jueves, 24 de septiembre de 2009

La reina mora

No sé qué tiene mi reina mora
A veces canta, a veces llora (*)
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Marcela tiene la magia propia de los que cuentan su edad con los dedos de una sola mano. Es uno de esos "locos bajitos" de Serrat.
El otro día llegó a la casa durmiendo, lo que suele anunciar ratos de llanto y mal humor cuando se despierta. Esa vez no fue la excepción: se despertó llorando sin que nada la consolara, y así pasó un buen rato.

En una de esas, se me ocurrió preguntarle si quería ir a ver "los molinos", un artilugio giratorio colocado en el patio que está al fondo de la casa para evitar que las palomas se paseen por ahí, ensuciándolo todo. Sin decir nada ni dejar de llorar, se soltó de las piernas de su mamá y decididamente me estiró la mano. Las dos juntas nos fuimos caminando hacia el pequeño patio de atrás.
No había nada de viento. El molino no giraba, pero ella igual se lo quedó mirando fijamente y, de un momento a otro, dejó de llorar. Señalaba el molino con el dedo, mientras gritaba repetidamente "¡arriba!", concepto que ha aprendido hace poco y que le encanta. En eso, empezó a correr algo de viento, con lo que el molino empezó a girar muy lentamente.

Entonces vi una pequeña maceta que tiene forma de sapo, y se lo señalé mientras le decía "¡mira Marcela, un sapo!" Lo miró fascinada, aunque con cierto temor porque me imagino que debía verlo como un ser animado más que como un adorno. Le enseñé cómo hacen los sapos, le dije que ese sonido se llama croar mientras ella seguía mirándolo desde lejos.
En eso, se levantó corriendo a llamar a su mamá, intentando contarle que había visto un sapo. Que había visto un molino arriba. Que el sapo hace "croc, croc" y que el molino giraba. Sonreía feliz, con los ojitos aún mojados, pero a esas alturas, su llanto era ya solamente un recuerdo.
Pasó el resto de la tarde yendo y viniendo para ver al sapo. De lejitos nomás, por si acaso. Eso si, siempre riendo, sonriendo e imitando su sonido.
¡Feliz cumpleaños, reina mora!
(*) La tía Angelita repetía esa rima. Nunca se la he escuchado a otra persona, tampoco la he encontrado en Internet (ni a través de San Google), pero supongo que debe ser una antigua rima infantil española que ella misma le escuchó a su papá más de una vez.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Lo que el viento trajo

Ahora que el cable nos regala con series que nos hacen retroceder en el tiempo, es fácil comprobar lo mucho que han cambiado las cosas de nuestra vida diaria.

Me refiero a series como las ochenteras Luz de luna y Magnum, P.I., por ejemplo. O la setentera Los ángeles de Charlie (los verdaderos ángeles, no esas agentes saltarinas de las películas homónimas), entre muchas otras. Por no hablar de algunas más antiguas, como Hechizada o Mi bella genio, que ni en mi niñez eran realmente nuevas.

No es necesario poner mucha atención para notar esas diferencias a las que me refería antes.

Ni en el escritorio de Maddie Hayes ni en el de David Addison existe una computadora. Si se ven en la necesidad de dejarse encargos, usan papel y lápiz. Lo más gracioso es que en la oficina de Maddie vemos a lo lejos, siempre apagada, una pequeña computadora Apple que me hace recordar a una que personas queridas usaban con mucho cariño.

Thomas Magnum debe rogarle a su amigo Mac que le averigüe datos en su súper computadora de la agencia de inteligencia naval en la que trabaja. No para usarla él mismo, probablemente ni sabría cómo hacerlo. Casi siempre debe sobornarlo con pasteles y dulces para que Mac acceda. Y Mac siempre accede. Después, cuando ya no está el afable Mac, es la teniente Poole la que está a cargo de la computadora. Ese es un hueso muchísimo más duro de roer, incluso para Magnum, que siempre se las arregla para salirse con la suya.

