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Llegué suficientemente temprano y me encontré ahí con las dos amigas con las que había quedado en días anteriores. Previsoramente, decidí ir al baño para disfrutar de la obra con toda tranquilidad.
Este es un teatro chico, por lo que tiene solamente dos baños, uno para mujeres y el otro para hombres. Cuando llegué, una mujer joven estaba esperando su turno, pero el baño se desocupó a los pocos segundos y ella entró.
Mientras mentalmente expresaba mi deseo de que no se tomara una eternidad, se puso en fila detrás de mí otra mujer, que se dispuso a esperar su turno, como debe hacerse civilizadamente en todas las filas del mundo. Grande fue mi sorpresa cuando la vi que empezaba a tocar insistentemente la puerta del baño, lo yo interpreté como una señal para que la persona que estaba dentro se apurara.
Me volteé y le dije:
- Casi acaba de entrar una chica- para que supiera que no se trataba de un uso abusivo del único baño de mujeres.
- Ya sé, es mi hermana la que está adentro y la quiero fastidiar- me contestó, con cara divertida.
Yo me reí simplemente. En ese preciso momento, se abrió la puerta del baño y emergió quien hasta ese momento lo estaba ocupando. Cuando me miró directamente a los ojos, yo dije levantando las manos a manera de defensa:
- ¡Yo no fui!- y no pude contener la risa.
- Ya sé- dijo mientras su mirada pasó a quien estaba atrás de mí-. Desde adentro reconocí tu voz.
Las tres nos reímos. Entonces, rápidamente entré al baño tratando de demorarme lo menos posible. No fuera que, en su afán de entrar, quien ahora era primera de la fila me tocara la puerta con la misma insistencia con que había tocado para apurar a su hermana momentos antes.
Salí sin contratiempos ni golpes inoportunos a la puerta y procedí a ubicar mi asiento en el teatro y a disfrutar de la obra dominical.