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Debo comenzar diciendo que no me gusta el verano, que mis destinos soñados de viaje nunca incluyen lugares de playa y que cuando el verano está en todo su apogeo, quiero que llegue a su fin cuanto antes. Me encantan los húmedos días fríos que Lima nos regala entre junio y setiembre, signo distintivo de esta ciudad de cielo eternamente gris.
No obstante, y quizá porque es extraña la naturaleza humana, cuando el calendario y un inicialmente imperceptible cambio de temperatura anuncian que se acaba el verano, se puede percibir una especie de tristeza en el ambiente. Quizá sean rezagos de los tiempos en que el fin del verano significaba el término de las vacaciones escolares, que se acababan los días de ver televisión con Tito hasta muy entrada la noche y que habrían de pasar varios meses hasta volver a ver sandías, uvas y tunas en la mesa.
Esa sensación la tuve en días pasados, en lo que pasó a ser el último día de playa de este verano 2012. Por lo menos acá, se considera que la temporada de playa empieza el fin de semana entre la Navidad y el Año Nuevo y termina el Domingo de Resurrección.
En ese último día de playa, todos los vendedores de productos típicos de estos tiempos estaban rematando sus existencias. El heladero no tenía el helado que quería. Me explicó que le quedaban ya pocos helados, que dada la cercanía con el fin de la temporada, no había querido llenarse de mercadería con la que después no iba a saber qué hacer. Tuve que conformarme con alguno de los que le quedaban en su cajita llena de hielo. Nos despidió con una sonrisa acompañada de un "hasta el próximo año" al momento de levantarse para seguir ofreciendo su mercadería.
Las señoras que venden vestidos playeros también hacían rebajas increíbles a sus vestidos. Tal vez porque quedaban aquellos que a nadie habían gustado, sus ventas no tenían éxito. Vi a unas chicas probarse prácticamente todos, pero en verdad no sé si habrán llegado a comprar alguno.
Marcela disfrutó de esta visita a la playa. Recordó el balde morado que el caprichoso mar se llevó pocas semanas antes y que nunca devolvió. Hizo castillos con arena, recolectó plumas, comió pan con atún, todo mientras contaba novedades de su colegio. Todo lo referente al colegio es novedad pues recién ha comenzado en marzo y está feliz.
En verdad, también disfruté de ese último día de playa del verano 2012. A pesar de no ser mi estación favorita, no puedo negar que el verano tiene su encanto.
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Debo comenzar diciendo que no me gusta el verano, que mis destinos soñados de viaje nunca incluyen lugares de playa y que cuando el verano está en todo su apogeo, quiero que llegue a su fin cuanto antes. Me encantan los húmedos días fríos que Lima nos regala entre junio y setiembre, signo distintivo de esta ciudad de cielo eternamente gris.
No obstante, y quizá porque es extraña la naturaleza humana, cuando el calendario y un inicialmente imperceptible cambio de temperatura anuncian que se acaba el verano, se puede percibir una especie de tristeza en el ambiente. Quizá sean rezagos de los tiempos en que el fin del verano significaba el término de las vacaciones escolares, que se acababan los días de ver televisión con Tito hasta muy entrada la noche y que habrían de pasar varios meses hasta volver a ver sandías, uvas y tunas en la mesa.
Esa sensación la tuve en días pasados, en lo que pasó a ser el último día de playa de este verano 2012. Por lo menos acá, se considera que la temporada de playa empieza el fin de semana entre la Navidad y el Año Nuevo y termina el Domingo de Resurrección.
En ese último día de playa, todos los vendedores de productos típicos de estos tiempos estaban rematando sus existencias. El heladero no tenía el helado que quería. Me explicó que le quedaban ya pocos helados, que dada la cercanía con el fin de la temporada, no había querido llenarse de mercadería con la que después no iba a saber qué hacer. Tuve que conformarme con alguno de los que le quedaban en su cajita llena de hielo. Nos despidió con una sonrisa acompañada de un "hasta el próximo año" al momento de levantarse para seguir ofreciendo su mercadería.
Las señoras que venden vestidos playeros también hacían rebajas increíbles a sus vestidos. Tal vez porque quedaban aquellos que a nadie habían gustado, sus ventas no tenían éxito. Vi a unas chicas probarse prácticamente todos, pero en verdad no sé si habrán llegado a comprar alguno.
Marcela disfrutó de esta visita a la playa. Recordó el balde morado que el caprichoso mar se llevó pocas semanas antes y que nunca devolvió. Hizo castillos con arena, recolectó plumas, comió pan con atún, todo mientras contaba novedades de su colegio. Todo lo referente al colegio es novedad pues recién ha comenzado en marzo y está feliz.
