El otro día, A perdió su celular. Lo último que hizo con ese teléfono fue contestar una llamada mientras caminaba por la calle. Dice que lo guardó, y se dio cuenta de que no lo tenía cuando quiso hacer otra llamada un rato después. El teléfono había desaparecido.
No le quedó más remedio que suspenderlo y adquirir uno nuevo.
Al día siguiente, A fue muy temprano a comprar su nuevo teléfono. No quería complicarse la vida con tecnologías que cree que ya no podrá aprender, así que su idea era un teléfono simple, que le permitiera hacer y recibir llamadas, enviar y recibir mensajes de texto y poco más.
Una vez que venció los afanes de la persona que le atendió, que a toda costa quería venderle un teléfono de esos inteligentes que abundan ahora, A salió feliz con su celular nuevo que cumplía con todos los requisitos que buscaba. Hizo algunas llamadas de prueba sin ningún problema y se fue a su casa.
Esa misma tarde, notó que el teléfono no tenía línea. Lo apagó y prendió varias veces, pero no hubo cambio. Intentó llamar a la empresa prestadora de servicio celular, pero no lo logró. Marcó un número en el que le contestó directamente una persona y no una máquina. Le pareció muy raro a A, pues la costumbre es pasar por infinidad de grabadoras que mencionan una serie de opciones que rara vez contienen lo que se busca. Le contó toda la historia y la respuesta que recibió fue:
- Tendría que llamar en todo caso a lo que es este mismo número, pero en todo caso marcar lo que es la opción 6.
- Pero no me contestó ninguna máquina con opciones, de frente me contestó usted -replicó A.
- Qué raro. En todo caso, vuelva a llamar y marque lo que es la opción 6.
Obedientemente, así lo hizo A y de nuevo, le contestó una persona que le dijo lo mismo, que volviera a llamar y marcara la opción 6. A, siempre paciente, estaba empezando a hartarse. Intentó una tercera vez, y lo mismo.
No le quedó más remedio que ir de nuevo a presentar su reclamo. El hombre de la puerta se le acercó muy amable y A le contó su problema. La aparente solución fue apagar y volver a prender el teléfono, y el teléfono volvió a la vida. "Qué raro", se dijo A, pero como su pericia con estos aparatos es casi nula, pensó que algo habría hecho mal.
Esa noche en su casa, de nuevo, notó que el teléfono volvió a quedarse sin servicio. Lo apagó y prendió varias veces sin éxito. Con resignación, programó su mañana de sábado para ir, por tercera vez en 24 horas, a presentar su reclamo. Esta vez, pediría que le atendieran propiamente, no dejaría que le despacharan en la entrada.
Cuando le llegó su turno, contó el problema como por décima vez y la respuesta fue que era cosa de la línea, que como la había suspendido, algo estaba fallando con la restauración del servicio. Después de largos minutos de ingresar códigos en una computadora, de múltiples consultas telefónicas, de una que otra pregunta entre trabajadores de la empresa, A recibió la buena noticia de que el teléfono estaba totalmente funcional. Dice que lo probó y que finalmente funcionaba.
Ojalá que al leer esto, A no me termine contando que los problemas siguieron, al igual que las contradicciones de una empresa que dice la vida es más cuando se comparte, pero que a la hora de la hora, lo único que saben hacer es echarle la culpa al usuario. ¿Y el compartir? Muy bien, gracias por preguntar.
No le quedó más remedio que suspenderlo y adquirir uno nuevo.
Al día siguiente, A fue muy temprano a comprar su nuevo teléfono. No quería complicarse la vida con tecnologías que cree que ya no podrá aprender, así que su idea era un teléfono simple, que le permitiera hacer y recibir llamadas, enviar y recibir mensajes de texto y poco más.
Una vez que venció los afanes de la persona que le atendió, que a toda costa quería venderle un teléfono de esos inteligentes que abundan ahora, A salió feliz con su celular nuevo que cumplía con todos los requisitos que buscaba. Hizo algunas llamadas de prueba sin ningún problema y se fue a su casa.
Esa misma tarde, notó que el teléfono no tenía línea. Lo apagó y prendió varias veces, pero no hubo cambio. Intentó llamar a la empresa prestadora de servicio celular, pero no lo logró. Marcó un número en el que le contestó directamente una persona y no una máquina. Le pareció muy raro a A, pues la costumbre es pasar por infinidad de grabadoras que mencionan una serie de opciones que rara vez contienen lo que se busca. Le contó toda la historia y la respuesta que recibió fue:
- Tendría que llamar en todo caso a lo que es este mismo número, pero en todo caso marcar lo que es la opción 6.
- Pero no me contestó ninguna máquina con opciones, de frente me contestó usted -replicó A.
- Qué raro. En todo caso, vuelva a llamar y marque lo que es la opción 6.
Obedientemente, así lo hizo A y de nuevo, le contestó una persona que le dijo lo mismo, que volviera a llamar y marcara la opción 6. A, siempre paciente, estaba empezando a hartarse. Intentó una tercera vez, y lo mismo.
No le quedó más remedio que ir de nuevo a presentar su reclamo. El hombre de la puerta se le acercó muy amable y A le contó su problema. La aparente solución fue apagar y volver a prender el teléfono, y el teléfono volvió a la vida. "Qué raro", se dijo A, pero como su pericia con estos aparatos es casi nula, pensó que algo habría hecho mal.
