A propósito de la la entrada anterior y de los comentarios que los lectores dejaron ahí, recordé otro incidente con ciertos toques similares.
Caminaba yo por la miraflorina avenida Larco, por las cuadras finales, las que están más cerca del mar. Era de mañana no muy temprano, aunque no recuerdo en qué época del año estábamos. Cuando me aproximaba a una esquina de esta muy transitada vía, me percaté de la presencia de un hombre al que le calculé poco más de 50 años. Su cara era el vivo reflejo de la preocupación. De la desesperación sería más exacto decir. Entonces noté que llevaba abrazadas contra su pecho dos botellas plásticas de suero, de esas que se usan en los hospitales. Las botellas estaban llenas, y el hombre no las soltaba por nada del mundo.
El hombre caminaba en dirección contraria a mí, por lo que cruzarme con él fue inevitable. Cuando vio que lo estaba mirando, con una voz apenas audible y casi al borde de las lágrimas, me dijo:
- Por favor, tengo a mi hijo muy enfermo internado en una clínica cerca de acá y los médicos me han pedido que lleve cuatro botellas de suero. Hasta ahora solamente he podido comprar estas dos, no tengo la plata para las que me faltan. ¿No tendrá algo que me pueda dar?
Metí la mano al bolsillo, pero no tenía nada, y así se lo dije. Sin decir nada, con una cara de infinita preocupación y desesperanza, siguió su camino. Yo seguí el mío, aunque preocupada por él, me di la vuelta para ver lo que hacía después. Vi que había detenido a otro transeúnte y que esta persona sí pudo darle alguna moneda, que el hombre agradeció prácticamente llorando. Me quedé con el ánimo un poco más tranquilo.
La verdad es que olvidé el asunto, hasta que tiempo después, prácticamente en la misma esquina, me encontré con el mismo hombre. De nuevo, dos botellas de suero llenas casi hasta el tope, aparentemente nuevas. De nuevo el mismo discurso, de nuevo el mismo gesto de desesperación, desesperanza, angustia, preocupación. Todo eso junto.
Recién ahí me di cuenta de lo ilógico que era que en la clínica le pidieran el suero y no que se lo administraran en la propia clínica y se lo cobraran después. De lo ilógico que era que un hombre que evidentemente no tenía grandes recursos económicos pudiera tener a su hijo en una clínica privada. Me felicité por no haber tenido nada que darle la vez anterior que lo vi.
Todos esos pensamientos se agolparon en mi cabeza. Pensé que francamente era el colmo, así que cuando lo tuve cerca de mí, le dije lo suficientemente fuerte como para que me oyeran las personas que estaban más cerca:
- Oiga, no sea fresco y no abuse de esa historia. Por lo menos cambie de esquina donde hacer sus pedidos.
Me miró con expresión de "compréndame que no me acuerdo a quiénes les hago el cuento" y siguió su camino sin decir media palabra. Me lo quedé mirando de lejos, se volteó y como me vio que no le quitaba el ojo, continuó alejándose de mí. Después me fui.
Meses después lo volví a ver, las mismas botellas de suero llenas de quién sabe qué, imagino que el mismo pedido desesperado. Esta vez no le dije nada, estaba un poco más lejos y no hubo ocasión de intercambiar palabras con él.
La próxima vez le diré que no pierda más plata, que se convierta en actor. Tiene la vocación a flor de piel.
Caminaba yo por la miraflorina avenida Larco, por las cuadras finales, las que están más cerca del mar. Era de mañana no muy temprano, aunque no recuerdo en qué época del año estábamos. Cuando me aproximaba a una esquina de esta muy transitada vía, me percaté de la presencia de un hombre al que le calculé poco más de 50 años. Su cara era el vivo reflejo de la preocupación. De la desesperación sería más exacto decir. Entonces noté que llevaba abrazadas contra su pecho dos botellas plásticas de suero, de esas que se usan en los hospitales. Las botellas estaban llenas, y el hombre no las soltaba por nada del mundo.
