Poco antes de la Navidad pasada, compré una taza roja de apreciable tamaño para regalárselo a una persona querida, para tomara su café diario después del almuerzo o en el momento que prefiriera.
Era un regalo que pensé indicado para esta persona, que alguna vez comentó que su taza de café ya tenía algunos añitos de uso. Tomé nota del comentario y decidí que las fiestas navideñas eran una buena ocasión para impulsar el cambio de taza.
Como faltaban algunas semanas para la importante fecha decembrina, puse la taza en un lugar apartado, con la idea de sacarla con poca anticipación para envolverla. A mediados de diciembre, me dispuse a envolver mis regalos y fui a buscar la taza... pero no estaba.
Busqué y busqué por todos lados. Miré en los sitios lógicos, luego pasé a los ilógicos. Nada, no tuve éxito. La taza roja desapareció. Hasta el día de hoy no la encuentro. Tuve que pensar en otro regalo, que fue bien recibido.
Hace pocas semanas, en medio de arreglos y limpiezas, encontré un peine del que ya casi no me acordaba. Se convirtió en mi peine favorito, lo usaba y dejaba siempre en el mismo sitio, para evitar que corriera el mismo destino que la taza roja.
Un día, lo agarré como cualquier día, y luego de usarlo lo volví a guardar. Al poco rato, lo vi por otro lado y me intrigó muchísimo porque no era el lugar donde lo había dejado. Cuando fui a ponerlo en el lugar habitual, enorme fue mi sorpresa cuando me vi con dos peines exactamente iguales, uno en cada mano.
No sé de dónde apareció ese segundo peine. Estoy empezando a creer que la taza roja se transformó. Total, siempre me han enseñado que la materia no se crea ni se destruye (ni desaparece), solamente se transforma.
Esta es la foto de la semana. Si bien no es precisamente una foto de invierno, me llamó la atención esta tuna roja, puesta en el borde un pequeño muro, como esperando a su dueño. Aunque las tunas rojas son comunes, la variedad verde es mucho más habitual.
Era un regalo que pensé indicado para esta persona, que alguna vez comentó que su taza de café ya tenía algunos añitos de uso. Tomé nota del comentario y decidí que las fiestas navideñas eran una buena ocasión para impulsar el cambio de taza.
Como faltaban algunas semanas para la importante fecha decembrina, puse la taza en un lugar apartado, con la idea de sacarla con poca anticipación para envolverla. A mediados de diciembre, me dispuse a envolver mis regalos y fui a buscar la taza... pero no estaba.
Busqué y busqué por todos lados. Miré en los sitios lógicos, luego pasé a los ilógicos. Nada, no tuve éxito. La taza roja desapareció. Hasta el día de hoy no la encuentro. Tuve que pensar en otro regalo, que fue bien recibido.
Hace pocas semanas, en medio de arreglos y limpiezas, encontré un peine del que ya casi no me acordaba. Se convirtió en mi peine favorito, lo usaba y dejaba siempre en el mismo sitio, para evitar que corriera el mismo destino que la taza roja.
Un día, lo agarré como cualquier día, y luego de usarlo lo volví a guardar. Al poco rato, lo vi por otro lado y me intrigó muchísimo porque no era el lugar donde lo había dejado. Cuando fui a ponerlo en el lugar habitual, enorme fue mi sorpresa cuando me vi con dos peines exactamente iguales, uno en cada mano.
No sé de dónde apareció ese segundo peine. Estoy empezando a creer que la taza roja se transformó. Total, siempre me han enseñado que la materia no se crea ni se destruye (ni desaparece), solamente se transforma.
Esta es la foto de la semana. Si bien no es precisamente una foto de invierno, me llamó la atención esta tuna roja, puesta en el borde un pequeño muro, como esperando a su dueño. Aunque las tunas rojas son comunes, la variedad verde es mucho más habitual.
Como dice la canción, la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. En algún momento aparecerá la taza roja, vas a ver. Y tal vez encontrarás un tercer peine.
ResponderEliminarTal vez hasta el tercer peine esté dentro de la taza roja.
EliminarGracias por el angelito.
ResponderEliminarTe entiendo perfectamente, Gabriela. Aún estoy buscando unos papeles que desaparecieron hace unos años y que me encantaría recuperar. Juro que desaparecieron en un instante y aunque he limpiado, ordenado y recogido no volvieron a aparecer. .. Quizá se hayan transformado como bien dices
ResponderEliminarUn besito
Me han pasado cosas similares, Marta. A veces tengo suerte y aparecen después de muchos años... cuando ya ni me acuerdo de su existencia.
EliminarMistério!!!!!
ResponderEliminarComeçaria a pensar em fenómenos paranormais:-)
Bom domingo, querida!
Beijinhos
Yo no sé qué pensar, Nina. Solamente en lo que acertadamente dices... misterio.
EliminarGabi, sin dudas tienes a un duende alojado en tu casa que te hace bromas. Muy lindo relato .Un beso
ResponderEliminarSí, eso parece tía Lelé.
