La historia que relato acá me la contaron, y la comparto como para no dejar que la Navidad se nos pase tan rápido.
Lilia, que no es su nombre real pero hay que reconocerla de alguna manera, es y siempre fue una voraz lectora. En una visita al hogar paterno, hace ya muchas lunas, cayó en sus manos un libro llamado La doncella de Miss Million, de Berta Ruck. Por alguna razón, el libro que Lilia leyó no tenía las primeras ni las últimas páginas, así que Lilia podía intuir el inicio que no pudo leer, pero el final quedó abierto a su imaginación.
Pasaron muchos años hasta que un día, sin razón aparente, Lilia recordó esa lectura inconclusa y se la comentó en voz alta a alguien a quien llamaremos Rafaela. Ni corta ni perezosa, Rafaela tomó nota mental del título y se propuso buscar el libro para que Lilia pudiera reencontrarse con la historia y, quién sabe, quizá hasta leerla completa.
Como creyó que en Lima no encontraría el libro ni buscándolo con lupa, Rafaela le preguntó a Cata, que vive en Buenos Aires, si podía hacer una búsqueda en alguna librería de esa ciudad. Al cabo de un tiempo, Cata le dijo que por más que buscó, no había encontrado el libro.
Rafaela no se desanimó y siguió buscando hasta que llegó a una librería virtual española que hacía entregas a domicilio. Tenían el libro, usado pero en buenas condiciones. Con todo y reparto el precio era muy bueno, aunque solamente repartían dentro del territorio español. Recurrió a Sofía, que vive en la capital española, y tras contarle brevemente la historia, le preguntó si podía comprar el libro por Internet con entrega en su dirección en Madrid. Sofía le dijo que no tenía problema, pero le advirtió que la fecha más probable de viaje a Lima sería para la Navidad y estaban recién a comienzos de junio. A Rafaela no le importó: Lilia había esperado años por conocer el final de esta historia, así que unos meses no importarían, sobre todo porque no tenía idea de esta búsqueda intercontiental.
Así fue que a los pocos días, Sofía avisó a Rafaela que el ansiado título había llegado sano y salvo a su casa. "Te lo llevo en diciembre", prometió. Pero no hubo necesidad de esperar tanto, pues en octubre, Sofía le dijo que una tía había ido a visitarla sorpresivamente y que mandaría el libro a Lima con ella.
Para que este cuento largo no sea tan largo, simplemente diré que antes de noviembre, la tan buscada y viajada doncella estaba en casa de Rafaela. Sería el regalo perfecto de Navidad para Lilia.
Si doy fe de lo que me contaron, fue un regalo perfecto, pues hasta donde sé, Lilia lo leyó en pocos días, a pesar de su minúscula letra. Y pudo por fin saber el final de la historia.
A todos los lectores de Seis de enero, sus familias y personas más queridas, deseo lo mejor en 2013, y en todos los demás días por venir.
Lilia, que no es su nombre real pero hay que reconocerla de alguna manera, es y siempre fue una voraz lectora. En una visita al hogar paterno, hace ya muchas lunas, cayó en sus manos un libro llamado La doncella de Miss Million, de Berta Ruck. Por alguna razón, el libro que Lilia leyó no tenía las primeras ni las últimas páginas, así que Lilia podía intuir el inicio que no pudo leer, pero el final quedó abierto a su imaginación.
Pasaron muchos años hasta que un día, sin razón aparente, Lilia recordó esa lectura inconclusa y se la comentó en voz alta a alguien a quien llamaremos Rafaela. Ni corta ni perezosa, Rafaela tomó nota mental del título y se propuso buscar el libro para que Lilia pudiera reencontrarse con la historia y, quién sabe, quizá hasta leerla completa.
Como creyó que en Lima no encontraría el libro ni buscándolo con lupa, Rafaela le preguntó a Cata, que vive en Buenos Aires, si podía hacer una búsqueda en alguna librería de esa ciudad. Al cabo de un tiempo, Cata le dijo que por más que buscó, no había encontrado el libro.
Rafaela no se desanimó y siguió buscando hasta que llegó a una librería virtual española que hacía entregas a domicilio. Tenían el libro, usado pero en buenas condiciones. Con todo y reparto el precio era muy bueno, aunque solamente repartían dentro del territorio español. Recurrió a Sofía, que vive en la capital española, y tras contarle brevemente la historia, le preguntó si podía comprar el libro por Internet con entrega en su dirección en Madrid. Sofía le dijo que no tenía problema, pero le advirtió que la fecha más probable de viaje a Lima sería para la Navidad y estaban recién a comienzos de junio. A Rafaela no le importó: Lilia había esperado años por conocer el final de esta historia, así que unos meses no importarían, sobre todo porque no tenía idea de esta búsqueda intercontiental.
Así fue que a los pocos días, Sofía avisó a Rafaela que el ansiado título había llegado sano y salvo a su casa. "Te lo llevo en diciembre", prometió. Pero no hubo necesidad de esperar tanto, pues en octubre, Sofía le dijo que una tía había ido a visitarla sorpresivamente y que mandaría el libro a Lima con ella.
Para que este cuento largo no sea tan largo, simplemente diré que antes de noviembre, la tan buscada y viajada doncella estaba en casa de Rafaela. Sería el regalo perfecto de Navidad para Lilia.
Si doy fe de lo que me contaron, fue un regalo perfecto, pues hasta donde sé, Lilia lo leyó en pocos días, a pesar de su minúscula letra. Y pudo por fin saber el final de la historia.