El hombre caminaba en dirección contraria a mí, por lo que cruzarme con él fue inevitable. Cuando vio que lo estaba mirando, con una voz apenas audible y casi al borde de las lágrimas, me dijo:
- Por favor, tengo a mi hijo muy enfermo internado en una clínica cerca de acá y los médicos me han pedido que lleve cuatro botellas de suero. Hasta ahora solamente he podido comprar estas dos, no tengo la plata para las que me faltan. ¿No tendrá algo que me pueda dar?
Metí la mano al bolsillo, pero no tenía nada, y así se lo dije. Sin decir nada, con una cara de infinita preocupación y desesperanza, siguió su camino. Yo seguí el mío, aunque preocupada por él, me di la vuelta para ver lo que hacía después. Vi que había detenido a otro transeúnte y que esta persona sí pudo darle alguna moneda, que el hombre agradeció prácticamente llorando. Me quedé con el ánimo un poco más tranquilo.
La verdad es que olvidé el asunto, hasta que tiempo después, prácticamente en la misma esquina, me encontré con el mismo hombre. De nuevo, dos botellas de suero llenas casi hasta el tope, aparentemente nuevas. De nuevo el mismo discurso, de nuevo el mismo gesto de desesperación, desesperanza, angustia, preocupación. Todo eso junto.
Recién ahí me di cuenta de lo ilógico que era que en la clínica le pidieran el suero y no que se lo administraran en la propia clínica y se lo cobraran después. De lo ilógico que era que un hombre que evidentemente no tenía grandes recursos económicos pudiera tener a su hijo en una clínica privada. Me felicité por no haber tenido nada que darle la vez anterior que lo vi.
Todos esos pensamientos se agolparon en mi cabeza. Pensé que francamente era el colmo, así que cuando lo tuve cerca de mí, le dije lo suficientemente fuerte como para que me oyeran las personas que estaban más cerca:
- Oiga, no sea fresco y no abuse de esa historia. Por lo menos cambie de esquina donde hacer sus pedidos.
Me miró con expresión de "compréndame que no me acuerdo a quiénes les hago el cuento" y siguió su camino sin decir media palabra. Me lo quedé mirando de lejos, se volteó y como me vio que no le quitaba el ojo, continuó alejándose de mí. Después me fui.
Meses después lo volví a ver, las mismas botellas de suero llenas de quién sabe qué, imagino que el mismo pedido desesperado. Esta vez no le dije nada, estaba un poco más lejos y no hubo ocasión de intercambiar palabras con él.
La próxima vez le diré que no pierda más plata, que se convierta en actor. Tiene la vocación a flor de piel.
Como actor no tiene precio desde luego. Mi hermano me contò como vio él mismo desde el coche la manera que tienen ciertos grupos de mendigos de disfrazarse de tullidos, minusvàlidos, etc en Madrid. Yo creo que la picaresca existiò siempre pero en momentos de crisis se hace mucho màs evidente.
ResponderEliminarMe imagino lo bellas que deben ser esas calles miraflorinas que llevan al mar...
Muchos saludos desde Venecia Gabriela y sigue deleitàndonos con tus historias amenas
Chusa
Ciertamente, Chusa, este señor está perdiendo muchos ingresos por no trabajar como actor. Ganaría lo suficiente y más para comprar suero hasta por gusto.
EliminarAsí es Gabriela, uno se cree un héroe ayudando y juegan con eso...
ResponderEliminarYa podían usar esa energía para hacer algo útil, pero es lo que tienen las dependencias (la gente así suele estar enganchada al alcohol u otras substancias). Creo que hay que tomar nota para no caer nunca en algo así.
Seguramente creen que lo que hacen es útil, Milena. Útil para ellos, claro.