Esa noche en su casa, de nuevo, notó que el teléfono volvió a quedarse sin servicio. Lo apagó y prendió varias veces sin éxito. Con resignación, programó su mañana de sábado para ir, por tercera vez en 24 horas, a presentar su reclamo. Esta vez, pediría que le atendieran propiamente, no dejaría que le despacharan en la entrada.
Cuando le llegó su turno, contó el problema como por décima vez y la respuesta fue que era cosa de la línea, que como la había suspendido, algo estaba fallando con la restauración del servicio. Después de largos minutos de ingresar códigos en una computadora, de múltiples consultas telefónicas, de una que otra pregunta entre trabajadores de la empresa, A recibió la buena noticia de que el teléfono estaba totalmente funcional. Dice que lo probó y que finalmente funcionaba.
Ojalá que al leer esto, A no me termine contando que los problemas siguieron, al igual que las contradicciones de una empresa que dice la vida es más cuando se comparte, pero que a la hora de la hora, lo único que saben hacer es echarle la culpa al usuario. ¿Y el compartir? Muy bien, gracias por preguntar.
la odisea de la conexion... aca los celulares estan funcionando bastante mal tambien
ResponderEliminarTe dejo un fuerte abrazo, saludos
Creo que las empresas de telefonía sobrestiman la capacidad de sus redes, Karu. Al final, los perjudicados somos todos nosotros.
EliminarFrancamente, cualquiera pierde la paciencia, poca o mucha que tenga, cuando debe enfrentar situaciones como ésta, y te sientes totalmente ridículo haciendo reclamos que nadie te entiende. Así que es preferible que A no vuelva a perder su teléfono.
ResponderEliminarTodos mis reclamos a esa empresa terminan a los gritos, Acirema. así que entiendo a A y también le pido que no vuelva a perder su teléfono.
EliminarCon tanta reclamación a lo mejor una infusión calmante te ayude a recuperar la paz.
ResponderEliminarSin moviel aunque ya nos parezca increíble también se puede vivir.
Claro que si se pierde menudo problema se genera.
Saludos desde Teruel,
http://farmaciaaltuna.com
https://www.facebook.com/FarmaciaAltuna
Hubiera sido bueno que A se tomara un buen relajante natural, Farmacia Altuna, pero que a la vez le solucionaran su problema.
EliminarEspero que no tenga más problemas.
ResponderEliminarY espero no perder el mío, es de primera generación y me sigue funcionando de maravilla. Para lo que lo uso me sirve estupendamente. Me costaria mucho el manejo de uno nuevo.
Mis niños no dejan de darme la lata para que lo cambie, pero no me convencen;)
Buen finde semana.
Un beso
Recuerdo la reacción de mi mamá cuando le regalé una tableta: "no, no voy a saber usarla, para qué me has comprado esto", etc. Si la vieras ahora, tan amiga de su tableta.
EliminarEstoy segura de que te acostumbrarías rápido y podrías tomas fotos fabulosas para tu blog.
Ojalá que no tenga más problemas porque las operadoras telefónicas son terribles en todas partes del mundo.
ResponderEliminarLo de las máquinas al teléfono a mí me ponen de los nervios.
Besazo
Lo más irónico de este caso es que le contestaba una personas cuando quería que le contestara la máquina. Contradictoria total la empresa.
EliminarLos problemas con las empresas telefónicas son temibles...
ResponderEliminarHace poco cambié de compañía... toco madera ; )
Yo también toco madera, enfrentarse con esas empresas es algo que le hace perder la paciencia a cualquiera.
EliminarA que se lo compró bien simple para no tener problermas... las contradicciones ultimamente están a la orden del dia... paciencia y una buena sonrisa!
ResponderEliminarBesitosss.
Sí Golosengus, tan sencillito que creo que ahora extraña el que se perdió, que tenía una cámara de fotos.
EliminarConclusão:
ResponderEliminar- Sem saber como, tornamo-nos reféns da empresa telefónica.
Por acaso, essa situação me irrita!
Nada a fazer! É sinal dos tempos!
beijo
Así siento a veces, Nina, y estas empresas abusan de las circunstancias. También me irrita.
EliminarEntre las cosas modernas que deploro, Gabriela, está en primer lugar lo de esas irritantes grabaciones, en que-para colmo-le dicen a uno que "esta conversación podría ser grabada", que yo la interpreto: "pórtese bien...no haga problemas".
ResponderEliminarSí, Esteban,cuando son ellos los que nos llenan de problemas. Jamás pueden asumir su cuota de responsabilidad.
EliminarOlá,
ResponderEliminarvejo que problema com a telefonia é geral, por aqui também temos os mesmos problemas. É uma falta de comprometimento com o cliente. As linhas estão saturadas. O mundo está com muitos habitantes, cresceu demais.
Quanto a Canela será um prazer te receber para visitar nossa serra gaúcha. Tenho certeza que vais gostar muito.
Bjos tenha um ótimo dia.
Anajá
Como dice Nina, parecemos rehenes de las empresas de telefonía.
EliminarGracias por la invitación. Ojalá, algún día.
Ahhh por favor!!!!! ¡¡¡qué agonía!!!!!
ResponderEliminarEspero que todo se haya solucionado
Sí, así me dicen, Laly. Espero que A no tenga más problemas.
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