jueves, 24 de junio de 2010

Ni ser ni estar

En este post pondré en práctica un ejercicio.
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Hace algunos años, alguien muy cercano a mí y a quien quiero muchísimo, enseñaba Redacción Periodística en la misma facultad en la que estudió, y en su curso tenía un interesante ejercicio para sus alumnos, que iban casi a la mitad de la carrera: redactar un texto en cinco párrafos, cada párrafo de una sola oración de más o menos cinco líneas cada uno y sin usar los verbos ser ni estar en ninguna de sus formas verbales.

Recuerdo que en esos tiempos leía con mucha curiosidad los trabajos de los alumnos de este curso, mientras me preguntaba si se me haría difícil redactar un texto con las exigencias ya mencionadas en el párrafo anterior, pero nunca pasé de imaginar un texto que empezaba con las frases: "el día amaneció bastante húmedo y nublado, cosa bastante habitual en Lima, sobre todo en los meses de frío".

Tal vez por pereza mental, tal vez por temor a no poder continuar o tal vez por incapacidad de admitir que las restricciones convertían la redacción en poco menos que imposible, nunca pasé de la frase puesta líneas arriba, que apenas llegaba a tener poco más de una línea, y me consolaba diciéndome: "estos muchachos estudian Periodismo, el curso se llama Redacción Periodística, mi formación profesional va por otro lado, consta de otras cosas".

Mis argumentos contenían esas y otras explicaciones por el estilo que, a decir verdad, no me consolaban para nada porque los abogados tenemos que escribir casi diariamente textos diversos con los cuales exponer nuestras ideas para defender nuestras posiciones de manera clara y concisa y, más importante todavía, convencer al lector de que lo que decimos contiene un 100% de verdad.

La idea rondó mi cabeza durante años, siempre como un fantasma al acecho que aparecía de vez en cuando, que me recordaba que tenía una tarea pendiente, una tarea pendiente que se alzaba como una montaña muy alta que había que cruzar para, al mirar atrás, ver que se había convertido en una colina, recorriendo el camino inverso al que recorrió Reginald Anson luego de su travesía.

Así que hoy me atrevo a poner en práctica este ejercicio, después de muchos años de no querer hacerlo, después de años no querer intentarlo siquiera, y me pongo en el pellejo y en los zapatos de aquellos estudiantes (hoy seguramente ya profesionales) que tenían que enfrentar un papel vacío, y creo que el resultado final recibiría la aprobación de quien este curso enseñaba y que no sé si se acuerde de esos días que parecen tan lejanos.
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¡Feliz equinoccio!


jueves, 17 de junio de 2010

Lo bueno, lo malo

Lo bueno de vivir cerca de un hotel lujoso e importante es que, cuando hay reuniones de alto nivel, las esquinas que rodean tu casa están llenas de policías que dan una sensación de seguridad.

Lo malo de vivir cerca de un hotel lujoso e importante es que, cuando hay reuniones de alto nivel, las normalmente tranquilas calles se vuelven un caos.

Lo bueno de vivir cerca de un hotel lujoso e importante es que, cuando hay reuniones de alto nivel, tienes una buena excusa para llegar un poco tarde a cualquier parte.

Lo malo de vivir cerca de un hotel lujoso e importante es que, cuando hay reuniones de alto nivel, tus amigos no tienen sitio para estacionar su carro si vienen a visitarte.

Lo bueno de vivir cerca de un hotel lujoso e importante es que, cuando hay reuniones de alto nivel, puedes poner en práctica tus destrezas (que creías olvidadas) de cómo cruzar la pista en dos segundos, deslizándote entre los carros.

Lo malo de vivir cerca de un hotel lujoso e importante es que, cuando hay reuniones de alto nivel, sientes toda tu calle invadida por mil ojos.

Lo bueno de vivir cerca de un hotel lujoso e importante es que, cuando hay reuniones de alto nivel, se renueva un poco la monótona rutina.
Lo malo de vivir cerca de un hotel lujoso e importante es que, cuando hay reuniones de alto nivel, todas las cosas buenas duran apenas unos pocos días.

Lo bueno de vivir cerca de un hotel lujoso e importante es que, cuando hay reuniones de alto nivel, todas las cosas malas duran apenas unos pocos días.
PD1: lo bueno de ver el Mundial de Fútbol desde lejos es que no te angustias por los resultados de tu selección.
PD2: les invito a leer mi historia corta titulada The note, publicada en el sitio web Rammenas. Está en inglés.
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1. Tal vez alguien me pueda explicar por qué los narradores y comentaristas de fútbol (ahora que están de moda) dicen "Fulano viene por derecha". O "Mengano ataca por izquierda". ¿En qué momento se dejó de decir por la derecha y por la izquierda?
2. ¡Feliz Día del Padre a todos los ídem que lean este blog!

jueves, 10 de junio de 2010

Si esto no es el colmo...

