Cuando se está de viaje es común encontrar diferencias en cosas que hacemos todos los días. Si eso pasa hasta al viajar entre ciudades de un mismo país, las diferencias son mucho mayores cuando se va de un continente a otro.
Hace poco más de un mes estuve una semana en la ciudad filipina de Cebú. Además, para llegar hasta ahí, tuve que hacer un cambio de avión en el aeropuerto de Narita, en Tokio.
Grande fue mi sorpresa cuando entré a un baño en el aeropuerto al llegar a Tokio y descubrir un apoyabrazos, casi como los que hay en el cine.
Hay controles para poner música que sirva de inspiración y también para ocultar ruidos incómodos. Otro control pone el asiento a una temperatura agradable y no me animé a probar los otros. Me sentía casi en un episodio de "La dimensión desconocida".
Uno de los baños que usé en Cebú fue otra historia. En ese caso, no era la cantidad de controles, sino las gráficas recomendaciones que estaban pegadas en la puerta.
De todas, fue la primera línea la que llamó mi atención. Dice: "Siéntate como una reina (dibujito que muestra cómo se sienta una reina), no como un sapo (dibujito que muestra cómo se sienta un sapo)".
Honestamente, nunca me he sentado, ni intentado siquiera, sentarme como un sapo. No conozco a nadie que se siente así al ir al baño. Es más, jamás se me hubiera ocurrido que alguien se pueda sentar como un sapo. En mi caso, siempre como una reina.
Lo que sí encontré fue un inodoro con cara de sapo.
Quién me hubiera dicho que hasta las costumbres para ir al baño cambian tanto de un lugar a otro. Todo esto también despertó la curiosidad de mi amiga Laura.
Hace poco más de un mes estuve una semana en la ciudad filipina de Cebú. Además, para llegar hasta ahí, tuve que hacer un cambio de avión en el aeropuerto de Narita, en Tokio.
Grande fue mi sorpresa cuando entré a un baño en el aeropuerto al llegar a Tokio y descubrir un apoyabrazos, casi como los que hay en el cine.
Fue inevitable tomar una foto |
Cómo no va a despertar curiosidad |
Uno de los baños que usé en Cebú fue otra historia. En ese caso, no era la cantidad de controles, sino las gráficas recomendaciones que estaban pegadas en la puerta.
De todas, fue la primera línea la que llamó mi atención. Dice: "Siéntate como una reina (dibujito que muestra cómo se sienta una reina), no como un sapo (dibujito que muestra cómo se sienta un sapo)".
Honestamente, nunca me he sentado, ni intentado siquiera, sentarme como un sapo. No conozco a nadie que se siente así al ir al baño. Es más, jamás se me hubiera ocurrido que alguien se pueda sentar como un sapo. En mi caso, siempre como una reina.
Lo que sí encontré fue un inodoro con cara de sapo.
Quién me hubiera dicho que hasta las costumbres para ir al baño cambian tanto de un lugar a otro. Todo esto también despertó la curiosidad de mi amiga Laura.