No se puede negar que el tráfico de Lima es caótico, desordenado y que puede hacer que hasta el más paciente se desespere y reviente. Pero de ahí a usar el tráfico como excusa para todos los males que nos rodean hay un enorme (y francamente aburrido) abismo.
Lo que me pasó hace algún tiempo, el día que iba al aeropuerto con motivo de mi viaje a México, fue realmente anecdótico y digno de contarse en este blog.
Tenía que presentarme en el aeropuerto a las 6 a. m. así que reservé un taxi que me recogiera de mi casa media hora antes. Es un plazo suficiente y prudencial, pues a esa hora prácticamente no hay autos en las pistas.
El taxi llegó puntualmente a las 5:30 a. m. El chofer arrancó y de inmediato vi que tenía intenciones de tomar el camino de la Costa Verde, que es como se llama el circuito de playas de Lima. Esta ruta es muy usada por muchos choferes, como una manera de evitar el tráfico en avenidas principales de la ciudad. Al estar ubicada al pie del acantilado bajo el cual están muchas playas limeñas, no son raros los accidentes causados por piedras que caen sobre autos que pasan por abajo. Por su ubicación justo al lado del acantilado, el camino de ida tiene más probabilidades de ver un accidente que el camino de regreso, que está algo más alejado. Por eso, prefiero no ir por la Costa Verde.
- Señor, ¿va a ir por la playa?
- ¿Por qué? ¿No quiere?- me contestó con una pregunta en tono de fastidio.
- No, la verdad es que preferiría que tomara otro camino.
- ¿Por dónde?- con tono más fastidiado.
- Por la avenida La Marina -le respondí, mencionando la ruta tradicional para ir al aeropuerto.
- Es que por ahí hay mucho tráfico.
- ¿A las 5:30 de la mañana? Por favor, señor... -repliqué, intentando no demostrar fastidio en mi voz.
- Es que en la base van a ver que me demoro más de la cuenta.
- No sabía que a los choferes les cronometraban la ruta. Finalmente, si eso pasa, les puede decir que yo le pedí no ir por la playa.
No me contestó nada, pero visiblemente molesto y refunfuñando tomó la ruta que lleva por la avenida La Marina. Llegamos al aeropuerto en 25 minutos, estuve ahí a las 5:55 a. m.
Al entrar al aeropuerto, los taxistas suelen tomar el carril rápido, donde tienen 15 minutos contados desde que se pasa el control del aeropuerto, se detiene el auto para que baje el pasajero y se sigue el camino hasta la salida. Es tiempo de sobra, y es una vía por la que no hay que efectuar pago alguno. Sin embargo, es un carril largo, lo habitual es dejar al pasajero lo más cerca de la puerta que corresponde a la aerolínea que se va a usar.
Este señor entró, pasó el control y detuvo el taxi en cuanto pudo, al final de todo el largo carril de la vía rápida. Yo le dije: "señor, falta todavía para llegar a la puerta de los pasajeros", y de muy mala gana me respondió: "sí, pero no hay sitio más adelante". Honestamente, no sé cómo logró ver eso.
Se bajó, abrió la maletera, me dio mi maleta y estiró la mano esperando su pago. Sin necesidad de preguntar por la tarifa pues ya había sido fijada cuando hice pedí el taxi, le entregué el billete a la vez que le dije: "hace muchos años que soy clienta de esta empresa de taxis y nunca me habían tratado así". Me di la vuelta sin darle las gracias, y recorrí la distancia hasta la entrada.
A mi regreso a Lima, llamé a la empresa de taxis para presentar el reclamo. La operadora que me atendió me dijo que no es cierto que la empresa les exija a sus choferes un tiempo determinado para un servicio y menos aun que el pasajero no pudiera escoger su ruta. Me dio las gracias por haber puesto en su conocimiento esto.
