Una muy postergada decisión me tuvo
hace pocos días botando toneladas de papeles, reencontrándome con imágenes del pasado, descubriendo detalles que creí que no volvería a ver jamás y recorriendo después de muchos episodios buenos y de los otros.
Todo empezó hace algunos meses, cuando pensé cómo se vería mi cuarto sin un gran escritorio con librero en una sola pieza que me acompaña desde la otra casa. Sacando la cuenta, el librero tenía más de 20 años, edad más que suficiente para jubilarlo.
Una cosa es pensarlo. Ejecutarlo es algo muy diferente. Se requiere decisión y valor. Hasta que llegó el día en que emprendí la desocupación de un cajón. Uno de cuatro. Bueno, ya era un comienzo. Lo más difícil fue encontrarle lugar a las cosas que todavía eran útiles que, para ser sincera, no llegaban ni al 5% del contenido del cajón. Un domingo, un cajón.
Al siguiente domingo, otro cajón. Casi todo estaba lleno de fotos. Algunas pasaron a tener vida digital. No todas, son años de años de imágenes. Y eso que no soy de las personas que toman fotos a cada paso de su vida. Aun así, eran muchas.
Otro domingo, otro cajón. Creo que el impulso me hizo terminar con todo ese mismo día. Lo último fue encontrarle sitio a los libros, muchos de ellos leídos más de dos y tres veces. Fue una buena ocasión para deshacerme de cosas que ya no tienen utilidad, no solamente porque no me sirven, sino porque en este contexto actual no tiene sentido conservarlos.
Las montañas de papeles a descartar que se formaron en esos domingos fue realmente enorme. Como para pensar cuántas cosas son realmente valiosas.
Una vez vacío el librero con escritorio, fue muy fácil sacarlo de donde estuvo instalado 20 años. Quedó listo para serle útil a otra persona, que quizá lo va a llenar con imágenes de su presente cuando ya sea pasado y que lo hará recorrer muchos episodios buenos y de los otros.
Tomará tiempo acostumbrarse a la nueva disposición de los muebles, el espacio que quedó libre fue rápidamente ocupado por otras cosas. Todo listo para escribir una nueva historia.
Acá va la quinta foto, a la que he llamado espejo de agua.
Todo empezó hace algunos meses, cuando pensé cómo se vería mi cuarto sin un gran escritorio con librero en una sola pieza que me acompaña desde la otra casa. Sacando la cuenta, el librero tenía más de 20 años, edad más que suficiente para jubilarlo.
Una cosa es pensarlo. Ejecutarlo es algo muy diferente. Se requiere decisión y valor. Hasta que llegó el día en que emprendí la desocupación de un cajón. Uno de cuatro. Bueno, ya era un comienzo. Lo más difícil fue encontrarle lugar a las cosas que todavía eran útiles que, para ser sincera, no llegaban ni al 5% del contenido del cajón. Un domingo, un cajón.
Al siguiente domingo, otro cajón. Casi todo estaba lleno de fotos. Algunas pasaron a tener vida digital. No todas, son años de años de imágenes. Y eso que no soy de las personas que toman fotos a cada paso de su vida. Aun así, eran muchas.
Otro domingo, otro cajón. Creo que el impulso me hizo terminar con todo ese mismo día. Lo último fue encontrarle sitio a los libros, muchos de ellos leídos más de dos y tres veces. Fue una buena ocasión para deshacerme de cosas que ya no tienen utilidad, no solamente porque no me sirven, sino porque en este contexto actual no tiene sentido conservarlos.
Las montañas de papeles a descartar que se formaron en esos domingos fue realmente enorme. Como para pensar cuántas cosas son realmente valiosas.
Una vez vacío el librero con escritorio, fue muy fácil sacarlo de donde estuvo instalado 20 años. Quedó listo para serle útil a otra persona, que quizá lo va a llenar con imágenes de su presente cuando ya sea pasado y que lo hará recorrer muchos episodios buenos y de los otros.
Tomará tiempo acostumbrarse a la nueva disposición de los muebles, el espacio que quedó libre fue rápidamente ocupado por otras cosas. Todo listo para escribir una nueva historia.
Acá va la quinta foto, a la que he llamado espejo de agua.
Que valiente¡¡¡ Cada vez que intento tirar papeles/recuerdos/fotos, empiezo muy decidida y al final me entra como un apego que hace que los últimos en caer en mis manos, no vayan a parar a la basura... Así que al final, lo tengo que hacer en varias fases sobre los mismos papeles... La de tiempo que ahorraría si de buenas a primeras pudiera deshacerme de lo que no necesito¡
ResponderEliminarTomar la decisión me tomó meses, Miriam, no fue fácil. Pero ya está hecho y ahora siento la satisfacción del deber cumplido.
EliminarHola, Gabriela!
ResponderEliminarA mi la limpieza de papeles es de lo que más pereza me da. Sobre todo por el tiempo que lleva su revisión...
Los libros, a no ser que estén deteriorados no los tiro, como mucho dono algunos a bibliotecas, instituciones etc
Me encanta la idea de reciclar los muebles y que se aprovechen si están en buen estado, aunque tengan muchos años.
La foto genial, me encanta la idea del espejo.
Todos los libros ya tienen destino, una asociación que recicla de todo. Lo mejor es que van a tu casa y se lo llevan en un ratito.