EliminarA lo mejor se ha transformado en esa tuna que has fotografiado (que por cierto no logro saber muy bien lo que es)
ResponderEliminarA mí lo que me sucede es que guardo tan bien las cosas que luego no sé donde las he puesto.
Un beso
Laly
Una tuna es una fruta de cactus, con la cáscara llena de espinas. Hay que saber pelarla, lo que es muy fácil, y dentro la fruta es muy dulce. Es increíble que dentro de algo tan espinoso haya una fruta tan dulcemente deliciosa.
EliminarSerá eso que se transformó en peine ;)))) Puede que algún día aparezca y te de la sorpresa.
ResponderEliminarHe ido a ver que es una tuna, ya lo sé.
Buen domingo.
Un beso.
Hay una canción que dice "me he de comer esa tuna aunque me espine la mano". Ojalá algún día la pruebes.
EliminarEn Málaga, la tuna se llama higo chumbo, y la planta de la que procede son chumberas.
ResponderEliminarDeliciosa, es una de las frutas preferidas de Manolo, que le gusta hasta pelarlas, jajjaja
No sabía ese nombre de la tuna. Yo tuve que aprender a pelarla para poder comerla, es deliciosa como dices.
EliminarOlá Gabi,
ResponderEliminarIncrível como essas coisas acontecem, não temos explicações, juramos que colocamos em tal lugar, mas o sumiço prova o contrário.Comigo já aconteceu coisa parecida e nunca mais achei...Mistério!
Beijos com carinho e tenha uma linda semana.
Marilene
Marilene Folhas Flores e Sutilezas
No es la primera vez que se me pierden cosas tan extrañamente, Marilene. Tal vez ya debería estar acostumbrada.
EliminarJajaja, me has hecho reír Gabriela. Por favor, si aparece la taza roja cuéntanos dónde... y si aparece un tercer peine, también : )
ResponderEliminarMientras no sea para contar que desapareció uno de los peines, no hay problema, Milena.
EliminarOlá,
ResponderEliminarque estranho desaparecer o o copo vermelho. Deves estar em algum lugar escondido qualquer dia tu achas ou se transformou no pente de cabelo. Eu estou muito esquecida e perco as coisas aqui em casa. To ficando velho. hahahah
Bjos tenha uma ótima semana.
Sí, mi pobre tacita estará pensando que la he olvidado, ja, ja. Ojalá aparezca después de este llamado público.
EliminarGabriela que ilusión reencontrarnos!! Tiene algo de mágico como lo de tu tacita que se transformó en peine. Que misterio!! Súper divertido el post. Un abrazo enorme desde Barcelona hasta Lima.
ResponderEliminarQué bueno verte por acá de nuevo, Nica.
EliminarO tal vez fue el peine el que me hizo creer que era una taza. Cosas que nunca sabremos.
Hola Gabriela, ya estamos de vuelta, y veo que en tu casa también muestran efectos "paranormales" los objetos. En mi baño un día se me cayo el tapón de un frasco de colonia y por más que lo busque no lo encontré, siempre pienso donde estará, un baño pequeño sin posibilidad de que saliera de el el tapón, ?????. Me imagino que tendrá su explicación pero de momento no entiendo nada.
ResponderEliminarMi hijo también tiene una taza roja, espero que no le pase lo mismo que al tapón, ¡estas tazas caprichosas...!
Besos amiga y me alegro de volver a saludarte.
Pues parece que la taza roja cruzó el Atlántico, Fernando. ¿Será? Ya no me extrañaría.
EliminarHola Gabriela.
ResponderEliminarMuy cierto tu post......desaparecen cosas y aparecen otras sin ninguna explicación.....me encantó leerte amiga......Un besito....buen fin de semana...
A veces las desaparecidas deciden volver como si nada después de años, Camelia. Y lo peor es que no les podemos pedir explicaciones.
EliminarBuen fin de semana;))
ResponderEliminarUn beso.
¡Gracias!
EliminarLa tasa roja, al menos Gabriela, apareció hace unos días en mi closet. Al lado había un duende que me dijo con voz ad hoc:"Le estoy haciendo una broma a Gaby".
ResponderEliminarSabía que habían sido ellos, Esteban. Lo que no sabía es que se la habían llevado tan lejos.
EliminarMe he perdido varios de tus relatos Gabri, asì que empiezo por éste. Qué làstima que da cuando se pierde una cosa asì, como envuelta en misterio. Menos mal que lo solucionaste...
ResponderEliminarYo perdì antes de salir de vacaciones mis tijeritas rosa de cuando iba a la escuela. Llevaban conmigo màs de 30 años sin perderse jamàs, a pesar de las diferentes mudanzas. Total que fui a Madrid a la misma papelerìa donde la habìa comprado, pero nada, ya no las hacen igual. Ahora son todas gordotas y no me gustan, qué se le va a hacer, lo mismo me aparece como tu peine...
La foto de la tuna es preciosa y sugestiva.
Nos seguimos leyendo, abrazos
Bienvenida de vuelta, Chusa.
EliminarLamento lo de tu tijerita. Sé lo que se siente perder algo a lo que estamos tan acostumbrados de un momento a otro, y sin explicación.