Vemos cómo el acaudalado y más malvado aun J.R. Ewing, de la archifamosa Dallas, no es ubicable si no está en el rancho Southfork o en su oficina. A veces se le ve llegar al restaurante que frecuenta, y algún mozo le entrega un recado de alguien que lo llamó ahí. Ese sistema de dejar recados es simplemente impensable en los tiempos que corren.

Para hablar de una serie un poco más reciente, tenemos El príncipe de Bel Air. El adinerado tío y los primos Banks no manejan celulares, menos computadoras personales, ni mucho menos ningún tipo de BlackBerry ni de iPod. Una vez Will empezó a trabajar con un excéntrico millonario, que le dio un celular para su uso privado. Un aparato más grande que un ladrillo, con una antena de unos 10 centímetros de largo. Supongo que era lo último en tecnología de esos días.
Muchas series actuales serían simplemente impensables sin tecnología. Jack Bauer, sin su celular que no se apaga nunca ni se queda sin baterías o (¡peor!) sin saldo para hacer llamadas no podría salvar al mundo en 24 horas. Ni en 24 meses. El agente especial Leroy Jethro Gibbs y su equipo no podrían avanzar un paso en sus investigaciones en NCIS sin ayuda de los diversos artilugios que tienen a mano. Bueno, tal vez el mismo Gibbs si, pero lo dudo de los demás, sobre todo de McGee.
El viento se habrá llevado muchas cosas... pero a su paso dejó muchas otras. Un mundo y una forma de vivir completamente diferentes, para empezar.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Fuegos de artificio

Lo diré de arranque: no me gustan los fuegos artificiales. Traigo esto a colación a raíz de algo que pasó el último domingo y que me dejó pensando.
Tradicionalmente, por Fiestas Patrias, una conocida tienda organiza todo un desfile por las calles de Miraflores. Lo suelen hacer el domingo previo al 28 de julio, pero este año tuvieron que postergarlo debido al ubicuo virus de la nueva influenza. Así que quedó reprogramado para el domingo 6 de setiembre. Y el domihgo 6 de setiembre se llevó a cabo.
El punto final del recorrido es siempre el Parque Central de Miraflores, que está a unas 10 cuadras de donde vivo. Todo termina con una fiesta de luces, color y diversión. En pocas palabras, con fuegos artificiales.

Ese día, a esa hora, Marcela estaba en mi casa. Estábamos las dos viendo televisión cuando empezó la bulla tan característica. Me miró muy asustada, así que la llevé a la puerta del edificio para que viera las luces y asociara los ruidos con un espectáculo alegre. Todos aplaudíamos cada vez que veíamos nuevas luces de colores, que felizmente se ven sin problema desde la entrada del edificio.

Ya dentro de la casa cuando todo acabó, Marcela nos contaba muy contenta todo lo que había visto: luces, estrellas, colores, ¡bum!, verde, rojo, azul, amarillo. Estaba feliz.
Eso me trasladó a otro tiempo, a otro lugar, aunque eran un tiempo y un lugar diferentes a los míos. Hace pocos días el mundo recordó los 70 años del inicio de una guerra que duró seis años y que fue tan brutal que dejó un saldo que solamente se puede contar de millón en millón. Y pensé en los niños (y adultos) que escuchaban aterrados ruidos muy parecidos a los que escuchamos este domingo. Tan parecidos y tan diferentes al mismo tiempo, porque estos no tenían nada de divertidos. Al contrario, anunciaban muerte y destrucción. Y nunca se sabía cuándo acabarían.
Pensé en una pensionista, cuando no era pensionista todavía, que debía dormir vestida y con zapatos por si su familia y ella debían salir corriendo durante la noche. Pensé en su simple deseo de dormir descalza, imposible durante años.
Pensé en tantos otros sitios y tantos otros nombres que me faltaría espacio para nombrarlos.
Realmente no entiendo por qué debemos usar este tipo de demostraciones para celebrar. ¿Será que la guerra está tan metida en nuestras mentes que la hacemos participar, aunque sea indirectamente, hasta en nuestras ocasiones felices?
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Este domingo 13 de setiembre, a las 7:30 pm (hora de Lima), TVE Internacional estrena la nueva temporada de Cuéntame cómo pasó, una de mis series favoritas. Comparto la buena noticia con los seguidores de esta excelente serie española. Con los no seguidores también, por si acaso.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Culinaria internacional

