jueves, 31 de diciembre de 2015

¡Bienvenido 2016!

A punto de recibir un año más, agradezco a todos los lectores de este blog. También hago votos por un año mejor y que sigamos leyéndonos en los 366 días que este nuevo calendario tiene para nosotros.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Uno navideño de Cyrano

Vuelvo a tomar prestada una entrada de Cyrano, ese amigo bloguero que partió inesperadamente hace algunos meses. Así contaba cómo Miraflores "se vestía de Navidad" en diciembre de 2012.
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De nacimientos, árboles, adornos, ofertas y demás
Con la trilogía (ver acá, acá y acá) del bombardeo hemos presentado, digamos, el lado "oscuro" de la Navidad. Pero no podemos negar que la Navidad tiene otro lado de la medalla: el lado claro, festivo, alegre, luminoso, brillante y encantador. No en vano se celebra, para nosotros los cristianos, el nacimiento del Rey de Reyes.

Para algunos, como yo, es una fecha llena de nostalgia, de melancolía, de ausencias, de recuerdos que nos ponen un poco tristones, pero se balancea con el contagiante espíritu de fiesta que le pone la mayoría de la gente. Y aquí participan todos, desde el Rey hasta el paje.

Yo vivo en un distrito de Lima que se llama Miraflores, donde existe una avenida muy comercial que se llama José Larco, que empieza en el Óvalo de Miraflores y termina en un parque que da al Océano Pacífico, donde hay una pileta con aguas danzarinas de colores. En el Óvalo también hay aguas danzarinas. Entre esas dos piletas de aguas danzarinas están las 12 cuadras de la Av. Larco, que a veces parece Babel por la variedad de idiomas y acentos que uno puede escuchar al paso.

Al final de Larco, quedan famosos y grandes hoteles, que miran al mar. El municipio es el primero en desarrollar el espíritu navideño, colocando un enorme árbol en el mismo óvalo, visible a varias cuadras de distancia. Esto es tradicional, aunque cambien los alcaldes, cada diciembre hay un árbol. Eso si, pueden cambiar los estilos de acuerdo al gusto de cada alcalde, y hay algunos que lo han tenido muy malo, como el año que debimos padecer el árbol cohete, porque era apenas una copia del Apolo 11.

Bromas aparte, el de este año refleja el buen gusto de un alcalde que ha puesto uno bastante tradicional, como lo podrán apreciar en esta foto.
Óvalo de Miraflores
También ha dispuesto un nacimiento, o belén como lo llaman en algunos países, con figuras de tamaño real, frente al local de la Municipalidad. Fíjense que en este Nacimiento no hay Niño Jesús. Es que acá hay una costumbre, la de esperar a la medianoche del 24 de diciembre para colocarlo en su lugar. Mientras tanto, el Niño está de parranda, o fastidiado porque sus papás no encontraban lugar en el mesón por el empadronamiento dispuesto por el Emperador.
Nacimiento de la Municipalidad de Miraflores
Los locales comerciales también hacen lo suyo, adornando sus vitrinas con motivos navideños, saludos, buenos deseos y buenas vibras para todos. Eso si, no se puede negar que por ahí escondidito está el "compre y llévese".
Tienda con motivos navideños
Hasta los casinos, que acá están permitidos (mismo Las Vegas... bueno, es un decir), tienen su espíritu navideño muy visible. Juzguen ustedes mismos, el frontis de un casino miraflorino.
Saludo navideño de establecimiento miraflorino
Las tiendas tienen sus ofertas para la ocasión, con objetos de todo tipo y precio, para que nadie se quede sin su regalito.
Ofertas para 2013
En fin, he querido mostrarles el lado alegre de las fiestas de fin de año, donde todo el mundo, contagiado de ese espíritu del que tanto hemos hablado, camina rápido para todos lados, tropezándose, empujándose, haciendo colas para el pago, llenando los supermercados para adquirir los clásicos insumos para la fiesta navideña, sin que falte en las mesas el tradicional pavo.

