Un día de primero de secundaria, la miss Silvia, nuestra profesora de Literatura, nos leía un texto del libro que usábamos ese año. Era un libro de color rosado oscuro, de una editorial argentina cuyo nombre eran dos apellidos. Supongo que serían los dueños o fundadores de la editorial.
El relato en cuestión estaba escrito en primera persona y se trataba de un hombre que caminaba por el andén de una estación esperando un tren. Recuerdo que el tono de la narración era triste y nostálgico, el hombre partía sin querer partir, dejando atrás personas y circunstancias que no quería dejar atrás para enfrentar un futuro incierto que no le era del todo agradable y que probablemente no quería enfrentar.
En un momento, decía el relato, mientras el protagonista de la historia recorría el andén, las maletas golpeaban sus corvas. Como si la estuviera viendo, recuerdo que la miss Silvia detuvo la lectura, nos miró por encima de sus lentes y nos dijo: "corva es la parte trasera de las rodillas", mientras con la mano libre nos señalaba el punto exacto al que hacía referencia. Luego prosiguió con la lectura.
Ahí entendí el origen de la palabra encorvado. Además, nunca olvidé el significado de la palabra corva.
Muchos años después, sentada con mi hermano en torno a una mesa redonda, probablemente compartiendo algún rico bocado, comentó casi al azar:
- El otro día, me di un golpe en la corva.
Mi mente retrocedió en el tiempo, y volví a estar sentada en la clase de Literatura de primero de secundaria de la miss Silvia, volví a verla leer el libro rosado oscuro de una editorial argentina y la explicación que nos dio, mirándonos por encima de sus lentes. Recordé todo eso en una fracción de segundo, pero no dije nada, hasta que mi hermano me preguntó:
- ¿Sabes dónde aprendí que esa parte detrás de las rodillas se llama corva?
- ¿En un libro de literatura rosado oscuro...? -respondí, con una pregunta.
- ¡Sí...!
- ¿...cuando un hombre caminaba por el andén mientras su maleta le golpeaba las corvas?
- ¡Sí!
Nos reímos mucho, asombrados ante la coincidencia. Él había usado ese mismo libro color rosado oscuro cuatro años que yo, y también fue con ese libro que supo que la parte de atrás de la rodilla se llama corva.
Por alguna razón que no sabría explicar, este episodio vino a mi mente una tarde de otoño. Lo que sí sé es cuándo y cómo aprendí el significado de corva, una palabra inolvidable.
El relato en cuestión estaba escrito en primera persona y se trataba de un hombre que caminaba por el andén de una estación esperando un tren. Recuerdo que el tono de la narración era triste y nostálgico, el hombre partía sin querer partir, dejando atrás personas y circunstancias que no quería dejar atrás para enfrentar un futuro incierto que no le era del todo agradable y que probablemente no quería enfrentar.
En un momento, decía el relato, mientras el protagonista de la historia recorría el andén, las maletas golpeaban sus corvas. Como si la estuviera viendo, recuerdo que la miss Silvia detuvo la lectura, nos miró por encima de sus lentes y nos dijo: "corva es la parte trasera de las rodillas", mientras con la mano libre nos señalaba el punto exacto al que hacía referencia. Luego prosiguió con la lectura.
Ahí entendí el origen de la palabra encorvado. Además, nunca olvidé el significado de la palabra corva.
Muchos años después, sentada con mi hermano en torno a una mesa redonda, probablemente compartiendo algún rico bocado, comentó casi al azar:
- El otro día, me di un golpe en la corva.
Mi mente retrocedió en el tiempo, y volví a estar sentada en la clase de Literatura de primero de secundaria de la miss Silvia, volví a verla leer el libro rosado oscuro de una editorial argentina y la explicación que nos dio, mirándonos por encima de sus lentes. Recordé todo eso en una fracción de segundo, pero no dije nada, hasta que mi hermano me preguntó:
- ¿Sabes dónde aprendí que esa parte detrás de las rodillas se llama corva?
- ¿En un libro de literatura rosado oscuro...? -respondí, con una pregunta.
- ¡Sí...!
- ¿...cuando un hombre caminaba por el andén mientras su maleta le golpeaba las corvas?
- ¡Sí!
Nos reímos mucho, asombrados ante la coincidencia. Él había usado ese mismo libro color rosado oscuro cuatro años que yo, y también fue con ese libro que supo que la parte de atrás de la rodilla se llama corva.
Por alguna razón que no sabría explicar, este episodio vino a mi mente una tarde de otoño. Lo que sí sé es cuándo y cómo aprendí el significado de corva, una palabra inolvidable.
Bonito recuerdo de complicidad de hermanos
ResponderEliminarEs una palabra que uso mucho debido a mi profesión... y es verdad que cuando un alumno es nuevo, explico siempre donde está ya que mucha gente no conoce la palabra.
Probablemente si no hubiera sido por ese libro color rosado oscuro, yo tampoco lo sabría, Milena.
EliminarUna historia preciosa Gabriela, resulta ser magia la causa por la que algunos acontecimientos se nos graban en la memoria hasta casi poder percibir los olores del momento.
ResponderEliminarUn beso
laly
Los olores, los sonidos, los colores, casi como si pudiéramos poner la película en nuestra cabeza, Laly.
