1. Piura
El domingo que llegué a Piura, Pepe y Mari me comunicaron su intención de llevarme a comer algo típico piurano para el almuerzo. Por supuesto que acepté de inmediato.
Llegamos a un restaurante cuyo nombre no recuerdo. El estacionamiento estaba lleno de carros. No solamente era domingo, sino que el martes era feriado en el Perú y muchas personas habían tomado el lunes como puente para tener un fin de semana largo.
Un cuidador del estacionamiento le indicó a Pepe que justo un carro estaba saliendo y que podíamos ocupar ese sitio. El hombre le pidió que diera la vuelta, para que el carro saliente tuviera espacio para maniobrar.
En eso, por el otro lado, se apareció un tercer carro. Lo pensé pero no lo dije: sería el colmo que este recién llegado se quedara con este único sitio. Descarté la idea porque el cuidador estaba parado ahí y era lógico suponer que podría hacer valer el sitio que nos estaba guardando. Al menos en Lima, ciudad que no se caracteriza precisamente por el respeto al tercero, eso es suficiente para que se respete la preferencia del que llegó primero.
Pero no fue así. El carro saliente se fue, y el recién llegado entró al sitio y se estacionó muy campante. Cuando tanto el cuidador como Pepe le reclamaron su acción, el muy fresco solamente contestó: ¿dónde está esa disposición?
Como nadie tenía ganas de malograrse el almuerzo, terminamos comiendo en otro restaurante. Por cierto, fue un almuerzo delicioso: seco de chabelo, yuca majada y otras delicias más.
2. Guayaquil
Mari y yo fuimos a un autoservicio guayaquileño. Al llegar, agarré un carrito de compras y, para no dejarlo vacío y arriesgarme a que alguien se lo llevara, le puse unas cuantas cositas en señal de posesión. Todo lo dejé en esa parte plegable que se usa para sentar a los bebés.
Como los pasillos eran muy estrechos, dejamos el carrito a un lado y fuimos solas a buscar los artículos que queríamos comprar. Al volver, el carrito había desaparecido. Me molestó, y después pensé que encontrarlo iba a ser imposible pues con certeza quien lo hubiera tomado había retirado las cosas para eliminar el cuerpo del delito.
Cuál no sería mi sorpresa cuando al poco rato detecto mis cosas en el carrito que llevaba un hombre. Ni como para decir que no se había dado cuenta de que el carrito era de otra persona, porque mis pocas cosas ya no estaban donde yo las había dejado, sino dentro del carrito.
- Ese carrito es mío, señor -dije, tan amablemente como pude.
- Ah, es que como lo vi ahí aparcado (palabra del hombre, no mía).
- ¿Y no se dio cuenta de que tenía cosas? ¿No le hizo eso pensar que alguien había puesto esas cosas ahí?- dije, mientras sacaba los artículos: medias para Marcela y chocolate blanco.
- Es usted una malcriada.
- ¡¡¡Quién habla!!!- grité, mientras pensaba que en el Perú tenemos una palabra muy grosera para este tipo de personas.
- No le contesto nomás porque usted es mujer- ese débil y hueco argumento fue simplemente el colmo y terminó por reventar la casi nula paciencia que me quedaba.
- ¡Ah, si! Pues, ¿qué?... ¿¿¿¡¡¡Es que encima debo agradecérselo!!!???- en un tono que jamás agradecería nada ni menos disfrazaba mi furia en absoluto.
Definitivamente, hay gente que se pasa. Y está comprobado que es algo que trasciende fronteras.
-------------El domingo que llegué a Piura, Pepe y Mari me comunicaron su intención de llevarme a comer algo típico piurano para el almuerzo. Por supuesto que acepté de inmediato.
Llegamos a un restaurante cuyo nombre no recuerdo. El estacionamiento estaba lleno de carros. No solamente era domingo, sino que el martes era feriado en el Perú y muchas personas habían tomado el lunes como puente para tener un fin de semana largo.
