Hace algunos años descubrí que me gusta armar rompecabezas. En más de una ocasión me he pasado horas enteras dedicada a la ardua tarea de encajar pequeñas piezas de rompecabezas enormes. Es una alegría inmensa encontrarle sitio a las piezas, una por una. Y no hay posibilidad de equivocarse pues si la pieza no está en su lugar, simplemente no encaja. Aunque parezca que ese ES su sitio.
El primer rompecabezas que armé en esa racha fue uno de 3,500 piezas. La imagen era un faro rodeado de árboles con una colina al fondo. Todo un reto, comenzar en algo que requería de tanta precisión rodeada de piezas tan chiquitas.
Empecé por ubicar las esquinas, luego los bordes y después procedí a armarlo desde la parte de arriba, desde el cielo, hacia abajo. Previamente había separado por grupos las piezas que correspondían al cielo, a la colina, al faro, al mar y a las plantas. Por eso fue relativamente fácil ver más o menos por dónde iba armando.
Era emocionante ver crecer la cantidad de pequeñas partecitas completando un todo enorme. No puedo precisar cuántas colocaba cada día, pero el avance era notorio.
Pasaron casi tres meses, con sus días y sus noches. Casi sin darme cuenta, podría decir. Y cada vez quedaban menos piezas sueltas por encajar.
Así avanzaron los días hasta que llegó el momento en que podía contar cuántas piezas quedaban sueltas y cuántos lugares vacantes quedaban en el cuadro que ya estaba formado casi en su totalidad. Y fue ahí que vino el sobresalto, pues no importaba cuántas veces contara, siempre faltaba una pieza. Por más que pensé dónde pudo haberse perdido la pieza 3,500, no logré encontrarla. Es más, sabía que era un ejercicio inútil porque era difícil, imposible incluso, saber en qué parte quedaría el ten temido agujero delator.
Sin perder el entusiasmo, coloqué la pieza 3,499 y fue un gran alivio comprobar que la inquieta pieza perdida era totalmente negra. Me fue muy fácil completar el agujero negro de mi rompecabezas de 3,500 piezas.
Incluso ahora, me cuesta trabajo encontrar dónde quedó el parche que permitió que mi obra se exhibiera sin problemas. Me gustaría pensar que la pieza 3,500 está agazapada con alguna amiga que la convenció de escapar.
El primer rompecabezas que armé en esa racha fue uno de 3,500 piezas. La imagen era un faro rodeado de árboles con una colina al fondo. Todo un reto, comenzar en algo que requería de tanta precisión rodeada de piezas tan chiquitas.
Empecé por ubicar las esquinas, luego los bordes y después procedí a armarlo desde la parte de arriba, desde el cielo, hacia abajo. Previamente había separado por grupos las piezas que correspondían al cielo, a la colina, al faro, al mar y a las plantas. Por eso fue relativamente fácil ver más o menos por dónde iba armando.
Era emocionante ver crecer la cantidad de pequeñas partecitas completando un todo enorme. No puedo precisar cuántas colocaba cada día, pero el avance era notorio.
Pasaron casi tres meses, con sus días y sus noches. Casi sin darme cuenta, podría decir. Y cada vez quedaban menos piezas sueltas por encajar.
Así avanzaron los días hasta que llegó el momento en que podía contar cuántas piezas quedaban sueltas y cuántos lugares vacantes quedaban en el cuadro que ya estaba formado casi en su totalidad. Y fue ahí que vino el sobresalto, pues no importaba cuántas veces contara, siempre faltaba una pieza. Por más que pensé dónde pudo haberse perdido la pieza 3,500, no logré encontrarla. Es más, sabía que era un ejercicio inútil porque era difícil, imposible incluso, saber en qué parte quedaría el ten temido agujero delator.
Sin perder el entusiasmo, coloqué la pieza 3,499 y fue un gran alivio comprobar que la inquieta pieza perdida era totalmente negra. Me fue muy fácil completar el agujero negro de mi rompecabezas de 3,500 piezas.
Incluso ahora, me cuesta trabajo encontrar dónde quedó el parche que permitió que mi obra se exhibiera sin problemas. Me gustaría pensar que la pieza 3,500 está agazapada con alguna amiga que la convenció de escapar.
