martes, 21 de abril de 2020

El niño del balcón

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- ¡Hola!

La voz infantil suena a lo lejos. Desde donde estoy, solamente puedo intuir que es un niño aburrido por el encierro y que lanza saludos al aire para romper la monotonía de las últimas semanas.
- ¡Hola! ─vuelve a gritar el niño, sin mucha convicción.
- ¡Hola! ─contesta una voz masculina, más lejana que el niño. ¿Cómo te llamas?

Tal vez asombrado por haber tenido respuesta, el niño demora unos segundos en contestar. Con voz más fuerte, contesta algo que se puede entender como Rafo o Marcos. Me quedo con Rafo.

- ¿Cuántos años tienes?
- Cuatro. ¿Y tú?
- Un poco más ─ríe el hombre sin soltar prenda.

Y así comienza un diálogo trivial como el que se tiene con los niños pequeños. Y sin querer me entero de que Rafo vive con sus papás y su hermano menor “que es bebé y no habla”. Que habló con sus abuelos "por la computadora", que su hermano también quiso participar también en la llamada con los abuelos "pero él no habla".

Luego Rafo le pregunta "cuándo se va el virus para poder salir". El hombre le dice que no sabe pero que seguramente será pronto. Que es mejor que se quede en su casa para que el virus no entre y no se enferme nadie.

- ¿Tú con quién vives?
- Con mi esposa y un perro. Se llama Odie. Lo saco a pasear todos los días.
- Yo quiero tener un perro, pero mi mamá dice que no.

De repente Rafo dice que lo llama su mamá.
- Chau.
- Chau, Rafo. Otro día volvemos a hablar.
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Haz como Rafo y quédate en casa.