Los recuerdos vienen asociados muchas veces con sabores y olores. Los recuerdos de la niñez, por ejemplo, como ese olor a tierra mojada que me remite a
Yurimaguas cada vez que lo siento. O el olvidado aquel de la colonia "
Ramillete de novia", regalo navideño preferido de la
tía Angelita prácticamente inexistente y por eso mismo casi imposible de conseguir.

Con los sabores pasa lo mismo. Si cierro los ojos retrocedo en el tiempo y puedo sentir el sabor del Amaro, ese chocolate amargo que mi papá comía uno tras otro y del que a veces nos invitaba pedacitos. El chocolate Golazo, que debe haber salido al mercado en tiempos de algún Mundial de fútbol, con sus envolturas verde y mostaza (uno era con maní, no recuerdo cuál).
Pero esos sabores ya no existen. Son parte de un pasado que pasado está.
En cambio, hay otros sabores que todavía podemos encontrar. O casi, porque no entiendo por qué algunos genios se empeñan en distorsionarlos.
Primero el chocolate Princesa, ese cuadradito que se podía comer en un solo bocado, con tres bandas a los costados: marrón oscuro, marrón claro, marrón oscuro, cada color era un sabor. Venía envuelto en papel platina dorado. Inolvidable.
Pero en los últimos años el Princesa, sin dejar de ser el cuadradito que se puede comer en un solo bocado, ha dejado de tener sus tres características franjas en dos colores. Es más bien un chocolate relleno, pero el sabor no es el mismo. Además, hay ahora una versión más grande: una barra grande de chocolate.
Las clásicas galletas Coronita, con sus tres sabores piña y coco, limón y chocolate. Esos tres únicos sabores. De un momento a otro, irrumpieron las de naranja y fresa. De los tres sabores originales únicamente subsistió el de chocolate. A la larga, desapareció el de naranja también. De los demás, nos quedaron el recuerdo. Lo más triste es que los desaparecidos eran los sabores más ricos.
Otro clásico: las Charadas, que había de galleta de maní con relleno de maní y de galleta de chocolate con relleno de vainilla. Vaya uno a saber con qué razón, la de maní desapareció. La de chocolate subsiste, pero hace mucho tiempo que no la pruebo. Hace pocos años irrumpieron las Charada de capuccino, aunque creo que sin éxito porque no las vi más.
Tradicionalmente, el Sublime era un chocolate con maní cuyo nombre lo decía todo. Se derretía en tu boca, no en tu mano. Su envoltura era de un papel transparente, lustroso, parecido al que se usa para sacar moldes para costura. Estaba el Sublime de siempre, y un sabroso Sublime blanco que no era muy común. No existían el Sublime con galleta, ni el Sublime bombón, ni el Sublime stick ni ningún otro agregado (y mucho menos su desagradable publicidad). Sublime a secas. Era tan rico que la competencia tenía el Supremo, con una envoltura fácilmente confundible... pero hasta ahí nomás llegaban las semejanzas. Aunque debo reconocer que el Sublime actual sigue siendo muy rico.
También había unas galletas deliciosas llamadas Rondelas, de naranja. Después salieron de fresa y limón, igualmente deliciosas. Ya no existe ninguno de esos sabores.
En lo que constituye para mí el máximo atentado contra los sabores de siempre, el chocolate Sorrento también desapareció. Pero acá debemos "agradecer" que de vez en cuando los fabricantes nos hagan el favor de regalarnos con una "edición limitada". El sabor, por supuesto, no es el mismo que recuerdo.
Respecto a los helados, mi clásico de siempre era el Eskimo, una delicia de fresa de la que siempre le contaba a Gonzalo. Su contraparte era el BuenHumor, de chocolate (el helado de chocolate nunca me ha gustado). Desaparecieron también. Hace algunos veranos nos vinieron nuevamente con la consabida "edición limitada". Recuerdo la felicidad de Gonzalo cuando me dijo que había visto Eskimo en una playa. Nos comimos uno entre los dos.
Entendería perfectamente estas movidas si hubieran retirado del mercado los sabores con menos demanda. Pero la verdad es que la totalidad de estos nombres que menciono eran los preferidos de todos. Y todos los extrañamos, y nos alegramos cuando alguien nos cuenta que ha descubierto una de esas infames ediciones limitadas. Corremos a comprar, pero el sabor que sentimos es apenas parecido al que recordamos y que esperamos sentir.
A veces siento como si nos hubieran arranchado a la mala y sin permiso nuestros recuerdos.
Katia también expresó su sentir sobre este tema.
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PS: todos los nombres de productos mencionados en este post son marcas registradas.