Acabo de pasar una semana inolvidable en Filipinas, un país al otro lado de mi Perú, donde se llevó a cabo el más reciente encuentro de esa comunidad maravillosa que se llama Global Voices.
Viajar desde Lima a Cebú, la sede de la reunión, es toda una experiencia. Desde que supe que mi nombre estaba en la lista de asistentes, comenzaron las consultas y trámites de requisitos de viaje, de pasos por los diferentes aeropuertos, de documentos que había que llevar.
Mi primer viaje a Asia supuso una buena dosis de nervios. No todos los días me dicen que debo viajar seis horas, esperar tres horas en un aeropuerto en el que estuve alguna vez, viajar catorce horas, esperar tres horas en un aeropuerto inmenso para viajar cinco horas más hasta llegar (¡finalmente!) a mi destino.
Partí de Lima un domingo en la noche. Tremendas filas en el mostrador de la aerolínea que me llevaría a Houston, Texas. Avanzó mucho más rápido de lo que imaginé y dos horas después ya volaba rumbo a Estados Unidos. Un buen menú de películas me hizo llevaderas las seis horas.
Primera escala en el estado de la estrella solitaria, control migratorio, control de aduanas, control de seguridad. Control y control es todo lo que oyes la primera media hora. Pasada esa etapa, me encontré con Romina, en cuya compañía haría el resto del viaje. Ella llegaba desde Buenos Aires.
Catorce horas más tarde y diez películas después, aterrizamos en el aeropuerto de Narita, en Tokio. Me habían advertido que no me dejara intimidar por las enormes dimensiones de este terminal aéreo porque "todas las personas ahí son muy amables". Debo confesar que nada me hubiera preparado para la amabilidad del personal que trabaja ahí. Todos nos recibían con sonrisas, pero lo más sorprendente fue que una señora salió al encuentro de un grupo de viajeros de mi avión y nos preguntó: "¿Cebú?" Cuando dijimos que sí, nos hizo señas para que la siguiéramos.
Nos dejó en la puerta donde debíamos abordar el bus que nos llevaría desde un terminal al otro del aeropuerto. El recorrido toma más o menos diez minutos. Imposible hacerlo caminando.
Ya en la sala de embarque previa al último vuelo, reconocí más caras que antes solamente había visto en pequeñas fotografías de diversos perfiles. Formábamos un grupo más o menos nutrido.
Cinco horas después, ya martes cerca de la medianoche, al otro lado del mundo, un amable funcionario filipino de Migraciones sellaba mi pasaporte mientras me daba la bienvenida a su país.
Teníamos un comité de bienvenida esperándonos. De ahí al hotel, a dormir algunas horas antes de empezar la verdadera aventura que es uno de estos encuentros de Global Voices.
Pocas, muy pocas horas después, estaba desayunando mangos en el comedor del hotel Diamonds de Cebú, rodeada de gente de partes tan diversas del mundo que hay que vivirlo para creerlo.
Viajar desde Lima a Cebú, la sede de la reunión, es toda una experiencia. Desde que supe que mi nombre estaba en la lista de asistentes, comenzaron las consultas y trámites de requisitos de viaje, de pasos por los diferentes aeropuertos, de documentos que había que llevar.
Mi primer viaje a Asia supuso una buena dosis de nervios. No todos los días me dicen que debo viajar seis horas, esperar tres horas en un aeropuerto en el que estuve alguna vez, viajar catorce horas, esperar tres horas en un aeropuerto inmenso para viajar cinco horas más hasta llegar (¡finalmente!) a mi destino.
Partí de Lima un domingo en la noche. Tremendas filas en el mostrador de la aerolínea que me llevaría a Houston, Texas. Avanzó mucho más rápido de lo que imaginé y dos horas después ya volaba rumbo a Estados Unidos. Un buen menú de películas me hizo llevaderas las seis horas.
Primera escala en el estado de la estrella solitaria, control migratorio, control de aduanas, control de seguridad. Control y control es todo lo que oyes la primera media hora. Pasada esa etapa, me encontré con Romina, en cuya compañía haría el resto del viaje. Ella llegaba desde Buenos Aires.
Catorce horas más tarde y diez películas después, aterrizamos en el aeropuerto de Narita, en Tokio. Me habían advertido que no me dejara intimidar por las enormes dimensiones de este terminal aéreo porque "todas las personas ahí son muy amables". Debo confesar que nada me hubiera preparado para la amabilidad del personal que trabaja ahí. Todos nos recibían con sonrisas, pero lo más sorprendente fue que una señora salió al encuentro de un grupo de viajeros de mi avión y nos preguntó: "¿Cebú?" Cuando dijimos que sí, nos hizo señas para que la siguiéramos.
Nos dejó en la puerta donde debíamos abordar el bus que nos llevaría desde un terminal al otro del aeropuerto. El recorrido toma más o menos diez minutos. Imposible hacerlo caminando.
