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Además, casi acababa de pasar la Navidad, y más de una vez había escuchado decir a sus padres que en esos días se gastaba mucho.
Pero quería tanto su fiesta...
Un día, fue con su mamá y su hermana a la bien surtida tienda que estaba cerca de su casa. Vio bolsas de dulces, botellas de gaseosas de muchos tamaños y precios. Se memorizó los precios que pudo, no quería preguntarlos en voz alta. Se tuvo que conformar con recordar las cantidades de los cartelitos, en las cosas que tenían cartelito.
Es que se le había ocurrido un plan.
Al llegar a su casa, hizo cuentas, sumó y restó por igual, hizo anotaciones en papelitos que escondió celosamente para que nadie supiera en qué andaba. Y seguía sumando y restando, las cuentas tenían que cuadrar.
Así pasaron dos días hasta que se llenó de valor y se paró delante de su mamá con un papel en la mano. Era ahora o nunca, faltaba una semana para la fecha indicada:
- Mamá, he hecho cuentas y creo que se puede celebrar mi cumpleaños con diez soles -dijo de golpe, para no perder impulso, para evitar acobardarse.
- A ver, cuéntame -contestó la madre al tiempo que se sacaba los anteojos y dejaba su eterna labor de costura.
La niña estaba tan nerviosa y ansiosa que no se percató de la mirada divertida de su madre.
- Una caja de seis gaseosas grandes y una bolsa de dulces mediana en la tienda de don Samuel cuestan diez soles. Invito a diez amigas y celebramos mi cumpleaños.
Hasta puedo imaginar su carita ilusionada a la espera de una respuesta.
- Voy a hablar con tu papá cuando llegue de trabajar. A ver qué dice -respondió la madre con la seriedad que una solicitud así ameritaba.
Para hacer corto un cuento largo, días después la casa rebosaba de niñas, regalos, gritos, juegos, alegría, risas, una caja de seis gaseosas grandes y una bolsa de dulces mediana de la tienda de don Samuel.
Muchos años después, esa madre que tomó la solicitud de su hijita con la seriedad que la ocasión ameritaba contaba el episodio llena de orgullo. Literalmente, fue una historia que le contó a sus nietos.
Lindo. De verdad.
ResponderEliminarSiempre me ha parecido una historia muy tierna.
EliminarLos padres, en mayor o menor medida, hacen posible los deseos de sus hijos.
ResponderEliminarBesos Gabriela
Con esa férrea determinación, difícilmente hubieran podido decirle que no a esta niña.
EliminarLa niña de entonces hizo cambiar a sus padres el concepto "no se puede". Es otro rayo de optimismo, característica elogiable y constante de "6 de enero" y de su autora.
ResponderEliminarPara decirle en términos más actuales, los padres pasaron del modo "no se puede" al modo "con determinación todo es posible".
EliminarLa niña consiguió lo que tanto quería gracias a su afán de buscar motivos a su favor. Y también por la comprensión y gran amor de sus padres, claro.
ResponderEliminarPor algo dicen que querer es poder. Y la niña lo demostró con creces.
EliminarQué niña tan madura y responsable para sus diez añitos de edad... Su propuesta resultaba tan meditada y consecuente, que se podía rechazar... Bravo por ella y por esos padres que le dieron el valor que se merecía.
ResponderEliminarBesos mil de las dos
J&Y
Ya no es una niña, se convirtió en una mujer muy especial, admirable por todos lados. Resistente a las tormentas, y las ha pasado por montones.
EliminarSe merecía esa fiesta y muchas cosas más.
"Querer es poder", viejo refrán que no pierde vigencia. La fuerza con que la niña quería su fiesta movió a todo el universo para que se realice. A eso le llamo "milagro".
ResponderEliminarY es que cuando el universo se confabula, todo es posible.
EliminarLinda historia Gabriela, como negarse a un plan elaborado así!
ResponderEliminarSaludos!
Yo no hubiera podido. Hasta me imagino su carita esperanzada y su corazón latiendo a mil por hora mientras esperaba la respuesta.
EliminarLinda historia y a la vez tierna pues la intención inocente de la niña dio frutos y demuestra que el amor de madre y la confianza de la niña hacen milagros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una mujer admirable hija de otra mujer admirable.
EliminarGabriela, é uma história muito bonita, porque deixa antever o caráter dessa menina, muito responsável para a sua idade.
ResponderEliminarY no sabes cómo necesitó de ese carácter más adelante en la vida.
Eliminar¡Qué distinto de los chavales de ahora! No sé en qué estamos fallando, no valoran nada, todo lo dan por hecho, no saben lo que es ahorrar ni el esfuerzo que cuesta ganar el dinero... Gracias por esta historia tan sencilla pero tan edificante.
ResponderEliminarNo todos son así, algunos valoran todo. Pero de todo hay, siempre.
EliminarAdorable historia para acabar un atareado día, gracias Gaviota
ResponderEliminarEs la idea, Desi.
EliminarQué bonito relato! La ilusión cumplida y disfrutada.
ResponderEliminarLos niños de hoy en día no lo valoran, se celebran los cumpleaños con ostentosos festines.
Los cumpleaños, las bodas, todo con fiestas carísimas. ¿Para qué? ¿Para salir en las redes sociales? Bah...
EliminarHija y madre ejemplares. Bonita historia Gabriela. Un abrazo.
ResponderEliminarSon supermujeres, las dos.
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