La historia que cuento a continuación ocurrió tal cual narro acá y doy fe de cada una de las situaciones absurdas que contiene.
Me vi en el penoso deber de cancelar un celular por fallecimiento de su titular. Era un deber penoso, no solamente porque el motivo de dar de baja ese teléfono era una muerte, sino porque solamente de pensar en enfrentar a la empresa que dice que compartida la vida es más ya es un dolor de cabeza.
Lo primero era averiguar los pasos para el trámite. Así que opté por lo lógico y llamé a su central de información. De desinformación sería mejor decir. Después de una espera sorprendentemente breve, una operadora me contestó:
- Buenas tardes, ¿con quién tengo el gusto?
No sé qué costumbre es esa de pedir el nombre de quien llama en vez de preguntar cuál es el motivo de la llamada. Así que obviando la pregunta, pregunté a mi vez:
- Por favor, ¿me puede decir cuáles son los pasos para cancelar la línea celular de una persona por fallecimiento?
- Claro, debe acercarse a una de nuestras oficinas con la partida de defunción original y su DNI.
- ¿Cualquier persona puede hacer el trámite? ¿No tiene que ser un familiar directo?
- No, no, solamente partida de defunción original y su DNI.
Demasiado fácil, es lo que debí sospechar. Como abogada, debí saber que no era nada lógico. Pero creyendo que compartida la vida es más (¿más qué? Vaya uno a saber) pensé que esta empresa había facilitado la vida a la gente.
Ingenuidades que a veces uno tiene...
Con la partida original y mi DNI, fui a la oficina más cercana, que felizmente es de verdad muy cercana. Pasé por la infame inspección de la recepcionista, que me dio un papelito con una letra y un número y a esperar se ha dicho. Felizmente en menos de 10 minutos, vi mi letra y número en una pantalla. Me sentí como la ganadora de la lotería.
Dije a qué iba y a la pregunta "¿trajo la partida de defunción?", mostré los documentos que tenía en la mano. Después de una breve revisión, me respondieron "¿no es familiar directo? Falta entonces una carta donde uno de los familiares directos le autoriza a hacer el trámite". De nada sirvió decir que la central de (des)información me había dado mal los requisitos a pesar de mi pedido de aclaración. La mujer no salió de decir que no era lógico. Pues no, fue lo mismo que yo pensé:
- ¿Está segura de que solamente necesito esa carta de autorización simple? ¿No me van a salir después con que tengo que traerla con sello de siete notarios de diferentes provincias del Perú e impresa en tinta magenta?
- ...
Al día siguiente regresé con los mismos papeles más la carta de autorización. De nuevo repetí los pasos del día anterior y todo salió bien. O eso parecía. Me aseguraron que el teléfono ya no tenía línea, que estaba cancelado, que ya no podía hacer ni recibir llamadas. Yo les creí. Ingenuidades que uno insiste en tener...
Oh, sorpresa, el teléfono seguía con línea. Y al día siguiente también. Al subsiguiente, igual. Entonces llamé a la central de desinformación a ver si me podían ayudar. Después de una breve espera y de dar mi discurso lo más breve posible, la mujer me dijo que me iba a regresar al menú y que yo debía marcar la opción 6.
Grande fue mi sorpresa, mi disgusto y mi molestia cuando comprobé que el menú solamente tiene tres opciones. Sí, TRES y que además NINGUNA era para celulares, pues en este orden son para telefonía fija, internet y televisión por cable. Como no marqué nada, me contestó otra recepcionista a la que le conté el rollo y ella me insistió: "tiene que marcar la opción 6":
- ¿Pero no oye que le estoy diciendo que solamente hay tres opciones y que ninguna es para telefonía celular?
- Tiene que colgar y...
- ¿Sabe qué? Con muchísimo gusto le cuelgo en este instante.
Así que emprendí nuevo viaje a la oficina de la empresa de telefonía que dice que compartida la vida es más y de nuevo a lo mismo: papelito numerado, esperar a ganar la lotería y pasar a la ventanilla que corresponde:
- Hace tres días cancelé este teléfono. Me dijeron que la cancelación era instantánea, pero el teléfono sigue con línea. Lo último que queremos todos es que se venza el mes y se genere un recibo que haya que pagar.
- Es que no es instantáneo, demora cinco días hábiles.
A los cinco días hábiles, el teléfono seguía con línea. Nueva visita a la oficina de la empresa, nueva consulta, nueva respuesta:
- El teléfono ya está cortado en el sistema. Si le llegara un nuevo recibo, la empresa lo asumiría pues en el sistema el servicio ya está dado de baja. Así que no se preocupe.
¿Debería creerlo? A esas alturas, ya había dejado atrás la ingenuidad.