Claro, cada barrio tiene su propio estilo y forma de vivirlo, con sus nacimientos, árboles, adornos, ofertas y demás.

¡Feliz Navidad a todos los lectores de Seis de Enero! Gracias, Cyrano, por "prestarme" otra de tus historias.

martes, 15 de diciembre de 2015

Carteras perdidas y encontradas

Acá va un relato prestado, enviado por alguien que lee este blog y comenta con mucha frecuencia.
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Es una mañana luminosa, mucha gente en las calles, las compras navideñas contagian de entusiasmo a todo el mundo. Cruzo la avenida junto a un grupo de viandantes, aprovechamos la luz verde. A paso ligero, como un ejercicio militar.

Termino de cruzar y veo a unos metros acercarse en sentido contrario a una mujer joven que lleva de la mano a una niña de unos cinco años. La pequeña tiene un bolso con dibujos de flores que le cuelga del hombro. A paso ligero también.

De pronto, por el apuro, el bolso resbala del brazo de la niña y cae al suelo. Madre e hija continúan su camino sin percatarse de lo ocurrido. Me apresuro a acercarme para avisarles, pero ya tres personas llegan antes, y entre sonrisas y palabras cariñosas entregan el bolso a la niñita, que mira asombrada pero feliz, mientras la madre agradece a todos.

Es un incidente pequeño, sin importancia, pero a la vez me afecta tanto... pienso en el llanto de la niña si hubiera perdido su bolso...

Inevitablemente pensé en otra niña más cercana, con ocho años casi recién cumplidos. Recuerdo cuánto lloró el día que olvidó su cartera blanca adornada con un gato negro en la silla de ese restaurante. Cómo corrió desesperada para regresar al lugar, entre sollozos ante la idea de haber perdido al adorado oso de peluche que llevaba adentro. Tras casi correr las pocas cuadras que la separaban del restaurante, tras escuchar con el corazón encogido la respuesta "no, ahí no había ninguna cartera" cuando preguntó, la carita se le iluminó cuando un muchacho que trabaja en el restaurante le dijo que otro cliente había encontrado la cartera y que él la había puesto en un lugar seguro.

Parecen hechos sin importancia, ¿verdad? Pero en ambos casos, fue muy importante la cara de felicidad de esas dos niñas al recuperar sus pequeños tesoros.

Vale la pena recordarlo, sobre todo en época navideña.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Crónicas de viaje: Paseando por Lima

Imagen de Wikipedia.
Es raro decir que uno viajó por la ciudad por la que se mueve y transita todos el tiempo, pero eso fue lo que me pasó hace pocos días.

Gracias a la visita de dos amigas de Costa Rica que vinieron al Perú con la idea de viajar a Machu Picchu. Su viaje estaba programado de tal manera que se quedarían en Lima tres días antes de partir a Cusco.

Desde antes de su llegada, habíamos acordado que al día siguiente iríamos a pasear por el Centro Histórico de Lima para visitar varios lugares de la zona. Esos lugares sí los conozco bastante bien. Así, partimos desde Miraflores en el Metropolitano, para que la experiencia fuera completa. Nuestra primera parada fue la Iglesia de las Nazarenas, donde está el Señor de los Milagros. De ahí caminamos a la Plaza de Armas, vimos la Catedral, el Palacio de Gobierno, el Palacio Municipal. Abundaron las fotos, los comentarios, las preguntas.

Enrumbamos por todo el Jirón de la Unión, cruzamos por delante del Palacio de Justicia y terminamos en Polvos Azules, un lugar increíble que creo que todos los que visitan Lima deberían conocer. Como no podía ser de otra manera, terminamos en un restaurante de comida criolla.

Hasta ahí llegaron mis lugares conocidos. Al día siguiente, ellas se fueron a Ica a conocer diferentes lugares.

