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Vaya que ha pasado el tiempo.
Cuántos jueves habré estado siguiendo las alegrías y tristezas de los Alcántara, más de 300 si contamos los capítulos totales. En los primeros tiempos, si alguna razón me impedía verla en directo gracias al canal español en cable, lo grababa y lo veía en cuanto podía. Y así fue hasta que los adelantos permitieron prescindir de la grabación, pues el sitio web del canal que transmite la serie permite ver los capítulos con un clic.
Desde hace pocos años, veo la serie en línea, en vivo, a la misma hora que la transmiten en España. O sea que la veo a la par que el público que sigue desde la península a esta familia a la que le ha pasado casi de todo.
Recuerdo otros tiempos, cuando grande era nuestra suerte si lográbamos ver una temporada completa de la serie que nos gustaba, aunque fuera cinco años después.
Desde hace dos años, no solamente veo Cuéntame en vivo sino que además la veo mientras la comento con otros cuentamaníacos que también se pegan al televisor trece jueves al año. Todo gracias a Twitter, esa red social de la que alguna vez me expresé de manera burlona. Es de sabios rectificarse.
Entonces, mientras para mí son las 3:50 pm o 4:50 pm, dependiendo de la hora en España, para mis amigos europeos son las 10:50 pm. Mientras para mí es plena tarde, ellos ya están dando por terminada su jornada y se acurrucan cómodamente a ver la serie por televisión mientras yo la veo en la computadora, rogando por tener buena señal, que no se corte.
Nos hemos autodenominado "La cuadrilla de San Genaro", y cada semana vamos creciendo. Ahí nos encontramos Fran Castaño, Sasa, Elena, Rubén Millares, Alma Blog y Sandra Snow, Mención aparte merece Lucía Froncová, que nos acompaña desde Eslovaquia y en perfecto castellano nos cuenta que su abuela, a quien siempre mandamos saludos que ella responde, no entiende por qué su celular suena tanto tan tarde en la noche todos los jueves. Hasta la cuenta oficial de la familia Alcántara se nos ha unido últimamente. A ver si en algún momento tambén vemos por ahí a Ariadna, panameña a la que conocí hace años, gracias a Cuéntame también.
Cada semana, de alguna manera nos enteramos de la etiqueta con la que vamos a seguir el capítulo del jueves que viene. Ya el mismo jueves, alguno de la cuadrilla toma lista para ver si estamos completos, y si alguno no contesta, pues no paramos hasta saber dónde está.
Es una carrera ver Cuéntame con un ojo y con el otro leer los tuits y notificaciones que llegan conforme avanzan el capítulo. Una vez se me colgó la computadora en ese frenesí y perdí diez preciosos minutos de la trama, así que desde ese día veo Cuéntame en mi laptop, mientras en la computadora "grande" leo y respondo los tuits de este loco grupo de cuentamemaníacos, tuiteo lo que se me ocurre, veo lo que otros seguidores fuera de esta cuadrilla internacional dice, les respondo. El intercambio es infinito.
Termina el capítulo pero no terminan los tuits. A mí me asombra que, a pesar de ser ya de madrugada para los demás, sigan con ánimos de comentar que si Antonio dijo esto, que si tal frase de la abuela Herminia los emocionó, si renegaron con la actitud de tal o cual personaje.
Por increíble que parezca, horas más tarde vuelvo a ver el mismo capítulo, ya en la tranquilidad de la noche, por cable. Tengo ocasión de fijarme en los detalles que pasé por alto en la transmisión en linea.
A estas alturas, no me cabe duda de que ver televisión en el siglo XXI sabe más a futuro que esas imágenes de autos voladores y gente andando con trajes espaciales con que nos pintaban al año 2000 hace nada. ¿Qué sigue? Hasta de miedo preguntar.
Hasta enero de 2018, familia Alcántara. Mientras tanto, sigamos leyéndonos, cuadrilla de San Genaro.