viernes, 7 de diciembre de 2018

El par dispar

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Se pasó todo el día sin querer mirar hacia abajo. Nunca pensó que estar tantas horas sin dirigir la vista a sus pies le iba a resultar tan difícil. Tal vez ser consciente de que no debía o no quería mirar para abajo lo complicaba más.

Esa mañana, cuando se dio cuenta, ya era demasiado tarde. Ya estaba lejos de casa, no lo podría solucionar. Solamente atinó a lanzar un pedido al cielo, con la esperanza de que fuera recogido y debidamente cumplido, y que ese día en particular, quienes estuvieran cerca tampoco miraran hacia abajo. Que nadie dirigiera la vista hacia sus pies.

Qué largo se le hizo el día. Larguísimo. Agotador. Todo el rato tuvo que estar pendiente de que nadie mirara a sus pies. Fueron muchas horas, nunca antes se había dado cuenta de cuántas horas pasaba fuera de casa cada día.

Por ahí hubo ciertamente un momento de peligro. Y más de uno. Segundos de tensión en los que, felizmente, pudo lograr que su interlocutor no llegara a desviar totalmente la vista hacia abajo. Con tal de distraer a terceros de miradas invasoras, ese día saludó a personas que nunca saludaba, señaló hacia cuadros en los que nunca antes había reparado y se pasó el día alejando la atención de otros de esa visión indeseada. Indeseable.

Cada vez que detectaba que alguien inclinaba la cabeza en la temida dirección, el corazón se le aceleraba, sentía cómo el sudor humedecía sus manos y la habitual seguridad de su voz se desvanecía.

Perdió la cuenta de la cantidad de veces que miró el reloj. Su reloj. El reloj de la esquina inferior derecha de su computadora. El reloj de pared. El reloj digital del pasadizo. Así fue que notó la gran cantidad de relojes de todo tamaño y tipo que rodeaban su vida.

Pero la hasta entonces inimaginable cantidad de relojes que descubrió que rodeaban su vida no hizo que el tiempo avanzara más rápido.

Los últimos minutos de la jornada fueron los peores. Si horas antes el tiempo avanzaba lento, después simplemente no avanzaba. Las manecillas no se movían, los dígitos no cambiaban.

Hasta los sentía burlones...

Como no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista llegó el tan esperado momento de ir a casa. Ya la claridad del día había acabado, eso le dio un poco de sosiego tras esa jornada tan tensa.

Entonces sí, al llegar a su dormitorio, se sacó los zapatos y a continuación pudo por fin sacarse las medias de diferente color que en todo el día había evitado mirar.

22 comentarios:

  1. Pequeño y gracioso descuido que a mí también me ha sucedido... tu bonito relato me trajo a la mente ese recuerdo.

    Un abrazo.

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    1. Gracias por lo de bonito, pero no debe ser muy agradable darse cuenta de algo así cuando ya no se puede solucionar.

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  2. ¡¿A quién no le ha sucedido?! Quienes salimos a trabajar muy temprano, nos vestimos a las apuradas y puede suceder.
    Tu historia me hizo recordar algunas situaciones vividas....jejeje!
    Besos

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    1. Te sonaré antipática, pero a mí nunca me ha pasado. En la noche dejo listo lo que voy a usar al día siguiente, no dejo nada para el último minuto.

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  3. Hace un tiempo compré 2 pares de zapatos porque estaban a buen precio. Eran idénticos, un par marron y el otro negro. Una mañana sali a trabajar y ya en la oficina me di cuenta que tenía puestos un zapato de cada color. Tuve que regresar a casa a cambiarme. Aprendí a fijarme bien.

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    1. Eso es peor que las medias. Los zapatos no se pueden esconder. Espero que no hayas pasado un mal momento antes de tener que regresar a casa a cambiarte.

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  4. Hace décadas también me pasó con zapatos, pero el hecho por supuesto no alcanzó la resonancia de hace unos años cuando una Ministra de Estado aquí en Chile tuvo el mismo descuido, fotografiado y filmado. profusamente.Como se dice comúnmente "pasa en las mejores familias".

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    1. Pobre, pero qué tal error. Lo de ella fue serio: ¿un zapato negro y otro rosado? Distracción total. Sí pues, ahora nada pasa desapercibido.

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  5. En los momentos de apuro el tiempo parece detenerse y se puede volver angustioso. Esta historia así la vivió el protagonista, se ve que llevaba pantalones no muy largos. Pero hoy no sería un problema, se ve de todo alrededor :D

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    1. Y qué angustia, aunque parece que nadie más se dio cuenta del "detalle".

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  6. A mí me pasó una vez, menos mal que con botas no se veía.
    Dicen que llevar un calcetín de color diferente da buena suerte.

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    1. Habrá que preguntarle a quien pasó el mal momento si de verdad tuvo buena suerte. Acá dicen que si pisas los regalitos que dejan los perros o los que dejan caer las palomas vas a tener plata. Hasta ahora no he podido comprobarlo.

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  7. ¡Ay, que día más angustioso pasó esa persona! Y, si lo piensas bien, por una tontería de la que podríaa haber sacado mucho partido en el sentido contrario; el de la risa y la complicidad gracias a su despiste...

    Besos mil de las dos

    J&Y

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    1. Depende del contexto en el que se mueva el personaje. A veces, es mejor no correr el riesgo.

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  8. Coitada, mas tem que se diverti da todas as situações. Eu acho engraçado, mas a pessoa deve se sentir vergonha com a situação.
    Bjos, quero desejar um feliz natal e um novo ano cheio de alegrias e felicidades. O presente que me destes está enfeitando neste natal.

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    1. Si a mí me pasara, me sentiría avergonzada. Creo que mi reacción hubiera sido la misma que en el relato.
      Feliz Navidad también para ustedes, Anajá. Que lo pasen lindo en familia.

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  9. felizmente se trataba de las medias que mas o menos pueden pasar pero me pasó con mi mamá en Pucallpa, cuando la luz llegaba por sectores.
    Yo fui a recoger a mi mama para ir al cine y con la luz de una lamparita, se arregló rápido y fuimos al cine pues al centro si había luz pero como llegamos apuradas entramos rápido. Lo bravo fue al salir y con las luces prendidas del cine, ella tenía un lado sandalia de charol y el otro lado tambien sandalia pero marrón y lo peor en ese tiempo no había taxi.
    Son cosas que pasan.
    Un abrazo.

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    1. Eso sí que debe ser terrible. Con los zapatos no hay manera de esconder un error así.

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  10. Ese angustioso día de tierra trágame hoy sería más nornal e incluso ni llamaría la atención. porque hay que ver la pasarela que tenemos por las calles.
    Buen domingo Gabriela.
    Besos.

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    1. No sé qué decirte, Laura. A mí me haría sentir muy incómoda descubrir algo así. Pero de todo hay, ¿no?

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  11. A veces pasa...solo tendremos que no incomodarnos mucho.
    Besitos

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