Más de una vez me han preguntado cuál es el plato típico peruano que me gusta, más ahora que la gastronomía peruana está, por fin, encontrando su lugar dentro de la culinaria internacional. Puedo nombrar varios platos, y todos serían una buena elección, pero definitivamente me quedo con el tacacho con cecina. Es una delicia típica de nuestra selva peruana, hecha de plátano verde cocido y cecina de chancho, la carne de chancho más deliciosa que he probado en mi vida.
Creo que vale la pena aclarar que en la selva hay muchísimas variedades de plátano, y prácticamente cada una tiene un nombre diferente. Por ejemplo, el plátano que se come como fruta y que en Lima se llama simplemente plátano, por allá es conocido como guineo. Por eso es importante aclarar que la base del tacacho con cecina es el plátano verde.
Tal como hice hace algunos meses con las ciudades en la que viven diferentes amigos, esta vez la pregunta fue: ¿cuál es tu comida favorita del país en que vives? Acá las respuestas... y más vale no leer lo que sigue con el estómago vacío.
Hilda fue la primera en responder, con enlaces incluidos, y es evidente que no le fue fácil decidirse por una sola opción. Amablemente, proporcionó los enlaces que ven a continuación.
Mi comida favorita de México, es difícil hablar de un solo platillo, creo que México al igual que muchos otros países es rico en gastronomía. Pienso en lo que me gusta comer y pienso en aquellos días de fiesta donde nos reunimos todos alrededor de un rico mole picosito, de todos sabores sea en forma de enchiladas o acompañado de pollo o de guajolote. Y si el mole va acompañado de arroz que mejor. Claro que ese arroz también puede ir acompañado de unos tacos de barbacoa con cebollita picada en cuadros, cilantro y salsa. Pero sí es navidad, nos atracamos de romeritos. En vigilia nos atracamos de pescado en todas sus variedades (empanizado, a la plancha...) o un rico coctel de pulpo y camarones que comemos con aguacate y galletas saladas. En la noche nos comemos tacos de todos los sabores o unas ricas quesadillas de queso, huitlacoche, flor de calabaza... Una rica sopa de tortilla o un pozole. en tiempos patrios. De postre una rica rosca de reyes o un pan de muerto, según sea la ocasión, eso sí, acompañado de un chocolatito o un buen café. O si hace calorcito un rico helado de pistache, vainilla... En fin... eso tan solo es lo que se me viene a la mente y de escribirlo se me hace agua la boca...
Curiosamente, uno de los sabores de helado que más me gusta es el de pistache. Tenemos la promesa pendiente de compartir uno el día que nos conozcamos personalmente.
Katia, desde Argentina, lo tuvo un poco más fácil, aunque contiene un cierto toque de inevitable nostalgia por lo nuestro:
Personalmente mi comida preferida creo que sería un buen bife de chorizo jugoso a la parrilla, acompañado de papas fritas y ensalada verde. También disfruto mucho la calidad y gran variedad de cremas de leche, quesos y fiambres que están al alcance de todos. Hay una variedad mas amplia de empanadas, mis preferidas son la caprese, cebolla/queso y roquefort, pero en empanadas de carne vuelvo a quedarme con las nuestras, principalmente por el tipo de masa, que es suave, arenosa, deliciosa y extraño tanto. Y por supuesto ¡¡los vinos!!... sobre todo el Malbec, mi favorito lejos.
Amila, traductora bosnia que vive en Dinamarca desde los años noventa, nos cuenta de sus platos favoritos, tanto de su tierra natal como de su país adoptivo:
Mi plato bosnio favorito se llama "zeljanica". Es una masa rellena con espinaca mezclada con cebollas y huevos. Es algo complicado de hacer y requiere una harina muy fina para poder estirarlla masa a través de la mesa hasta que tenga el grosor de un papel. Después se pone el relleno de espinaca a lo largo de un lado, y todo se enrolla y se mete al horno (lo explico muy mal, pero estoy segura de que una búsqueda en Google lo explicará un poco más). Siempre me han gustado las que tienen la masa más gruesa y que no esté sobrecargada de espinacas, por lo que son un poquito duras. La manera común de comerlo es con un vaso de yogurt. Hasta ahora, para mí el sabor de la espinaca con yogurt tiene algo especial, e incluso tomo yogurt con lasaña de espinaca :)
Mi plato danés favorito se llama "brunede kartofler" y en realidad es una guarnición que se come por lo general en Navidad. Son pequeñas papas hervidas y después fritas en mantequilla derretida y azúcar. Si, azúcar. Me impresionó la primera vez que supe que cómo se hacía porque para mí realmente no es convencional ponerle azúcar a la "comida de verdad", es decir, la que no es postre. Pero es sorprendentemente sabroso, si sabes cómo hacerlo. Si se le pone mucha azúcar, lo que es fácil que pase, o si no se derrite bien, sabe terrible. La mantequilla derretida y el azúcar hacen una salsa espesa que cubre todas las papas. Según he visto, el plato se sirve con pato, que lo complementa muy bien según recuerdo.

