Una mañana de un sábado cualquiera de verano de 1996.
Voy a ver a un pequeñito a su casa. Al entrar, pregunto por él y me dicen que el niño está en su cuarto. Así que hacia allá voy a buscarlo.
Cuando estoy a pocos pasos de la puerta del dormitorio, el pequeño sale corriendo hecho una exhalación hacia el baño, en dirección opuesta a mí. Lo escucho reír a todo pulmón. Entro al baño, lo encuentro sentadito en una esquina, riendo a más no poder, tapándose la cabeza con brazos y manos. Lo recuerdo como si lo estuviera viendo: sentado en el suelo, entre sonoras y traviesas carcajadas, vestido con un polo negro de manga corta y un pantalón corto amarillo. Levanta la cabeza, me mira y recién entonces me doy cuenta del detalle:
- Hey, ¡tu pelo! ¿Dónde está?
- Está cotado -responde, mientras se señala la cabeza.
Recién en ese momento se deja ver completamente.
----------------
Una mañana de un martes cualquiera de agosto de 2012.
Decido ir a almorzar con una pequeñita a su casa, pero sin decirle nada. Será una sorpresa para cuando llegue del colegio, lo que suele suceder cerca de la una de la tarde. Llego a su casa poco antes de esa hora.
A la 1:10 pm, suena el timbre. Desde el segundo piso, Tita abre las dos puertas de fierro del edificio mientras me anuncia la llegada de la niña. La señora de la movilidad la lleva de la mano hasta trasponer la primera de las dos puertas y la cierra. La niña sigue su camino solita, ya segura una vez en el interior, hasta pasar la segunda puerta, que ella misma cierra. Es una rutina conocida por todos los que participan en ella a diario. Mientras bajo las escaleras, la oigo hablar sin parar. Debe creer que los pasos que escucha son los habituales, los de su querida Tita, a quien le cuenta las incidencias de su día.
Cuando en eso, levanta la cabeza y me ve. Su alegre voz es reemplazada por un repentino y notorio silencio. Los ojos se le ponen como platos, abiertos de tanto asombro:
- ¡Oye! ¡¿Qué haces aquí?!
- He venido para almorzar contigo, ¿está bien?
Su respuesta es correr hacia mí y darme la mano para subir juntas la escalera.
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Quiero dar la bienvenida a este universo blogosférico a Mil rostros de la ciudad, que recientemente publicó su primera entrada. Desde acá los invito a leer este nuevo espacio que, ojalá, se quede en la blogósfera durante mucho tiempo.
Voy a ver a un pequeñito a su casa. Al entrar, pregunto por él y me dicen que el niño está en su cuarto. Así que hacia allá voy a buscarlo.
Cuando estoy a pocos pasos de la puerta del dormitorio, el pequeño sale corriendo hecho una exhalación hacia el baño, en dirección opuesta a mí. Lo escucho reír a todo pulmón. Entro al baño, lo encuentro sentadito en una esquina, riendo a más no poder, tapándose la cabeza con brazos y manos. Lo recuerdo como si lo estuviera viendo: sentado en el suelo, entre sonoras y traviesas carcajadas, vestido con un polo negro de manga corta y un pantalón corto amarillo. Levanta la cabeza, me mira y recién entonces me doy cuenta del detalle:
- Hey, ¡tu pelo! ¿Dónde está?
- Está cotado -responde, mientras se señala la cabeza.
Recién en ese momento se deja ver completamente.
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Una mañana de un martes cualquiera de agosto de 2012.
Decido ir a almorzar con una pequeñita a su casa, pero sin decirle nada. Será una sorpresa para cuando llegue del colegio, lo que suele suceder cerca de la una de la tarde. Llego a su casa poco antes de esa hora.
A la 1:10 pm, suena el timbre. Desde el segundo piso, Tita abre las dos puertas de fierro del edificio mientras me anuncia la llegada de la niña. La señora de la movilidad la lleva de la mano hasta trasponer la primera de las dos puertas y la cierra. La niña sigue su camino solita, ya segura una vez en el interior, hasta pasar la segunda puerta, que ella misma cierra. Es una rutina conocida por todos los que participan en ella a diario. Mientras bajo las escaleras, la oigo hablar sin parar. Debe creer que los pasos que escucha son los habituales, los de su querida Tita, a quien le cuenta las incidencias de su día.
Cuando en eso, levanta la cabeza y me ve. Su alegre voz es reemplazada por un repentino y notorio silencio. Los ojos se le ponen como platos, abiertos de tanto asombro:
- ¡Oye! ¡¿Qué haces aquí?!
- He venido para almorzar contigo, ¿está bien?
Su respuesta es correr hacia mí y darme la mano para subir juntas la escalera.
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Quiero dar la bienvenida a este universo blogosférico a Mil rostros de la ciudad, que recientemente publicó su primera entrada. Desde acá los invito a leer este nuevo espacio que, ojalá, se quede en la blogósfera durante mucho tiempo.
Los niños gozan y hacen sonreírse y arreglar un día cualquiera con su sola presencia. Parece que todo lo que hacen tiene el sello de la alegría. ¿Será por eso que sufrimos tanto más cuanto más pequeños son si les pasa algo malo?
ResponderEliminarCariños del sur del mundo
Gracias por tan rápido comentario, AleMamá.
EliminarSiempre he creído que los niños tienen un ángel especial que los cuida. Lo malo es que, como a su vez es un niño, el pobre ángel se distrae y... viene el golpe.
Saludos de USA.
ResponderEliminarGabrielita, muy linda! Muy tierna tu entrada!La a-
legria de los ninos es imcomparable y su compania
impagable. Creo saber de quienes se trata.Me rei y
me diverti muchisimo. Te quiero.
Cotiti.