Un cuidador del estacionamiento le indicó a Pepe que justo un carro estaba saliendo y que podíamos ocupar ese sitio. El hombre le pidió que diera la vuelta, para que el carro saliente tuviera espacio para maniobrar.
En eso, por el otro lado, se apareció un tercer carro. Lo pensé pero no lo dije: sería el colmo que este recién llegado se quedara con este único sitio. Descarté la idea porque el cuidador estaba parado ahí y era lógico suponer que podría hacer valer el sitio que nos estaba guardando. Al menos en Lima, ciudad que no se caracteriza precisamente por el respeto al tercero, eso es suficiente para que se respete la preferencia del que llegó primero.
Pero no fue así. El carro saliente se fue, y el recién llegado entró al sitio y se estacionó muy campante. Cuando tanto el cuidador como Pepe le reclamaron su acción, el muy fresco solamente contestó: ¿dónde está esa disposición?
Como nadie tenía ganas de malograrse el almuerzo, terminamos comiendo en otro restaurante. Por cierto, fue un almuerzo delicioso: seco de chabelo, yuca majada y otras delicias más.
2. Guayaquil
Mari y yo fuimos a un autoservicio guayaquileño. Al llegar, agarré un carrito de compras y, para no dejarlo vacío y arriesgarme a que alguien se lo llevara, le puse unas cuantas cositas en señal de posesión. Todo lo dejé en esa parte plegable que se usa para sentar a los bebés.
Como los pasillos eran muy estrechos, dejamos el carrito a un lado y fuimos solas a buscar los artículos que queríamos comprar. Al volver, el carrito había desaparecido. Me molestó, y después pensé que encontrarlo iba a ser imposible pues con certeza quien lo hubiera tomado había retirado las cosas para eliminar el cuerpo del delito.
Cuál no sería mi sorpresa cuando al poco rato detecto mis cosas en el carrito que llevaba un hombre. Ni como para decir que no se había dado cuenta de que el carrito era de otra persona, porque mis pocas cosas ya no estaban donde yo las había dejado, sino dentro del carrito.
- Ese carrito es mío, señor -dije, tan amablemente como pude.
- Ah, es que como lo vi ahí aparcado (palabra del hombre, no mía).
- ¿Y no se dio cuenta de que tenía cosas? ¿No le hizo eso pensar que alguien había puesto esas cosas ahí?- dije, mientras sacaba los artículos: medias para Marcela y chocolate blanco.
- Es usted una malcriada.
- ¡¡¡Quién habla!!!- grité, mientras pensaba que en el Perú tenemos una palabra muy grosera para este tipo de personas.
- No le contesto nomás porque usted es mujer- ese débil y hueco argumento fue simplemente el colmo y terminó por reventar la casi nula paciencia que me quedaba.
- ¡Ah, si! Pues, ¿qué?... ¿¿¿¡¡¡Es que encima debo agradecérselo!!!???- en un tono que jamás agradecería nada ni menos disfrazaba mi furia en absoluto.
Definitivamente, hay gente que se pasa. Y está comprobado que es algo que trasciende fronteras.
¿Algún día dejaré de recibir esas molestas e impertinentes llamadas de bancos y establecimientos comerciales donde me ofrecen servicios que no he pedido ni pienso pedir?
Hola Gabriela,
ResponderEliminarNunca falta "un fresco" en algunos lugares.
Me pasó en Wong... dejé "mi carrito" con un paquetito de queso y otro de jamón, en la parte plegable, me estacioné entre las marcas del "estacionamiento" para comprar pan... no pasó ni tres minutos y mi carrito desapareció!
Busqué y busqué pero no lo encontré.
No sé qué hubiese hecho si hallaba "al culpable" como lo hallaste tú.
Muchos saludos.
Jajajajajajajaja, que buena! Yo le pego al del supermercado! Ah, no!! Yo no me quedo callada, muy bien hecho!
