miércoles, 20 de diciembre de 2023

El nacimiento

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La niña vio la imagen en la revista. "Haz tu nacimiento en casa", o algo así era el título. Vio el nacimiento, le gustó y decidió probar.
Hizo un cono hueco con cartulina, le cortó la punta y lo rellenó con papel periódico. Como base, usó otro trozo de cartulina para darle estabilidad.
Luego tomó un trozo de tela marrón y le dio la forma de vestimenta que buscaba. A un trozo de tela rosada, le cosió hilo marrón grueso que quedó como bigote y barba del hombre. Una tela colorida sirvió como turbante y le dio un toque brillante con una cinta dorada. Con otros trozos de tela rosada formó dos manos.
San José quedó listo.
Repitió el cono hueco y también lo rellenó con papel periódico viejo.  Tomó tela ploma y le dio forma de vestido. Usó tela blanca para el velo e hilo en dos tonos de marrón para el pelo. Formó otro par de manos y una cara con toque femenino.
La virgen María quedó lista también.
Para el niño, preparó una camita con tela blanca rellena de algodón. Cosió flecos dorados a manera de flecos. Preparó la carita del bebé y lo fijó en su lugar.
El niño Jesús también quedó listo.
La Sagrada Familia estaba completa gracias al arte que una niña de nueve años infinitamente admirable tenía en las manos. Y que sigue teniendo. Y que sigue siendo infinitamente admirable.
Acá está la maravilla

¡Feliz Navidad!

lunes, 20 de noviembre de 2023

Y van 16...

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Y casi sin pensarlo, Seis de enero llegó a los 16 años. Todavía recuerdo las dudas antes de publicar la primera entrada.

Acá estamos, 16 años después, ya sin dudas.

Este último año han sido pocas las publicaciones, pero han sido. Y por ahora, puedo decir que seguirán. Gracias a quienes siguen leyendo.

martes, 31 de octubre de 2023

El tronco

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Hace algunos días, cuando salía a mi caminata diaria. A una cuadra de mi casa, vi un tronco apoyado contra un árbol de los muchos que hay por estas calles.
Inmediatamente, pensé en mis amigas de Retro y con encanto: "ellas sabrían qué hacer con este tronco". Y ahí decidí llevármelo a la casa a mi vuelta.
Regresé por otro camino y olvidé el tranco.Tres días después, pasé de nuevo por el mismo lugar. El tronco seguía ahí y recordé que había pensado llevármelo. Entonces me dije: "hoy sí me lo llevo". Lo creí fácil, mi idea era tomarlo al vuelo y llevarlo a casa.
Estiré la mano y me di con la sorpresa de que el tronco era mucho más pesado de lo que parecía. Lo levanté y caminé la cuadra que me separaba de mi casa. Lo dejé en el lavadero, con la idea de darle un baño antes de pensar qué uso darle.
Por una casualidad, un electricista fue a mi casa a hacer un arreglo rápido. Vio el tronco y me dijo: "está bonito, ¿en qué lo van a usar?
Lo cierto es que hasta ahora no lo sé, acepto sugerencias.







sábado, 30 de septiembre de 2023

Cuestión de sugestión

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La mujer estaba haciendo sus compras un sábado cualquiera y en un recorrido por la sección de congelados vio algo que le llamó la atención: paquetes de pulpa de fruta congelada de varios sabores. Leyó las instrucciones: descongelar, mezclar con agua, agregar azúcar al gusto y licuar.

Compró dos paquetes de fresa para su casa. "Les va a encantar", pensó. Descongeló un paquete para el almuerzo de ese día. Siguió las instrucciones del paquete, pero agregó edulcorante en vez de azúcar.

Ya en la mesa, al ver la novedad en la mesa, todos se apresuraron a probarlo. A su esposo y sus hijos menores les encanto, pero el mayor tenía expresión escéptica. "Tiene un sabor raro", dijo. "Lo endulcé con edulcorante", le contó la mujer. Y el muchacho contestó que ese era el sabor raro, y ya no quiso tomar más.

Dejó su vaso a un lado sin decir nada más.

Al día siguiente preparó el otro paquete. Lo preparó exactamente igual, edulcorante incluido, Pero no iba a decir nada cuando le preguntaran.

De nuevo en la mesa para el almuerzo, el esposo y los hijos menores recibieron con alegría que se repitiera el jugo de fresa del día anterior. El hijo mayor miró la jarra con curiosidad,

Ya casi al terminar el almuerzo, el muchacho preguntó "¿hoy también lo hiciste con edulcorante?". Ella sabía que la curiosidad ganaría.

"Claro que no, hoy lo hice con azúcar", contestó mientras tomaba un sorbo del líquido rojo y en sus ojos hubo un brillo que nadie percibió.