Helas aquí, las 3,499 piezas |
What a great puzzle and great activity! :)
ResponderEliminarIt's great and rewarding, Sylwia.
Eliminar¡Qué paciencia!
ResponderEliminarHubo algún tiempo que tambien armaba rompecabezas, ya no.
Y si el rompecabezas era defectuoso y ese pieza no venia?
Me inclino a pensar que la pieza se cayó, Chelo. En todos los rompecabezas que ha armado, y son varios, nunca faltó una pieza. Pero cabe la posibilidad de que fuera un error de la fábrica.
EliminarMe encantó!!!! Cómo me gustaría tener guardado el que armé yo!!!!! Era un bosque lleno de árboles con todos los tonos del otoño, hermoso. Yo también era fanática de armarlos y seguía tu misma táctica ;) primero los bordes.
ResponderEliminarMucha gente dice que los estresa. A mí por el contrario, era mi forma de desestresarme, un ratito cada día. Hasta que los terminaba y me sentía un genio jajaja
Es de lo más relajante, sobre todo cuando las piezas van encontrando su lugar y la figura va tomando forma.
EliminarJa ja ja
ResponderEliminarYo tampoco veo el parche.
El primer rompecabeza que tuve fue un regalo de cumpleaños. era un paisaje de un puerto en Europa con varios barcos. La parte difícil era el pasto.
La última pieza la colocó mi madre. Lo enmarcamos pero como se rompió el virio al final lo regalamos. =(
Igual me hiciste recordar un bonito momento.
Saludos
Yo tuve que deshacerme de uno que se mojó y quedó totalmente arruinado, Renzo. Era una imagen de muchas casitas con techos igualitos, que parecía tomada hacia el atardecer porque todo estaba con una tonalidad azul.
EliminarSí, es muy relajante armar los rompecabezas, pero realmente hay que tener mucha paciencia, la que no es precisamente una de mis virtudes. Así que felicito a los que sí pueden hacerlo, especialmente a ti, Gaby. Se convierten en verdaderas obras de arte.
ResponderEliminarLa recompensa es ver el cuadro completo, porque aunque a ese le falte la pieza 3,500, está más que completo.
EliminarEs uno de mis pasatiempos favoritos. Ya no los hago porque no tengo donde ponerlos y deshacerlos al terminar no me gusta.
ResponderEliminarRecuerdo que el más grande que he hecho 10.000 es el skyline de NY, hoy pieza extraña porque tiene las torres gemelas en primer plano.
Una vez me pasó lo que a tí pero a los dias apareció debajo de la alfombra y parecía que había encontrado el tesoro del arco iris :P
Besazo
Ese sí que es un tremendo reto, 10,000 piezas. Qué felicidad debe ser poner la última pieza en su sitio. Seguro se siente como si sonara una mezcla de Carros de fuego con Rocky a todo volumen.
EliminarUna preciosa vista del mar...y sin parche:))
ResponderEliminarEn casa armamos la vendimia de Goya... y el jo**o vestido de la mujer nos dió tela p ´rato. 5.000 piezas, es de mi hermana que lo tenía arrinconado en su casa, y nos entretuvimos con él.
Cuando vés que va saliendo siempre tienes el temor de que falte alguna pieza, estaba completo.
Ahora lo tiene enmarcado en su salón y cada vez que lo veo recuerdo la de tiempo que estuvo en la mia en una madera grande encima de una mesa. Verlo terminado fue una gran satisfación.
Un beso.
Ya me imagino ese vestido, Laura, lleno de miles de detallitos de esos que hacen que se nos rompa la cabeza.
EliminarQuerida Gabriela, não sei como nem por quê o meu comentário sumiu!
ResponderEliminarO puzzle ficou lindo, apesar do stress provocado pelo sumiço da última peça.
beijo
Felizmente la cosa tuvo rápida solución, Nina.
EliminarEs genial, Gabriela! A mi también me gustan los puzzles.
ResponderEliminarDe hecho yo y mi pareja estamos haciendo uno de 2500 piezas.
!Enhorabuena por terminar el tuyo!
Suerte con ese proyecto conjunto, Marta.
EliminarMinha querida Gabi, boa noite!
