¿Me acompañas mañana a recoger mi brevete(*)?
Un breve mensaje de apenas una línea desbarata todos los planes que tenías para la mañana de un jueves cualquiera. Aceptas, claro. Sin dudarlo. Por supuesto que puedes, y si no pudieras, te las arreglarías para poder. Ese no es un nombre que veas con mucha frecuencia en tu bandeja de entrada, aunque no significa que no haya enorme cercanía con el remitente.
Al día siguiente, según lo acordado, exactamente a las 8:30 am estás en el punto de reunión. Lo ves a lo lejos, se saludan con la mano. Se juntan y parten al lugar de los brevetes.
Hay unas 15 personas esperando en fila no muy ordenada y ahí se ponen, al final de todos. Pero un ratito después ves que otros se han puesto detrás y que ya no son los últimos de la cola. Conversan de trivialidades, de cosas diversas, te cuenta cómo fue su examen de manejo apenas dos días antes, quién lo acompañó, quién lo llevó.
Por fin llegan a la puerta y le dices que lo esperas afuera. Solamente los propios interesados pueden entrar. Te pones en un lugar cercano, intentas buscar un lugar con sombra, pero no lo encuentras. Piensas con cierta impaciencia que ojalá se acabe de una vez el calor porque siempre extrañas y añoras el invierno. Algunos minutos después, sale y te dice que le falta una fotocopia de los documentos que tiene. Lo ves partir a la carrera y se te hace rarísimo comprobar que no existe una fotocopiadora más cercana, teniendo en cuenta que es un lugar de trámites. Definitivamente, esto es una excepción, te dices con extrañeza.
Al poco rato, regresa con su copia, vuelve a entrar ya sin hacer la cola de hace un rato. Divisas un lugar con sombra desde donde vas a poder verlo cuando salga. La realidad es que termina apareciendo por otro lado. Tengo que regresar en una hora, te anuncia.
¿Vamos a comer algo mientras esperamos?, sugieres. Caminan juntos, te va contando de sus planes para ese día, para el fin de semana. Van recordando episodios de tiempos no tan lejanos en verdad, pero que a veces sientes como si hubieran transcurrido en otra vida. Llegan, escogen lo que van a pedir, se sientan y comen con toda la calma del mundo.
Después de lo que parece ser un segundo, miras el reloj y ves que casi ha pasado el tiempo de la espera. Desandan lo andado y al llegar de nuevo al mismo lugar de los brevetes te dice que la entrega es por otra puerta. Entra solo, esperas de nuevo, pero esta vez la sombra está de tu lado, felizmente. Al cabo de un momento sale orgulloso, brevete en mano, con la cara iluminada por la sonrisa más linda que verás ese día:
- Gracias por acompañarme. Te debo una para cuando tengas que ir a votar por el decano de los abogados -dice a modo de despedida, mientras te abraza y se deja dar un beso.
- Al contrario, te he devuelto todas las veces que me acompañaste en tiempos pretéritos. Pero si este año quieres venir conmigo a la votación, acepto feliz -le respondes.
(*) Es como llamamos en el Perú a la licencia o permiso para manejar.
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Un breve mensaje de apenas una línea desbarata todos los planes que tenías para la mañana de un jueves cualquiera. Aceptas, claro. Sin dudarlo. Por supuesto que puedes, y si no pudieras, te las arreglarías para poder. Ese no es un nombre que veas con mucha frecuencia en tu bandeja de entrada, aunque no significa que no haya enorme cercanía con el remitente.
Al día siguiente, según lo acordado, exactamente a las 8:30 am estás en el punto de reunión. Lo ves a lo lejos, se saludan con la mano. Se juntan y parten al lugar de los brevetes.
Hay unas 15 personas esperando en fila no muy ordenada y ahí se ponen, al final de todos. Pero un ratito después ves que otros se han puesto detrás y que ya no son los últimos de la cola. Conversan de trivialidades, de cosas diversas, te cuenta cómo fue su examen de manejo apenas dos días antes, quién lo acompañó, quién lo llevó.
Por fin llegan a la puerta y le dices que lo esperas afuera. Solamente los propios interesados pueden entrar. Te pones en un lugar cercano, intentas buscar un lugar con sombra, pero no lo encuentras. Piensas con cierta impaciencia que ojalá se acabe de una vez el calor porque siempre extrañas y añoras el invierno. Algunos minutos después, sale y te dice que le falta una fotocopia de los documentos que tiene. Lo ves partir a la carrera y se te hace rarísimo comprobar que no existe una fotocopiadora más cercana, teniendo en cuenta que es un lugar de trámites. Definitivamente, esto es una excepción, te dices con extrañeza.
Al poco rato, regresa con su copia, vuelve a entrar ya sin hacer la cola de hace un rato. Divisas un lugar con sombra desde donde vas a poder verlo cuando salga. La realidad es que termina apareciendo por otro lado. Tengo que regresar en una hora, te anuncia.