¡Usar la excusa del tráfico a las 5:30 de la mañana es el colmo! Realmente, las personas que viven quejándose por el tráfico de Lima deberían darse una vueltita por Ciudad de México. Eso sí es tráfico de verdad.
Lo que me pasó hace algún tiempo, el día que iba al aeropuerto con motivo de mi viaje a México, fue realmente anecdótico y digno de contarse en este blog.
Tenía que presentarme en el aeropuerto a las 6 a. m. así que reservé un taxi que me recogiera de mi casa media hora antes. Es un plazo suficiente y prudencial, pues a esa hora prácticamente no hay autos en las pistas.
El taxi llegó puntualmente a las 5:30 a. m. El chofer arrancó y de inmediato vi que tenía intenciones de tomar el camino de la Costa Verde, que es como se llama el circuito de playas de Lima. Esta ruta es muy usada por muchos choferes, como una manera de evitar el tráfico en avenidas principales de la ciudad. Al estar ubicada al pie del acantilado bajo el cual están muchas playas limeñas, no son raros los accidentes causados por piedras que caen sobre autos que pasan por abajo. Por su ubicación justo al lado del acantilado, el camino de ida tiene más probabilidades de ver un accidente que el camino de regreso, que está algo más alejado. Por eso, prefiero no ir por la Costa Verde.
- Señor, ¿va a ir por la playa?
- ¿Por qué? ¿No quiere?- me contestó con una pregunta en tono de fastidio.
- No, la verdad es que preferiría que tomara otro camino.
- ¿Por dónde?- con tono más fastidiado.
- Por la avenida La Marina -le respondí, mencionando la ruta tradicional para ir al aeropuerto.
- Es que por ahí hay mucho tráfico.
- ¿A las 5:30 de la mañana? Por favor, señor... -repliqué, intentando no demostrar fastidio en mi voz.
- Es que en la base van a ver que me demoro más de la cuenta.
- No sabía que a los choferes les cronometraban la ruta. Finalmente, si eso pasa, les puede decir que yo le pedí no ir por la playa.
No me contestó nada, pero visiblemente molesto y refunfuñando tomó la ruta que lleva por la avenida La Marina. Llegamos al aeropuerto en 25 minutos, estuve ahí a las 5:55 a. m.
Al entrar al aeropuerto, los taxistas suelen tomar el carril rápido, donde tienen 15 minutos contados desde que se pasa el control del aeropuerto, se detiene el auto para que baje el pasajero y se sigue el camino hasta la salida. Es tiempo de sobra, y es una vía por la que no hay que efectuar pago alguno. Sin embargo, es un carril largo, lo habitual es dejar al pasajero lo más cerca de la puerta que corresponde a la aerolínea que se va a usar.
Este señor entró, pasó el control y detuvo el taxi en cuanto pudo, al final de todo el largo carril de la vía rápida. Yo le dije: "señor, falta todavía para llegar a la puerta de los pasajeros", y de muy mala gana me respondió: "sí, pero no hay sitio más adelante". Honestamente, no sé cómo logró ver eso.
Se bajó, abrió la maletera, me dio mi maleta y estiró la mano esperando su pago. Sin necesidad de preguntar por la tarifa pues ya había sido fijada cuando hice pedí el taxi, le entregué el billete a la vez que le dije: "hace muchos años que soy clienta de esta empresa de taxis y nunca me habían tratado así". Me di la vuelta sin darle las gracias, y recorrí la distancia hasta la entrada.
A mi regreso a Lima, llamé a la empresa de taxis para presentar el reclamo. La operadora que me atendió me dijo que no es cierto que la empresa les exija a sus choferes un tiempo determinado para un servicio y menos aun que el pasajero no pudiera escoger su ruta. Me dio las gracias por haber puesto en su conocimiento esto.
¡Usar la excusa del tráfico a las 5:30 de la mañana es el colmo! Realmente, las personas que viven quejándose por el tráfico de Lima deberían darse una vueltita por Ciudad de México. Eso sí es tráfico de verdad.