Hace algunas semanas conté el episodio por el que atravesó M cuando quiso ir a ver la película española Los abrazos rotos. Lo que voy a contar esta vez me pasó a mí en el mismo cine cuando intenté ver Enamórate en París.

Según el periódico, había una función a las 9:15 pm. Teniendo en cuenta la experiencia de M, decidí no confiar en esa información y recurrí a la página web del cine. Decía lo mismo: que había una función a las 9:15 pm.

Llamé a mi prima, le propuse ir al cine a ver esta película. Ella aceptó, así que quedé con ella en que yo iría a comprar las entradas con anticipación. Todo muy bien hasta ahí.

A eso de las 6 pm de ese viernes llegué a la boletería. Previamente me había fijado que en los carteles puestos encima de las ventanillas de la boletería aparecía la misma información que ya había visto en la página web: una función a las 9:15 pm. Así que le pedí a la señorita dos entradas para esa función:
- Lo siento, esa película ya no está en cartelera.
- ¿Cómo que no está en cartelera? Está puesta en el periódico y en su página web.
- Nuestra página web no está funcionando.
- ¿Y eso dónde lo dicen? No veo ningún cartel que lo anuncie.
- Se lo decimos a los clientes acá.
- ¿Acá... en la ventanilla?
- Si.

Mi poca paciencia se había agotado hacía rato, cuando escuché que la película ya no estaba en cartelera.
- ¿¡Lo anuncian acá!? O sea que yo consulto su página web, porque ya alguna vez ustedes mismos me dijeron que no anuncian en el periódico, quedo con la gente para venir al cine, vengo a comprar las entradas... ¿y con esa cara de palo usted me dice que la página web no funciona y que me lo avisan acá en la ventanilla? Le cuento que según el cartel que estoy mirando en este instante y que está arriba de usted, hoy a las 9:15 pm tienen programada una función de esa película.
- Es que recién ayer ha cambiado la programación, pero no hemos cambiado los carteles.
- ¡¡¿¿Cómo??!! ¿Me quiere usted hacer creer que en más de 24 horas no han cambiado los carteles?
- Si usted quiere, puede ir a presentar su reclamo a la administración.
- ¿Y qué voy a ganar? ¿Que proyecten la película solamente para mí? No, ¿no?

Muy molesta, terminé comprando entradas para otra película, una que no hubiera visto de haber sido diferente el asunto. De ahí llamé a mi prima y me dio la razón en estar molesta. Felizmente, estuvo de acuerdo con el cambio de película.

Al día siguiente verifiqué la información de la página web: por ningún lado decía que la página no funcionaba. Es más, marcaba la hora y la fecha que había visto el día anterior. No sé cómo será esa página cuando no funciona porque pude acceder a todos los enlaces y vínculos muy rápidamente.

Si esto no es el colmo, digan qué fue lo que faltó.

Todo esto pasó un viernes. El lunes presenté mi reclamo telefónico en el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi para los amigos). No he sabido más hasta la fecha.

A pesar de esta cantidad de despropósitos, prefiero reservarme el nombre del cine. No vaya a ser que me prohíban la entrada. Sería una pena perderme la hermosa vista del mar cada vez que entre o salga de ver una película.
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Mañana comienza el Mundial de Sudáfrica 2010. Una vez más, los peruanos deberemos verlo de lejos y alegrarnos por triunfos ajenos, como viene siendo desde hace muchos años. Demasiados años. A ver si esto cambia, por lo menos en el mediano plazo.


jueves, 3 de junio de 2010

Celular con cámara... ¿o es al revés?

Hace algunos años, cuando salieron los primeros celulares con cámara, me pareció una exageración. Veía como un exceso de la tecnología insertar una cámara fotográfica y de video en un teléfono.
Así pensé hasta que cambié mi celular por uno con cámara. Al comienzo no le di mucha importancia, pero en algún momento se me hizo habitual sacar el teléfono para retratar cosas que, de otra manera, se hubieran perdido "entre el ruido y la prisa" en que vivimos.
Gracias a ese celular con cámara (o cámara con celular) capté para siempre diferentes vistas. Todas las fotos que acompañan los posts de este blog han sido tomadas con la cámara de mi celular.
Así pude captar a un apacible grupo de caracoles.
Las exquisiteces y los detalles con que nos engrieron durante la Cumbre de Medios Ciudadanos 2010 de Global Voices en Santiago.
También durante la Cumbre de Medios Ciudadanos, pude captar lo que una inspirada lectora escribió en el espejo del baño de mujeres de la Biblioteca de Santiago (recién noto que mis manos y el celular/cámara salen en el borde del espejo).
La maravillosa luna llena que tuvimos en Lima hace pocos días... aunque un poco borrosa.

A estas alturas, un celular con cámara ya no me parece ni una exageración ni un exceso.