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Me llegó este relato prestado, que publico de inmediato.
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Las campanadas del reloj de la iglesia retumbaron en el pueblo silencioso. La niña que se había despertado poco antes contó hasta cinco.
En la cama de al lado, su hermana dormía profundamente. Sobre el techo de zinc, las gotas de lluvia caían con sonido acompasado y persistente.
"El 'Claro de luna'", pensó la niña.
La lluvia se desató al comenzar la noche, cuando la familia acababa de salir con sillas y mecedoras a la puerta de la casa buscando el fresco. En el pequeño pueblo, en plena zona tropical, no eran raros los repentinos cambios climáticos.
"Va a llover toda la noche", dijo el padre. "Hay que cerrar bien las ventanas", dijo la madre, mientras volvían rápidamente al interior.
Todos se alistaron para dormir y la casa quedó en silencio.
La lluvia que comenzó con fuerza bajaba de intensidad, iba y venía durante la noche.
La niña que se despertó en la madrugada seguía pensando en el Claro de luna. En la clase de Música, la profesora habló del compositor Beethoven y dijo que entre sus obras le gustaba mucho una sonata para piano llamada Claro de luna.
La niña nunca la había escuchado, pero una compañera que venía de una ciudad más grande le contó que sonaba como gotas de lluvia. Desde su cama, en la casa todavía silenciosa y oscura, la niña oía las gotas sobre el techo de zinc, cada vez más lentas y espaciadas, que parecían las teclas de un piano.
El arrullo de la lluvia iba bajando cada vez más y una débil claridad comenzaba a reemplazar las tinieblas de la habitación. La niña cerró los ojos y retomó el sueño interrumpido mientras continuaba el concierto de Beethoven.
Gabriela, te puedo asegurar que escuchar de noche las gotas de lluvia sobre un techo de zinc no es agradable para mi ¡no te dejan dormir!, esa es mi experiencia. El relato es muy bonito pero, en la realidad no es tan "poético"escuchar las gotas de lluvia sobre un techo de zinc.
ResponderEliminarBesos
Parece que para esta niña era música pura.
Eliminar🎵
Leo este relato justo hoy, un día de cambio climático también.
ResponderEliminarMe gusta esa niña. Crecerá, se mudará a otra ciudad aún más grande y tendrá hijas que querrán parecerse a ella.
Y se mudó a una ciudad en la que no llueve, seguramente extraña su claro de luna particular.
EliminarMe encanta la lluvia
ResponderEliminarpero mucho mas bajo un techo de zinc
el golpeteo me arrulla, me adormece
y duermo feliz
Y te acompaña.
EliminarEs sin duda toda una sinfonía musical maravillosa el sonido de la lluvia caer, muy relajante
ResponderEliminarSaludos amiga Gabriela, deseo estés bien
Gracias, Jorge, saludos también.
EliminarPLENAMENTE DE ACUERDO CON KITY. CARIÑOS Y BENDICIONES.
ResponderEliminarSomos dos.
EliminarMe gusta mucho como la niña telaciona el sonido de la lluvia sobre el techo com la música,es un pensamiento muy positivo, pues yo siempre le he tenido miedo a ese ruido y no podia dormir
ResponderEliminarComo por acá la lluvia es completamente diferente, no he debido pasar por ese miedo.
EliminarGusta oír ese sonido suave que a veces suena a música. Lindo relato con referencia a Beethoven.
ResponderEliminarBuen domingo Gabriela.
Un abrazo.
Es que todo puede ser música, Laura.
Eliminar¡Qué historia tan bonita y hasta poética, Gabriela! Por aquí llueve tan poco que, cuando lo hace, también es música para nuestros oídos...
ResponderEliminarBesos mil de las dos
J&Y
Y por mi barrio, la lluvia es tan particular que hasta tiene nombre propio: garúa.
EliminarBonito relato, la imaginación de un niño es siempre más bonita que la realidad de los adultos.
ResponderEliminarPor mi tierra gallega llamamos orballo a la lluvia suave.