A todos mis lectores, reciban mis sinceros deseos de que 2009 sea un mejor año de lo que fue el año que ayer terminó.
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Hace algunas semanas, copié un artículo del escritor español Javier Marías, referido a esos ruidos extrañísimos que producen los vecinos de todo el mundo, a las horas más inimaginables.
Encontré otro artículo del mismo autor, en tono igualmente mordaz y agudo. Lo transcribo y publico sin pedir su autorización, yo sé que él nunca contesta los comentarios que el público deja en la sección respectiva.
LA ZONA FANTASMA. 13 de julio de 2008.
El pelma ante los plastasEl peligro de escribir un artículo cuyo tema ya le aburre a uno es que probablemente aburrirá a los lectores también, así que les ruego que me disculpen, de antemano. Pero la insistencia es tal, y la cerrilidad, y el no estar dispuesto a entender, que se hace obligado salir al paso una y otra vez. Lo peor de los feministas profesionales –y digo “los” a conciencia, porque cada vez hay más varones cobistas, que razonan con aún mayor simpleza que las policías de la feminidad– es que nunca responden a los argumentos que se les oponen. Tienen decidido que la lengua es machista y sexista –cuando sólo puede serlo el uso que se haga de ella–, que la mujer resulta “invisible” en el habla –sería más bien “inaudible”–, y las quieren cambiar por decreto, ya está. Exigen que se diga esto y lo otro, que se suprima del Diccionario aquello, y que sus ocurrencias adquieran rango de norma general. A menudo son de una ignorancia tan descomunal que, cuando se les señala, hacen como si no se hubieran enterado y a las pocas semanas vuelven a la carga con un nuevo engendro o arbitrariedad. O bien se enfurecen, e insultan a quienes hemos tratado de hacerles ver lo absurdo de sus propuestas. Eso los encorajina más, como suele ocurrirles a cuantos se dan cuenta tarde de que no llevan razón.
La penúltima pataleta ha sido la del “lapsus”, según ella, de la Ministra de Igualdad. Antes de que me hubiera enterado, ya me estaban llamando de agencias para que opinara sobre las “miembras” de la señora Aído. Aburrido como estoy de estas cuestiones, no cogí el teléfono ni una vez. Pero a los pocos días, en una rueda de prensa con motivo de la aparición de un libro, me cayó la inevitable pregunta, a la que respondí que decir “miembra” me parecía tan estúpido como si los varones empezáramos a decir ahora –y aún más grave, a exigir que se diga– “víctimo” cuando se hable de uno de nosotros, o “colego”, o “persono” o “pelmo”. Esto es, hay vocablos que son invariables y cuya terminación en a o en o no indica género. Si yo escribo que Carrero Blanco fue víctima de ETA, he de seguir empleando el femenino –por ejemplo en la frase “y ha sido la de mayor rango de todas ellas”–, por mucho que las exageradas cejas de aquel Almirante no admitieran dudas sobre su sexo. Lo mismo que si afirmo que John Wayne era una persona afable, debo añadir “y querida por cuantos la conocieron”, por mucho que Wayne se erigiera en uno de los símbolos de la virilidad (pese a llamarse Marion, por cierto, en la vida real). ¿Tan difícil de entender es esto, Santa Virgen?
Una momia del feminismo (a propósito, al decir “momia” tampoco indico si me refiero a una mujer o a un varón, es otra palabra invariable que sirve para los dos sexos, ¿o preferirían sus señorías que escribiera “momio” y “señoríos”?) aprovecha para condenar el empleo de “homicidio” en todos los casos, aunque el víctimo sea mujer, y aboga por la imposición de “feminicidio”. He ahí una nueva muestra de ignorancia brutal. La etimología de “hombre” es “humus”, sustantivo femenino que significaba “tierra” o “suelo”, lo cual más neutro no puede ser (de ahí “inhumar” o “exhumar”); y por eso, al decir “el hombre” en general, se está diciendo exactamente lo mismo que al decir “el ser humano” o “la humanidad”, que a los feministas a ultranza les parecen contradictoriamente bien, pues tanto “humano” como “humanidad” derivan de “hombre”. Así, “homicidio” engloba la muerte a manos de otro de cualquier miembro de nuestra especie, lo mismo que “elefanticidio” o “canicidio” englobaría la de cualquier elefante o perro, sin necesidad de precisar en cada ocasión si se trata de un elefante o un perro macho o hembra. Se habla de “el hombre” –“el terroso”, en origen– como se dice que “el león es carnívoro” o “la rata frecuenta las alcantarillas” o “el tigre es muy peligroso” o “la jirafa tiene el cuello largo” o “la cebra es rayada”. Según estos plastas, tendríamos que hablar siempre de “la jirafa y el jirafo”, “la rata y el rato”, “el tigre y la tigresa” y “la cebra y el cebro”. Desean hacer de la lengua algo odioso, inservible y soporífero.
