El otro día recordé una historia que leí no recuerdo dónde y que ahora comparto a través de Seis de enero.
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Había una vez un viajero que estaba de paso en un pueblo de España. Faltaban pocas semanas para la Navidad. El viajero entró en un restaurante a comer y tomar algo y para refrescarse. Mientras estaba comiendo, notó que el dueño del bar recibía un trato muy malo por parte de su esposa.
Como era foráneo, no se animó a decir nada ni a comentar nada con los otros comensales. Simplemente, se dedicó a observar.
La mujer se dirigía al hombre por medio de gritos, llenos de insultos y sobrenombres desagradables. Y aunque el hombre respondía a todo de manera amable, el trato no se suavizaba ni se hacía más amable. Los demás comensales parecían estar acostumbrados al espectáculo porque ninguno se inmutaba.
De repente, el dueño del local sacó muy contento todo un billete de lotería. Lo que acá en el Perú llamamos un entero. O al menos así los llamábamos pues las loterías electrónicas casi han desplazado a las loterías tradicionales. Cuando el hombre se lo mostró a su esposa, esta montó en cólera. Entre insultos de todo calibre, le incriminó que cómo había hecho un gasto tan grande. Y lo obligó a revender todo el billete en ese instante.
Llegado a ese punto, más movido por la incomodidad, el viajero se fue, entre intrigado por saber en qué terminó la historia y entristecido por lo mal que lo pasaba este hombre.
Casi un año después, el viajero repitió la travesía. Movido por la curiosidad, decidió ir al mismo restaurante del año anterior. Lo encontró totalmente renovado, pero definitivamente era el mismo lugar. Reconoció al propietario, lo saludó y le dijo que había estado ahí un año antes. El hombre lo reconoció, o al menos fingió reconocerlo, lo saludó amablemente y tomó su orden.
El viajero temía ser testigo de los mismos maltratos del año anterior, pero no dijo nada. Así que enorme fue su sorpresa cuando vio que la mujer parecía haber dado un cambio de 180 grados. La desagradable persona de un año antes había dado paso a una mujer amable y hasta cariñosa.
Movido por la enorme curiosidad, el viajero se acercó al propietario del restaurante, y luego de pedir infinitas disculpas por ser tan entrometido, preguntó cómo había conseguido ese milagroso cambio. El hombre le respondió:
- Si usted estuvo acá hace un año como me dice, se habrá enterado del problema que tuve por haber comprado todo un billete de lotería.
- Pues, la verdad si- respondió el hombre.
- Fíjese usted cómo son las cosas. Ese billete resultó ser el que se llevó el premio mayor.
- ¡¡¡¿¿¿Qué???!!!
- Así es, pero no crea que ya había vendido yo todo el billete. Me quedé con dos partes, así que recibí un buen poco de ese premio. Además, como todos aquellos a los que les vendí el billete eran del pueblo, cuando cobraron su parte, a manera de agradecimiento, me dieron una porción de lo que les correspondía. Con eso, remodelé el bar y pude guardar una buena parte. Pero esa no fue la mejor parte.
- ¿Cuál fue?
- Habrá notado cómo han cambiado otras cosas por acá.
El propietario del restaurante sonriendo le guiñó un ojo y se fue rápido a atender el pedido de otro comensal recién llegado.
(*) La justicia poética no es tanto un tópico como una técnica literaria, por la que se consigue un final feliz, en el que la virtud y el honor de los buenos recibe su recompensa y el vicio y el comportamiento deshonroso de los malos su castigo.
Felicitación
Hace 13 horas
Vaya historia, te deja pensando en lo injusto que muchas veces solemos ser, y como el tiempo se encarga de darnos un "sopapo" (bofetada) para ser menos torpes y procurar ver el lado positivo hasta donde lo malo pareciera imponerse.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
Gaby, necesito con urgencia dos vigésimos de ese número....
ResponderEliminarBesos
Como dicen, la realidad a veces supera la ficción y hasta a la "justicia poética".
ResponderEliminarDigo yo, ¿el amor propio tiene precio?
Besos!!
Gabriela:
ResponderEliminarMuy buen relato.A veces la vida te trae sorpresas que te pueden cambiar la vida de una manera increible.
La esperanza y la paciencia ayudan mientras no suceda esto.
Un abrazo y una flor de mi jardín para ti!!
Hola Gabriela:
ResponderEliminarEl Sorteo de Navidad, aquí en España, está lleno de historias y anécdotas y como todas las loterias en épocas difíciles como la actual, es la ilusión que mueve verdaderas cantidades de dinero.
Yo tengo un décimo que no se lo he enseñado a mi señora... por si acaso!
Cordiales saludos,
Luis
QUERIDA AMIGA:
ResponderEliminarUNA ENSEÑANZA MÁS, DE TODAS LAS QUE NOS DEJAS SIEMPRE.
VAYA EXPERIENCIA Y MOTIVACIÓN QUE NOS QUEDA AL LEER TU RELATO.
NO HAY CASO...LOS MALOS TRATOS, NO DEJAN BUENOS RESULTADOS...MEJOR ES LA COMPRENSIUÓN Y AMOR ENTRE TODOS.
BUENA FORTUNA MI QUERIDA GABY, Y MIS MEJORES DESEOS DE FE, ESPERANZA Y PAZ EN ESTAS FIESTAS PRÓXIMAS.
