En Lima, la lluvia es una curiosidad. Es cierto que cae agua del cielo durante horas a veces, sobre todo en los meses más fríos, pero no necesitamos paraguas ni estamos pendientes de la lluvia para que no malogre nuestros planes.
Por eso, llamó mi atención este relato enviado por alguien que vive en Lima desde hace mucho tiempo pero que nació y creció en una ciudad de la Selva peruana, donde la lluvia puede echar a perder perfectos días de actividades al aire libre.
Como ya se habrán dado cuenta, estaba un pueblo de la Selva donde yo trabajaba como profesora. Si bien nací en ese lugar, hacía muchos años que había salido de mi tierra para estudiar en la capital. Y ya casi había olvidado su caprichosa naturaleza. Para mi descargo, hay que recordar que en Lima nunca llueve, salvo unas tenues garúas que no llegan a empapar las calles.
Precavidamente, las demás profesoras se habían puesto a buen recaudo (no en un buen recaudo como alguien dice por ahí), pero yo, ignorando las artimañas del clima selvático, salí así nomás, protegida solo por un paraguas que a esas alturas había salido volando como una cometa.
Sola, en el medio de una larga pared que formaba parte del edificio del colegio, no veía una puerta ni un techo donde guarecerme. El viento me arrastraba, y me empujaba la fuerza del agua que me había empapado hasta los huesos. Lo único que atiné a hacer fue agarrarme con fuerza a la pared para tratar de mantener el equilibrio y no caer en medio de los charcos formados en el suelo.
Sujeta a la pared como una garrapata, veía pasar cajas vacías, botellas, ramas de árboles, y hasta un zapato. ¿Así estaría el arca de Noé en medio del diluvio?
Luego de unos minutos que me parecieron horas, la lluvia amainó, el viento detuvo su fuerza y el agua siguió cayendo a torrentes, pero verticalmente.
Descubrí que podía caminar sin ser arrastrada, así que corrí lo más rápido que pude hasta un edificio que estaba a una cuadra, y a donde pude entrar a esperar que pasara la lluvia para regresar, por fin, a mi casa.
¡Ah! Lluvia. Hermosa, terrorífica, inolvidable lluvia que me empapó, me golpeó, me zarandeó sin misericordia. Nunca pude olvidarme de ese episodio que me hizo recordar que soy hija de esa tierra bendecida por la Naturaleza, franca, abierta, total, inconmensurable. Sin dobleces. Como su gente, como mi gente. Como debe ser la mano de Dios.
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Aprovecho esta entrada para saludar anticipadamente a las mamás lectoras de este blog, a las mamás de los lectores de este blog y a todas las mamás del mundo. Que este domingo 11 de mayo tengan un feliz Día de la Madre.
Por eso, llamó mi atención este relato enviado por alguien que vive en Lima desde hace mucho tiempo pero que nació y creció en una ciudad de la Selva peruana, donde la lluvia puede echar a perder perfectos días de actividades al aire libre.
LLUVIA
La lluvia caía sin misericordia (y algunos dicen que se acaba el agua en el mundo). La lluvia caía con fuerza en forma oblicua, como cuando mueves el cañito de la ducha hacia un lado. Pero no era un cañito, sino todo el cielo desparramando agua en forma lateral, como si se dirigiera hacia un lado, pero sin dejar de caer a chorros sobre toda la tierra. Pura y torrencial lluvia, un verdadero diluvio, acompañado además de un ventarrón de esos que levantan los techos de las casas y luego los dejan caer con fuerza al suelo.
Y ahí, en el medio de ese aluvión, de esa tremenda fuerza de la naturaleza, estaba yo, en camino del colegio a mi casa. Y es que cuando recién salí del portal del colegio, estaba lloviendo sin mayor fuerza, pero en un instante se desató esa descomunal tormenta.Como ya se habrán dado cuenta, estaba un pueblo de la Selva donde yo trabajaba como profesora. Si bien nací en ese lugar, hacía muchos años que había salido de mi tierra para estudiar en la capital. Y ya casi había olvidado su caprichosa naturaleza. Para mi descargo, hay que recordar que en Lima nunca llueve, salvo unas tenues garúas que no llegan a empapar las calles.
Precavidamente, las demás profesoras se habían puesto a buen recaudo (no en un buen recaudo como alguien dice por ahí), pero yo, ignorando las artimañas del clima selvático, salí así nomás, protegida solo por un paraguas que a esas alturas había salido volando como una cometa.
Sola, en el medio de una larga pared que formaba parte del edificio del colegio, no veía una puerta ni un techo donde guarecerme. El viento me arrastraba, y me empujaba la fuerza del agua que me había empapado hasta los huesos. Lo único que atiné a hacer fue agarrarme con fuerza a la pared para tratar de mantener el equilibrio y no caer en medio de los charcos formados en el suelo.
