sábado, 22 de mayo de 2021

La monedita

Había una vez un muchacho que era joven cuando el siglo XX era joven. Vivía con su abuelita, y aunque tenían apenas lo justo, lo cierto en que nunca les faltó nada.
El muchacho, a quien llamaremos Pablo, iba puntal todos los días al colegio, muy tempranito. En su ciudad de la selva todo era cerca, a todos sitios se podía ir caminando sin problemas.
Un día, iba Pablo al colegio repasando las tablas de multiplicar muy concentrado. Las había estado estudiando todo el día anterior, las repetía como una cantinela. Pero a veces dudaba y debía empezar de nuevo.
Esa mañana algo rompió su concentración. Un brillo en el suelo. Curioso como era, fue a ver de qué se trataba. Tuvo que rascarse los ojos porque no daba crédito a lo que veía. ¡Una moneda! Y no había nadie cerca, así que no tenía a quién dársela. Dudó, no sabía qué hacer. Nunca antes se había encontrado una moneda en la calle.
Rápido, como si estuviera haciendo algo malo, se la metió al bolsillo. La sacó para volver a mirarla. Empezó a imaginar todo lo que podría comprarse ese mismo día.
Pero... no podía hacer eso. Su abuelita se esforzaba mucho para que él comiera y tuviera ropa buena para ir al colegio. No podía gastársela así.
Pero era SU moneda. Se la había encontrado. Lo justo era que la gastara en algo para él.
Tampoco podía llevarla al colegio, alguien podría encontrarla y tal vez se la quitaría
¡El colegio! Vio que se hacía tarde, así que buscó un escondite. Vio un  hueco en una pared y ahí metió la moneda. La tapó bien con hojas y plantas. Ya la rescataría al volver a casa. Para ese momento ya sabría qué hacer con la moneda.
Se pasó el día entero soñando con lo que iba a comprar. Ya había decidido no decirle nada a su abuelita. Total, no le hacía daño con no decirle.
Al a salida del colegio fue casi corriendo al escondite. Ni recordaba las tablas de multiplicar en ese momento.
Al llegar vio su improvisado escondite distinto. El corazón se le paralizó. Se acercó casi sin poder respirar. Sacó las hojas que había puesto para tapar el hueco.
La moneda no estaba. No había nada. Nada de nada.