Ya en el último día que pasamos en Ecuador, nos dedicamos a pasear por Guayaquil, que nos dio la bienvenida la noche anterior con un leve temblor. Algo más anecdótico que preocupante, la verdad.
Lo primero fue el Parque de las Iguanas, aunque ese no es su nombre oficial. Su verdadero nombre es Parque Seminario, ubicado frente a la Catedral de la ciudad, pero hay tantos ejemplares de esos reptiles que todos lo conocen como Parque de las Iguanas.
Me hicieron pensar en las lagartijas de Yurimaguas, aunque las iguanas son mucho más grandes. Los niños se arremolinan para verlas, y ellas parecen que hasta posan para las fotos. Además, enormes grupos de palomas vuelan y revolotean alrededor. A eso hay que sumarle la presencia de simpáticas ardillas, que no posan para ninguna foto (nada como Chip, o Dale).
De ahí pasamos al Malecón 2000, llamado así por haber sido inaugurado ese año. El paseo termina en el Cerro Santa Ana, con sus 444 escalones. Se hace dura la subida al caminar, como diría Miguel Ríos, pero el esfuerzo vale la pena porque la vista de la ciudad desde arriba es impresionante.
He ahí la prueba de que llegamos al escalón 444. Esta foto, como la anterior, la tomé con mi celular.
Durante el recorrido, pasaron a nuestro lado cargadores de pesada mercadería de las tiendas apostadas en los diversos escalones. Pensé que para nosotros era un paseo divertido, pero para estos muchachos es la manera en que se ganan la vida. Duramente, por cierto. Hay casas en los recodos de esos escalones. Eso quiere decir que hay personas que suben y bajan esos escalones todos los días para ir a casa. Como para reflexionar...
Hasta ahí llegó el viaje a Ecuador. Al día siguiente emprendimos el regreso al territorio peruano, entrando por Tumbes. Llegamos a Piura casi al anochecer, y menos de 12 horas más tarde, yo ya estaba de vuelta en Lima. Desde este espacio agradezco a Pepe y a Mari y a sus hijas por la oportunidad de haberme hecho parte de esta inolvidable aventura.
------------Lo primero fue el Parque de las Iguanas, aunque ese no es su nombre oficial. Su verdadero nombre es Parque Seminario, ubicado frente a la Catedral de la ciudad, pero hay tantos ejemplares de esos reptiles que todos lo conocen como Parque de las Iguanas.
Me hicieron pensar en las lagartijas de Yurimaguas, aunque las iguanas son mucho más grandes. Los niños se arremolinan para verlas, y ellas parecen que hasta posan para las fotos. Además, enormes grupos de palomas vuelan y revolotean alrededor. A eso hay que sumarle la presencia de simpáticas ardillas, que no posan para ninguna foto (nada como Chip, o Dale).
De ahí pasamos al Malecón 2000, llamado así por haber sido inaugurado ese año. El paseo termina en el Cerro Santa Ana, con sus 444 escalones. Se hace dura la subida al caminar, como diría Miguel Ríos, pero el esfuerzo vale la pena porque la vista de la ciudad desde arriba es impresionante.
He ahí la prueba de que llegamos al escalón 444. Esta foto, como la anterior, la tomé con mi celular.
Durante el recorrido, pasaron a nuestro lado cargadores de pesada mercadería de las tiendas apostadas en los diversos escalones. Pensé que para nosotros era un paseo divertido, pero para estos muchachos es la manera en que se ganan la vida. Duramente, por cierto. Hay casas en los recodos de esos escalones. Eso quiere decir que hay personas que suben y bajan esos escalones todos los días para ir a casa. Como para reflexionar...
Hasta ahí llegó el viaje a Ecuador. Al día siguiente emprendimos el regreso al territorio peruano, entrando por Tumbes. Llegamos a Piura casi al anochecer, y menos de 12 horas más tarde, yo ya estaba de vuelta en Lima. Desde este espacio agradezco a Pepe y a Mari y a sus hijas por la oportunidad de haberme hecho parte de esta inolvidable aventura.
Logré ubicar al segundo ángel de Cuenca y le mandé el texto del post anterior. Acá su respuesta: Es muy grato el poder saber que mi ayuda incondicional les sirvió en algo en la estadía de ustedes en Ecuador y la atención y ayuda de parte del taller es con todos nuestros clientes y poder agrandar la lista de amigos-clientes.
Saludos de USA.
ResponderEliminarGabrielita, que bonito tu viaje hasta Guaya-
quil por tierra, yo hice ese viaje hace mu-
chos anos; Dino tenia apenas dos meses .Segu-
ramente todo debe estar muy cambiado. Nos re-
cibieron muy bien; al llegar a Guayaquil lle-
gamos sl cafe de los artistas; en esa epoca habia mucha vida nocturna artistica;nos aplau-
dieron por ser artistas peruanos. Todo fue
muy calido. Que bien que hiciste ese viaje
por tierra.Realmente es para envidiarte.
Te quiero.
Cotiti.
Saludos de UDA.
ResponderEliminarGabrielita He opinado dos veces anterior-
mente y los comentarios no han pasado.Has
hecho un viaje lindo. Yo tambien lo hice
hace muchos anos, de la misma manera.Real-
mente es para envidiarte. Te quiero.