EliminarNo conocía ese nombre pero sí el de hueco poplíteo. Hay palabras que nos quedan grabadas quién sabe por qué. A mi me quedó grabado el nombre de la península de Kamchatka(Siberia)
ResponderEliminarSaludos Gabriela
Yo conocí Kamchatka por una película, Norma. Una película tan inolvidable como triste.
EliminarQue bonita historia. Hay cosas, momentos, gestos que se quedan con nosotros y algunas son tan pequeñitas y vuelven a veces y te dan seguridad, comodidad, continuidad. Mira, hasta ahora no puedo coser sin oír a una querida amiga diciéndome "hilvana, Carmencita".
ResponderEliminarSi sé quién es la amiga, Carmen, no dudo que te dijera eso cada vez que te viera coser sin hilvanar.
Eliminar¡Que preciosidad de recuerdo!
ResponderEliminarEs curioso cómo nuestra mente almacena escenas y recuerdos que nunca se olvidan y sin embargo otros, tienen que decirte varias veces que ocurrió para que rebusques en la memoria y los encuentres.
Besazo
Lo más intrigante de todo es que tenemos vívidos recuerdos de episodios intrascendentes y otros más importantes se nos olvidan así como así, Dolega.
EliminarA nossa mente funciona de uma forma misteriosa e processa a informação através de associações de ideias muito particulares.
ResponderEliminarTalvez Freud fosse capaz de explicar!
Boa semana, amiga.
Sería bueno buscar la respuesta, Nina. Tal vez aprenderíamos algo sobre nosotros mismos.
EliminarHola amiga, este personaje puede ser fácilmente una de las muchas personas que salen de su ciudad o país para enfrentarse a un futuro incierto. Los golpes en las corvas los recibirán seguro y si no son fuertes o tienen algo que les motive a aguantar, harán que caigan al suelo. este es un golpe que los futbolistas dan a sus contrarios por la espalda sutilmente para derribarlos.
ResponderEliminarPrefiero seguro la historia de ese libro rosado.
Un beso amiga.
También se puede tomar esos golpes en las corvas como un empujón para seguir hacia adelante, Fernando. Definitivamente, el hombre del relato enfrentaba cambios en su futuro próximo.
EliminarPrecioso tu relato y modo de contar esa anécdota que vino a tu memoria y que sirviò para asimilar una palabra nueva. Acabo de aprenderla también yo, Gabriela. Me encantò leerte.
ResponderEliminarQue tengas una bonita semana de otoño sin melancolìas :)
Otoño sin melancolía es como verano sin sol, Chusa. La estación se presta para la nostalgia y la melancolía.
Eliminar¡Qué linda entrada! A veces los profesores no se hacen idea de lo que pueden influir en sus alumnos, ni cuanto tiempo puede permanecer un recuerdo de algo compartido en clase. Te envío mis saludos. Al margen me gustaría consultarte. ¿Dónde se responde cuando uno quiere contestar al comentario que recibió en un blog? Por ejemplo, ¿vos me respondés por este espacio o por otro? Me gustaría que nos comunicáramos con más facilidad. ¡Gracias!
ResponderEliminarPor eso me gustaría que esta profesora leyera el texto, Martín. Ya veré la manera de dejarte mi correo para una comunicación más directa.
Eliminarme ha encantado leerte tiene chispa tu texto
ResponderEliminarGracias y te doy la bienvenida.
EliminarVaya, los dos lo aprendisteis del mismo libro ;)
ResponderEliminarA veces nos vienen a la memoria recuerdos, que están ahí guardados y de repente aparecen por una palabra que aprendimos y rememoramos todo.
Bonito recuerdo Gabriela.
Buen martes.
Un beso.
Es que fuimos al mismo colegio, Laura. Usamos los mismos libros casi todo el tiempo, y si había cambios, de todas maneras leíamos los libros porque nos los prestábamos.
EliminarY hoy yo aprendí una nueva palabra jajajaja. Lindo tu relato y que increible que te acuerdes de tantos detalles!
ResponderEliminarMe alegra que así haya sido, Giselle.
EliminarUna hermosa coincidencia que trajo hermosos recuerdos. Una bonita anécdota, Gabriela!!
ResponderEliminarEs la mejor parte de los recuerdos, cuando vienen acompañados de una sonrisa.
EliminarN o la conocía. Todo los días se aprende algo nuevo…interesante de las coincidencia también allí uno momento para disfrutar de una anécdota familiar…que al final se guardan como tesoro y hace un buen momento
ResponderEliminarUn Abrazo
iela
Eso Iela, la historia quedó guardada como un tesoro.
EliminarMe ha gustado mucho tu texto.
ResponderEliminarun abrazo
fus
Muchas gracias, Fus.
EliminarOlá Gabi, bom dia amiga!
ResponderEliminarQuantas coisas ficam armazenadas em nossa memoria e não mais que derepente vem a tona numa simples conversa. Gostei de ler essas suas lembranças e o aprendizado da palavra.
Beijos com muito carinho e tenha um lindo final de semana.
Marilene
Me alegra saber que te gustó la historia y que además te sirvió para aprender una nueva palabra, Marilene.
EliminarPasan los años, Gabriela, y no se termina de aprender. Hasta hoy nunca me había preguntado... la procedencia de la palabra encorvado.
ResponderEliminarMe alegra saber que este blog te ayudó a aprender algo nuevo, Esteban.
EliminarBuen fin de semana ;)
ResponderEliminar¡Gracias!
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