sábado, 9 de febrero de 2008

"¿Por qué te quiero tanto?"

El niño oyó la pregunta por enésima vez: "¿Por qué te quiero tanto?"

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Mi historia con Gonzalo empezó oficialmente el 16 de marzo de 1994. Pero en realidad empezó unos meses antes, cuando sus papás anunciaron felices su pronta llegada. Y se afianzó un poco después, cuando anunciaron que quien venía era un sobrino, mi primer sobrino.

Lo cargué pocas horas después de nacer. No podía dejar de mirarlo, tan frágil, tan dependiente... tanto revuelo a su alrededor.

Y me convertí en la cuidadora oficial, la que se quedaba con él para que sus papás pudieran ir al cine o a cumplir con algún compromiso. A medida que fue creciendo, pasó de ser alguien cuyo sueño debía velar a ser un pequeño preguntón que quería saberlo todo. Además de ser una excelente compañía.

Gracias a esas noches que pasamos los dos juntos refresqué en la memoria todos los cuentos de mi infancia. Cuando se acabaron, recurrí a relatos de Historia del Perú y Universal, de ahí pasé a la Biblia, y después a mitología, extractos de libros leídos en algún momento y a historias familiares. Todo servía.

Recuerdo la vez en que él, muy asustado, vino a decirme que debajo de su cama había un monstruo que no lo dejaba dormir. Sabiendo muy bien que para él ese monstruo era real, fui a su cuarto, agarré un palo de su colección (no me pregunten por qué, Gonzalo siempre ha tenido una colección de palos) y comencé a dar golpes debajo de la cama mientras gritaba con aparente furia: "sal de ahí, monstruo, métete conmigo que soy grande y no te aproveches de Gonzalo porque es chiquito". Se fue a dormir tranquilo y feliz, pero no sabría decir si era mayor mi propia felicidad.

Retóricamente debo haberle preguntado más de una vez (no tengo idea de cuántas veces): "¿por qué te quiero tanto?"... aunque era evidente que jamás pretendí que me diera una respuesta.

Un día, en el tiempo en que tuvimos que vivir juntos una larga situación familiar que terminó de la manera más triste y definitiva que existe, me dijo con la carita iluminada por la felicidad: "ya sé por qué me quieres tanto".

"A ver -le respondí-, dime".

"Dios es amor, y Dios creó a las familias, y como nosotros somos familia, somos amor".

Tenía 7 años cuando me dijo esto, y hasta ahora se me salen las lágrimas cuando lo recuerdo. Nos abrazamos largo rato, lo llené de besos y él a mí.

Nunca me imaginé que mi pregunta retórica, dicha quién sabe cuántas veces en voz alta, se habría fijado en su pequeña mente. Nunca me imaginé que le daría vueltas y más vueltas hasta que finalmente pudo dar con una respuesta. Y, por supuesto, menos me imaginaba una respuesta tan profunda.

Ya no tiene 7 años, ahora tiene 13. Hace tiempo que no es el niñito asustado por los monstruos que estaban debajo de su cama. Pero sigue siendo el mismo preguntón de siempre. Espero que eso no cambie nunca. Como espero que tampoco cambie el hecho de que lo quiera tanto.

4 comentarios:

  1. Supongo que es como con los hijos, siempre los queremos, siempre los vemos pequeños, aunque nos amenacen con traer nietos... jajaja.

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  2. No creo que sea como con los hijos... los tios estamos exonerados de decirles siempre "no" a nuestras personitas que unen.

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  3. No sabía que los tíos estábamos exonerados, yo les he dicho no a mis dos sobrinos varias veces je je

    Muy lindo post, la estrategia con el monstruo de debajo de la cama, genial, yo hubiera recurrido al típico: "ahí no hay nada, no te apures", se nota que no tengo tanto ingenio ji ji

    Me hiciste recordar que con mi sobrino tuve que recordar las canciones infantiles para cargarlo en mis piernas pero era genial oírlo decir "más", ahora ya no lo hace y menos mal, tiene 13 años y mide 1.62, si se subiera en mis piernas me desbataría ji ji

    Saludos desde México. Hilda

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  4. Por supuesto que estamos exonerados. La tarea de educar y poner límites es de los papás. Tíos y abuelos estamos hechos para engreír, y además los tíos tenemos la innegable ventaja de ser más jóvenes que los abuelos.
    En mi caso, soy total cómplice de este preguntón. Y espero serlo pronto de Marcela también.

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