martes, 25 de junio de 2019

El elefante

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El hombre fue a la fiesta. Uno de sus mejores amigos se iba del país, se iba a trabajar al extranjero a una empresa muy grande con muchas ventajas. Entonces, había que celebrar esa partida, desearle lo mejor al amigo en el lugar de destino.

Había que celebrar.

Y a celebrar se fue.

Un grupo grande de amigos de toda la vida se vio las caras en la casa del que siempre era el anfitrión. La invitación fue muy simple: "nos vemos en la casa de siempre, que cada quien lleve lo que quiera comer y, sobre todo, lo que quiera tomar".

Así que el hombre fue rápido a apertrecharse de provisiones. Después, se apresuró a la casa ya tan conocida dispuesto a divertirse.

Dispuesto a celebrar.

Casi sin que se diera cuenta, se pasó la noche. Casi sin que se diera cuenta, casi era de día. En ese momento lamentó no haberse percatado de la hora antes pues tenía que ir a trabajar.

No tuvo más remedio que regresar a su casa a la carrera, darse un baño rápido, ponerse ropa limpia y casi con las justas salió a trabajar.

El día ya daba muestras del habitual trajín matutino.

En su camino al trabajo, al pasar con su auto por el puente a dos cuadras de su casa, vio pasar un elefante... ¿un elefante? Se frotó los ojos, los cerró fuerte. Los volvió a abrir con la idea de que su visión hubiera desaparecido.

Pero no. Cuando abrió los ojos, el elefante aún estaba ahí.

"Así no puedo ir a trabajar", se dijo. Dio media vuelta a su auto y regresó a su casa. Llamó al trabajo a avisar que estaba enfermo, que no podría ir ese día.

Y durmió todas las horas que no había dormido la noche previa.

Al día siguiente se despertó repuesto, se sentía nuevo. El elefante era cosa del pasado.

Mientras se preparaba para salir al trabajo, mientras veía las noticias en televisión, se quedó petrificado cuando el locutor leyó que ya habían encontrado al elefante que se había escapado del circo instalado cerca de su casa.

domingo, 16 de junio de 2019

Estampas madrugadoras

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Amanece en la ciudad. Las personas caminan por la calle con paso tranquilo. Imposible saber si van o si vienen, si aún no terminan la noche o si ya empezaron la mañana.

Los autos van despacio por la pista, los buses avanzan con pocos pasajeros. Hacen un alto en todos los paraderos, donde los pasajeros suben y bajan de manera ordenada. Los autos respetan las luces de todos los semáforos de su recorrido.

Un muchacho con cinco perros sujetos de sendas correas camina despreocupadamente. Los perros avanzan en orden, en una perfecta fila. Van en orden de tamaño, en una composición que se ve graciosa desde atrás.

Dos muchachas conversan sentadas en una banca a mitad de la calle. Ríen, probablemente comentan las novedades de la noche que aún no acaba o los planes del día que aún no empieza. Enfrascadas en sus riss, están ajenas al movimiento que las rodea.

Los policías municipales van en auto algunos, a pie los otros. Los que van a pie saludan a los transeúntes que pasan a su lado. Se detienen de vez en cuando, recorren la calle con la mirada, retoman el paso, siempre atentos a lo que pasa a su alrededor.

Todas las tiendas están cerradas, pero una tienda de bisutería está con todas las luces prendidas. En su interior, dos personas sacan artículos de una caja y los disponen en las repisas de la tienda en un incomprensible impulso madrugador de ordenar.

Aún no amanece, y la ciudad despierta poco a poco.

sábado, 1 de junio de 2019

La cajita rosada

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Había una vez una niña chiquitita que hacía sus tareas escolares en una carpeta amarilla casi de su talla. Era esmerada en sus tareas, las hacía a conciencia y tan concentrada que el apretón que le daba al lápiz hasta le dejaba marcas en los deditos.

Cuando sus hermanos mayores y ella regresaban del colegio, después de almorzar y cambiarse, se iba a su carpeta amarilla sin que nadie tuviera que decirle nada. Se pasaba horas haciendo las tareas. Muy ocasionalmente, cuando no entendía algo, pedía ayuda a su hermano mayor, que le explicaba todo con mucho cariño y paciencia. Eso no ocurría con mucha frecuencia porque ella lo entendía casi todo casi siempre sin ayuda.

Al final de la tarde, con todos sus deberes hechos, se disponía a ver televisión.

Y así transcurrían sus días en época escolar.

Los 20(*) eran comunes entre sus cuadernos y trabajos. Por ahí aparecía de vez en cuando un 19, un 18. Casi nunca menos. En sus primeros años de primaria, la nota llegaba acompañada de una estrella, de una carita feliz.

Cada fin de año, en cada ceremonia de clausura escolar, era habitual oír su nombre por los micrófonos y verla caminar desde el lugar asignado a su clase hasta el escenario a recibir el diploma que acreditaba que había logrado el primer puesto en "aprovechamiento y conducta".

Y cuando llegaba a casa con el diploma en la mano, llamaba a su mamá al trabajo para contarle que había obtenido el primer puesto. La mamá fingía sorpresa y le preguntaba: "¿qué quieres de regalo por ese primer puesto?". Desde el otro lado del teléfono, una voz ronquita contestaba: "Los bombones surtidos".

La madre entonces sacaba de su cajón una cajita rosada que envolvía con papel marrón y metía en su cartera. La niña no imaginaba que su mamá veía esa caja rosada cada vez que abría su cajón desde semanas antes del fin de año escolar.

Es que no eran bombones cualquiera, había que pedirlos especialmente a otra ciudad porque en ese tiempo no se encontraban en otro sitio. Felizmente, la mamá trabajaba en un banco con oficinas en todo el país y desde tiempo antes tomaba la precaución de encargar el preciado regalo que ya sabía que debía entregar a fines de año.

La cajita rosada quedaba guardada en el cajón. La mamá sonreía por dentro al ver la caja e imaginar el momento de la entrega.

Al llegar a casa esa tarde de clausura de año escolar, la mamá sacaba de su cartera el preciado paquete marrón que contenía la cajita rosada. Alzaba el tesoro logrado tras meses enteros de arduo trabajo y que, sin una pizca de egoísmo, la niña compartía con todos.

Año tras año, cajita rosada tras cajita rosada. Veinte tras veinte.

(*)El 20 es la máxima nota del sistema de calificaciones peruano.