Sujeta a la pared como una garrapata, veía pasar cajas vacías, botellas, ramas de árboles, y hasta un zapato. ¿Así estaría el arca de Noé en medio del diluvio?
Luego de unos minutos que me parecieron horas, la lluvia amainó, el viento detuvo su fuerza y el agua siguió cayendo a torrentes, pero verticalmente.
Descubrí que podía caminar sin ser arrastrada, así que corrí lo más rápido que pude hasta un edificio que estaba a una cuadra, y a donde pude entrar a esperar que pasara la lluvia para regresar, por fin, a mi casa.
¡Ah! Lluvia. Hermosa, terrorífica, inolvidable lluvia que me empapó, me golpeó, me zarandeó sin misericordia. Nunca pude olvidarme de ese episodio que me hizo recordar que soy hija de esa tierra bendecida por la Naturaleza, franca, abierta, total, inconmensurable. Sin dobleces. Como su gente, como mi gente. Como debe ser la mano de Dios.
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Aprovecho esta entrada para saludar anticipadamente a las mamás lectoras de este blog, a las mamás de los lectores de este blog y a todas las mamás del mundo. Que este domingo 11 de mayo tengan un feliz Día de la Madre.
Preciosa reflexiòn sobre la lluvia y ya me imagino de quién es.
ResponderEliminarMe ha hecho gracia leer que en Lima la lluvia sea una anécdota, por esta zona donde vivo llueve a menudo pero ùltimamente las lluvias caen màs torrenciales y provocan tremendas inundaciones y desastres, serà el cambio climàtico, serà la cementificaciòn del suelo... Si cae "normal", la lluvia es una bendiciòn del cielo.
Gracias por las felicitaciones que intercambio a las madres de todo el mundo. Abrazos :)
Aunque suene raro, Chusa, en Lima no llueve. Nuestro cielo tiene un color gris permanente que hace pensar a los extranjeros que en cualquier momento se puede desatar tremendo aguacero... pero no.
EliminarMe ha encantado el relato. Está tan bien escrito que revives con ella el tremendo chaparrón.
ResponderEliminarA mí la lluvia no me condiciona, es más me gusta mucho.
No tenía ni idea de que en Lima lloviese tan poco...
Saludos
Ciertamente, Marta, los limeños prácticamente no conocemos la lluvia.
EliminarPrecioso. Mi mejor recuerdo de lluvia fue una noche en Nueva York. Caminar en el medio de luces de Navidad, gente, teatros y un poquito de nieve. Lindo
ResponderEliminarEsa debe ser una imagen digan de una postal, Carmen.
EliminarBueno, se comprende el momento de pánico que sintió la profesora. Pero realmente es un episodio difícil de olvidar. Gracias por tu saludo por el Día de la Madre.
ResponderEliminarComo dijo la abuela Herminia en Cuéntame cómo pasó, al fuego lo combate el agua, pero ¿quién combate al agua?
EliminarMenudos tormentones se gasta la naturaleza en la selva... el relato me hizo acordarme de una película sobre un tsunami que vi hace poco... de cualquier forma, me gusta la lluvia, la siento regeneradora.
ResponderEliminarGracias, feliz día de la madre para todas las mamás.
Imagina esta pobre profesora, Milena, lo mal que lo pasó.
EliminarBendita lluvia, que no nos falte.
ResponderEliminarPero se confirma, que no siempre llueve a gusto de todos.
Besos amiga.
Cierton Fernando, que no falte nunca.
EliminarNo me puedo creer que no os llueva. Aquí ha caido bastante este invierno así está todo lleno de vida.
ResponderEliminarMe ha gustado, pero no el mal rato que pasó la profe.
Que pases un buen día de la madre, no se si lo eres, pero si tienes madre;) Y felicidades para todas. En españa fue el domingo pasado.
Un beso.
Suena raro, Laura, pero en esta ciudad tan húmeda, no llueve. Solamente garúa.
EliminarSi no se ve llover nunca y cuando esto ocurre debe ser como presenciar el más magnifico espectáculo de la naturaleza.
ResponderEliminarBesosss
Te puedo decir que sí, Norma, oír caer la lluvia es toda una experiencia. Y el olor que trae la tierra mojada es inolvidable.
EliminarHola Gabriela, leyendo blogs vine a parar al tuyo, y me gustó mucho :)
ResponderEliminar¿Sabés? Acá donde estoy, la lluvia tampoco te arruina los planes, porque llueve 300 días al año O_o.
De todas maneras siempre me gustó la lluvia, sólo que ahora me parece demasiado "reiterativa", hehe.
Hermoso relato de la lluvia, gracias por compartirlo :).
¡Saluditos!
Te doy la bienvenida, Aymará Spaital.
