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Caminaba por una calle medianamente transitada de Lima, pocos autos, poca gente. Era casi mediodía y todo iba bien.
En sentido contrario a mí venían caminando una mujer y un niño de unos tres años. Presumiblemente eran madre e hijo.
La mujer que venía caminando en sentido contrario a mí no despegaba los ojos de la pantalla personal que tiene esclavizados a prácticamente todos en este planeta independientemente de su edad y ocupación. El que iba a su lado casi caminaba por su cuenta y riesgo.
De repente, el niño notó algo que yo ya había visto: en un árbol de la calle, habían colgado luces y adornos navideños. El árbol estaba a la entrada de un jardín de la infancia, y los adornos eran de evidente hechura infantil. Era fácil darse cuenta que los habían hecho los niños de ese jardín.
Al instante que el niño notó los adornos, se le iluminó la carita. Se adelantó corriendo hacia los objetos colgantes que tanto lo entusiasmaron. La mujer que iba a su lado ni se inmutó que el niño había avanzado. Hasta casi diría que ni cuenta se dio.
El niño llegó al pie del árbol y comenzó a gritar alborozado hasta casi quedarse sin voz:
- ¡Mira cómo lo han ponido! ¡Mira cómo lo han ponido!
Se volteó feliz hacia la mujer, que seguía hipnotizada, con la atención puesta completamente en la bendita pantalla. Sin levantar la vista un segundo ni interrumpir su importante actividad, solamente atinó a responder:
- Ajá, sí.
El niño daba saltitos de emoción frente al árbol, a los adornos. Tal vez la expectativa por la fiesta que se venía y los regalos que sabía que llegarían era demasiada para su pequeña humanidad.
Era conmovedor verlo.
Por mi parte, pese a la emoción de verlo tan contento y entusiasmado, tuve un sentimiento de indignación profunda y enorme. Hasta ahora no sé qué me indignaba más: que la mujer no fuera capaz de dedicar dos segundos de atención a lo que el niño le señalaba o que ni se tomara el trabajo de decirle que no se dice "ponido".
Y después tienen el cuajo de quejarse de que sus hijos no se despegan del celular...
El gran problema, Gabriela, es que los adultos nos hemos "ponido" irresponsables y estúpidos por tributo a la pantallita.
ResponderEliminarFelizmente, no todos son así. Lo lamentable es que cada vez más son más los adultos que se han "ponido" en modo zombie.
EliminarSerá posible que la gente no tome conciencia de esta mala costumbre!! van por la calle ensimismados en la pantalla , no ven los peligros que puede haber en la calle, tropezarse es cosa de todos los días.
ResponderEliminar¿Qué hubiera hecho esa gente cuando no había móviles?! Bueno... yo soy de otra época, nos relacionábamos más y mirábamos el cielo, eso sí, por su culpa también nos pegábamos un porrazo(tropiezo) por estar papando moscas (distraído)...jejeejej!!.
Besos Gaby
No sabes cuántas veces dejo que otros transeúntes zombies se choquen conmigo para poder decir: "por favor, mire por dónde camina"
EliminarPobre crío. Triste realidad Graciela. Es increible ver el enganche que se ha creado en torno a las pantallas. Vas por la calle y ves a la gente pegaita a los móviles.
ResponderEliminarBuen miércoles.
Pobre niño, eso fue lo que pensé.
EliminarPerdón, me dí cuenta al soltar el comentario. Me parece que te llamé Graciela 😰 Siento la confusión. Es una buena amiga Uruguaya periodista y me comunico a menudo con ella.
ResponderEliminarBesos.
No pasa nada, Laurita.
Eliminar:D
Me lío con las dos cuando os escribo Gabriela, me ha pasado más de una vez también con ella 😀 y he tenido que rectificar.
EliminarBesos.
No hay problema.
EliminarSinal dos tempos, Gabriela! É uma espécie de epidemia universal.
ResponderEliminarBeijo
Epidemia, bien puesto el nombre.
EliminarLos celulares y las famosas redes sociales han llegado para quedarse. Nada se puede hacer. Ese niño, dentro de un par de años, también estará colgado de su aparatito y no mirará juguetes ni flores. Es triste pero es así.
ResponderEliminarEl mensaje que recibe el niño es: "lo que pasa en este aparato es mejor que lo que pasa en la vida real". Y el resultado es un niño más pegado a la pantalla.
EliminarPues nosotras vamos a lanzar un alegato a favor de la madre, Gabriela... Queremos pensar que estaba resolviendo algo realmente importante a través del teléfono; alguna cuestión de trabajo, una noticia inesperada que requiriese atención inmediata... ¡Hoy nos hemos levantado defensoras de las causas perdidas!
ResponderEliminarBesos mil de las dos
J&Y
J&Y
No creo que haya nada que justifique dejar al niño sin atención, y que a esta madre le haya sido imposible "distraerse" un segundo para hacerle caso al niño y de paso enseñarle que no se dice "ponido".
EliminarEs un problema generalizado, desafortunadamente...
ResponderEliminarDifícilmente la mamá puede corregir al niño, la manera de escribir en los whatsapp no es la más adecuada.
Puede ser, pero esta señora (y el mundo) vivió sin WhatasApp hasta hace pocos años y dudo mucho que crea que se dice "ponido".
EliminarNo me extraña que te diera pena, yo no estaba allí y solo de imaginarlo me entristece. Los niños necesitan amor y que se lo expresen. Y que sea un celular el que la distrae... no tiene nombre.
ResponderEliminarSAludos.
Pues no tiene nombre. Y algunos después se quejan de que sus hijos no sueltan el celular.
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