viernes, 30 de agosto de 2024

Todo empezó sin documentos

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Conocías la canción desde hacía tiempo, la tarareabas sin gran esfuerzo, aunque nunca habías prestado atención a la letra. Pero ese día, una frase destacó "porque buscando tu sonrisa estaría toda mi vida", rematada con un "porque sí" tres veces seguidas. "Porque sí", como debería ser todo en la vida, sin explicaciones, sin motivos. Simplemente, porque sí.
Sabes que es una canción de un cantante argentino. No sabes bien de cuál, todos son buenísimos y lo que te importa en ese momento es disfrutarla.
Buscas el video en EL sitio de videos en línea. A partir de ahí, cada día, al prender la computadora, buscas el video y lo reproduces. Es casi un ritual, dejas que suene la canción y el día queda listo para empezar. Al cabo de un tiempo, ya no tienes que buscar el video, aparece en el primer lugar de la lista de sugerencias. Es más, ya hay una lista de otras canciones del mismo cantante, en grupo y como solista.
Un día, por distracción o quizás adrede, no cortas la reproducción tras ese primer video y empieza la segunda canción de esa lista, que también tarareabas sin prestar atención. Y descubres que tiene una frase que te atrapa, "no se puede cambiar de corazón como de camisa sin perder la sonrisa".
Ya no hay vuelta atrás. La lista de videos ya creció, no son dos ni tres, son cerca de 20, y más también. Salvo el primero, cada día los siguientes van cambiando. Y cada día descubres letras nuevas que quedan sonando en tu cabeza todo el día: "no sé lo que quiero, pero sé lo que no quiero".
Creo que todos nos hemos sentido así alguna vez.
Cuando cuentas de este "descubrimiento", todos se extrañan. Hasta te llegan a decir que no vayas a sacarle la vuelta a ese cantante mexicano que todos saben que te encanta. Claro que no, dices, tiene una voz espectacular, pero no compone. Este otro sí.
No le encuentras explicación, y no te importa. Te gusta porque sí, porque sí, porque sí.
¿Qué sigue? Ojalá un concierto. ¿Quién sabe? Mientras tanto, a seguir descubriendo letras hermosas gracias al algoritmo.

viernes, 2 de agosto de 2024

El taxi "maligno"

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Hace un tiempo, después de una reunión de amigos, me dispuse a pedir un taxi para regresar a casa.
Abrí el aplicativo que uso siempre con ese fin, anoté la dirección del sitio en el que estaba y la dirección de destino, o sea, mi casa.
Al cabo de un momento, llega el aviso de que "mi taxi está en camino", con los datos del nombre del chofer, la placa, marca y modelo del auto.
Al ver el número de la placa del auto que venía a recogerme, durante medio segundo tuve que contener la tentación de cancelar el pedido. El número era 666. Después pensé que era una tontería y simplemente esperé que llegara el auto.
Cuando el aplicativo me anunció la llegada del taxi, salí y me recibió un auto perfecto. Al entrar, el olor a nuevo era palpable. Todo brillaba de nuevo, de limpio. 
Y así se lo dije al chofer, que se rio y me contó, con tono de puro orgullo, que hacía dos meses había retirado su auto de la tienda. Que le había tomado más de dos años de ahorros, pero que por fin manejaba un auto propio. Que se esforzaba por tenerlo limpio y que esperaba que el olor a nuevo le durara mucho tiempo.
- Lo único malo es la placa. Al comienzo pensé que era mala señal, pero no, hasta ahora todo ha sido bueno, me confesó.
Dudé si contarle mi primera reacción al ver la placa, pero al final se lo conté. Y volvió a reír. "No es la primera pasajera que me dice eso", me contó en tono de confidencia. Y recordó algunas anécdotas en ese sentido.
Conversando y riendo, llegamos a mi destino, y así acabó un viaje muy divertido que casi cancelé antes de que empezara.