miércoles, 27 de febrero de 2013

Publicidad irresponsable

Como dije hace algún tiempo, debe ser sumamente difícil contar una historia creíble que atrape y convenza en 30 segundos o menos. Ese es el reto que los publicistas enfrentan a diario.

Hay comerciales absolutamente creativos y memorables, a veces sus frases quedan como parte del lenguaje colectivo. Ejemplos abundan, y con certeza cada país y época tienen sus propias frases publicitarias memorables. Pero eso no impide que exista publicidad irresponsable.

Por acá en el Perú, un banco privado ha lanzado un crédito que presta siete veces el sueldo de un trabajador. De acuerdo con la campaña, basta con tener una remuneración mensual bruta mínima de S/.700 (unos US$270) para solicitar un crédito de hasta S/.4,900 (unos US$1,900).

Hasta ahí, muy bien.

Se supone que alguien que gana esa cantidad y que la necesita multiplicada por siete es justamente porque la necesita. Pero viendo los anuncios de televisión, radio y prensa escrita, quien pide el crédito lo hace para irse de viaje.

Esa es la parte bonita y fácil. Hagamos un cálculo usando las herramientas que el propio banco pone a disposición del público en su sitio web: con una remuneración de S/.700 se puede solicitar un crédito de hasta S/.4,900. El plazo mínimo del crédito es 12 meses, y la cuota mensual es de S/.470.19 (cerca de US$182). Si multiplicamos el monto de la cuota por las 12 cuotas del préstamo, el total a devolver al banco es de S/.5,642.28 (unos US$2,186). Es decir, un exceso de S/.742.28 (US$287), más de lo que gana al mes el trabajador del ejemplo.

Por supuesto, eso jamás lo dirán.

sábado, 16 de febrero de 2013

Nunca es suficiente

Voy a contar la historia de F, tal como F me la contó a mí.

F tenía un televisor de una marca pionera, un aparato que ya contaba una década de edad y que, salvo alguna dificultad ocasional al momento de prenderlo, funcionaba bien. Tenía también todo un sistema de sonido perfectamente acoplado al televisor y con el que disfrutaba de ver películas, conciertos y demás asuntos para los que se usa un televisor. En exceso además, porque su querido televisor le permitía conectar siete aparatos simultáneamente.

Hace algunas semanas, F contrató un nuevo sistema de cable. Fueron tantas las ventajas que le mencionaron cuando se lo ofrecieron que F no se pudo resistir y aceptó las nuevas condiciones.

A los pocos días de haber dado su aceptación telefónica al nuevo servicio, F recibió en su casa a un técnico de su empresa proveedora de cable para hacer efectivo el cambio de sistema. El técnico se demoró varias horas en casa de F haciendo los arreglos necesarios para dejar todo funcionando sin problemas. Según me cuenta F, más de una vez el técnico le advirtió que con su televisor "antiguo" no iba a disfrutar al máximo de las ventajas que acaba de adquirir. F no le hizo mayor caso.

Una vez instalado el nuevo paquete de cable, F se dispuso a disfrutar de las novedades tenía ahora al alcance de la mano. Tal vez por coincidencia, a los dos días tuvo fallos en el sistema y llamó a su proveedor de cable para reportarlos. Le mandaron un técnico que le solucionó rápidamente el problema y le dijo que el fallo se había debido a una incompatibilidad entre el novísimo sistema y el antiquísimo televisor. Le recomendó, con poco tacto, comprarse un TV de pantalla plana.

Ya eran dos las advertencias, así que F pensó que tal vez sería buena idea comprarse el televisor de pantalla plana que ya ambos técnicos le habían recomendado. Acudió a la tienda de buena calidad y garantía para comprar un televisor pantalla plana. Para su buena suerte, la tienda había rebajado los precios de los televisores y encima encontró un descuento adicional de 10%. Escogió su televisor, de la misma marca pionera que el que ya tenía, lo llevó a su casa, reemplazó el televisor al que tuvo que jubilar de un momento a otro y se sentó a disfrutar, ahora si, de las ventajas de sus nuevas adquisiciones.

Al menos, eso pensaba F.

Con el nuevo televisor, el sonido envolvente y otros beneficios a los que F se había acostumbrado ya no estaban disponibles. Así que llamó a otro técnico, esta vez no el del proveedor de cable, sino uno que conoce desde hace tiempo y que repara las cosas que se malogran en casa. Este técnico le dijo que el sistema de sonido antiguo no era compatible con ese televisor moderno, que debía usar una serie de cables que adaptaran ambos sistemas.

Cuando el técnico terminó de instalar los cables que permitieron que el nuevo televisor aceptara el sistema anterior de sonido, le dijo a F: "ha debido comprarse un televisor con más entradas de audio y video, como su antiguo televisor, que le permitía conectar siete aparatos adicionales simultáneamente".

Nunca es suficiente...

viernes, 8 de febrero de 2013

Nada de política

Hay algo que ya me llegó al hartazgo. En verdad, son muchas las cosas que me ha llegado al hartazgo, pero por hoy me referiré solamente a una.

Estoy cansada de leer, escuchar y ver que a la gente con ideas de izquierda se les llama zurdos, y casi siempre de manera desfavorable. Soy zurda, orgullosa y muy feliz de serlo, y francamente no entiendo qué tiene ver mi lateralidad y la de muchas otras personas como yo, con la política. ¿Acaso a quienes tienen ideas de derecha se les dice diestros? ¡No! ¡Horror! Ser diestro significa que se domina un arte, un oficio o una profesión. ¿Cuántos de esos diestros serán zurdos? Más de uno, sin duda.

En más de una entrada he contado los incidentes, a veces algo angustiantes y otras veces hasta graciosos, a los que me enfrento día a día por el hecho de ser zurda. Créanme que no es muy fácil vivir en un mundo que está hecho para el otro lado.

Recuerdo cuando estaba el colegio haciendo algunos de los tantos experimentos que se hacen en los cursos de Ciencias, el profesor nos hizo mezclar algún compuesto y hacía especial hincapié en revolver en el sentido de las agujas del reloj. ¡Se me hacía tan complicado! Y era tal el énfasis que ponía el profesor en su recomendación que llegué a pensar que parte del experimento era hacer las cosas al revés. Años me tomó darme cuenta de que revolver en el sentido de las manecillas del reloj es al revés si se revuelve con la izquierda. Es decir, el sentido contrario para mí.

¿Tiene eso algo que ver con tener ideas políticas de algún tipo? No lo creo. Así que desde acá lanzo mi voz de protesta y digo ¡BASTA! de referirse a los izquierdistas como zurdos.

lunes, 4 de febrero de 2013

El helado

Tomando de nuevo la idea lanzada hace algún tiempo por AleMamá, publico acá otra historia de 50 palabras inspirada en este helado que vi el otro día en el piso.

Esto debe haber sido hace un instante. Imagino el glorioso momento que quedó frustrado, ya casi saboreando el bicolor helado, cuando un mal movimiento lo tira todo por la borda. Nunca me ha pasado, la frustración debe ser enorme. Espero que no le haya ocurrido a un niño.