ResponderEliminarLa desfachatez no conoce fronteras! A mì me saca de quicio lo que os pasò en Piura y que ocurre bastantes veces, lamentablemente, cuando uno està dificultosamente meniobrando su coche para aparcarlo en el ùnico hueco que queda, y en esto que llega el listillo de turno entrando contramano y que te pilla el sitio...
ResponderEliminarBueno, lo bueno es que a vosotros os dio la opciòn de cambiar de restaurante y de deleitaros con aquellas bondades culinarias.
Saludos Gabriela y hasta pronto!!!
Saludos de USA.
ResponderEliminarAy Gabrielita! Esas malas costumbres, pa-
ceria que fueran heredades de siglos atras.
En cuanto a las ofertas por telefono, suce-
de en el mundo entero.Pero.Que rico que co-
mieron. No? Ja...ja...ja... Te quiero.
Cotiti.
Pues sí Gabriela, desgraciadamente de la impertinencia y el atropello no nos libramos en ninguna parte del mundo.
ResponderEliminarCambiando de tema ¿me puedes explicar qué es seco de chabelo? Me encanta conocer esas diferencias en el idioma (y seguro que era delicioso)
Pues, como te dicen tus lectores, gente de lo más fresca hay en todas partes. Aunque hay que destacar también a los que respetan las reglas. Como repetía alguien muy especial: "mis derechos terminan cuando empiezan los derechos de los demás!
ResponderEliminarHe gozado tremendamente leyendote por tu periplo por el norte de Peru y Ecuador. Me encanta como escribes y me senti indignada con los dos episodios que compartiste.
ResponderEliminarSilvana.
Lo del aparcamiento a veces se suele dar en España también todo depende de como sea la tercera pesona de educada.
ResponderEliminarEs el colmo .
Un saludo
Los encuentras en todos lados, bien por la gritada al tipejo del supermercado.
ResponderEliminarSeguro que si lo encontrabas, Cris, te hubiera puesto la misma cara de yo-no-fui que me pusieron a mí.
ResponderEliminarPoco me faltó para pegarle, Giselle... de verdad.
Deliciosas bondades del norte de mi Perú que de todo corazón espero que algún día puedas probar, Chusa.
Comimos riquísimo, Consuelo.
Dejé una explicación del seco de chabelo en tu blog, Laly. Y si, estuvo más que delicioso. En verdad, estuvo insuperable.
Es que los que respetan las reglas son silenciosos, Anónimo. Por eso casi nunca nos percatamos de ellos.
Cualquiera se hubiera indignado, Silvana.
Pues parece que este tercero no era nada educado, Chelo.
Ojalá le haya servido para no repetirlo, Cyrano, aunque lo dudo.
Qué rabia...hoy no estoy muy conciliadora así es que, con el primer caso, haría lo mismo que vi TOMATES VERDES FRITOS...habría retrocedido, habría chocado el auto y le habría pasado mi tarjeta...onda, hable con mi seguro...ja ja (bueno, es un sueño, no sería capaz sino de echarle un par de garabatos).
ResponderEliminarEl del carro es un típico ejemplar primitivo de ns querida Latinoamérica...no vale la pena la discusión.
Un abrazo
Pues unas de cal y otras de arena...lei tu otro post sobre "los angeles en Cuenca" y bueno hay gente buena y gente maleducada en todas partes, aunque en Peru la poca civilidad de la gente es casi tradicion. No se que tipo de educacion se necesita para que la gente aprenda a respetar los derechos de los otros.
ResponderEliminarYo tambien estaba buscando una forma de que dejen de llamar y parece que INDECOPI tiene un servicio "No insista" pero la pagina web no funciona...si encuentras alguna forma porfa' lo posteas.
Aqui el link
http://peru21.pe/noticia/321244/no-mas-llamadas-molestas
Todas tus crónicas de ese lindo viaje han sido hermosamente narradas, me gustaron mucho, sobre todo por ser de lugares donde he estado.