El muchacho probó con cautela, hizo un gesto de agrado y se tomó el resto de un sorbo. "Ahora sí está muy rico, mamá. Compra siempre esta marca".

Ella terminó de beber su jugo, sirvió un poco más a todos mientras sonreía triunfal.

El blog regresa después de varias semanas de silencio. Gracias a quienes me preguntaron si lo iba a continuar o no. Seis de enero está de vuelta.

jueves, 13 de julio de 2023

Vuela alto, Libertad

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Te veíamos llegar desde lejos. Te delataban la bicicleta y los colores vivos de tu ropa y tu casco. "Es obligatorio para ciclistas", nos decías.
Cuando aparecerías se desataba la alegría. Ya sabíamos que esa mañana de zumba tendríamos a quién seguir los pasos. Le ponías una energía increíble a la música, parecías incansable.
Nos generaba una admiración increíble saber la distancia que recorrías las mañanas que llegabas al faro a una nueva sesión de zumba. De San Miguel a Miraflores y de vuelta, después de una hora de baile sin pausa. Diez kilómetros de ida, diez kilómetros de vuelta. De sacarse el sombrero.
Por eso entendíamos que tus visitas fueran esporádicas. Y la alegría que nos contagiabas era siempre bien recibida.
Hablo de ti en pasado, pero te tengo presente, siempre con esa sonrisa tan tuya. También te tiene presente todo ese grupo zumbero al que tan bien y tan rápido te integraste.
¡Vuela alto, Libertad!

domingo, 4 de junio de 2023

Venta de garaje

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Hace pocos días fui por primera vez a una venta de garaje. Caminaba por una calle de vuelta a casa y vi el cartel. Movida por la curiosidad y con pocas expectativas, entré.
Me recibió una señora muy amable, que me invitó a entrar y mirar todo "sin compromiso". A su lado había un perrito curioso que, inmediatamente, empezó a seguirme.
Había artículos diversos, cosas de cocina, libros. Miré sin mucha atención. Por ahí vi un jarrito de metal con tapa, ideal para mantener las bebidas calientes. El precio estaba en una etiquetita, S/2.00 (poco más de medio dólar).
La separé a un lado.
Al fondo había colgado algo de ropa. Me acerqué, siempre sin expectativas. De repente, vi una casaca/campera/chaqueta/cazadora/chamarra azul. Fue amor a primera vista. El precio, S/10 (casi tres dólares). Eso solamente ratificó el flechazo.
- ¿Me la puedo probar?
- Claro.
Una vez puesta, la noté a mi medida. Busqué un espejo, pero la decisión ya estaba tomada.
La señora sacó la cuenta, y cuando estaba pagando los S/12 del total, entró otra compradora. Se fue directo al fondo, a la ropa y casi de inmediato volteó a preguntar: "señora, ¿la casaca azul que estaba acá?".
Señalándome, la señora dijo "la acabo de vender".
Ya imaginan la cara de decepción. Literalmente, gané por puesta de mano.

martes, 2 de mayo de 2023

Claro de luna

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Me llegó este relato prestado, que publico de inmediato.
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Las campanadas del reloj de la iglesia retumbaron en el pueblo silencioso. La niña que se había despertado poco antes contó hasta cinco.
En la cama de al lado, su hermana dormía profundamente. Sobre el techo de zinc, las gotas de lluvia caían con sonido acompasado y persistente.
"El 'Claro de luna'", pensó la niña.
La lluvia se desató al comenzar la noche, cuando la familia acababa de salir con sillas y mecedoras a la puerta de la casa buscando el fresco. En el pequeño pueblo, en plena zona tropical, no eran raros los repentinos cambios climáticos. 
"Va a llover toda la noche", dijo el padre. "Hay que cerrar bien las ventanas", dijo la madre, mientras volvían rápidamente al interior. Todos se alistaron para dormir y la casa quedó en silencio.
La lluvia que comenzó con fuerza bajaba de intensidad, iba y venía durante la noche. La niña que se despertó en la madrugada seguía pensando en el Claro de luna. En la clase de Música, la profesora habló del compositor Beethoven y dijo que entre sus obras le gustaba mucho una sonata para piano llamada Claro de luna.
La niña nunca la había escuchado, pero una compañera que venía de una ciudad más grande le contó que sonaba como gotas de lluvia. Desde su cama, en la casa todavía silenciosa y oscura, la niña oía las gotas sobre el techo de zinc, cada vez más lentas y espaciadas, que parecían las teclas de un piano.
El arrullo de la lluvia iba bajando cada vez más y una débil claridad comenzaba a reemplazar las tinieblas de la habitación. La niña cerró los ojos y retomó el sueño interrumpido mientras continuaba el concierto de Beethoven.