Desde Kenia, Rossana nos describe lo que más le gusta de la tierra que la acoge desde hace poco más de un año:
Acá hay una carne muy rica, se llama nyama choma, que quiere decir literalmente carne asada. En efecto lo es pero el sabor es delicioso, se siente que la carne está aderezada, condimentada de alguna manera especial. Cuando una pregunta por la receta te dicen que es sólo carne a la parrilla y que sólo tiene sal pero por ahí me han dicho que primero hay que marinarla en jugo de limón al que le echan ajo, semillas de culantro en polvo, palillo, pimentón, una especie de curry que hay acá, sal y ¡quién sabe qué más! Se puede hacer con cualquier clase de carne, generalmente se come de res, de cabra, de cordero, de cerdo es riquísima (pero hay que buscarla en lugares no musulmanes). Lo curioso es que la carne queda muy oscurita -marrón oscuro/negro- pero no amarilla ni rojiza, como se podría pensar por los colores de los condimentos. Se sirve con chapati, que es un pan sin levadura -plano, como tortillas- que es hoy en día típico de Kenya pero de origen indio (la comunidad india acá es enorme y ha ejercido mucha influencia en la cultura). Aquí lo comen con ugali que es una especie de polenta pero hecha con harina de maíz blanco de manera que queda muy blanca y, para mi gusto, tiene sólo la textura de la polenta.

