lunes, 26 de septiembre de 2016

Otra de perros

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Casi como si lo hubiera pedido, pocos días después de las estampas caninas, fui testigo de un incidente que me ha dejado asombrada hasta ahora.

Caminaba por la calle, una tarde de estas, sin mayor apuro que el de llegar a tiempo para la hora de salida de colegio de una persona muy especial. Iba con tiempo de sobra, sin ningún problema.

Por la acera del frente a la que caminaba, vi pasar un hombre que llevaba cerca de ocho perros con sus respectivas correas. Iban a buen paso, al mismo ritmo y velocidad, a pesar de que los perros eran de diferente tamaño y no todos iban mirando al frente. Aun así, el grupo avanzaba sin complicaciones.

De repente, desde otro lado, se escuchó el ladrido insistente de un perro. Era el inconfundible ladrido de un can pequeñito. Lo busqué con la mirada, y lo vi a pocos metros de la comitiva perruna, enfrentando desafiante y desde su lugar al paseador de perros y sus clientes de cuatro patas, que no le hacían el menor caso. Ellos seguían en lo suyo, ignorando totalmente al renegón. El perrito estaba empeñado en ladrarles a los que venían en grupo. Verlo en esa situación me provocó una mezcla de pena, risa y ternura.

En eso, desde una tercera fuente, empecé a oír ladridos de otro perro, acompañados del típico ruido de patitas que corren. Todo eso sumado a los llamados insistentes pero cariñosos de una mujer. Me volteé totalmente en 180 grados, y por la acera por la que yo también estaba caminando, venía a toda velocidad otro perro igualmente pequeñito, ladrando a su paso, arrastrando su correa por detrás de él. Pocos pasos más atrás, una mujer que era obviamente la dueña del perro corría cada vez más desesperada.

El perrito correlón cruzó la pista irreflexivamente. Un carro venía en sentido contrario. Lo siguiente fue un chillido de desesperación de la dueña. Hasta ahora logro escucharla gritar. Hasta ahora oigo el sonido del carro al frenar su marcha, que no era tan veloz. Me quedé petrificada, con temor de mirar al lugar preciso de los hechos. Alguna vez vi un perro atropellado, no querría volver a ver algo así.

En medio de la confusión donde se mezclaron los ladridos del primer perrito renegón, los gritos de la dueña del perrito que corría, el sonido del auto al frenar de golpe, todo en menos de un segundo, todo al mismo tiempo, logré ver que de debajo del carro salía el perrito correlón. Siguió corriendo hacia donde se había estado dirigiendo, como si nada hubiera pasado. Mejor dicho, como si nada hubiera estado a punto de pasar.

Con él no había sido la cosa, como decimos por acá.

Todo pasó en un instante, pero yo lo vi con todo detalle y en cámara lenta. Sentí como si todo hubiera tomado varios minutos. Me pareció que todo se detuvo, que nada se movía, que no había sonido alguno, salvo el perro y su alocada carrera.

Pasado el susto, una persona que también lo había visto todo logró sujetar la correa de la huidiza mascota. Ya con calma, se la entregó a la dueña en la mano. La mujer se lo agradeció sin voz. No podía hablar luego de tanto gritar, además del susto que sin duda había pasado.

Un incidente canino con final feliz.

22 comentarios:

  1. Ay! He visto el incidente como si fuera una película. Qué susto habrás pasado. Pero felizmente todo terminó bien. Final feliz.

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  2. Tienes una extraordinaria facilidad, Gabriela, para convertir en películas de suspenso las escenas simples de la vida.Incluyo en el concepto tu debut como escritora (de libros) en esa obra admirable que hiciste con nueve "colegas", llamada DIEZCRITORES.

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    1. Gracias, Esteban. Esa aventura editorial a la que te refieres ha sido muy gratificante.

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  3. Receei o pior! Que horror!Ainda bem que tudo não passou de um grande susto!
    beijo

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    1. Y el que menos se dio cuenta del revuelo fue el propio perrito. Hubiera sido muy triste un final diferente.

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  4. Hola!!!...Esta narración me trajo memorias de mi perro, el cual en un incidente similar no tuvo tanta suerte. Mientras leía en el fondo esperaba un final feliz! Un abrazo
    iela

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  5. ¡Menudo susto! Gabriela, nos has recreado la escena como si de una película de Hitchcock se tratara. Menos mal que la cosa no llegó a peores.

    Besos a montones de las dos y feliz jueves.

    J&Y

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    1. Mira a la altura de qué genio me ponen ustedes. Gracias por ese halago inmerecido.

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  6. ¡Madre mía, qué susto! Menos mal que la historia tiene un final feliz.
    Un besillo.

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    1. Imagínate cómo lo viví yo a pocos metros del lugar de los hechos, Martita.

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  7. Vine a desearte buen fin de semana y no veo el comentario que te dejé en esta entrada.
    Bueno al menos ya del susto te habras repuesto o eso espero.
    Besitos

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    1. Aparentemente el comentario que mencionas no llegó, Inma. A veces sufrimos por esas malas pasadas digitales.
      El susto ya pasó, y todo pasó muy rápido. Me pareció una película de suspenso en cámara lenta.

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  8. Menuda la que han armado ese manojo de perros jaja y luego ellos tan panchos y los perritos chiquitos alborotados. Menos mal que todo se quedò en eso, en un susto. Me encanta como narras y sintetizas. No sabìa que habìas publicado un libro, enhorabuena! Buen octubre querida, saludos desde esta orilla

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    1. Ellos felices, Chusa, por ahí no pasaba nada.
      Lo del libro no es todo mío, somos diez los escritores que nos embarcamos en esta aventura muy gratificante. Gracias por los buenos deseos.

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  9. Menudo guirigay canino y hunamo se armaría. Por suerte salio bien. Hoy día se ven demasiados perros creo que los compran para tener compañía.
    Besos.

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    1. También he notado un aumento en la cantidad de perros por las calles. Creí que era una tendencia de estos lares, pero por lo que me dices, parece que no.

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  10. Uf que bien que el perrito salio vivo del accidente! Gracias por compartir, haber si la gente pone mas atencion al caminar con sus mascotas por las calles.
    Besos, feliz dia!

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    1. La velocidad que corría este perrito impedía seguirle el paso. Estaba acá y un segundo después estaba al otro lado. Un sustazo nos dio.

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  11. Que bueno que el incidente tuvo final feliz Gabriela, la angustia que habrá vivido su dueña.
    Saludos!

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    1. Fue una angustia compartida, Soñadora. Felizmente terminó bien.

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