Una compañía impagable que nos deja alegres momentos, Consuelo, de esos que nos hacen sonreír.
EliminarLos niños son maravillosos. La de anécdotas que uno puede contar de ellos!
ResponderEliminarSe podrían llenar blogs enteros, Claudia.
EliminarHola Gabi.Despues de mis ausencias, sin excusas relevantes,es un placer pasar por tu blog. Un abrazo desde la distancia.
ResponderEliminarTe has hecho extrañar, tía Lelé. Bienvenida de vuelta.
EliminarEstos recuerdos no se olvidan nunca. Hay que gozar de la inocencia, la felicidad y la alegría de los niños con pocas cosas. Uno de esos niños es ahora un hombre. La otra tiene mucho por recorrer todavía.
ResponderEliminarQue recorran su camino con paso firme, Acirema.
EliminarLa pequeñita habla con sus amigos de su tía: y su tía esto, y su tía lo otro. Para nosotras el concepto "tía" era aburrido, ¿no?, jaja. No para Marcela.
ResponderEliminarLos que deben estar aburridos de la tía son los amigos de la pequeñita, Kitty.
EliminarLos niños son únicos y además tien un defecto... que crecen y dejan de serlo.
ResponderEliminarBuena entrada.
Es que el tiempo no perdona, Chelo.
EliminarSi no fuera por ellos todo sería más difícil. Creo que ya te he repetido en alguna ocasión que me encantaría poder congelar el tiempo...
ResponderEliminar¿Te imaginas un mundo poblado solamente por niños, Laly? Como en la película Bugsy Malone.
EliminarHola Gaabriela,
ResponderEliminarSueño de un aún caluroso día siendo ya otoño... los niños, sobre todo los sobrinos, deberían quedarse siempre siendo esos niños que son...
Muchos saludos.
Es que los sobrinos son lo máximo, Cris. Tenemos licencia para todo con ellos.
EliminarLas expresiones de alegría y de cariño de los peques, por espontaneas por sinceras, llegan como una flecha al corazón.
ResponderEliminarMe admira sentir como son capaces, sin hacer nada especial de alegrar la vida de los adultos , de aligerar la carga de los problemas
Me encantan las entradas de niños¡
Por eso me indigna que haya gente que los maltrate, Miriam. Creo que no hay peor crimen, delito ni pecado que abusar de quien no se puede defender. Como de los niños,por ejemplo.
Eliminarlos niños son los niños y punto,
ResponderEliminarCiertamente, Cyrano, son niños y así debemos considerarlos.
EliminarMi nieta tiene 4 y más de una vez me sorprende con sus conclusiones que a veces son más acertadas que las nuestras.
ResponderEliminarBesoss
El secreto debe estar en ver las cosas con ojos de niño, Norma2.
EliminarLa visión de un niño siempre es sorprendente, al igual que sus conclusiones, sus expresiones, sus respuestas... es maravilloso ver con lo que van a salir esta vez. Un abrazo
ResponderEliminarBienvenido a estos predios, Releante.
EliminarY lo mejor es registrarlo porque la memoria es frágil.
Lo del pelo me suena de mi sobrina Laura... se cortó el flequillo a ras de la raiz en el colegio y salió tan feliz, dijo que le estorbaba.
ResponderEliminarLos crios son así de espontaneos y tremendos:))
Buen fin de semana.
Un beso.
Pd. Me ha gustado el libro, estoy con la 2ª parte "El invierno del mundo"
Me has hecho acordar a la hermana menor de una amiga, que cortaba el pelo de las muñecas y esperaba verlo crecer.
EliminarA estas alturas de mi vida, querida Gabriela, mis nietos son el máximo estímulo, con sus ocurrencias y cariño.
ResponderEliminarUn beso.
Y como cada niño es un mundo, Esteban, imagino que esas ocurrencias y cariño son infinitos.
EliminarUna vez màs Gabriela me dejas admirada con tus escritos. En ambas historias es un niño muy importante en tu vida el protagonista, solo que en un caso el nene al verte fue corriendo a esconderse y en el otro corriendo a darte la mano. Para ellos tu presencia era muy significativa y asì lo demostraron. Son historias que todos hemos vivido pero nadie como tù lo habìa contado tan bien.
ResponderEliminarEspero que pases un feliz domingo estupendamente acompañada por la gente que te quiere.
Chusa
Y su presencia es igualmente significativa para mí, Chusa... o más, si cabe.
EliminarHola amiga Gabriela, los niños siempre nos sorprenden con su espontaneidad, es curioso que sean de donde sean y a que generación pertenezcan parece que las historias se repiten.
ResponderEliminarBesos amiga.
Lo malo es que cuando crecen, Fernando, se pierde esa chispa que tanto nos encanta.
EliminarGabriela, no puedo creer que mi mamá leyo tu blog, y yo no sabia que tenias uno, que mal!!!!!!!
ResponderEliminarAhora voy a leeerlo más seguido porque me gusto!!!!
Veo que tenes muchos visitantes y comentarios asique sos muy popular!!!
Soy Clari, la porteña jajaja
En cambio yo, te leo desde antes de tu viaje a India. Ven cuanto quieras, eres más que bienvenida.
EliminarQué bueno que te mamá estuvo por acá.
El alma de los ninyos es tan pura y espontanea, lo relataste asi tan claro, me encanto!
ResponderEliminarbesos,
Tan claramente como ellos mismos, Patricia.
EliminarGabriela, los niños são verdadeiras caixas de surpresa. Muito divertida a tua história.
ResponderEliminarBeijo
Cajitas a las que hay que tratar con el mayor cariño, Nina.
EliminarGabriela, querida, passando para deixar um beijinho.
ResponderEliminarGracias Nina, lindo fin de semana.
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