A Paula, autora brasileña de Global Voices, residente de Londres, la encontré en el preciso instante en que escribía un post en su blog personal sobre su plato brasileño favorito. Copio acá la parte pertinente de ese post. Para ver la versión completa en inglés, entrar acá:
Coincidentemente, cuando me sentía como una diva cocinera al regresar a casa con mi abarás (aunque solamente estuviera ayudando a la tia Biza), recibí un e-mail de la compañera traductora de Global Voices Gabriela Garcia Calderon Orbe, desde el Perú, que está escribiendo un artículo sobre cocina internacional para su blog. Me pidió que le diera tres o cuatro líneas de mi comida favorita de Brasil. ¡Acá está, Gabriela!
Acarajé y abará son las más populares comidas al paso en mi tierra natal, Salvador, donde se les puede encontrar en cualquier esquina, aunque no es tan fácil de encontrar en otra spartes de Brasil y es imposible de encontrar en Londres. Se hacen con la misma base: una masa de frejoles con ojito molito con cebolla y jengibre (kión) y fritos en aceite de palma (en el caso del acarajé) o envueltos en hojas de plátano hervidas y sal (abará). Se sirven con vatapá — una pasta con la textura de mantequilla de maní, hecha de maní, nueces de cajú, leche de coco, langostino ahumado, pan y, de nuevo, aceite de palma — tomates fresco y ensalada dulce de pimienta y langostino. ¡Poca gente la comería sin una fuerte buena pimienta malagueta! El sabor es muy característico, no se parece a nada que yo haya probado, y la comida me da mucha energía. Con mucha influencia de la comida africana, ambos platos se usan como ofrendas en los rituales de candomblé, pero comerlos es una obligación en Salvador, independientemente de la religión, clase social o preferencias de comida que se tengan, o época del año. Cuando estoy en Salvador, lo comería todos los días, y por lo general se encuentra una “baiana” cuyo estilo te gusta y te conviertes en su fiel cliente —o, como dirían algunos— adicto.
AbuFares, mi amigo tartusino que me sorprendió hace poco por medio de su blog, nos cuenta desde Siria sobre su plato favorito:
Wara’ Inab (hojas de parra rellenas) es ciertamente el producto de bandera de la cocina siria tartusina. Es de lejos la entrada más importantantes, ofrecida en ocasiones especiales y que toda la familia en cualquier momento. A todo el mundo le gusta las hojas de parra rellenas frescas y bien preparadas y enrolladas con arroz y carne de cordero picada con una suculenta porción de costillas de carnero y jugosos huesos encima, todo nadando en una salsa de deliciosa grasa, jugo de limón, especias y ajo. Wara’ Inab es un obra de arte culinaria y legítimamente se merece reconocimiento internacional como uno de los logros más significativos de la inaginación humana y determinación al crear un objet d’art comestible.
Más información de este plato en el blog de AbuFares, en este post.
Taras, desde Ucrania, nos indica los platos tradicionales de su país que más le gustan:
Varenyky (masa guisada rellena), holubtsi (rollos de col), holodets (jalea de carne), borshch (sopa de betarraga), deruny (panqueques de papa).
Smachnoho! ¡Disfruten
!

Desde España, Úrsula nos cuenta que lo que más le gusta de la comida española es la paella, y comparte con nosotros el secreto de su sabor:
¡Lo prometido! (Mi plato favorito de la comida española es) la paella de verduras... Es rica, rica, rica.... y saludable...
Me encanta. Es simplemente espectacular. Y lo es más todavía si está hecha con amor.
Ese seria el ingrediente mágico de esta paella. Muchos abrazos.
Mariyah también tuvo doble trabajo, pues tuvo que pensar en sus platos favoritos de su natal Siria y de su segunda patria, Canadá, donde se encuentra actualmente:
Hay toda clase de platos elegantes, pero hay dos pilares básicos de mezza siria (o incluso del Medio Oriente) de los que nuna me canso: taboulleh y labneh. Taboulleh es una deliciosa ensalada de perejil mezclado con menta, cebolla, aceite de oliva, jugo de limón y bulghur. Es de lo más colorido, así como sabroso. Labneh es un queso suave hecho de yogurt y por lo general se sirve con aceite de oliva salpicado, un poco de menta y una pizca de sal. El taboulleh y el labneh se pueden comer con pan pita (un pan plano) - preferiblemente caliente.
Es un poco difícil definir la "cocina" canadiense. Mucha de la comida acá ha sido adoptada de los países de los pueblos que inmigraron. Sin embargo, uno de mis favoritos y que nunca había probado hasta que llegué es choclo. Agosto es el mes en que está disponible por todas partes y se asan choclos para celebrar. El maíz se cubre con mantequilla y sal, y se come directamente de su mazroca. Puede hervirse o asarse en una parilla. ¡Es delicioso! No creo que sea un plato limitado a Canadá, pero a los candienses les encanta!

Mariyah nos habla de un viejo y delicioso conocido para los peruanos: el choclo, que junto con una buena palta, puede acompañar y realzar el sabor de cualquier comida.
Ha sido un delicioso recorrido por las especialidades culinarias de países bastante diversos. Gracias a los que colaboraron conmigo en este post. Y a todos, bon appétit!