Cotiti.
Hola Gabriela,
ResponderEliminarNo hay nada más bonito que hallarse con personas tan gratas como los "ángeles" de tu viaje... Detalles así dejan cálidos recuerdos.
444 escalones... creo que no es para mí! ja ja ja...
Muchos saludos.
Lindo viaje Gabriela. con estupendos amigos.
ResponderEliminarVaya con lo que observas en cada viaje. Cosas que seguramente muchos pasamos por alto cuando visitamos un lugar. Gracias por compartirlo. Sigue haciéndolo.
ResponderEliminarEspero que hayas podido hacer muchas fotos :)
ResponderEliminarGuayaquil, qué interesante lo que cuentas Gabriela. Al principio no veìa las iguanas, solamente palomas, pero luego las vi sobre el peldaño central tomando el sol. Ahora entiendo Gabriela cuando me decìas en un post que deseabas ver el Mediterràneo. Tienes antepasados catalanes.
ResponderEliminarUn abrazo desde Venecia
chusa
Yo lo hubiese pasado muy mal en ese parque, esos "bichos"(las iguanas) no me gustan nada.
ResponderEliminarViajar contigo es muy interesante ¿Cuándo nos otra vez?
Un abrazo
Yo también me alegro de haber hecho este viaje, Consuelo.
ResponderEliminarNo creas, Cris, cuando me dijeron de los 444 escalones también dije: "ni hablar, eso no es para mí". Pero en verdad, sin darme cuenta había llegado casi a la mitad del recorrido. Y lo completé.
Fue un lindo viaje en buena y divertida compañia, Cyrano.
Gracias por comentar, Anónimo.
Pues no, Isabel, no tomé muchas fotos. Con decirte que no tengo cámara... eso tal vez te suene a sacrilegio, ja, ja.
Efectivamente, Chusa, tengo un bisabuelo catalán. Y un tatarabuelo extremeño. De ambos he oído hablar toda mi vida y me encantaría conocer el lugar de sus respectivos orígenes.
No, Chelo, las iguanas no se meten con nadie. Ni se acercan a las personas. Cada quien respeta su espacio. Gracias por viajar conmigo. Espero poder partir pronto de nuevo.
hace muchos años tuve la oportunidad de estar en el parque de las Iguanas. Fui todos y cada uno de los días de mi estadía en Guayaquil. No podía dejar de verlas! era una sensación rarísima. Por ejemplo miraba la copa de un árbol y veía una cola de iguana asomando, eso me recordaba a Condorito (cuando sale de una alcantarilla un cococrilo o algo así). En el parque no te puedes sentar a contemplar nada. Lo confirmé cuando vi a una iguana vertir sus fluídos desde la copa de un árbol. Una cosa es una paloma y otra cosa es una iguana.
ResponderEliminarun beso!
Claudia
Broche de oro para un viaje inolvidable!!! Gracias a tí por regalarnos tu compañía y por hacerme sentir que un angel también estuvo siempre presente en nuestra aventura.
ResponderEliminarSí yo también subí los 400 escalones. ¡Es lo máximo! Y con el calor no la cuentas luego ja ja ja.
ResponderEliminar¿Probaste los chifles "Banchis"?
Palomas hermosas!:)
ResponderEliminarThey look very much like ours (here and here.)
Saludos desde Kyiv, Ucrania:)
No tuve ocasión de gozar del espectáculo de los fluidos de las iguanas, Claudia... felizmente, ja, ja.
ResponderEliminarEse ángel siempre está presente, Mari, eso dalo por descontado.
El calor es bravo, Renzo, y eso que no era verano. Ni sabía de esa marca de chifles. Será para la próxima. o.O
Siempre es un gusto verte por acá, Taras.
Me alegro por ti, Gabriela, por haber podido hacer ese lindo viaje.
ResponderEliminarEn la década de los 80 vi ahí mismo a las iguanas, pero por entonces ellas eran más tímidas, no posaban y no aceptaban ni un atisbo de amistad. Bueno...las antepasadas de las que pudiste observar ahora.
Un beso.
Es que las de ahora son iguanas evolucionadas, Esteban. En verdad, no le hacen el menor caso a la gente que está por ahí.
ResponderEliminarGuayaquil es una ciudad bonita, y cuando estuve hace 14 años, subí los 444 escalones y tomé fotos desde el último, el paisaje es lindo, hoy no llegaría ni al 10°, las igunas no estaban aún, debe ser muy posteriomente a cuando estuve, fui dos veces y en cada una estuve 10 días, en esa época estudiaba Orientación Familiar en la Universidad de Navarra, y los cursos presenciales eran en Guayaquil y otros en Colombia en La Universidad de La Sabana.
ResponderEliminarMe ha encantado tu narración del lindo viaje te felicito.
Ese parque de las iguanas causó fascinación en mi. Iba todos los días a verlas! es que ver una cola de iguana colgado de un árbol me alucinaba! me recordaba los chistes de Condorito donde veías una cola de lagarto saliendo de una alcantarilla! Eso si, no es parque apropiado para relajarse sentado en una banca. Una cosa es que un pajarito emita fluídos desde el aire y te caigan encima y otra cosa es que lo haga una iguana. Presencié un caso de estos que me aterró!!! jajaja
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