EliminarMalditos. (Perdóname la expresión)
ResponderEliminarPor eso es que yo dudo mucho de esas personas "desesperadas" que piden ayuda. La mayoría son viciosos o jugadores.
Bien por tí que lo desenmascaraste.
Saludos cordiales.
Ya aprendí a dudar yo también, Renzo. Lo que queda es tener el corazón de piedra.
EliminarYo he visto a ese mismo señor de los sueros, varias veces por el Malecón de Miraflores. No sé por qué, nunca me dio buena impresión, a pesar de sus muestras de dolor y preocupación. Una vez le dije: ay señor, todavía tiene a su hijo enfermo? Me miró así, muy serio, y no me dijo nada. Pero hace bastante tiempo que no lo veo, seguramente su probre hijo ya se sanó, o tal vez no necesita más el suero.
ResponderEliminarTal vez me hizo caso y solamente cambió de zona, Acirema.
EliminarEse hombre también andaba por Surco, un día se nos acercó yo estaba en el auto con mi hija y me pareció extraño que tenga dos botellas en los brazos (que según él eran tan valiosas) y que se podían caer; eso me dio mala espina y por lo tanto no se le dio lo que pedía, claramente se veía que era un estafador.
ResponderEliminarEncima es interdistrital el sinvergüenza.
EliminarHas sido muy valiente, yo no me hubiera animado a decirla nada. No se sabe qué se puede esperar de alguien así.
ResponderEliminarTe dejo para que veas el video del león
https://www.youtube.com/watch?v=-b-VQI5smMI
No creo que me hubiera hecho nada, Norma. DE todas maneras, estando en plena calle, me ponía a gritar y a acusarlo delante de todos. El asustado ahí hubiera sido este hombre.
EliminarHola Gabriela.
ResponderEliminarEn alguna ocasión he "picado" ante estos personajes, como se dice aquí en España, con el "timo de la estampita". He visto a personas (actores) con una enorme cara de deseperación y no he podido caer en la tentación de darles algo. Al rato, un par de litros de cerveza en la mano. En fin, qué se le va a hacer...
Un abrazo.
Lo que se puede hacer es no darles ni media moneda, Antonio.
EliminarSon magnificos actors Gabita. A mi me ha pasado
ResponderEliminartener que ayudar a algunos de ellos, unos usando
bebes, oros mostrando terribles heridas en el cuer-
po, otros usando a sus padres o parientes cercanos,
diciendo que estaban muy enfermos o que acababan
de morir y no tener para los funerals y asi etc...
etc...etc. Son muy pillos, nosotros somos los I-
diotas. Muy real tu entrada.
Te quiero.
Cotiti.
By the way. Que lindos estan los dias! Verdad?
Hay gente que mata a su familia una vez a la semana, Consuelo.
EliminarCierto, estos días deberían ser más frecuentes.
Lamentablemente el famoso "ingenio criollo" lo utilizan para estos shows Gabriela.
ResponderEliminarSaludos,
Bien podrían usarlo de manera más constructiva, Soñadora.
EliminarGabriela, esses episódios fazem-me descrer na honestidade e bondade humana.
ResponderEliminarAssim se destroi a solidariedade.
Beijo
Felizmente, estos casos no harán que la solidaridad desaparezca.
EliminarDesde luego hay gente que se merece el Óscar, Gabriela....
ResponderEliminarHay que avisarles que están perdiendo plata, Marta.
EliminarHabía escuchado muchos timos, pero este es "genial", digno de un gran actor desde luego...
ResponderEliminarGracias, querida Gabriela por tu cariñoso mensaje. La blogosfera es un mundo aparte, lo estoy comprobando día a día. Te deseo lo mejor. Besitos alados, amiga.
Lo mejor para ti también, Campanilla.
EliminarQuizá gane más que un actor estimada Gabriela.
ResponderEliminarDefinitivamente, Jorge.
EliminarMadre mía!!!
