Recuerdo cuando te pasabas horas leyendo el Almanaque Mundial, el del año en que estuviéramos, y que a tu lado descubrí países lejanos con nombres llamativos. Ahora cuando veo esos nombres vuelvo a verme sentada a tu lado en la mesa del comedor de la casa de Garzón. Qué dirías si supieras que en alguno de esos países hay personas leen Seis de enero.
Recuerdo que, como sabedor de todo que eras, siempre me descifrabas los enrevesados hechizos que Endora lanzaba contra el pobre Darrin. Ahora que el cable nos regala estas series de la infancia, cada vez que oigo esos hechizos (que ahora entiendo sin ayuda) te recuerdo una vez más, con una sonrisa.
Recuerdo tu entusiasmo y ese brillo en los ojos cuando descubrías algo, por más simple que fuera, cuando unías las piezas de datos sueltos y llegabas a una conclusión.
Recuerdo la vez que me caí en la calle y me hice una tremenda herida en la rodilla. Para que no llorara ni te pidiera volver a la casa, te las ingeniaste de mil maneras para hacerme reír, y lo lograste pese a todo.
Recuerdo cuando le enseñabas a leer a Kitty, y la vez en que le explicaste cómo era eso de que uno tenía 11 dedos si se empezaba a contar descendentemente desde el diez y se sumaba los cinco de la otra mano: 10, 9, 8, 7, 6 más 5 (de la otra mano) = 11.
Recuerdo la guerra que era levantarte todas las mañanas para que estuvieras listo a la hora de salir al colegio. Y también que cuando nos encontrábamos por los pasadizos tú nunca ignorabas a tu(s) hermana(s) menor(es), como seguramente más de uno habrá hecho alguna vez.
Recuerdo tus llamadas a cualquier hora del día solamente para decir "cuéntame algo", lo que a Kitty y a mí nos causaba fastidio porque casi nunca había nada para contar. Cómo las extraño ahora.
Recuerdo los famosos radioteatros que hacíamos con mi papá primero, y contigo después, sacando las historias de los chistes y usando unas grabadoras que ahora seguramente podría encontrar en tiendas de antigüedades.
Recuerdo que gracias a ti aprendí a ir a todos lados caminando, a veces a más de 20 cuadras de distancia. No solamente lo aprendí, sino que lo sigo haciendo.Recuerdo cuando llegabas a la casa y a gritos nos pedías que te acompañáramos, con el agregado de "le conviene". Esas dos palabras hacían que Kitty yo dejáramos lo que estuviéramos haciendo para salir corriendo. Realmente, nos convenía.
Recuerdo esa sensación de 'tener un hermano grande' del que me enorgullecía tanto, que me hacía sentir confiada y segura y con el que contaba siempre. Porque a pesar de que podíamos quedarnos roncos peleándonos y gritándonos, los tres nos queríamos (nos queremos) con el alma entera. Esto no lo cambio por nada del mundo.
Recuerdo esos bailecitos que le obligabas a hacer a mi mamá, y esas cargadas que tanto miedo le daban a la tía Angelita. ¿La sigues cargando?
Recuerdo que a veces era casi imposible hablar contigo porque contestabas todo con trozos de canciones, y no sé cómo hacías, pero siempre era la canción adecuada a lo que fuera que tuvieras que decir. No puedo dejar de mencionar una que te encantaba, Color esperanza.
Te recuerdo con una sonrisa, de manera inevitable casi siempre acompañada de una lágrima, "llenecita de preguntas, eso sí".
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Imagen de Google Images
¿Qué te puedo decir Gaby? Me emocionaste hasta humedecer los ojos y que lindo que tengas esos recuerdos de tu querido hermano que te debe estar viendo orgulloso desde algún lugar que seguramente será mucho mejor que este.
ResponderEliminarTe dejo un beso muy grande.
Katia
Que hermoso post, igual también lloré, quizás porque mi relación fraternal ha sido muy distinta, me alegro que hayas tenido un amor fraternal así. Te felicito. Tu hermano debe estar muy orgulloso de ti. Saludos desde México. Hilda
ResponderEliminarRecuerdos y sueños, porque mis sueños con él son frecuentes. A veces no puedo recordarlos, pero siento (sé) que soñé, y ese día todo está bien!
ResponderEliminarPerdonen el trabalenguas, Tito y Gaby. Los quiero mucho mucho.
Kitty
Qué lindos recuerdos Gabriela, lo bueno que es tenerlos y haberlo vivido, nunca se irán.
ResponderEliminarBesos
Es bueno, muy bueno poder recordar con una sonrisa. Te mando un abrazo fuerte,
ResponderEliminarMarcela
Precioso!!!! hiciste muy bien en escribirlo...y es de primera.
ResponderEliminarun abrazo fuerte
No sabías que tenías un blog y veo que desde hace tiempo. Sólo he tenido tiempo para leer un par pero me parecen excelentes. Bueno, y este último sobre Ernesto por supuesto que es super especial para todos nosotros. Yo también siempre lo tengo presente y sobre todo he estado pensando en estos días de él.
ResponderEliminarGracias a todas por decirme que compartieron mi emoción. Es cierto, lo que se vivó y se recuerda nunca se va.
ResponderEliminarNingún trabalenguas, Kitty... y también te quiero mucho.
ResponderEliminarNO PUDO LLEGAR EN MEJOR FECHA TU MAIL. TE CONFIESO QUE ME EMOCIONÓ MUCHO LEER LOS LINDOS RECUERDOS DE ANECDOTAS QUE SIEMPRE ESTÁN PRESENTES.