EliminarEs una buena manera de verlo, que la lluvia no es un problema porque siempre está. Todo es cuestión de acostumbrarse.
Muito interessante esta descrição do dilúvio. Verdade que não chove em Lima?
ResponderEliminarBom fim de semana.
De verdad que no llueve, Nina. En invierno cae agua del cielo, pero no necesitamos paraguas ni impermeables ni nada parecido.
EliminarQué es garúa Gabriela?
ResponderEliminarBuen fin de semana ;)
Un beso
Garúa es esa lluvia muy fina que cae en Lima, Laura. Se siente como el agua que salpica del chorro principal de la ducha, para que te hagas una idea.
EliminarUn calabobos... Gracias, aprendí una palabra nueva ;)
EliminarTambién yo, Laura, gracias.
Eliminar:D
Gabriela, piri.piri is a very strong kind of pepper.
ResponderEliminarI believe it's easier to you to wonderstand in English!
Besitos
Gracias por la explicación, Nina. No me gustan mucho los sabores picantes, creo que el piri-piri no estaría entre mis favoritos, pero habría que probarlo.
EliminarEs que cuando se va uno a la capital se le olvidan las maravillosas cosas de la selva. Precioso recuerdo.
ResponderEliminarFeliz día de la madre a todas las mamás del otro lado del charco.
Besazo
Tanto se olvidan que la pobre profesora terminó empapada con tremenda lluvia, Dolega.
EliminarMe gusta la lluvia y sobre todo el olor antes de que empiece a caer... no me huviese importado estar por allí en ese momento, todo un espectáculo!
ResponderEliminarNo sé por qué será, pero siempre falta algun cromo en el álbum... yo nunca conseguí completar ninguno de los que empecé, que fueron unos cuantos.
Curiosa tu entrada sobre la palabra inolvidable...y feliz coincidencia.
Tus relatos me encantan.
GRACIAS por tu amable coment. y las felicitaciones son recíprocas, pués yo llego aunque bien justita jijii
Besitosss.
Gracias Golosengus. Tus recetas, relatos y fotos también me encantan. El día que me anime a preparar alguna, sin duda que lo sabrás.
EliminarBueno, si eres madre...jijii
ResponderEliminarje, je.
EliminarPues no, pero gracias igual por los buenos deseos.
Los recuerdos vuelven a sentirse como realidad, pues esas lluvias también las he vivido y es lindo... muy lindo recordar.
ResponderEliminarSon los tesoros que guardamos en la memoria, Ivette.
EliminarContrariamente a las lluvias limeñas, en Santiago las podemos tener muy benignas, como también demoledoras.
ResponderEliminarCreo que preferiría las benignas, Esteban.
EliminarQue medo, morro de medo de chuva,sempre vejo que por ai as chuvas são torrenciais. Por aqui estamos precisando muito de chuva. Também és professora, fui professora por 10 anos depois abandonei a profissão. Aqui o salário de um professor é mais baixo do que de uma empregada domestica.
ResponderEliminarBjos tenha uma ótima semana.
Acá también los profesores están mal pagados, Anajá. Hay profesores que se esfuerzan mucho por sus alumnos y no es justo que se les remunere con sueldos tan bajos.
EliminarOlá Gabi, chuvas torrenciais causam mesmo muito medo, mas também são bençãos de descem dos céus...Aqui em São Paulo estamos passando por graves crises por falta dessa benção divina.Estamos no limite de água para a população.Peço a Deus em minhas orações para que mande chuva o mais rápido possível.
ResponderEliminarBeijos com muito carinho
Marilene
Ojalá pronto llegue la lluvia por allá, Marilene.
EliminarLa canción de los nene: "que llueva, que llueva la vieja está en la cueva…" Los torrenciales de hoy día son tremendo…te arrastran todo. Genial como haces tú narrativa. A mí me gusta el momento después que pasa la lluvia. Especialmente si estas en el campo ese olor fresco húmedo me deja añorando a mi familia.
ResponderEliminarUn abrázate
Gracias tus palabras Iela, pero el relato no es mío. Me lo apropié casi sin permiso porque también me gustó.
EliminarPALTA = Aguacate, abacate em português!
ResponderEliminarNão sabia! O dicionário é uma grande ajuda!
Beijinhos
Efectivamente, Nina, nuestra deliciosa palta de toda la vida.
EliminarBuen fin de semana Gabri ;)
ResponderEliminar¡Gracias, Laura!
EliminarPrecioso relato. Es cierto, la lluvia es vida y eso en lugares como Málaga y Almería, donde la sequía nos afecta tremendamente, con mayor motivo.
ResponderEliminarAquí en España, además de calabobos, llamamos a esa fina lluvia "chirimiri"
Me gusta... chirimiri. Es más sonora que garúa.
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