EliminarJa ja ja
ResponderEliminarDeberías venir a mi casa. Somos locos anti-papeles. Imagínate que apenas compro el periódico ya estoy descartando las secciones que no quiero y los suplementos para el reciclaje.
Peor aún, hace meses estoy depurando mi biblioteca y regalando libros que sólo leí una vez y que conservé de puro afanoso.
=)
Lo bueno de ser así es que después no tienes montañas de cosas con las que no sabes qué hacer, Renzo.
EliminarMira que cuando me mudo hago lo mismo. Te entiendo perfectamente.
ResponderEliminarVaya, y eso que tú te has mudado varias veces en los últimos tiempos.
EliminarHola Gabriela.
ResponderEliminarUna cosa es pensarlo y otra ejecutarlo muy de acuerdo contigo y cuando me decido a hacerlo quedo muy satisfecha del resultado final ya que mucho antes lo hubiera hecho.......Un besito...
Imagina la satisfacción que siento, y aunque todavía se me hace un poco rara la nueva distribución del dormitorio, ya me voy acostumbrando.
EliminarEs lo que tengo que hacer de modo urgente. Una ruma de papeles y archivos de la época prehistórica, que guardo "por si acaso". Y ni qué decir de las fotos. Es decir, de cuando había fotos que guardar.
ResponderEliminarLas fotos se pueden rescatar, Acirema, se pueden convertir en digitales y asunto arreglado.
EliminarEs bueno hacer limpieza cada tanto. Aunque no nos mudemos de casa a mi me encanta mover los muebles de lugar y hasta pintarlos. Como últimamente se usa el blanco una mesita cayó bajo mi pincel.
ResponderEliminarBesoss hoy desde
http://norma2-siempreesprimavera-norma2.blogspot.com.ar/2014/08/lluvia-de-estrellas-fugaces.html
Este no estaba en condiciones de ser rescatado, Norma. Ya las polillas se habían apoderado de algunas de sus partes. Para que veas cómo era de grave el asunto.
EliminarSi te costó vaciar ese muebles imagina cinco traslados de casa...Salen cosas por todos lados y hasta que ubicas todo en su nuevo sitio es una verdadera barahúnda..
ResponderEliminarEl ser humano es coleccionista de cosas, guardamos por guardar
Enseguida te acostumbrarás al nuevo mueble y su contenido:))
Buen fin de semana.
Un beso.
Y después de ver dónde acomodar las cosas recicladas, la cosa es acordarse dónde se quedaron cuando se las necesita. ¡Buen ejercicio mental!
EliminarMe gusta mucho la foto ;))
ResponderEliminarSí, me gusto ese espejo natural.
EliminarMenuda tarea te ha tomado.Yo vengo postergando hace ya tiempo, hacer limpieza de placares.Ropa que aun sigue nueva pero que ya no uso o se pasó de moda. Tendré que juntar "coraje" y hacerlo jajaja. Un beso.
ResponderEliminarPues no queda más remedio, Tía Lelé. A veces pensar en el buen uso que le darían otras personas a las cosas me anima a poner manos a la obra.
EliminarReconozco que el deshacerme de lo que en Chile llamamos cachureos, me cuesta una barbaridad.
ResponderEliminarAplaudo a los que tienen en la materia decisión y mano dura.
A veces es cosa de armarse de valor, Esteban. Me tomó bueno tiempo pasar de pensarlo a hacerlo.
EliminarHay que ser muy valente para hacer lo que hiciate querida amiga
ResponderEliminarGracias, Cyrano.
EliminarOlá, Gabrrela!
ResponderEliminarA isso chamamos "destralhar", isto é, desfazermo-nos de tralha, de tudo o que é inútil e só ocupa espaço. É preciso coragem, bem sei, mas compensa.
Beijo e boa semana.
Inútil y ocupa espacio, es justamente lo que ocurría con todo ese montón de papeles viejos, Nina.
EliminarOlá,
ResponderEliminarmenina essas limpeza são ótima liberam espaço para coisas novas, emoções novas, enfim tudo gira melhor. Mas tem coisas que é difícil se desfazer. Outro dia também me perdi em lembranças olhando velhas fotografias.
Eu adoro arrumar a casa e decorar cantos novos. Minha casa está que é uma loja de tantos móveis e enfeites.
Bjos tenha uma ótima semana.
Es la mejor parte, Nina, las cosas nuevas, las emociones nuevas. Todavía no me acostumbro a la nueva disposición de las cosas, será poco a poco.
EliminarOlá Gabi,
ResponderEliminarAdiamos, adiamos, mas, tem uma hora que há necessidade de se livrar do que não nos interessa mais...Mudanças fazem bem, arejam e dão novo ar a nossa vida.
Beijos com carinho
Marilene
Nuevos aires, Marilene, espero que lleguen pronto y con cosas buenas.
EliminarAyyy Gabriela, ése es mi gran problema y nunca encuentro tiempo ni disposición para solucionarlo...
ResponderEliminarEn mi caso, era falta de disposición. El tiempo era un pretexto... que nunca falla, ja, ja.
EliminarVaciar cajones es de las cosas que más pereza me dan en la vida. Siempre lo voy posponiendo y tengo cajones de hace treinta años por desocupar. :P
ResponderEliminarBesazo
Es lo malo de posponer la tarea, Dolega. Este cajón mío tenía 20 años sin que se hiciera una operación limpieza y, visto el resultado, valió la pena.
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