ResponderEliminarPiura es una ciudad bonita y su comida es famosa, en especial el seco de chavelo, su plato típico, estuvimos toda la familia hace un año, nos quedamos un día en un lindo hotel frente la plaza principal, estabamos camino a Punta Sal, otro bello lugar de nuestro querido Perú.
La falta de respeto al no respetar colas, coches con compras y cajeras con carteles que dicen "para cancelar con tarjetas de Crédito", son letra muerta, nadie hace caso, en fin que eso se ha vuelto común, no solo en Perú, en muchos países, y lo lamentable es que no reclamamos, me alegra que tu lo hicieras,
Te felicito por tus relatos.
Hi Gabriela! It's funny that you should publish this post recently...only because I had a similar complaint just the other day. A shopping cart had been left in the middle of the parking lot driving area and only a few feet away from a cart caddy. I had to negotiate around it to park my car. As I was parking, I watched a woman walk by the cart 3 times and not pay any attention to it, even though she was well aware I had trouble getting around it. I got out of my car in time to push it back into the caddy so another woman didn't have the trouble of driving around it. It took me mere seconds to put it away. I really can't comprehend people's obliviousness or self absorption or rudeness. Is it that difficult to be kind? I guess, in the larger perspective this is why we still have wars and all sorts of other aggressions. Kind of a sad statement on society.
ResponderEliminarQue si da bronca la personas garroneras como le decimos en Uruguay . Yo una vez pensé que eso harían , me baje del coche y me puse delante del lugar para estacionar y no deje pasar al otro , si quería pasar me tendría que pisar .
ResponderEliminarLa verdad que molesto eso de ofrecerte cosas que no queres comprar .
Un beso , cuidate y buen inicio de semana .
Nancy
He visto esa película, Mary, y realmente el par de chicas en VW se lo merecían.
ResponderEliminarLa poca civilidad de la gente es patrimonio universal, Amalilia. En cuanto a lo de Indecopi, no es solamente la página la que no funciona. El servicio tampoco porque se supone que mi teléfono está registrado.
En fin... paciencia. Gracias por la visita.
Yo creo que siempre hay que reclamar, Maricarmen. Lo malo es que la gente que tiene ese tipo de conductas difícilmente cambia.
It's really sad, isobel.
Ojalá no hayas pasado un mal rato en esa ocasión, Nancy.
Hola Gabriela:
ResponderEliminarMe gustó lo de personas "garroneras" como dicen en Uruguay, según acabo de aprender.
Lo peor es que el tipo, en vez de darte explicaciones, siguió arremetiendo contra ti.¡Caradura!
Un beso.
"Los que nos pasan, no vamos solos, no nos deja solos. dejan un
ResponderEliminarpoco acerca de sí mismo, tome unos pocos de nosotros "(Antoine de Saint-Exupery).
Un beso de Nita.
¡Buenos días!
Total caradura, Esteban. Felizmente no todo está perdido y en el mundo todavía quedan algunos caballeros como lo eres tú, estimado amigo.
ResponderEliminarPreciosa cita del autor de un libro que hay que leer con el corazón, Nita.
ay si Gaby, ese tipo de cosas trasciende fronteras. Cuando yo veo un carro con cosas o sin ellas, busco alrededor al posible dueño antes de agarrarlo.
ResponderEliminarTe cuento que un día estaba yo formada en las cajas, estaba yo frente al carrito, cuando noté que se movía a mis espaldas, volteé y un tipo estaba poniendo sus cosas en el mío.
Yo le dije que el carro lo estaba ocupando yo, que habían cosas que yo iba a pagar.
Y sí, me dijo que era una delicada, yo le dije que más bien usar un carro que no era suyo era falta de educación y consideración, me dijo que eso lo tendría con otras personas pero yo no lo valía. Ante ello, preferí, tirarlo de a loco, no sin antes de asegurarme quitara sus cosas.
Hay cada tipo que bueno!!
saludos. Hilda