Un día después, nos volvimos a juntar. Ellas querían ir a las playas de Miraflores, algo que nunca había hecho caminando, a pesar de tener puentes y bajadas al mar a pocos pasos de mi casa. La ruta es corta, realmente me asombra lo cerca y fácil que fue llegar a la playa caminando. Llegaron hasta tocar el mar, querían comprobar si realmente era tan frío como les habían dicho. Recorrimos caminando un largo trecho por nuestra Costa Verde, y regresamos por la siguiente subida.

De ahí, nos dirigimos a la Huaca Pucllana, otro lugar por el que he pasado infinitas veces sin jamás detenerme a entrar. Así que hice el recorrido guiado con ellas y aprendimos juntas sobre la cultura Lima, sus características, principales actividades y su vida diaria.

Esa misma noche, vi el espectáculo con luces y agua en el Circuito Mágico del Agua, otro lugar que conocía por fuera solamente, hasta esa noche. Perdí la cuenta de la cantidad de fuentes que están dispersas por el parque, la armonía de luz, colores y música. El broche de oro vino con el espectáculo de la pileta principal, donde el agua funciona como pantalla gigante de proyección de diferentes bailes y paisajes peruanos. Aunque, a decir verdad, me parece que lo que se proyecta podría ser mejor, como incluir una leyenda del baile que se ve y de la región de la que es típico.

Fue una experiencia enriquecedora ver Lima desde otros ojos, lejos del ruido y la prisa con el que la vida diaria nos obliga a andar por las calles y vías de esta ciudad por la que transito a diario.

Espero que mis amigas hayan disfrutado de su estancia en Lima, en Ica y Cusco. Por mi parte, me encantó disfrutar Lima desde una perspectiva distinta.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Crónicas de viaje: Estampas mexiquenses*

A pocos metros del hemiciclo dedicado a Benito Juárez, un hombre lee un libro tranquilamente. Hace caso omiso al ruido y la prisa de las personas que caminan delante de él, permanece sin levantar los ojos de las líneas que lo mantienen ocupado. De repente, levanta la cabeza como si una fuerza superior lo impulsara. Deja el libro a un costado, se inclina hacia adelante y pone toda su atención en el coche de bebé que tiene delante. El bebé que dormía plácidamente, a pesar del ruido y la prisa, acaba de despertar. Hora de cerrar el libro y emprender la caminata con el niño, que va atento a todo.

Una señora elegantemente vestida va por la calle. Tiene un abrigo largo de llamativo color rojo. Camina muy erguida, casi parece una modelo, sin mirar ni a la izquierda ni a la derecha, solamente mira al frente. Todo su pelo es perfectamente canoso, su cartera es plomo oscuro, al igual que su pantalón. De cerca se nota que lleva aretes de plata que se mecen al ritmo de sus pasos. Camina sin ruido y sin prisa, con ritmo que nada detiene. Casi hasta parece tener un pacto con los semáforos, pues las luces rojas se tornan verdes cuando ella llega a la esquina, por lo que su paso no se detiene.

En la Basílica de Guadalupe, una mujer reza con los ojos cerrados, muy concentrada en su diálogo con la Lupita. No se distrae con nada, ni con las voces de la concurrencia que responde a las palabras del sacerdote, ni con las personas que pasan a su lado en su afán de ver a la virgen un poco más de cerca. No abre los ojos en ningún momento, no deja de mover los labios en esa conversación silenciosa que la tiene abstraída del mundo.

Desde lo alto de la Basílica de Guadalupe, se divisa casi toda la enorme Ciudad de México. Miles de construcciones se ven a izquierda y derecha, miles de ventanitas abiertas y cerradas se distinguen a la distancia, por todos lados hay infinidad de autos avanzan en ordenadas filas multicolores que evocan hormiguitas. Pensar que en cada una de esas ventanitas, en cada uno de esos autos que parecen filas de hormiguitas multicolores hay una multitud personas con historias propias, con preocupaciones, sueños, alegrías y aspiraciones propias, como las que hay en todas las ciudades y en todos los pueblos de todos los países del mundo.

*mexiquenses: natural del estado de México, en la república mexicana.
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