¿Vamos a comer algo mientras esperamos?, sugieres. Caminan juntos, te va contando de sus planes para ese día, para el fin de semana. Van recordando episodios de tiempos no tan lejanos en verdad, pero que a veces sientes como si hubieran transcurrido en otra vida. Llegan, escogen lo que van a pedir, se sientan y comen con toda la calma del mundo.
Después de lo que parece ser un segundo, miras el reloj y ves que casi ha pasado el tiempo de la espera. Desandan lo andado y al llegar de nuevo al mismo lugar de los brevetes te dice que la entrega es por otra puerta. Entra solo, esperas de nuevo, pero esta vez la sombra está de tu lado, felizmente. Al cabo de un momento sale orgulloso, brevete en mano, con la cara iluminada por la sonrisa más linda que verás ese día:
- Gracias por acompañarme. Te debo una para cuando tengas que ir a votar por el decano de los abogados -dice a modo de despedida, mientras te abraza y se deja dar un beso.
- Al contrario, te he devuelto todas las veces que me acompañaste en tiempos pretéritos. Pero si este año quieres venir conmigo a la votación, acepto feliz -le respondes.
(*) Es como llamamos en el Perú a la licencia o permiso para manejar.
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Uy, cuanta paciencia, ya tengo a quien preguntarle para que me acompañe a los trámites de la Sunarp de mañana entonces :)
ResponderEliminarNo creo, Coqui. La Sunarp y yo nos llevamos bien porque nos tratamos de lejitos nomás, ja, ja.
EliminarLa blogosfera, incansable trotamundos, me ha conducido hasta este pedazo excelente de mundo.
ResponderEliminarYa coonozco un poquito más de Perú.
Pláceme el relato, Gabriela.
Saludos/abrazos desde otro rinconcico de Aragón.
Soy Mª Pilar, PiliMPilar en nombre bloggero
Bienvenida, PiliMPilar.
EliminarMe gusta que te haya gustado el relato.
Te mando muchos saludos desde Lima.
Hola Gabriela,
ResponderEliminarComo siempre, un gustazo leerte.
He imaginado a las personas que han compartido esta "Mañana de trámites".
También me has hecho recordar mis tiempos de "acompañante"... así de sencillas, así de emocionantes... y, ahora, así de nostálgicas.
Muchos saludos.
Como siempre, Cris, también es un gustazo tener por acá.
EliminarLa sencillez de esa mañana es lo que la hace tan especial.
Recuerdos de mi país...Un trámite que toma minutos puede llegar a tomar hora o días...pero lo positivo de la situación es la conexión humana, social, amigable…un reencuentro, una plática que te llena y te deja compartir momentos con un amigo un familiar. Yo vivo en Canadá la mayorías de las cosas aquí funcionan como reloj suizo y es genial... pero esa “conexión humana” no es fácil de encontrar. Todos estamos ocupados con nuestro día a día y por alguna razón nos transformamos en robot que no nos da tiempo de disfrutar un momento por mas cruzado que sea. Son muchas las ocasiones en las cuales uno recurre a un amigo, no sirve otro personaje más que un amigo para pasar largas horas conversando y compartiendo momentos y códigos que sólo él o ella podrán comprender…. Qué bueno que va a air contigo a la votación!
ResponderEliminariela
En verdad el trámite no fue muy largo, Iela. Descontando esa hora de espera, nos tomó cerca de 45 minutos.
EliminarOjalá se acuerde de ir conmigo a la votación, que es en noviembre.
Saludos de USA.
ResponderEliminarQuerida Gabrielita.Demas esta decirte, que
quien recibio el brevete fue Gonzalito.Que
lindo! Ya es todo un hombrecito, con breve-
te y todo.Me parece verlo en ano 97 con o-
sito de peluche que le traje; hablando como
un chico grande. Ernestito me dijo. "El es
bebito en cuanto ositos y peluchitos,no hablan-
do y actuando"De verdad era muy rico y ahora
ya tiene brevete.A pesar de todo el tramite
burocratico, la entrega del brevete, llego
a un fial feliz.Linda entrada! Te quiero.
Cotiti.
Afortunadamente, el trámite burocrático fue rápido. Lo que toma tiempo es que hay un montón de personas esperando por lo mismo.
EliminarQué palabra tan bonita, "brevete". Aquí se usa una horrorosa: "inpreabogado" (así, con esa N mal puesta, además, porque son las siglas de un Instituto).
ResponderEliminarRealmente suena mal esa N puesta en lugar ortográficamente incorrecto, Marianne.
EliminarAcá es brevete, de toda la vida.
