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A mediados de junio de este año, recibí un mensaje por correo electrónico de un posible cliente. Una amiga me había recomendado para que tradujera un documento sobre formas de ahorrar energía en el sector hotelero.
El mensaje decía algo así: "Tengo un texto en inglés sobre métodos para ahorrar energía en la industria hotelera que necesito traducir al castellano. Es un archivo en PDF que le puedo hacer llegar en cuanto me lo indique. Por favor, envíeme su tarifa y tiempo estimado de entrega, pero tenga en cuenta que esto es verdaderamente urgente. Tengo que tenerlo traducido a más tardar a fines de junio".
Luego de leer el mensaje, comencé mi repuesta, que a grandes rasgos decía: "No hay problema, por favor, remítame el documento para que pueda revisarlo y calcular el precio de la traducción".
Menos de 15 minutos después, tenía el archivo en mi bandeja de entrada. Lo descargué y lo convertí en un documento de Word, así pude ver la cantidad total de palabras que contenía. Eran más de 10,000 palabras a traducir, Empecé a calcular un precio razonable, teniendo en cuenta muchos factores antes de decidir un monto final.
Estaba a punto de enviar la respuesta con la tarifa y el tiempo estimado de entrega cuando recibí otro mensaje del cliente instándome a responder el mensaje anterior "Esto es realmente muy urgente", me dije.
Me tomé unos cuantos segundos más hasta que finalmente envié el posible cliente una respuesta y el compromiso de hacer todo mi esfuerzo para que lo tuviera listo para finales de junio. Como mucho, me tomaría hasta la primera semana de julio tenerlo traducido y revisado dos veces.
Y entonces, esperé, y esperé, y esperé. No más correos electrónicos, no más palabras de urgencia exigiéndome una respuesta.
Nada. Solamente silencio.
Al día siguiente, recibí un nuevo mensaje muy escueto: "Le contesto hacia el 30 de junio". Aparentemente la traducción no era tan urgente como este cliente pensaba.
Trato con personas así todo el tiempo: me contactan con palabras de desesperación, casi llorando para que las ayude, me dicen más o menos que su vida depende de mi trabajo y de lo rápido que lo puedo entregar. Y toda esta urgencia, toda su necesidad termina repentinamente cuando les digo cuánto les va a costar.
¿Qué creen? ¿Que debía hacer la traducción gratis? Entonces, ¿para qué piden una tarifa? ¿Por qué no son francos y dicen simplemente "Solamente puedo pagar esta cantidad por la traducción, así que tómelo o déjelo"?
Entristecida por lo que sentía era una oportunidad de trabajo perdida. pero animada por la sensación de que me estaba librando de algo que seguramente se convertiría en una molestia o, peor aun, un trabajo no pagado, y aun conociendo la respuesta por anticipado, esperé hasta el 30 de junio para mandar un nuevo mensaje por correo electrónico: "Este es un recordatorio de que hoy es 30 de junio y quería saber si ya tiene una decisión referida a la traducción urgente".
Recibí una respuesta al día siguiente: "No, disculpe, ya no necesito la traducción".
Olá, Gabriela! Infelizmente esse tipo de atitude é muito frequente. Ainda bem que te livraste desse trabalho que, tenho a certeza, seria gratuito.
ResponderEliminarBeijo
Creo que fue mejor para mí lo que pasó, Nina. Hubiera sido una molestia.
EliminarOtra demostración de que las urgencias son acomodaticias más que reales.Preferible así Gabriela, que haber trabajado contra el tiempo...y gratis.Más vale una mentira que una estafa.
ResponderEliminarHay urgencias que se atenúan cuando se les confronta con precios, Esteban. Mil veces mejor, definitivamente.
EliminarA eso se le llama comparar precios. El cliente estaba pidiendo precios a mas de uno y no se fue con el mejor, sino el mas barato. No perdiste nada. No necesitas gente así.
ResponderEliminarEs válido, pero en verdad creo que me libré de una buena, mejor dicho, de una mala experiencia.
Eliminar¡Cuánta gente estresada hay en el mundo! Seguramente te quitaste un pesado de encima.
ResponderEliminarEstresada y además estresante, por si fuera poco.
EliminarMe he encontrado con gente así en trabajos similares. Te presionan y cuando no les conviene desaparecen. Mejor que mejor.
EliminarClaro, mejor que mejor, pero no deja de ser una pérdida de tiempo.
EliminarQue pena por lo que cuentas. Pero lo bueno es que puedes tomarlo como un reto y mas que una perdida de tiempo el poder haber adquirido experiencia.
ResponderEliminarBesos, feliz dia!
Me apena un poco, pero creo que más me anima la idea de haberme librado de un cliente muy molesto. Buen día también, Patricia.
EliminarOlá,
ResponderEliminarhoje em dia as pessoas estão assim, querem tudo como em passe de mágica, esquecem de que tem que fazer o trabalho, tem uma vida com muitos afazeres.
Mas coisas boas virão.
Bjos
Nunca faltarán los que creen que el mundo gira a su alrededor, Anajá.
EliminarCasos y cosas de la vida... solo queda mejor decir: PACIENCIA Y BUEN HUMOR.
ResponderEliminarSobre todo, buen humor.
EliminarMejor que no llegaras a hacerle el trabajo, puede que no lo cobrarás. Gente así hay por todo el mundo Gabriela. Exigen pero no quieren pagar, creen que no cuesta hacer las cosas.
ResponderEliminarDe nuevo por tu "casa"😉
Buen fin de semana.
Un beso.
Exactamente eso pienso, Laurita, que de buena me libré.
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