ResponderEliminar¡¡Qué historia más rocambolesca!!! Y además sin ningún disimulo...
Lo peor de todo es que por mucha precaución que pongamos de alguna forma o de otra en algún momento puedes caer, porque la imaginación de esta gente para inventar formas de no trabajar no tiene límites.
Un beso muy fuerte desde una calurosa (por fin) Málaga
Además que saben bien trabajar las emociones de las buenas personas que creen sus mentiras, Laly.
EliminarMi marido lleva ¡6 años! consolando a turistas en Puerto Rico acerca de un padre y un hijo que se dedican a timar a turistas americanos con un cuento parecido, pero estos dan un correo electrónico para devolver el dinero, con tan mala suerte que es el de mi marido de hotmail.
ResponderEliminar¿Puedes ceer que casi todas las semanas caen dos o tres? le escriben al correo para ver si el enfermo está mejor y mi marido con sus santa paciencia les constesta y les dice que les han timado. :P
Besazo
Qué admirable la paciencia la de tu esposo. Dolega. Yo creo que hubiera cerrado esa cuenta hace tiempo.
EliminarTu vê, tem gente pra tudo que falcatrua, eu jamais me prestaria brincar com a saúde de um filho. Trabalhar eles não querem, eles perdem um tempo preciosos inventando maneiras de enrolar alguém. Mas te cuida não conversa com essa gente na rua, eles podem ser perigosos.
ResponderEliminarBjos e tenha uma ótima semana.
Trabajar es lo que menos quieren, Anajá. Viven de engañar a personas de buen corazón.
EliminarOlá Gabriela, bom dia! Estamos mesmo vivendo em um mundo de trapaceiros de enganadores e especuladores da boa fé do povo...Precisamos estar alertas e não nos deixar cair nas mãos desse tipo de pessoa..Obrigado minha amiga pela visita carinhosa la no blog...
ResponderEliminarBeijos com meu carinho ღ˘◡˘ღ e tenha um lindo dia!
Marilene
Nuestra buena fe es mal usada por estos individuos sin ninguna vergüenza, Marilene. Siempre encuentran personas que caen en sus engaños.
EliminarLindo día para ti también.
A coisa mais linda que Deus fez em mim,
ResponderEliminarfoi minha capacidade de amar essa força só me trás esperança
é minha razão de lutar e vencer cada obstácolo , que surgir em meu caminho.
Com certeza não saberei explicar o jeito
maravilhoso do tratar de Deus comigo.
Que , esse final de semana seja abençoado ,
que grandes feitos você consiga realizar .
Que , seu caminho seja repleto de luz e
e esperança .
Que , nada venha atrapalhar seus sonhos
e se torne a em doce realidade .
Quero , agradecer o carinho , que recebo de você
de todo coração.
muita paz para seu coração.
Beijos e afagos na sua Alma.
Carinhosamente sua amiga pra sempre ,Evanir.
Lindos pensamientos, Evanir. Gracias por compartirlos por acá.
EliminarSe ganaría el oscar a la interpretación.Hay que tener mucha cara para hacer esto y muy poca vergüenza.
ResponderEliminarDe vuelta a la normalidad.Buen fin de semana.
Un beso.
Diría que también mucha necesidad, pero no creo que haya sido el caso de este hombre.
EliminarGabriela, também gosto muito de melancia (sandia).
ResponderEliminarBeijo
Melancia, hasta el nombre tiene rico sabor.
EliminarHolla,
ResponderEliminarpassando para agradecer a visita carinhosa e te desejar um ótima semana cheia de boas surpresas.
Bjos
Anajá
Gracias Anajá, sorpresas para ti también.
EliminarHe visto hacerse los ciegos o invàlidos , pero esto es de no creer ; como tu decìs en el mismo sitio .
ResponderEliminarEl de la comia tb, es increìble .
Un beso , cuìdate y buen inico de semana .
Nancy
Es demasiado caradura, Nancy.
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