ResponderEliminarParabéns pela paciência e por conseguido montar o quebra-cabeça.
A imagem é muito bonita e a sua vitória ainda mais.
Beijos com muito carinho e tenha um lindo final de semana
Marilene
Ese sí que fue un rompe cabezas, Marilene, sobre todo cuando me di cuenta de que faltaba una piecita.
EliminarMe encanto tu entrada, Gabita. De verdad te admiro. Como
ResponderEliminarquisiera yo, poder armar un rompecabezas, aunque sea chi-
quitito, aunque me lo traduzcan y den los caminos exactos,
nunca he podido hacerlo; no tengo paciencia, no quiero ni
pensar como resolver ese inmenso problema. Soy un caos.
Te quiero.
Cotiti.
Puedes empezar poco a poco, Consuelo, como un entrenamiento. Y así pasar a ligas mayores poco a poco. Es muy gratificante.
Eliminar¡¡¡Menos mal que el hueco donde tendría que ir la pieza era negro!!!
ResponderEliminarNo se nota nada, imagino que en vivo tampoco.
Yo no tengo paciencia para los puzzles, en cambio podría pasar horas en la cocina :-)
Sí Laly, hubiera sido trágico que fuera en una parte de hojas con diversos tonos de verde,
EliminarQue hermoso faro !!
ResponderEliminarYo arme uno grande con mi nieto mayor con 4 añitos comencè como vos y no mas terminamos , èl lo desarmo jaja .
Un beso , cuìdate y feliz finde .
Nancy
Felizmente en mi caso no hubo nadie que lo desarmara, Nancy.
EliminarGabriela, coincidentemente es uno de mis hobbies favoritos y suelo ir como tú, esquinas, bordes, relleno. Imagino la primera sensación que tuviste al descubrir que faltaba una pieza, felizmente fue de fácil solución!
ResponderEliminarSaludos,
En ese momento, conté y reconté las piezas faltantes y lo comparé con los espacios sin rellenar hasta que tuve que admitir que faltaba una. La preocupación se acabó cuando me di cuenta de que la solución sería simple.
EliminarMe encantan los rompecabezas, pero de unas 2000 piezas, máximo, para no estar meses acarreando la obra magna por toda la casa.
ResponderEliminarCon los niños hemos armado montones, pero no hemos sucumbido a la tentación de enmarcarlos. Una vez terminados se desarman y se guerdan, y muchas veces se ha perdido alguna pieza, lo que es tremendamente frustrante, pero igual lo habremos pasado bien. Hasta tenemos alguna música favorita que llamamos "música para puzzles".
Cariños
Es que yo tengo un sitio especial para armas los rompecabezas, intocable e inamovible mientras las piezas encuentran su lugar.
EliminarLo importante es como dices, pasarla bien.
Qué fantàstico rompecabezas armaste, 3499 piezas !!! eres un fenòmeno Gabri de paciencia, tesòn y meticulosidad. También a mì me gustaba armar rompecabezas con los crìos, pero al màximo de 500 piezas, o sea enanos, aunque recuerdo que mi hermano menor Miguel Angel, tenìa esta pasiòn, y sobre todo la de construir castillos o montar trenecitos y es muy perfeccionista aun ahora. Imagino la emociòn que sentìas ensamblando piezas con vocaciòn de arquitecto.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esta entrada y ahora paso a leer tu ùltimo post que me he perdido. Hasta pronto
Chusa
Me has hecho acordar de un puente como el de la película Puente sobre el río Kwai que con admirable paciencia armaba Higgins en la serie Magnum... con fósforos (o cerillos). Ese sí era un fenómeno que requería paciencia.
EliminarAmo puzzles. O último que fiz tinha 1500 peças. Este aqui do farol é lindo.
ResponderEliminar¡Benvinda, isaMar!
EliminarA pesar de su pieza faltante, el faro quedó lindo.
felicitaciones Gaby por la paciencia de armarlos y por la suerte de que la pieza faltante pudiese ser repuesta de una manera sencilla y sin delatar.
ResponderEliminarA mí me gusta ver los rompecabezas ya hechos, yo no tengo paciencia para armarlos.
saludos. Hilda
A mí me encanta ver que se van formando de a pocos, literalmente pieza a pieza.
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