ResponderEliminarY LO MISMO ME PASA A MI, LO RECUERDO CON UNA SONRISA PERO NO PUEDO EVITAR QUE
SE ME ESCAPEN ALGUNAS LÁGRIMAS.
UN BESO
MARIELA
Que lindos recuerdos de un joven sabio.
ResponderEliminarLei ayer el blog... este en especial me gusto muchisimo... y he de confesar q alguna lagrima se me cayo
ResponderEliminarHilda: olvidé darte las gracias por ser seguidora de este blog. Eres la primera que se ha apuntado en esa lista.
ResponderEliminarGabriela... es difícil decir tanto en pocas letras matizadas de añoranza y cariño.
ResponderEliminarMe emocionaste.
Cariños.
Me emocioné mucho al leer lo que escribiste. Yo también guardo un lindo recuerdo de Tito.
ResponderEliminarGracias Mariela, Eduardo, Úrsula, Esteban y Américo. Parece que hoy la emoción estuvo a la orden del día... y eso que no todos lo conocieron.
ResponderEliminarA pesar de la ausencia de tantos seres queridos, hay días y situaciones que me llevan a pensar en ellos y siempre me dan fuerzas, esperanzas y soluciones.
ResponderEliminarDe Ernesto me recuerdo mucho. Sobre todo en aquellas situaciones donde a veces la adversidad puede llegar a superarte y consigues finalizar el día con soluciones o con la calma suficiente para empreder de nuevo el camino. El color esperanza. También me enseño lo entrañable que puede llegar a ser un padre, mi recuerdo es de un paseo por Lima en su auto y en la radio sonaba una canción de la Oreja de Van Gogh y a duo, el estribillo, lo cantaban él y Gonzalo. Fue especial.
Querido primo:
ResponderEliminarEs cierto, hay días en que esos vacíos pesan más. Sobre el momento que cuentas, yo no lo vi, pero puedo imaginarlo. Color esperanza, claro, es su himno.
De nada Gabriela, un gusto seguir tu blog. Nos estamos leyendo. Desde México. Hilda
ResponderEliminartambién lloré !!!
ResponderEliminaral menos parece ser la norma
muy lindas tus palabras
yo soy hermanamayor de tres hombres, siempre me pregunto como me verán ellos ... seria muy lindo que fuera como tu ves al tuyo.
un abrazo, te seguire leyendo
Me he demorado quizá más de lo debido en comentar este post pero, cuando lo lei, no pude evitar derramar no una sino muchas lágrimas, y en ese estado no podía hilar ideas. Además, creo que esperaba secretamente ver si otras personas, quizá los más allegados, empezaban a escribir sus comentarios primero. El texto no solo me ha emocionado sino que me ha devuelto en el tiempo a años mejores, con un sol esplenderoso como el que ha salido hoy en Lima. Lo llevo en mi alma y siempre será parte de mi vida.
ResponderEliminarAl igual que Gaby, agradezco a todos los que no lo han olvidado y lo recuerdan con cariño.
Ana Cé es mi cuñada. A ella y a mi mamá las considero las mujeres más valiosas que conozco, no porque hayan pasado momentos duros y difíciles, sino por la forma tan valiente en que los afrontaron.
ResponderEliminarSe puede encontrar alegria, aunque como dices tu: "siempre acompañada de una lagrima", en el recordar esos valiosos momentos, sencillos, hasta cotidianos, que realmente son los que marcan la diferencia en la vida.
ResponderEliminarQuizás algún día pueda ser solo con una sonrisa.
ResponderEliminarTe cuento que Fernando me pasó el dato de tu blogspot 06 de enero y leí todo lo que escribiste fue muy bonito y emotivo, al leer retrocedí el tiempo y era como que estaba viviendo esa época tan bonita acordándome de las locuras de Ernesto. Se me cayeron algunas lágrimas y me tuve que ir al baño para que no se den cuenta en el trabajo. Fue una persona muy especial y siempre estará en nuestro recuerdo, era un hermano igual que ustedes dos.
ResponderEliminarBesitos,
Vicky
Si Silvana, los momentos pequeños son los que hacen la diferencia. Y pensar que a veces los perdemos de vista por fijarnos en las grandes cosas. Como le decía el hombre de negocios al Principito: "sy muy ocupado".
ResponderEliminarGracias Vicky. Espero verte más seguido por acá.
Tal vez nunca pueda ser solamente con una sonrisa. Lo bueno es que los recuerdos están ahí, preservados por siempre del paso del tiempo.
Tuve la suerte de conocerlo, ser increíble, lleno de ocurrencias, ironías, conocimientos, buenos consejos, facultades de saber escuchar, amor por su familia y amigos... Gracias a él conocí de verdad al resto de la familia. Ana Cé y Gonza completan esta alegría, los siento a todos siempre muy cerca, están siempre en mi mente y en mi corazón a pesar de las distancias físicas que desde hace unos años nos separan.
ResponderEliminarI wasn't sure from the translation...is this your mother you are speaking about. Anyway, whomever it is, it is lovely.
ResponderEliminarNo Mariyah, this is not about my mother but my brother. Thanks for saying it is lovely.
ResponderEliminarTe conozco ya desde hace mucho, pero me doy cuenta que todavía me falta mucho por saber de ti. Este texto me ha emocionado y me ha hecho pensar mucho. ¡Gracias Gabriela! ¡Eres fantástica!
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