Por lo demás, hace muchos años ya sostuve que cuantos sueltan la coletilla de “los españoles y las españolas”, “los ciudadanos y las ciudadanas” y demás, son sin excepción farsantes y demagogos de los que nadie se debería fiar. (Ahora hay también traductores que falsean los originales, y donde en inglés pone “the workers”, ellos colocan “los trabajadores y trabajadoras”, y todo así.) Porque lo cierto es que jamás siguen como estarían obligados a hacer. Nunca añaden: “Los vascos y las vascas están cansados y cansadas, hartos y hartas de que los y las engañen, los y las amenacen, y de ver cómo sus hijos e hijas quedan privados y privadas de futuro”. Saben que espantarían a sus oyentes y que no hace falta. Saben que en realidad, al decir “los vascos”, ya se están refiriendo a los de ambos sexos, y saben que quienes los escuchan lo saben también.
Sí, es muy aburrido, todo esto. Se explican las cosas una y otra vez, pero de nada sirve, así que hay que volver a explicarlo y a argumentar. La única conclusión a la que se llega es que este país tan plomizo está lleno de desocupados (y desocupadas), y que poco a poco lo acaban por convertir a uno en un pelma (y en una pelmo, por si las moscas).
JAVIER MARÍAS
El País Semanal, 13 de julio de 2008
El presidente de un país vecino al mío utiliza esa fórmula cuando se dirige a todos sus compatriotas (¿compatriotos?). Imagino que lo hace para que todos y todas se sientan incluidos e incluidas en sus discursos, y de paso, para que después nadie lo critique y le diga que está dejando de lado a alguien. Pero a veces ser tan puntilloso o puntillosa suena a exageración.
Hola, Gabriela
ResponderEliminarSólo pasaba para desearte un feliz año...
Muchos saludos !!!
Feliz Año Gaby. Que buen articulo este. La verdad que en este mundo sobra gente complicada, como la de los ejemplos en el articulo. Estarse preocupando del genero queriendo cambiar las reglas de nuestro idioma, como si tuvieramos poco con los verdaderos problemas (problemos?) que ya tiene nuestro loco mundo. Que ganas de vivir complicado y no de manera simple.
ResponderEliminarSilvana
Silvana
Gracias Martín. Lo mismo espero para ti y para Carta Náutica.
ResponderEliminarEfectivamente Silvana, hay personas (¿personos?) a las que les guste buscarle cinco pies al gato. Están intranquilos cuando están tranquilos. Gracias por la visita y feliz año también por allá.
Basta de babosearías, no seamos majaderos: a principio fueron esos idiomas asexuados por envidia de nuestro romanticismo que nos quisieron imitar y acabaron por descuajeringa lo suyo - a tal punto que al sensualizar sus palabras las trasformaron en mutantes políticamente inaceptables.
ResponderEliminarEso nunca fue problema nuestro ¡$%#%! Vamos a proteger nuestro idioma tan querido sin enfermarnos colectivamente de esa demencia cultural foránea.
Está buenísimo, me encantó el artículo.
ResponderEliminarHola Gabriela, mi primera vez aqui, mi gusta mucho. Perdon, mi español es muy malo ahora, siete años sin hablo.
ResponderEliminarFeliz año a ti.
AV
http://netherregionoftheearthii.blogspot.com/
http://tomusarcanum.blogspot.com/
Justamente César, fue eso lo que llamó mi atención del artículo de Marías. Él tiene un estilo muy particular de decir las cosas, muy mordaz, muy acertado también.
ResponderEliminarGracias Rossana, ojalá pueda verte más seguido por acá.
Feliz año también, AV, y bienvenido.
Gabriela, es un excelente comienzo de año para este blog el publicar un artículo que resulta irrefutable en sus argumentos, salvo para "fanáticos" de sus posiciones idiomáticas extremas.
ResponderEliminarPorque desde aquel punto de vista, ¿cómo sería el masculino de Ana?
Un beso y felicidades.
Me has causado gracia, Esteban. Interesante tu pregunta final. Sería cosa de ver qué contestan todos y todas las que impulsan este corriente de pensamiento.
ResponderEliminarSin duda el machismo no se combate con esas precisiones linguìticas,es más profundo el tema.
ResponderEliminarCoincido totalmente contigo, José Luis. Es más un tema de estructuras mentales que de géneros de las palabras.
ResponderEliminarLeo el artículo de Marías y me echo a reir, por no llorar (el ejemplo que esta dando España al mundo es lamentable, con actuaciones como esta). Supongo que es una de las estúpidas batallas que están librando los adalides de la "igualdad de género".
ResponderEliminarPD: volveré por aquí, colega.
Offtopic: Seis de enero es el día en que celebramos la víspera de Navidad en Ucrania.
ResponderEliminarFeliz Navidad Ortodoxa!:)
Más que los adalides de la igualdad de género, Néstor, creo que podemos decir las adalides de la igualdad de género.
ResponderEliminarGracias Taras. El 6 de enero es por acá la fiesta de los Reyes Magos, y aunque no es tan popular ni grande como es en España, por motivos más personales es importante para mí, je, je.
Por fin llegué a tu blog!!. Esa semana de ausencia me tiene atrasadísima en mis visitas por sus espacios.
ResponderEliminarMuy buen artículo, a mí también me purga que estén con esas exageraciones, bien lo dijo uno de tus lectores, el machismo no se combate con lingüística.
Saludos afectuosos. Hilda
El machismo no se combate así, Hilda, es cierto. Las acciones a tomar y las conductas a cambiar deben ser mucho más profundas que usar ambos géneros al hablar.
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