En verdad, también disfruté de ese último día de playa del verano 2012. A pesar de no ser mi estación favorita, no puedo negar que el verano tiene su encanto.
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Saludos de USA.
ResponderEliminarGabita querida, Muy bonita tu entrada. Me ha
puesto un poco nostalgica.Si de verdad el ve-
rano tiene su encanto, pero, yo al igual que
tu, prefiero el invierno;los dias grises, nu-
blados y lluviosos, me parecen bellisimos y romanticos, Me encanta el invierno, Te quiero.
Cotiti.
Siempre y cuando sea un invierno como los que tenemos acá, Consuelo. Es la medida justa.
EliminarHola preciosa!
ResponderEliminarYo también odio que se acabe el verano, es como tener que volver a la rutina de siempre, por estas tierras el verano está todavía por llegar pero al final, la sensación es la misma, es como el fin de una temporada, de una etapa.
Un Besazo
En verdad a mí me gusta ese cambio de calor a frío, Carolina. A pesar de eso, el fin de la temporada veraniega me deja siempre un leve toque nostálgico.
EliminarMe cuesta trabajo ponerme en situación pensando que aquí estamos esperando que la primavera se decida a entrar y nuestros escolares cuentas los dias para que acabe el curso.
ResponderEliminarEl tiempo pasa rápido y pronto volverá el verano.
Y acá nuestros escolares están a punto de terminar recién su primer bimestre de clases, Chelo.
EliminarPues entonces serias feliz aqui en Adelaide, donde el clima dicen se asemaja al de los paises mediterraneos. Aqui las estaciones son bastante mas marcadas que en nuestra Lima, pero no llegan a temperaturas extremas... excepto el Verano, donde las "olas de calor" no son tan ajenas. Fijate que este año solo hubo una y no muy fuerte. En nuestros primeros años estas "olas" nos llevaron hasta los 45 grados C, y eso es algo que no se lo deseas ni a tu peor enemigo. Ahora empezo el Otoño y todo se ha puesto muy humedo, como mencionabas tu, pero con lluvias fuertes y casi todos los dias se anuncian"posibles lluvias" "una o dos lluvias", "lluvias todo el dia", etc, etc. Sin ir muy lejos, ayer regresando del trabajo, y caminando contra el tiempo para recoger a mi hija, saque muy oronda mi paraguas de cartera y no habia avanzado ni una cuadra cuando note que el mismo era muy chico y el pantalon desde la rodilla para abajo empezo a mojarse, lo mismo los zapatos y medias, pero estos no por culpa del paraguas si no de la cantidad de agua que corria por pistas y veredas, y eso que hay alcantarillas por todo lado, pero aparentemente habia llovido toda la tarde. CONCLUSION: Desde que vivo en Adelaide, no logro definirme que me gusta mas o cual me gusta menos, el Verano o el Invierno (como resumimos las estaciones en Peru). Todos los años me digo y me desdigo. Al final, creo me quedo con la Primavera. Besos, Silvana.
ResponderEliminarSi tuviera que pasar por esos contrastes, Silvana, creo que me quedaría con un término medio. La primavera o el otoño me vendrían bien.
EliminarBuenos dias Gaby!
ResponderEliminarTienes razón… “tiene su encanto”…yo vengo de un país netamente tropical y el verano era parte del día a día, No me imaginabas nada más!
Mi “Schock”…al mudarme a Canadá fue lo largo que puede llegar a ser el invierno. Los días grises por meses te pueden llegar a enloquecer. Primero viene el frío, después los días cortos y luego la nieve. El invierno la vida cotidiana se hace un poco más difícil. Te tarda más en llegar a todas partes debido a el hielo o la nieve. Te tarda más en vestirse, por todas las capas de ropa que te tienes que poner. Los días son más cortos, se hace oscuro más rápido y te hace sentir como que toda la jornada se ha ido antes de que siquiera ha comenzado!
No se pero esos tres mese de calorcitos los he llegado a adorar como nunca me lo imagine en mi vida.
iela
Visto así, Iela, creo que también pasaría por un impacto tremendo. Alguna vez estuve en un sitio en que a las 5 pm era de noche, y en otra ocasión en un sitio en donde a las 10 pm era de día.
EliminarTodo un cambio.
Veamos que novedades nos trae este invierno
ResponderEliminarMientras sean buenas, Cyrano, que vengan en tropel.
EliminarBonita entrada.Adios verano.Bienvenido otoño
ResponderEliminarHola otoño, ¿no Cyrano?
EliminarYo rambién prefiero el invierno, pero el ivierno de Lima. porque raras veces llegamos a los 14 grados centígrados y ya nos morimos de frío. Aunque tenga el el cielo color panza de burro como dijo un escritor. Pero no se puede negar que el verano también tiene su encanto.
