domingo, 16 de junio de 2024

Todos los días, a la misma hora

Imagen
Cuando pasas por el mismo sitio todos los días a la misma hora, te encuentras con la misma gente.
Por ejemplo, está el señor alto, muy alto que siempre va de manga larga y pantalón corto, haga frío o haga calor. Lleva siempre una mochila de la que sobresale una raqueta de tenis. Se saludan cuando se cruzan y cada quien sigue su camino.
Está también la muchacha que pasea perros. Es admirable cómo logra dominar hasta seis perros a la vez. Y más admirable el cariño con que les habla y la sonrisa que la ilumina a cada paso. Se nota cuando alguien adora lo que hace.
Vienen también los dos señores canosos, que deben tener más de 70 calendarios encima, que te preguntan por la instructora de zumba, a quien llaman con el nombre de una famosa cantante colombiana.
Más allá ves a la escolar que, mochila al hombro, espera el bus que la llevará al colegio. Por el color del uniforme, sabes que es un colegio que no está muy lejos de ahí.
A algunos los reconoces por sus perros, como el dueño del beagle que te saluda aunque esté en la vereda del frente. Tal vez no sabrías quién es si la mascota no estuviera a su lado.
Te llama la atención el muchacho de elegante terno que espera todos los días al lado del semáforo a alguien que pasa a recogerlo, presumiblemente para ir a trabajar. Es muy puntual, quien lo recoge no lo es tanto.
Ocasionalmente, ves al señor que camina con leve cojera, pero decidido. Y a la señora que camina con un rosario en la mano y sonriéndole a todos.
Así es cuando pasas por el mismo sitio todos los días a la misma hora.