lunes, 12 de mayo de 2025

Punto de encuentro

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Era día de fiesta en el colegio grande. Así que fueron todos, grandes y niños, padres e hijos, a celebrar la fiesta.
Durante horas, los cuatro niños jugaron, entraron y salieron del colegio. Lo conocían bien. Era el colegio del que serían alumnos cuando les llegara el momento.
Así pasaron horas y casi llegó la noche. La fiesta estaba por terminar, pero los niños eran ajenos al tiempo, a la hora. Siguieron entrando y saliendo del colegio sin pensar en nada más que en divertirse.
Finalmente, cuando quisieron entrar una vez más, ya no pudieron. La marea de gente que salía los empujó hacia afuera. Se quedaron juntos, parados y sin saber qué hacer más que esperar. Cuando la marea humana amainó, llegaron al lugar donde habían estado sentados sus padres y sus tíos, y lo encontraron vacío. Y casi no quedaba nadie dentro del colegio.
Quedaron con el miedo en el cuerpo por no saber qué hacer ni a dónde ir.
Salieron del colegio. La gente ya iba subiéndose a sus autos, ya se iban. Y ellos seguían sin saber qué hacer.
Hasta que uno de los niños recordó: "mi papá siempre dice que, si nos perdemos, vayamos al auto a esperarlo, que en algún momento llegará". Vino el debate de a qué auto, al del papá de quién. Y finalmente optaron por el del papá de quien dio la idea.
Juntos los cuatro caminaron hasta llegar al auto y se pararon a su costado. Ya era casi totalmente de noche. Pasó un rato de incertidumbre, el miedo de los niños creía.
De repente, uno de los tíos de la comitiva familiar los encontró. La historia tuvo final feliz.
El sabio consejo del padre fue salvador.