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Recuerdo una mañana de domingo. Mi mamá nos despertó tempranito, creo que recién había salido el sol. Esa mañana estaba radiante, no llovía, no iba a llover. Nos vistió con nuestros vestidos de domingo y nos llevó de la mano a la Iglesia. Había mucha gente, también afuera, en la plaza. Mi hermana y yo no soltábamos la mano de mi mamá. Se acabó la misa y empezó la procesión. Las imágenes iban adelante. Primero la Virgen Dolorosa, con una capa negra, de luto por la muerte de su hijo, Jesús.
Cargada en hombros de fieles, dio la vuelta por la plaza hasta llegar a la municipalidad. Todo el pueblo acompañaba la procesión. El cortejo se detuvo y de pronto vi que de un balcón de la municipalidad bajaban con cuerdas una silla adornada con cojines y flores, en donde iba sentada una niña vestida de ángel. Ea un ángel, nos dijo mi mamá. La niña llegó hasta la Virgen y le quitó la capa negra. La gente gritó y aplaudió porque la Virgen quedó toda blanca, ya sin luto, mientras las campanas de la Iglesia tocaban a Gloria. Recuerdo haber pensado que no importaba si la silla se caía. La niña era un ángel y volaría al cielo.
De pronto vimos al lado de la Virgen a un pequeño y glorioso Jesús, de pie, con la mano en ademán de bendecir. Es Tata Reshillo, el Señor Resucitado, nos explicó mi mamá.
Las imágenes de la Madre y el Hijo continuaron rodeando la plaza y regresaron a la Iglesia, en medio de cánticos y repiques de campana. Tata Reshillo fue colocado delante del altar.
Regresamos a casa. Empezaba el día y nos esperaba el desayuno con pijuayos, rosquitas, humarí y dale dale.
En adelante, cuando veía pasar a una jovencita, la miraba bien buscando al ángel que bajó del balcón de la Municipalidad para quitar el velo de la Virgen. No recuerdo haberla visto en esas épocas (creo, de repente me equivoco, que se casó muchos años después con don Mariano. Los entendidos confirmarán o desmentirán esta versión). De todos modos, los únicos que no cambian en los recuerdos son la Virgen Dolorosa y Tata Reshillo.
Aquí al pijuayo se le dice pejivalle. Y curiosamente, no celebramos las pascuas como en otros países :)
ResponderEliminarYo pensaba que el pijuayo solamente se encontraba en esa zona del Perú. Curioso lo que dices de las pascuas y Costa Rica.
EliminarHermosos recuerdos que nunca se olvidarán. Lo más impactante de esa ceremonia era ver al hermoso angelito que parecía que bajaba del cielo y sacaba el manto negro a la Virgen María; eso, para una niña era algo mágico.
ResponderEliminarYo imagino que habrá sido mágico para todos los que estaban ahí viendo la escena.
EliminarTradiciones que en cada lugar se celebran distinto. En Cáceres,sale la Virgen y Jesús resucitado cada uno de un sitio y al reunirse van los dos juntos a la iglesia repicando las campanas.
ResponderEliminarLas procesiones siempre nos infunden mucho respeto.
Besos.
Ya imagino esas campanadas, cómo sonarán. Con lo que me gusta a mí oír el repicar de las campanas estaría feliz ahí.
EliminarGabriela querida, eu própria guardo recordações semelhantes do meu tempo de menina. Então, não só assistia à procissão como participava ativamente - como anjo!
ResponderEliminarBeijinhos!
Feliz semana.
Qué linda debes haber estado vestida de ángel, Nina. Lindos recuerdos.
EliminarPreciosos recuerdos, Gabriela. Nos encanta saber de las tradiciones de otros lugares, y ese angelito bajando "desde el cielo" también a nosotras nos habría impresionado.
ResponderEliminarBesos a montones de las dos.
J&Y
Imagina lo que habrá sentido una niñita al ver el ángel descender. Como para recordarlo toda la vida.
EliminarQue linda historia, son los recuerdos que nunca se olvidan..
ResponderEliminarBesos, feliz Semana!
Son los que quedan grabados con tinta indeleble, Patricia.
EliminarAs lembranças da infância nos marcam tão profundamente. Adoro ler teus relatos, mostram a cultura do teu povo. Eu que morava no interior, não tínhamos nada parecido.
ResponderEliminarBjos tenha uma ótima semana.
Gracias, Anajá, qué bueno que así te acerques un poquito a mi país.
EliminarLos recuerdos en ojos de un niño son los mejores, Gabriela.
ResponderEliminarun besote
Qué bueno verte de nuevo por acá, Martita.
EliminarEsos recuerdos son los mejores, son los que quedan para toda la vida.
Muy tierna historia, Gabriela. Aquí en Chile, los niños alucinan con la llegada del "viejo pascuero",
ResponderEliminarpor lo que resulta chocante que haya adultos que les destruyan la ilusión "porque no hay que creer en tonteras".
Y es triste ver que a veces esos niños cuyas ilusiones son destruidas repiten el ciclo con otros niños, cuando les dicen "son los papás los que traen los regalos".
EliminarBellos recuerdos, que seriamos sin ellos.
ResponderEliminarBesitos
Personas sin memoria, Inma, pero qué triste debe ser eso.
EliminarQué hermoso recuerdos, la niñez siempre nos deja ellos con puntos de vista muy peculiares. Besos
ResponderEliminarQué gusto volver a verte por acá y de leerte de nuevo, Abril.
EliminarMe ha encantado leer estos recuerdos de Pascua, con ese angelito que deja un halo de misterio en los ojos de un niño. Relatas de una manera que atrapa, Gabri, y ademàs he aprendido nuevas palabras de tu tierra asociadas a las tradiciones. Un abrazo de primavera
ResponderEliminar¡Gracias, Chusa! En verdad, el relato no es mío, pero narra hechos de un lugar que me es muy querido.
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