar sus puntadas que no dejaban cicatrices. Aunque fuera en sitios que no se iban a ver, se esforzaba al máximo para hacer unas suturas invisibles. Es que la medicina también tiene su encanto.

Campeón nacional de oratoria en sus tiempos escolares. Eso les valió un día libre a todos los alumnos del colegio en el que estudiaba. Es casi seguro que eso le valió el agradecimiento y reconocimiento de todos los que se beneficiaron aquella vez.

Era el único vínculo con un pasado ahora desconocido, que compartía sin problemas cuando se le preguntaba. En estos últimos tiempos, sin razón aparente, su ausencia se siente más.

Desde este pequeño rincón, un recuerdo a mi eterno tío Jorge.

(La imagen que acompaña este post es del blog Láminas de fotos y dibujos.)
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Recordando los 20 años de Nubeluz, comparto acá la versión en castellano de mi artículo sobre el tema publicado en Global Voices la semana pasada. También esta disponible en serbio y en malgache.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Azul

Se levantó como todos los días, puntualmente a las 6 de la mañana. Algo le fastidiaba desde hacía algún tiempo. Desde hacía mucho tiempo en realidad, pero no se sentía capaz de expresarlo en palabras. Como si al mantener su fastidio en secreto pudiera fingir que no existía.

Pero existía.

Había sido siempre una niña modelo, la mejor alumna, la que tenía siempre la tarea mejor hecha. Hecha por ella misma, además, no como los demás a quienes sus papás les hacían las tareas. Terminó el colegio con el primer puesto de su promoción. Ingresó a la universidad con un puntaje altísimo. Terminó la universidad como la primera de su promoción. No le fue difícil conseguir trabajo. EL trabajo que muchos de sus compañeros hubieran querido tener.

Toda su vida había seguido las reglas. Pero desde hacía un tiempo algo se rebelaba en su interior. "Estoy harta", pensó. Lo repitió en voz alta esta vez, y solamente con escuchar esas dos palabras, algo se desató en su interior.

Harta de escuchar el despertador puntualmente a las 6 am. Harta de ponerse todos los días el mismo trajecito sastre color azul. El uniforme azul, que le hacía acordar al otro de color gris que había usado tantos años. Harta de tomar un desayuno ligero porque no había mucho tiempo. Harta del mismo tráfico de todos los días. Harta de cumplir los horarios.

Harta, así de simple.

Estaba harta.

Así que esperó lo suficiente y llamó a decir que no iría a trabajar ese día, que no se sentía bien. Al momento de marcar el teléfono pensó que se arrepentiría en el último minuto, pero no fue así. Al contrario... se sintió liberada.

Escogió su buzo nuevo, el azul. Recodó que dudó al momento de comprarlo. Sabía que era probable que no se lo pudiera poner en mucho tiempo. El traje sastre azul era la vestimenta obligada cada día.

Se puso el buzo, metió las llaves en su bolsillo y salió a caminar. A caminar plácida y serena entre el ruido y la prisa, pensando en la paz que se puede encontrar en el silencio. El mar azul a su costado. Infinito. Eterno. Pensó a dónde llegaría si trazaba una línea recta hacia el oeste. No importaba. Estaba en paz consigo misma. Miraba el cielo, no tan azul como le hubiera gustado, pero ahí estaba. En la calle. A plena luz del día. Y lo mejor es que sentía que ese fastidio que la acompañaba últimamente había desaparecido.

Se sintió libre como no se sentía hacía mucho tiempo. "Tal vez debo hacer esto más a menudo", se dijo.
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1. Gracias a Renzo por su mención a Seis de enero en su post sobre BlogDay2010.

2. En muchos distritos de Lima han instalado el sistema de semáforos inteligentes. No sé cuánto se habrá gastado para tenerlos instalados y funcionando, pero me imagino que no ha sido una inversión barata. Por eso mismo, no entiendo qué sentido tiene haber gastado recursos en instalar un sistema para agilizar el tránsito si van a terminar poniendo policías a (¿)dirigir(?) el tránsito. Lo único que generan es confusión y embotellamientos... como si nos hicieran falta.