sábado, 25 de marzo de 2023

Historia de dos sábados

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Un sábado cualquiera, de esos días de frío limeño que el verano hace añorar, iba caminando por una calle cualquiera. Era temprano, regresaba de hacer unas compras rápidas en un supermercado cercano a mi casa. La hora ideal para las compras, cuando los supermercados están vacíos.
A pocos metros de una esquina, ya casi a mitad de camino, vi a una mujer con actitud de esperar algo. Estaba elegantemente vestida, con un abrigo rojo y una gruesa bufanda de cuadros que hacía juego con el abrigo. Pese a que no había sol, usaba lentes oscuros. Tenía el pelo lacio oscuro, a la altura de la quijada.
Aunque casi no se le veía la cara, pude notar que sonreía. Sonreía y me miraba. Me miraba con expresión amable. ¿Será alguien que conozco?, pensé. Al acercarme pensé que iba a reconocerla, pero no.
Se me acercó, siempre sonriendo y me preguntó si conocía una calle. Esa calle está muy cerca de donde estábamos, e intenté explicarle cómo llegar. Finalmente, le dije: "voy a pasar por ahí, vamos caminando, si no te importa".
Empezamos a caminar juntas. Me contó que es peruana, que vivió muchos años en Buenos Aires y que ahora vive en París. Que viene ocasionalmente a Lima a visitar a la familia. Me dijo su nombre, su apellido es sinónimo de unos dulces muy ricos que venden en Lima. Me preguntó si conocía la marca, y me empezó a contar de los orígenes.
En eso, llegamos a su destino. Me agradeció y la dejé tocando el timbre del departamento que buscaba. Yo seguí mi camino y llegué a mi casa.
Pasaron varios meses. El frío limeño se convirtió en ese agobiante calor que desde antes de que empiece ya quiero que termine. Llegó otro sábado de compras en el mismo supermercado cercano. De compras rápidas. De compras tempranas para que sean rápidas.
Regresaba a casa y a pocos metros de donde me encontré con esta peruana que vive en París la volví a ver. Era ella, no había duda, a pesar de que ya no usaba ni el grueso abrigo rojo ni la bufanda a cuadros. Pero su corte de pelo y su sonrisa eran inconfundibles. 
Me vio, y desde lejos me saludó. Nos saludamos. Me preguntó si me acordaba de ella, le dije que sí. Le pregunté si quería que la guiara de nuevo. Me dijo riendo que no, que esa vez sabía muy bien por dónde ir.
Nos hicimos adiós y cada quien siguió su camino.

viernes, 17 de febrero de 2023

Olvido sabatino

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Es una mañana de sábado normal, prenavideño. Tienes que ir a hacer algunas gestiones en diversos sitios, nada complicado. Dispones todo y sales.
Caminas cuatro cuadras, y por instinto, te llevas la mano al bolsillo a donde llevas el celular. Es algo mecánico, casi automático. Salvo que esta vez sientes algo diferente. No hay celular. Te sobresaltas y de inmediato viene a tu mente la imagen del teléfono sobre la mesa.
Se te olvidó. Nunca te había pasado.
Te detienes a pensar. ¿Regresas las cuatro cuadras ya avanzadas o sigues sin el teléfono y lo tomas como un experimento? Decides seguir y ver si eres nomofóbica o si aún puedes vivir "a la antigua" sin el aparatito a la mano.
Tu primera parada es el autoservicio, faltan algunas cosas en la casa. Vas directo a los anaqueles donde está lo que quieres comprar. Sientes a lo lejos un sonido conocido, crees que es tu celular, te llevas la mano al bolsillo. ¡No hay nada! Ah, verdad, lo olvidaste.
Terminas tu comprar y vas al siguiente punto. Una farmacia. ¿Cómo se llama lo que quieres comprar? Lo busco con el celular... Ah, verdad, no lo tienes. Con ayuda del farmacéutico das con el nombre y lo compras.
Vas directo a la tercera parada. En el camino, pasas por una heladería. Ves que hay nuevos sabores y te alegras. Quieres tomarle una foto al despliegue de colores de los helados, pero recuerdas que no es posible. Te vas, saboreando e imaginando la próxima visita a la heladería.
Ya de regreso a tu casa ves un cartel muy ingenioso. "Qué pena que no tengo el teléfono para tomarle una foto. Ojalá siga aquí la próxima vez que pase por acá".
Finalmente, llegas a casa. Empiezas a guardar lo que compraste. En eso, a lo lejos un sonido conocido. "Ah, verdad, se me había quedado el celular".

AVISO DE SERVICIO PÚBLICO
"La flor de la canela" es obra de Chabuca Granda.
"El rosario de mi madre" es obra de Mario Cavagnaro.
"Amarraditos" es obra conjunta de Margarita Durán y Pedro Belisario Pérez.
Gracias por su atención.
FIN DEL AVISO DE SERVICIO PÚBLICO.