Ya en la sala de embarque previa al último vuelo, reconocí más caras que antes solamente había visto en pequeñas fotografías de diversos perfiles. Formábamos un grupo más o menos nutrido.
Cinco horas después, ya martes cerca de la medianoche, al otro lado del mundo, un amable funcionario filipino de Migraciones sellaba mi pasaporte mientras me daba la bienvenida a su país.
Teníamos un comité de bienvenida esperándonos. De ahí al hotel, a dormir algunas horas antes de empezar la verdadera aventura que es uno de estos encuentros de Global Voices.
Pocas, muy pocas horas después, estaba desayunando mangos en el comedor del hotel Diamonds de Cebú, rodeada de gente de partes tan diversas del mundo que hay que vivirlo para creerlo.
Your trip sounds like a great adventure. I've never been to Asia either and would love the experience. :)
ResponderEliminarI'm pretty sure you'd love it and enjoy it, Isobel.
EliminarInolvidable experiencia de un viaje al otro lado del mundo. Cada vez que viajas aprendes algo nuevo, conoces tantos lugares, personas, costumbres. Una gran aventura en verdad.
ResponderEliminarToda una aventura que empieza desde que se anuncia la lista de asistentes, Acirema.
EliminarNos tenés que contar como se vive en Filipinas, seguramente con costumbres diferentes a las nuestras.
ResponderEliminarBesoss
Las costumbres cambian de país a país, eso sin duda.
EliminarGabriela, essa foi uma viagem extraordinária! Confesso, a mim me intimidam viagens tão longas!
ResponderEliminarEspero que nos contes a tua experiência nas Filipinas!
Beijinhos e boa semana.
Ciertamente, es un poco intimidante, pero al ver que vas avanzando en las diferentes etapas, te das cuenta de que todos los nervios no sirven para nada, Nina.
EliminarQué bueno Gabriela que Global Voices te retribuya tu abnegación para con ellos, con viajes tan atractivos.Bravo.
ResponderEliminarGracias Esteban. El viaje en sí es una experiencia, compartir con la gente es algo que hay que vivir. Me encantó todo.
EliminarGabri, cuàntas experiencias de viaje! Estupendo...
ResponderEliminaryo lo que menos digiero es tantas horas de vuelo, cada vez llevo peor lo de tomar el aviòn. No sé si te pasa lo mismo
Es normal sentir "algo" al pensar en estar tantas horas en un avión, Chusa, pero valió totalmente la pena. El viaje fue de lo mejor.
EliminarNos has dejado con ganas de saber màs, en el desayuno del relato jejeje...
EliminarEl desayuno fue le punto culminante de todo lo anterior. La mejor parte fue reencontrarme con caras conocidas.
EliminarMe alegrara tu viaje. Como nos impresiona todo cuando viajamos a paises que desconocemos y si damos con gentes amables el viaje resulta de lo más placentero.
ResponderEliminarYa nos contarás mas cosas.
Besos.
Todas las personas con las que tuve la suerte de cruzarme eran la amabilidad personificada, Laura. De no creerlo.
EliminarCada viaje es una gran aventura,
ResponderEliminarGabriela, mil gracias por compartir, se ve que has disfrutado un montón.
Así es, Milena, sobre todo cuando se viaja a lugares tan lejanos y diferentes al nuestro.
EliminarOlá,
ResponderEliminarDeve ter sido uma viagem maravilhosa. Que bom encontrar pessoas queridas pelo caminho, isso que torna tudo especial.
Bjos tenha um ótimo fim de semana.
Viajar con compañía hizo que la distancia se sintiera menos, Anajá.
EliminarOh!! Como he disfrutado con tu aventura. Debes seguir contándonos más sobre este viaje. Me encantaría ir a Filipinas, es uno de esos destinos que siempre tengo en mente. Cuéntanos más!!
ResponderEliminarUn beso grande.
Fueron tantas experiencias que hasta se hace difícil ponerlas todas por escrito, pero ahí vamos.
EliminarBuen fin de semana:)
ResponderEliminarUn beso.
¡Gracias!
Eliminar¡Toda una Odisea, Gabriela!
ResponderEliminarPero llena de recuerdos inolvidables
Uy sí, Marta, inolvidable es lo que fue este viaje.
EliminarHola Gabriela :)
ResponderEliminarQue experiencia más larga pero reconfortante por su causa.
Reuniones como estas llevan a conocer mucha gente, sus ideas y algo muy valioso su comida y su cultura.
Un abrazo,
iela
Siempre ver de nuevo a personas queridas y conocer a otras nuevas siempre es más que gratificante, Iela.
EliminarQue lindo viajar y conocer distintas culturas y gastronomia .
ResponderEliminarCon tus relatos es como estar en esos lugares , sigue contando tus vivencias .
Un beso , cuìdate y buen inicio de semana .
Nancy
Espero recordar muchas más cosas para poder contarlas por acá, Nancy.
EliminarDebe ser tan fascinante vivirlo...
ResponderEliminarBesos
Ciertamente lo es.
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