¡Hay que ver cuantos trámites para sacar la licencia! ¿Era la primera? Acá en Chile, después de la primera en que hay que dar todos los examenes para renovar sólo hay que pasar el psicotécnico y de la visión. Te sacan las fotos y te dan el carné de chofer de inmediato. Se ha mejorado infinitamente desde que obtuve mi primer permiso.
ResponderEliminarOye, Gaby, en esto tienes razón:
"Van recordando episodios de tiempos no tan lejanos en verdad, pero que a veces sientes como si hubieran transcurrido en otra vida." Me pasa también.
Besos
Si, AleMamá, era la primera. El trámite se me hizo fácil y bien ágil, infinitamente mejor a como era antes.
EliminarA veces pasa eso de sentir que las cosas pasaron en otra vida.
Brevete, que palabra tan linda... Cuánto aprendo de vosotros, mis amigos blogueros, a través de éstas líneas que compartis. Besos de buena noche, Gabri.
ResponderEliminarNunca me había detenido a ver la palabra brevete, Campanilla. Ya van dos personas que dicen que es bonita.
EliminarQué gusto saber que te gustó mi relato.
Hi Gabriela. The translation did not do this post justice. I'm sorry, I couldn't get the gist of it enough to comment. :(
ResponderEliminarI'm so sorry, Isobel. Thanks for commenting anyway.
EliminarBuenos días Gabriela. Lo 1º que hice al entrar aquí fue picar en la palabra brevete y aunque tu imagen la relaciona ni se me pasó por la cabeza que pudiera ser el permiso de conducir, aquí se llama así.
ResponderEliminarMe gusta esa palabra, es bonita.
Las colas se hacen siempre interminables. Espero que Gonzalito que ya tiene su brevete, te acompañe ahora a tí a la votación de noviembre.
Un beso.
Ojalá no solamente me acompañe, Laura, sino que también me lleve.
EliminarYo tampoco hubiera hecho ese favor.
ResponderEliminarPero es cierto, hay personas a las que le debemos demasiado. En ese caso me preparo mentalmente para sufrir la espera. =)
Saludos
No creo que tanto como sufrir, Renzo. Lo peor fue el sol, confiemos en que se vaya pronto.
EliminarSe nota que has disfrutado acompañando a esa persona tan especial para ti a que le entregaran su brevete. La espera tediosa mientras fuera buscabas la sombra, da paso al agradable momento compartido de un desayuno que te pareciò un segundo y eso que habéis comido con toda la calma del mundo. Su sonrisa al salir con el documento en la mano te hizo la mujer màs feliz. Me gusta como cuentas porque dejas siempre la nota intrigante que en cierto modo te define, en mi opiniòn.
ResponderEliminarSaludos Gabriela, un abrazo virtual desde Venecia, a punto de caer una dulce tormenta de primavera (perdona que no sea màs sintética)
Chusa
Una sonrisa que iluminó la mañana y el día entero, Chusa.
EliminarHola wapa!
ResponderEliminarNo hay como tener amigos en este mundo y si son amigos de los que acompañan hasta en el infierno pues mejor que mejor!!!
Como te entiendo con las colas y las esperas... mañana me toca a mi ir a hacer trámites y estoy que tiemblo!!!
Suerte mañana con tus trámites, Carolina. Espero que no encuentres tanta gente y que termines más rápido de lo esperado.
EliminarComo siempre, es un placer leerte Gabriela. Aún más cuando hablas de la gente a la que quieres. De que forma más sencilla y entrañable describes y transmites tus emociones.
ResponderEliminarRepito: un auténtico placer...
Un besito guapa.
Laly
Gracias por tan inmerecidas palabras, Laly.
EliminarEl placer de la compañía y la confianza de saber que puedes contar con una persona que sabes que siempre está y estará ahí. Eso es lo que veo en tu entrada. Tienes suerte.
ResponderEliminarEs una suerte compartida, Anónimo.
Eliminar...acompañado, a cuaquier lugar...
ResponderEliminarY acompañando a alguien tan querido, también.
EliminarGabriela, gracias por contar tus emociones que son parecidas a las de los demás mortales, bueno... los que tienen emociones.
ResponderEliminarUn beso.
Y a ti gracias por leerlas, Lemon and Clove.
EliminarEsperar se hace placentero si la companyia es especial, y parece que fue asi...que bien amiga, me gusto mucho la experiencia,
ResponderEliminarbesos,
Fue una espera corta, Patricia. Y definitivamente fue una compañía muy especial.
Eliminar¡Gracias Trini Altea!
ResponderEliminarEsos trámites, Gabriela, no son breves, creo que en muchos países...aunque sea para obtener un "brevete".
ResponderEliminarMás bien debiera ser un "larguete".
Un beso.
Cierto, Esteban, nada brevete el trámite. Pero no me hubiera molestado que durara más.
Eliminarbuona domenica...ciao
ResponderEliminarGrazie.
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