SALUDOS,
ANTONIO
¿Alguien quiere lotería? Gaby, yo soy lotera, te contrato como publicista.
ResponderEliminarQue linda historia mi amiga! aunque dicen que ni el dinero puede cambiar la semilla del corazon, quizas la mujer no cambio del todo je je
ResponderEliminarMe la llevo en la cabeza, me gusto mucho,
besos, feliz fin de semana!!
Lo que la historia no contaba, Javier, es si la mujer sentía si había recibido su sopapo.
ResponderEliminarYo también, AleMamá... mejor si son tres.
Suelo decir que todo tiene un límite, Katy. En este caso, la suerte le puso el límite a este hombre.
Gracias por esa flor, Rayén.
Y que ese guardadito traiga sorpresas, Luis.
Igualmente para ti, Antonio.
No sabía, María Jesús. ¡Pero acepto ser tu publicista!
Nunca sabremos si la mujer cambió, Patricia. Prefiero creer que si.
Que barbaridad!.Poderoso caballero don dinero! Bueno, por lo menos,hi_
ResponderEliminarzo que esa injusta esposa cambiara.
De verdad, muy poetica la justicia.
Te quiero. Cotiti.
A mas dinero mejor trato.Ese tipo de gente se encuentra en todas partes del mundo...
ResponderEliminarHola Gabriela:
ResponderEliminarNo hay mal que dure cien años,dice un refrán...siempre que nos saquemos la Lotería.
Un beso.
Mmmm algunos dirían q si la mujer cambió sólo por el dinero, mejor habría q cambiarla a ella y quedarse con el dinero... :)
ResponderEliminarParece que para el hombre, el cambio de la esposa fue más que suficiente, Consuelo.
ResponderEliminarLamentablemente tienes razón, Cyrano.
Así es, Esteban, sobre todo si el premio mayor. Si le damos al gordo, como se dice por acá.
Habrá que buscar al hombre y darle tu consejo, Juan.
no entiendo... o sea que la mujer sólo quería la plata, la riqueza, la fama?
ResponderEliminares esa la conclusión?
por lo que veo (también entre gente que conozco personalmente), a los españoles les interesa demasiado el mostrar, el aparentar, el parecer más que ser... es un mal que hemos heredado en ciertas capas sociales de los países americanos; pero hay que saber que es un mal... y combatirlo;
para muestra, un botón: el veranos pasado conocí a una familia espanola que vino de vacaciones a Alemania, ambos sin trabajo y...
yo no podía creerlo, arrendaron un Mercedes SL (de lo más vistoso) para sus vacaciones en Alemania!!!
No, no olvidemos que "Más vale ser que parecer" ;)
La vida tiene tantas sorpresas para nosotros, nunca podría decir lo que el futuro tiene realmente. Gran historia para compartir, gracias!
ResponderEliminarNo entendí la conclusión.
ResponderEliminarQuerida Gaby,
ResponderEliminarMe gustó mucho tu historia, tan bien narrada, y además encontrar entre tus comentaristas, amigos y amigas virtuales a quienes tengo mucho cariño, porque siempre me acompañan en mi aventura blogguera.
Tu historia, me recordó la que mi padre contaba "como perdió el Gordo de la lotería de Navidad, en su época de estudiante universitario en Madrid", la gurdo para contarla en mi blog de los recuerdos.
Mi sistema o lo que se llame, me juega muy malas pasadas contigo y con mi amiga Zambullida, luego que la escribo el comentario, antes de envíarlo me sale con letras rojas, "comentario repetido y desaparece", muchas veces intento dos y tres veces, con el mismo resultado, el motivo lo ignoro.
Espero que éste puedas leerlo.
Los sábados en la madrugada hay una serie en TV C 9, titulada "QUIERO SACARME LA LOTERÍA", no creo que muchos la vean, por ser muy tarde, pero yo me divierto viéndola, es muy entretenida, cada sábado es diferente, una historia distinta.
Bueno espero que llegue mi comentario, ya antes días pasados te escribí el comentario y veo que no lo recibiste.
Dicen que el dinero no da feliccidad, pero el personaje de tu historia no solo logró la felicidad, sino la paz en su hogar, premio a su paciencia y lo bondadoso con sus amigos del pueblo.
Cariños y que puedas leerla.
Maricarmen
Así parece, Marta, el dinero y las comodidades es lo único que le interesaba a esta señora.
ResponderEliminarMientras lo que venga se parezca a lo que le tocó a este señor, todos felices Estrella.
Se puede concluir, Fernando, que el "cambió" de la mujer fue porque su esposo ganó la lotería. Y ella empezó a tratarlo bien, con amabilidad y como gente... pero por la plata.
Para mí, la aventura del blogueo no tiene límites, Maricarmen.
Bonito relato. Ojalá que todos los cuentos tuvieran un final feliz como éste.
ResponderEliminarUn abrazo.
Juan Antonio
Esa técnica literaria es una técnica que me gusta mucho en los libros que leo.
ResponderEliminarEn la historia sin embargo no le encuentro mucho en la esposa, porque si la esposa se puso feliz y cariñosa solo porque el marido ganó dinero, pues en cuanto se le acabe volverá a ser grosera.
:S
Saludos afectuosos. Hilda