ResponderEliminarClaro, Anónimo, nuestro querido invierno y nada más.
EliminarHola guapa!
ResponderEliminarA mí si me gusta el verano. Me gusta la ropa ligera, los helados, que mis hijas estén de vacaciones, ir a Cabo de Gata en Almería a bañarme en las mejores playas que he conocido. Aunque es cierto que después de tres meses de descontrol de horarios (¿cómo acostar a las niñas antes de las 10 de la noche cuando hace un sol de justicia?)me va apeteciendo que cambie el tiempo y vayamos volviendo a la rutina.
Por otro lado coincido con Chelo. ¡Qué raro se me hace la diferencia de estaciones con vosotros!
Un besito muy fuerte
Ya imagino a tus niñas, Laly, protestando por ir a la cama cuando "es de día". Acá eso no pasa, a las 7 pm ya está oscuro en cualquier época del año.
EliminarMe gusta el verano Gabriela...esos días largos y la playa. Será porque vivo en la sierra:))
ResponderEliminarAqui en Béjar pasamos 9 meses con ropa de invierno. Este aññ en vez de pro imavera entró de nuevo el frio:( el agua baja de la nieve y está muy fría...Todos los años vamos la playa buscando poder bañarnos a gusto y me gusta el mar, mirarlo, oirlo:))
Un beso.
A mí me encanta oír el mar, Laura. Ir al mar mientras hace frío es toda una experiencia.
EliminarSe fue el verano que en Chile sí es de sol, sol y más sol, hasta desear unos días nubladitos para cambiar.
ResponderEliminarEl otoño acá es muy marcado, pero también con sol y las temperaturas han estado altas y mi acer japònico no se ha puesto rojo aún....veremos qué pasa.
Ha sido un post muy gráfico, Gaby.
Saludos
Cuando quieras días nubladitos puedes darte una vuelta por Lima, AleMamá. Eso no falta nunca por acá.
EliminarAix Gabriela... Que recuerdos de mi Lima la Gris!
ResponderEliminarA mi el verano me encanta y creo que si viviera en Lima no podría evitar una sensación de tristeza bajo ese cielo constantenente gris... Pero también es verdad que eso es parte del encanto de esa ciudad sin igual.
Besitos.
Su cielo gris es el signo distintivo de Lima, Nica. Sin eso, pues simplemente no es Lima.
EliminarDefinitivamente el verano tiene su magia, desde los amores cuando éramos jóvenes hasta las vacaciones con la familia en la playa.
ResponderEliminarMe gusta más el calor que el frío.
Un abrazo!
Ciertamente el verano tiene su magia, Cheluca, pero prefiero los días fríos y húmedos limeños de mediados de año.
EliminarSummer is not my favourite season either, Gabriela. But I know what you mean by missing it too. There are parts of it that allows one to feel truly carefree. A lovely post. :)
ResponderEliminarFinally... another summer non-lover, Isobel.
Eliminar:D
Qué raro se me hace el tìtulo de tu post Gabi, porque nosotros estamos diciendo "Hola verano", y no veas las ganas que tengo de que llegue, màs que nada porque tendré un poco màs de tiempo libre para mi familia y amigos. Adoro la playa pero en el atardecer, cuando la mayor parte de la gente se ha ido, dado que no me gustan nada las aglomeraciones sobre todo cuando aprieta el sol.
ResponderEliminarFeliz fin de semana, amiga limeña, esperemos que con cielo intensamente azul, como ahora Venecia,
Chusa
Espero que aproveches al máximo ese tiempo libre, Chusa. De verdad que lo mereces, luego de meses de arduo trabajo diario.
EliminarQue bien que cada año añoramos la llegada del invierno, yo en Canarias algunas veces hecho de menos un tiempo invernal algo más agresivo.
ResponderEliminarBueno siempre queda visitar otros mundos.
Besos.
Otros mundos y otras latitudes, Fernando.
EliminarDesde Béjar... Felicidades y un beso para todas las madres de Lima:))
ResponderEliminarY desde Lima, saludos a todas las mamás de Béjar y de España.
EliminarQuerida Gaby, si me demoro un poco más, te comento en el próximo verano, jajaja, mi vida se me complica o la complico yo, pero he pasado por muchos problems.
ResponderEliminarBueno tu sabes que mi estación peferida es la primavera, amo la belleza de un día iluinado por el sol, sin sol estoy depriida, mss que de costubre, los helados me encantan y para ellos no hay estación.
Linda tu entrada como siempre, me gustó mucho.
Miles de besos,
Maricarmen
En este blog, los comentarios son bienvenidos en cualquier momento, Maricarmen.
EliminarCoincido contigo en que no hay estación para los helados.